JAVIER BIOSCA ENTREVISTA PARA ELDIARIO.ES A ALIA MAMDUH

Alia Mamduh, escritora iraquí: “Hay que condenar a Rusia, pero Occidente es el gran defensor del doble rasero”

“Cuando veo las imágenes de lo que pasa en Ucrania, me acuerdo de mi país. Eso lo hemos vivido nosotros: guerras, desplazamientos masivos y bombardeos indiscriminados”, dice la escritora, que presenta su novela 'Al Tanki: tras las huellas de una mujer iraquí'

Javier Biosca Azcoiti - elDiario.es - 14 de junio de 2022 22:30h

La escritora iraquí Alia Mamduh salió de su país en 1982, pero apenas escribe de otra cosa: “Solo me queda escribir de Irak”. A sus 78 años, se sienta en un hotel de Madrid horas antes de presentar su novela ‘Al Tanki: tras las huellas de una mujer iraquí’ y coge carrerilla para criticar la invasión estadounidense, el bloqueo político actual en su país y la censura que ha sufrido en prácticamente todo el mundo árabe con sus escritos contra la dictadura, el machismo y el patriarcado.

“Cuando veo las imágenes de lo que pasa en Ucrania, me acuerdo de mi país. Eso lo hemos vivido nosotros: guerras, desplazamientos masivos, bombardeos indiscriminados…”, dice la escritora. “Me identifico con esa gente ucraniana que está siendo arrasada y por tanto hay que condenar a Rusia, pero todos sabemos que Occidente, especialmente en Irak y en el mundo islámico, es el gran defensor del doble rasero y la hipocresía”, añade.

Salió de Irak en 1982. ¿Por qué?

No salí del país por cuestiones políticas, sino que fue una decisión personal, derivada de una serie de divergencias con quien era mi esposo entonces. Además, en ese momento el servicio militar era obligatorio, estábamos en plena guerra con Irán y a mi hijo único lo iban a llamar a filas. Yo no quería que fuese y cogimos al muchacho y nos fuimos a Francia. Allí estuvimos un pequeño periodo y después fuimos a Marruecos, donde trabajé como directora de un periódico saudí.

Solo volví a Irak en el 87 a un festival literario de una semana. Sigo llevando Irak dentro, su gente, sus problemas, sus olores... Pero el Irak de hoy no es el que yo conocí. Ese Irak ya no existe. Toda la gente que estaba allí ya no está: ha emigrado, han sido forzados al exilio o han muerto. El barrio que describo en la novela se ha convertido en ruinas. Lo único para lo que volvería a Irak es para denunciar el gran crimen cometido contra el país a raíz de la intervención estadounidense.

Irak es para mí como mi propia existencia. No me queda otra cosa que escribir sobre Irak. Si no, ¿de qué puedo escribir?

Después de lo vivido en su país en 2003, ¿qué opina de la reacción de EEUU y otros países de Europa a la invasión de Ucrania?

Todos sabemos que Occidente, especialmente en Irak y en el mundo islámico, es el gran defensor del doble rasero y la hipocresía y lo sufrimos notablemente con la lucha contra el llamado terrorismo internacional. Lo que está pasando en Ucrania, sin embargo, es algo distinto. Se trata de un conflicto entre dos países europeos en el que también hay una cuestión relacionada con la OTAN, los intereses geoestratégicos de Rusia y una serie de errores internacionales.

Cuando veo las imágenes de lo que pasa en Ucrania, me acuerdo de mi país. Eso lo hemos vivido nosotros: guerras, desplazamientos masivos, bombardeos indiscriminados… Me identifico con esa gente ucraniana que está siendo arrasada y por tanto hay que condenar a Rusia. Pero también hay que condenar a Occidente. Nosotros conocemos a Occidente y sabemos que dice una cosa y hace otra y que juega de manera sibilina. Había una serie de pactos con Rusia y se han incumplido. Ya está bien de que en Europa seáis los siervos de EEUU. Sois países fuertes y Washington tiene su propia política para Oriente Medio y para Europa, perjudicial para vosotros mismos.

