H.C. von Sponeck

Traducido del inglés por Gonzalo Fernández Parrilla y Mercedes Bellavista

Presentación de Carlos Varea

Prefacio de Celso N. Amorim

Brillante y esclarecedor testimonio del antiguo Coordinador Humanitario de Naciones Unidas en Iraq. En su libro, H. C. von Sponeck examina la política de sanciones de la ONU contra Iraq, sus consecuencias y la situación interna e internacional entre las dos Guerras del Golfo, 1991 y 2003. Director del programa Petróleo por Alimentos en 1998-2000, su investigación se basa en documentos internos de la ONU no publicados con anterioridad y en sus discusiones con los responsables políticos de la ONU (como el Secretario General, Kofi Annan), altos cargos y políticos iraquíes (incluido Sadam Huseín) y ciudadanos iraquíes corrientes. Sponeck se pregunta quién se benefició realmente del programa Petróleo por Alimentos, qué papel jugó el Consejo de Seguridad de la ONU y los distintos Estados miembros, y si había entonces y hay hoy alternativas a las polí- ticas de la ONU respecto a Iraq.

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En este sobrio e impresionante estudio, von Sponeck nos recuerda las disposiciones de la Convención de La Haya de 1907 que  prohíben infligir cualquier castigo a personas por actos de los que no son responsables, un principio moral básico y, en el siglo pasado, una obligación vinculante para todos los Estados. En su meticuloso y cuidadosamente documentado estudio, [Sponeck] demuestra con dolorosa atención y precisión que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero especialmente ee.uu. y Reino Unido, han violado radicalmente aquellas mínimas condiciones de comportamiento civilizado en su programa de sanciones dirigido contra la torturada población de Iraq, lo que incluye el programa de Petróleo por Alimentos, que él intentó, de forma valiente, dirigir de forma humana, luchando contra los crueles e incesantes obstáculos. Es una lectura necesaria, con lecciones cruciales también para el futuro inmediato, e inmensamente triste.

Noam Chomsky

Su libro demuestra, sin la menor duda, como lo hicieron años antes sus informes a la onu, que el Consejo de Seguridad se equivocó de objetivo y convirtió a la mayor parte de los iraquíes en dobles víctimas: de Sadam y de la estrategia de contención o enjaulamiento del sátrapa de Tikrit.

En su meticuloso análisis, Sponeck muestra también la incapacidad manifiesta de la onu en el Iraq de los 90 para cumplir sus mandatos humanitarios sin dejar de lado los derechos humanos elementales —educación, alimentación y sanidad— y la urgencia de reformar la onu y el Consejo de Seguridad para evitar que se repitan desastres parecidos. Por lo visto, otra voz que clama en el desierto…

El autor reconoce los crímenes contra la humanidad de Sadam y una parte de verdad en la afirmación de Washington y Londres de que los males iraquíes se agravaron con el despilfarro del régimen…, pero niega rotundamente que esa fuera la causa principal, en lugar de las sanciones, de la destrucción paulatina de la sociedad.

Felipe Sahagún, «Autopsia de Iraq», El Cultural, 26/7/2007

H. C. von Sponeck trabajó durante más de 30 años en el programa de nnuu para el desarrollo y fue nombrado en 1998 coordinador humanitario de Iraq con el rango de secretario general adjunto. Dimitió de su cargo en 2000 como protesta por la política de sanciones que extendió la pobreza y el hambre entre la población iraquí y que pocas voces denunciaron en Occidente. En Autopsia de Iraq analiza, usando documentación inédita, las consecuencias de las sanciones de nnuu entre la ciudadanía iraquí…

Salvador López Arnal, «Asedio y asalto: crónica de una dimisión anunciada», El Viejo Topo, noviembre/2007

 

LA CATILINARIA DE SPONECK

El responsable de la ayuda humanitaria de Naciones Unidas durante gran parte de la primera posguerra de Irak -tras el conflicto de Kuwait en 1991-, el alemán H. C. von Sponeck (Bremen, 1939), ha escrito Autopsia de Iraq, un libro frío y demoledor, una catilinaria austera sobre el tormento al que Estados Unidos y -como de ordinario- subsidiariamente el Reino Unido sometieron, no a un régimen como la propaganda rezaba, sino a una nación. El mayor que haya sufrido país alguno como consecuencia de sanciones de la ONU.