Todas las guerras de América son fuera de su país y para conseguir una estabilidad interna trata de exportar esos conflictos. Europa es uno de los grandes derrotados del conflicto en Ucrania y desde un punto de vista de una persona que ha sufrido hace 20 años una invasión de Irak y que ha ido viendo todo el proceso de acoso y derribo en Oriente Medio, todo esto no le suena nada nuevo. La hegemonía estadounidense está en decadencia y hay una situación de podredumbre desde dentro que a la vez está originando que se exporten los conflictos y que se cree un estado de tensión con la finalidad de mantener el mayor tiempo posible este estado de dominación que no es real.

En realidad, lo que pasó en Irak fue una demostración de fuerza, pero no de dominio. Hoy EEUU todavía es capaz de entrar en clase, poner a los alumnos malos contra la pared y ordenar sanciones, quitarles o darles armamento… pero eso está desapareciendo. También lo vemos en el aspecto racial: el grupo blanco dominante cada vez lo es menos y hay una especie de reticencia a aceptar esta realidad.

Yo comprendo que la gente joven esté fascinada con EEUU y que no entienda que digamos que es la mala de la película. Las series, la música, hasta la ropa que llevamos... todo eso marca la forma en que los vemos. Nosotros, sin embargo, tenemos otra visión. Diferenciamos entre el pueblo americano, al que tenemos un gran respeto, y la política exterior de EEUU, que es un cáncer, en concreto en Oriente Medio. Los europeos deberían darse cuenta de que EEUU casi nunca ha dicho la verdad sobre sus proyectos y sus intenciones. Yo vivo en Francia, me siento europea y me produce un enorme pesar ver cómo los europeos una y otra vez siguen cayendo en los mismos errores con respecto a EEUU.

¿Qué supuso la invasión para usted y para su país?

La ocupación de Irak no es solo de los americanos, sino de muchos otros como iraníes, milicias y actores regionales e internacionales. Los americanos eran los que mandaban y a pesar de que salieron en 2011, dejaron sus consejeros y asesores y son los que controlan el país entre bastidores.

Uno de los protagonistas en la novela Al Tanki se llama Mujtar, que pasa todo el tiempo borracho para olvidar el desastre, pero dice una frase que refleja muy bien el carácter de esta persona y de muchos iraquíes: ‘Mi único objetivo en esta vida es seguir vivo porque continuar con vida supone un desafío a EEUU’.

¿Ha sufrido censura en Irak y otros países árabes?

En prácticamente todos los países árabes. Hay dos novelas [no están traducidas al español], 'La garçonne' y ‘El deseo’, que están prohibidas. La primera se publicó en el año 2000 y es sobre una mujer andrógina que sufre persecución, tanto por razones políticas como por su orientación sexual. Es un alegato contra el partido Baaz y el Gobierno de Sadam Husein. La protagonista se enamora de un comunista, la encarcelan y la torturan.

En ‘El deseo’, un hombre iraquí de 50 años, opositor político y perteneciente a la rama comunista antibaazista, se levanta por la mañana y de pronto descubre que le ha desaparecido el pene [en árabe la palabra pene comparte raíz con 'recordar']. Entonces le quitan la capacidad no solo de ser, sino también de recordar de modo fidedigno su pasado. Empieza a hacer una serie de elucubraciones sobre su vida sexual y política, como si tratara de 'reacondicionar' su existencia a partir de recuerdos fragmentados. Es una suerte de alegoría sobre cómo el individuo iraquí ha perdido la capacidad de hacer un análisis autocrítico de sí mismo y su país. También es una crítica al poder patriarcal y al poder omnímodo de ese varón que se cree el dueño de la realidad.

Cuando va al médico da una serie de circunloquios para no enfocar el problema real, como si fuera incapaz de reconocer la naturaleza de su infortunio. Hay una escena en la que el protagonista dice: ‘Imagínense ustedes que todos los varones con poder y capacidad de mando se despiertan y se dan cuenta de que ninguno tiene pene y que cuando miran al cielo los ven todos flotando como si fuesen misiles. Estoy seguro que las guerras se acabarían’.

El único país árabe en el que se publicó fue Líbano, pero incluso allí resulta difícil encontrarlas, pues los libreros no las tienen a la vista por si acaso.

Por estos dos libros me han acusado de pornográfica, zafia, grosera y burda. Me gustaría ser todavía más zafia, grosera y burda para llegar a este nivel de zafiedad máximo que ha alcanzado este mundo. De todas formas, sé que este libro se reproduce clandestinamente en muchos países árabes.

Yo estoy al final de mis días, me dirijo hacia mi propia desaparición y me importan muy poco las críticas que me puedan hacer; y menos aún por el contenido sexual de mis obras. Me da igual si hay gente que se molesta por lo que aparece en esta o aquella novela.

¿Por qué es tan difícil formar Gobierno en Irak siete meses después de las elecciones?

Porque hay una disputa entre Irán y EEUU en tierra iraquí. Es el resultado de una situación creada en la que el país afectado no tiene soberanía propia. EEUU dirige todo entre bambalinas e Irán es el otro poder efectivo. Sobre el papel, gracias al sistema de cuotas confesional creado por los estadounidenses y la influencia de sus líderes y milicias, es la comunidad chií la que mayor dominio ejerce. Sin embargo, hay dos grandes bloques dentro de la comunidad chií. Uno es arabista y nacionalista y el otro es más partidario de una relación de alianza firme con Irán. Ese es el problema.

Como los actores políticos internos de Irak dependen en gran medida de potencias regionales e internacionales, nos encontramos en esta situación. Carecemos de líderes con un margen razonable de autonomía. Por ello, son incapaces de ponerse de acuerdo para formar Gobierno, porque ni los estadounidenses ni los iraníes están de acuerdo con las alternativas barajadas.

EEUU no es que dejase un Estado o un sistema institucional deficiente, es que se cargó las estructuras del país y lo que nos encontramos ahora es su consecuencia. Tenemos una corrupción política institucionalizada. El problema está en nosotros, en nuestras élites y dirigentes, que se han convertido en una especie de asociados de estos intereses externos.

¿Ha superado Irak el sectarismo entre suníes y chiíes?

En Irak hay un sistema de cuotas confesionales que impuso EEUU. Ahora, la religión y la pertenencia confesional se han convertido en un negocio. Cuantos más miembros tienes en tu comunidad, más influencia tienes. Nos hemos metido en un círculo vicioso y este enfrentamiento conviene más a las élites de la comunidad mayoritaria, que es la chií.

¿Ese sectarismo existía antes de 2003?

Puede que lo hubiese, pero era muy ligero. Yo nunca supe si era sunní o chií. En mi familia teníamos abuelos sunníes y chiíes. Nunca supe quién era qué ni en qué se diferenciaban unos de otros. Tampoco me interesaba ni importaba mucho. De hecho, no descubrí que tenía parte sunní y chií hasta que me casé, pero a lomos de los tanques de EEUU se trajeron un Gobierno completo e intentaron crear una nueva realidad que es lo que ha convertido Irak en un cadáver que apesta. Cualquier persona que se acerque notará ese olor.

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La iraquí Alia Mamduh busca a una artista desaparecida en su nueva novela, por Lydia Hernández Téllez

Madrid, 3 jun (EFE).-

Alia Mamduh salió de Irak hace décadas con intención de encontrar una belleza que anhelaba y que no encontraba en su país natal. «Hay cosas muy feas -la hipocresía, las mentiras- que no solo me han obligado a marcharme de mi país, sino que me obligaron a escribir», confiesa en una entrevista con EFE.

Esas mismas razones hicieron que, muchos años antes, otra mujer se marchase de Bagdad: Afaf Ayyub Al, artista polifacética a la que Mamduh dedica su última novela, «Al-Tanki, tras las huellas de una mujer iraquí», que esta semana se presentó en la Casa Árabe de Madrid.

«Afaf era una mujer real», explica la escritora en la entrevista. «Quizá soy la primera autora árabe que ha elegido un personaje real», añade.

Afaf salió de Irak en 1979 para exiliarse en París y desde entonces permanece desaparecida. La novela gira alrededor de la búsqueda de esta pintora, escritora, arquitecta, cantante y deportista por parte de su familia más cercana.

«Todos los personajes que aparecen a lo largo de la novela están preguntando al doctor Carl Valino para descubrir dónde se ha ido Afaf, pero en realidad se están buscando a ellos mismos, porque todos están perdidos. Son siete personajes y cada uno tiene una desgracia personal», adelanta la autora.

Confiesa que, en esta nueva narración, la búsqueda de Afaf esconde algo más: «Todas las personas están buscando algo, puede ser una simple ilusión, un sueño. Incluso sabiendo eso, están contentos de perseguir esa ilusión, porque nos mantiene vivos», afirma.