El programa «Petróleo por Alimentos», que comenzó a aplicarse en 1996 y duró hasta junio de 2003, unas semanas después del fin de la fase convencional de la segunda guerra del Golfo, estaba pensado para aliviar la situación del pueblo iraquí, de forma que las sanciones incidieran lo menos posible en el aprovisionamiento, sanidad, educación y reconstrucción del país, pero, en realidad, fue la sistematización de una tortura lenta, segura, perseverante para la consunción de Irak. Y es imposible, hoy, en plena fase guerrillera y terrorista de esa segunda guerra del Golfo, no establecer una conexión natural entre aquella posguerra y esta fase irregular del conflicto. La masa crítica del país, sus recursos sociales, económicos, culturales, quedaron entonces debilitados hasta el extremo de que cuando el presidente Bush dio la orden de invasión en marzo de 2003, un país exangüe apenas podía oponer alguna resistencia militar. La virtual destrucción de Irak que propugnaban los neo-con, entonces íntimos asesores del hombre de la Casa Blanca y talibanes de la supremacía de Israel en Oriente Próximo, era el inmisericorde corolario de aquel castigo.

Los datos de Von Sponeck excusan al autor la necesidad de la ira, la retórica exaltación de la denuncia. Es como si prestara declaración ante un tribunal. A Irak se le permitía exportar crudo por valor de 2.000 millones de dólares cada seis meses; de esa suma 700 millones se destinaban a indemnizaciones de guerra y al pago de los servicios de la ONU, de forma que de los 1.300 millones restantes salían los iraquíes a 118 dólares per cápita para todo: sanidad, educación, infraestructuras. La ONU destinaba, por ejemplo, del propio presupuesto del país, algo más de cinco dólares semestrales por cabeza en la educación de los casi cinco millones de niños en edad escolar. Y para completar la faena, Washington debía autorizar cualquier compra externa para impedir las importaciones susceptibles de «doble uso», es decir, de presunta aplicación militar, lo que en la práctica implicaba retrasos formidables para adquirir una aspirina, como bien sabe una empresa de Barcelona que vendió un sistema de tratamiento de aguas al Gobierno que con tan menguados poderes aún presidía Sadam Husein. Al cabo de un año el crudo exportado se dobló a 2.600 millones, pero el deterioro de índices de nutrición, expectativa de vida, desarrollo humano, ya eran propios de la era preindustrial. Si en la guerra no había habido tiempo de bombardear Irak de vuelta a la Edad de Piedra, el programa conducía inexorablemente a algo parecido.

La posición de Washington y Londres, que atacaban el país desde el aire con una puntualidad que permitía a los que veían caer las bombas poner en hora sus relojes, no toleraba ningún remordimiento. Todo era culpa de Sadam Husein, que toreaba a los inspectores de la ONU para que, supuestamente, no pudieran encontrar las famosas armas de destrucción masiva; si se cumplía este objetivo, en cambio, se supone que habría cesado de inmediato el tormento, pero la evidencia de que tales armas, si habían existido, ya no era ése el caso cuando los marines entraban en Bagdad, hace hoy aún más cadavérica la mirada retrospectiva. Ni siquiera el autor podía saber cuánta era la enormidad del engaño que Bush y su acólito, el británico Tony Blair, intencional o neciamente habían perpetrado a la humanidad.

Y Von Sponeck es cualquier cosa menos un airado alternativo de la globalización; es un funcionario al que no le cabe duda de que las sanciones eran legítimas, avaladas por el Consejo de Seguridad, y de que Sadam Husein era uno de los individuos menos encomiables del planeta. Fueron los poderes anglosajones y una ONU incapaz de sustraerse a la fenomenal impostura los que habían convertido un programa de supervivencia en un plan para el aniquilamiento de una nación. El autor ha querido dar testimonio.

M. A. Bastenier

04 ago 2007 Babelia / El País

Información adicional
Colección

Sociedades, 6

ISBN

978-84-96327-36-8

Año de publicación

2007

Páginas

560

Tamaño

210 x 125 mm

Peso

605 g

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