UN LIBRO «COMPLICADO DE LEER»

La escritora, actualmente afincada en París, es reconocida por jugar y experimentar con el lenguaje árabe, lo que le permite «huir de la realidad en la que estamos. El mundo que nos rodea nos obliga a buscar algo para escapar», explica.

Eso ha llevado a que su libro se considere como complicado o difícil de leer, tal y como aventura la reciente publicada traducción en español. Y Mamduh está de acuerdo con esa apreciación.

«El libro es difícil de leer si lo comparamos con lo que hay ahora. Los lectores a nivel mundial prefieren los libros fáciles, pero yo he elegido hacer uno que sea difícil, que no esté al alcance de todos», señala.

Fue esa especial complejidad la que la llevó a ser finalista del Premio Internacional Booker en árabe de 2020, siendo la única mujer entre cinco hombres que aspiraba al premio: «Por muchas consideraciones el primer premio lo ganó un argelino, pero conseguí llegar hasta la última fase», recalca.

«LA SITUACIÓN DE IRAK AHORA ESTÁ PEOR»

La historia de «Al-Tanki, tras las huellas de una mujer iraquí» empieza en 1922, según la autora, una época «en la que los misioneros americanos entraron a Irak”, lo que a su juicio demuestra que los americanos «siempre vieron Irak como una tierra a ocupar».

La autora considera que ahora, un siglo después, la situación en su tierra natal es todavía peor y está marcada por la hipocresía social que «se encuentra en la clase política, en los partidos, en todos los líderes del mundo».

«Antes al menos las mujeres podían bañarse en bañador, ahora no pueden hacerlo, ni siquiera les puedes ver la cara», apunta Mamduh a modo de ejemplo.

La exiliada iraquí recoge la violencia contra las mujeres en su novela «Naftalina», reeditada junto a su nueva publicación, en la que recupera la historia de su madre en una mezcla de realidad y ficción.

«Yo casi no conocí a mi madre, falleció cuando tenía tres años, pero he conseguido que viva en esta novela», indica.

«Naftalina» describe la violencia que sufría la madre de Mamduh por parte de su marido.

«Cuando mi padre volvió de Karbala informó a mi madre de que se había vuelto a casar. Aun con esa noticia, mi madre le recibía en casa, le quitaba los zapatos, le lavaba los pies… esa situación la viven algunas mujeres iraquíes todavía y es el culmen de la violencia de género y del maltrato a la mujer», relata la escritora.

Mamduh encuentra en la literatura árabe «un movimiento de mujeres rebeldes que hablan del amor, el sexo, la relación con el hombre. Las mujeres tienen una visión distinta a la de los hombres en estas cosas y espero que los traductores, los especialistas y las editoriales presten atención a las novelas escritas por mujeres árabes». EFE


30 AÑOS EDITANDO LITERATURA ORIENTAL Y MEDITERRÁNEA

30º ANIVERSARIO de Ediciones del Oriente y del Mediterráneo: 30 años de actividad literaria y continuamos...

Entrevista en Radio 3

 

 


Gabriele del Grande: “La internacional yihadista ya ha iniciado el reclutamiento para la siguiente guerra”

“La internacional yihadista ya ha iniciado el reclutamiento para la siguiente guerra”

Gorka Larrabeiti / CTXT

Ahora que parece que, en ausencia de grandes atentados, el yihadismo ha dejado de ser foco informativo y que incluso el aniversario del 11S es menos evento que nunca, toparse con el Estado Islámico da pereza, remueve fantasmas y evoca pesadillas. Ahora que parece que nos ha entrado prisa por olvidar el yihadismo, es un buen momento para adentrarnos con calma en lo que fue la Historia y las historias del Estado Islámico.

Acaba de salir la traducción al español del libro Dawla, la historia del Estado Islámico contada por sus desertores (Ediciones del Oriente y el Mediterráneo). Gabriele del Grande (Lucca, 1982) la define como “una especie de novela sobre el yihadismo cuando en realidad es un trabajo puramente periodístico”.

¿Por qué un libro sobre el Estado Islámico? ¿Cómo juzgaría la información a la que tiene acceso la opinión pública?

Hasta hace unos años nos machacaron vivos con noticias sobre el Estado Islámico. Venga libros, y venga artículos, documentales… Sin embargo, poca gente habrá que pueda decir que ha entendido de veras algo al respecto. Se echaba de menos un relato que diera a entender la complejidad de un fenómeno, el yihadismo, que se suele liquidar a menudo con orientalismos facilones desligados de la dimensión social, histórica y política o, peor aún, a base de complotismos y tramas retorcidas según las cuales resulta que al final la culpa de todo la acaba teniendo algún servicio secreto.

¿Por qué centrarlo en los testimonios de desertores?

Periodísticamente porque son los únicos que pueden revelar los secretos de la organización, los únicos que pueden contarla desde dentro. Literariamente porque en nuestro imaginario representan el mal. Precisamente por eso contar la guerra desde su punto de vista descoloca y resulta extremadamente incómodo. No solo porque nos revela los horrores de la máquina de la guerra sino porque nos enseña que los peores criminales no son tan distintos de nosotros, lo cual sacude nuestras certezas sobre la humanidad en general y, de rebote, sobre nosotros mismos.

Ha pasado un año desde que le detuvieron en Turquía. ¿Esa detención tiene que ver con este libro?

Sí. Me detuvieron en abril de 2017 en Reyhanli, una ciudad turca que está en la frontera con Siria, mientras almorzaba con una fuente. Se trataba de un hacker jordano que había huido del Estado Islámico pocas semanas antes de nuestro encuentro. Nos arrestaron a los dos. Era un grupo de agentes de civil. Supongo que eran de los servicios secretos turcos. Las preguntas en el interrogatorio, que duró hasta bien entrada la noche en una comisaría de la ciudad, tenían que ver con el contenido de mi trabajo, mi relación con la fuente y el motivo de mi presencia en la ciudad. Reyhanli era entonces una zona de contrabando. Por allí pasaban armas y yihadistas que se dirigían al frente sirio. Pululaban también contactos de servicios secretos, espías, traficantes de armas y aspirantes a yihadistas, de ahí que las autoridades turcas prohibieran a la prensa entrar en la provincia. La excusa que pusieron para justificar mi expulsión, que tuvo lugar tras 14 días de detención, de los cuales 11 fueron en aislamiento total, fue exactamente esa: como periodista yo no tenía que estar allí. Traducido para la gente no especialista: no tenía derecho a meter las narices en el papel que jugaban en Siria los servicios secretos turcos. Pero ojo: volvería a hacerlo. Con los años he aprendido que los temas más urgentes por investigar son precisamente los que el poder pretende cubrir con el tupido velo de la censura. En cuanto a la experiencia de mi detención, he de decir que me ha dado más de lo que me quitó. Sobre todo, un renovado amor por la libertad y una reforzada crítica del poder. Eso aparte de los relatos de muchos compañeros de celda que conocí antes de que me metieran en aislamiento.

En distintas declaraciones habla de distintos niveles de lectura del libro. ¿Qué significa?

Pues que hay un primer nivel de lectura que se detiene en la superficie del texto narrativo, de las historias, las biografías, las reflexiones sobre el poder, la corrupción, la violencia, los totalitarismos, la guerra, la religión. El segundo nivel transcurre más hondo: revela información –muchas primicias– sobre la organización y la historia del Estado Islámico. Digamos que cuanto más ducho sea el lector en yihadismo y en el conflicto sirio, más fácil dará con el montón de noticias esparcidas a lo largo del texto.

Da la impresión leyendo el libro de que a la población civil en Siria la martirizan dos cosas. Por un lado, los atropellos del régimen de Al Asad o del Estado Islámico a los más elementales derechos humanos; por otro, las oscuras razones de la geoestrategia. ¿Qué pesa más a la hora de analizar la guerra en Siria?

Para un análisis de la guerra en Siria no se puede prescindir de las tramas de los servicios secretos que han intervenido en apoyo de las distintas corrientes de la oposición ni de los que se han prestado a apuntalar el régimen. La existencia de esos intereses geopolíticos, no obstante, no basta para reducir todo lo ocurrido a un gran complot urdido en las capitales extranjeras, tal y como quisiera la propaganda de Asad. Por lo mismo, sería ingenuo simplificar el escenario y pintarlo como una romántica lucha por la libertad entre un pueblo oprimido y un régimen sanguinario, tal y como hace la propaganda de la oposición. Y todo ello pese a que es cierto que hubo un levantamiento del pueblo que fracasó y a que sigue en pie un violento régimen autoritario. Al analizar una guerra, es preciso abandonar las conspiparanoias y quitarse ropajes de hincha de fútbol. Un buen periodista no se casa con nadie. En todo caso investiga las dinámicas sociales, económicas y políticas que, por encima de los intereses geopolíticos en juego, empujan a una parte de la población a alistarse voluntariamente para combatir en las filas de uno de los bandos enfrentados. Porque esa es la cosa: en la guerra no hay buenos y malos. El enfrentamiento último no es entre las fuerzas del bien y las del mal, sino más bien entre bloques de poder que se disputan la hegemonía de un país y que, con tal de ganar, están dispuestas a todo, aun a costa de manipular a la opinión pública, sacrificar la verdad en favor del engaño y la sospecha, colaborar con los enemigos de los propios enemigos, mandar al matadero a miles de soldados para distraer a las masas, usar a los civiles como escudos humanos un día y al siguiente como carne de cañón.

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DAWLA: LA HISTORIA DEL ESTADO ISLÁMICO CONTADA POR SUS DESERTORES

Gabriele del Grande se revela con este libro como un gran periodista. Su investigación se inicia en septiembre de 2006 en las prisiones de Siria y atraviesa la revuelta de 2011, la insurrección armada contra la dictadura de Al-Ásad y la instauración del Estado Islámico.
«Las entrevistas a los tres desertores y al preso político, transcritas en un archivador de seiscientos folios, son la materia que ha dado forma a este libro, junto con otros novecientos folios que contienen las transcripciones de las entrevistas a los otros sesenta y seis testigos realizadas por mí en Turquía, el Kurdistán iraquí y toda Europa: exoficiales de los servicios secretos y del ejército sirio, excombatientes del Ejército Libre y del Frente Islámico, expresos políticos, contrabandistas, activistas árabes, curdos, chiíes, cristianos y alauíes, periodistas sirios e iraquíes, refugiados de guerra y mucha gente corriente. Aunque sus historias no están recogidas en este libro, fueron fundamentales para comprobar la fiabilidad de mis fuentes cruzando las versiones de los hechos. Hice todas las entrevistas en la lengua madre de las fuentes, el árabe, revelando siempre mi identidad de escritor y dejando claro que tenía un micrófono encendido».

Gabriele del Grande (Lucca, 1982) estudió Historia y Estudios Orientales en la Universidad Bolonia. En 2006, fundó el Forum Fortress Europe, observatorio mediático sobre las víctimas de la emigración clandestina único en Europa. Del Grande trabaja como periodista independiente. En 2007, siguió la ruta de los emigrantes en Turquía, Grecia, Túnez, Marruecos, Sáhara Occidental Mauritania, Malí y Senegal, entrevistándose con las familias de los desaparecidos. Fruto de esa experiencia fue el libro Mamadú va a morir: el exterminio de inmigrantes en el Mediterráneo ya publicado por esta editorial 2014. Fue uno de los coautores y codirectores del documental Io sto con la sposa, que ganó un premio especial en el Festival Internacional de Cine de Venecia en ese mismo año. Dawla pudo llevarse a cabo gracias a un crowfunding en el que participaron 1342 personas.

Ficha técnica:

Traductor: Juan Vivanco Gefaell
Colección: «encuentros, serie comunicación», 7
Nº páginas: 672 - Formato: 125 x 210
Encuadernación: rústica con solapas
ISBN: 978-84-948759-5-3
PVP: 25 euros

BIC: HBWS: Historia militar: conflictos posteriores a la Segunda Guerra Mundial BTM: Historias reales de guerra y combate JPS: Relaciones internacionales.

Presentación en librerías: 4 de septiembre de 2019; conferencia en Casa Árabe, con el autor: 10 de septiembre de 2019.


DAWLA, la historia del estado islámico contada por sus desertores

Gabriele del Grande se revela con este libro como un gran periodista. Su investigación se inicia en septiembre de 2005 en las prisiones de Siria y atraviesa la revuelta de 2011, la insurrección armada contra la dictadura de Al-Assad y la instauración del Estado Islámico.

Como afirma el autor en la Introducción a su libro,

"el único modo de que dispone un escritor para contar una historia, a menos que quiera inventársela, es escucharla de viva voz de sus protagonistas. No para justificar ni humanizar, sino solo para contar y, a través del relato, buscar una respuesta, en el caso de que la haya, a esa antigua pregunta sobre la banalidad del mal que desde siempre resuena en nuestras cabezas después de cada guerra".

¡Próximamente en nuestro catálogo!