EN EL DÍA DEL LIBRO, LIBROS CONTRA LA GUERRA EXPRESA SU SOLIDARIDAD CON PALESTINA

Nosotros-amamos-la-vida-Mahmud-Darwish
Poema Nosotros amamos la vida, del escritor palestino Mahmud Darwish

https://drive.google.com/file/d/1vg1SxvzRnCcyFxQM6h1Kt7lnRBZVpI69/view?usp=sharing

 Desde Libros contra la Guerra, una red de librerías y editoriales comprometidas con la desmilitarización social, la justicia y la veracidad, el Día del libro hacemos público el siguiente vídeo en solidaridad con Palestina.

 

TEXTO COMPLETO

Una tormenta de fuego y odio castiga a Palestina. Miles y miles de personas pierden todos los días en Gaza sus hogares, escuelas, hospitales… sus vidas. Un inmenso dolor se añade al de siempre, el que comenzó hace 75 años con la expulsión en masa de un millón de habitantes para crear por la fuerza militar el Estado de Israel en 1948. No es solo una guerra, es pura limpieza étnica, es un genocidio.

 

En “Libros contra la Guerra”, una red de librerías y editoriales puestas en pie contra las guerras que reúne a una multitud de proyectos culturales comprometidos con la desmilitarización social, la justicia y la veracidad, nos negamos a ser parte del encubrimiento sistemático de décadas de colonización israelí que ha arrastrado a Palestina a una desgracia infinita. Hoy presenciamos un nuevo capítulo de la “Nakba”, de la catástrofe, con las fuerzas de ocupación israelíes cometiendo ataques aéreos mortíferos en la Franja de Gaza, intensificando su bloqueo ilegal que dura ya 16 años, cortando el suministro de agua, combustible y otros bienes esenciales. Además, las fuerzas israelíes han detenido a más de 2.000 personas en la Cisjordania ocupada incrementando el uso de la tortura y otros malos tratos y negando a quienes detienen y a las presas en cárceles israelíes —6.800 personas— el acceso a visitas familiares y a ayuda médica. Mientras escribimos esta declaración, 1,5 millones de habitantes de Gaza, la mayoría refugiadas allí por agresiones israelíes anteriores, han sido desplazadas de sus casas a medida que el bloqueo israelí las priva de alimentos, agua, combustible y suministros médicos básicos, y más de 10.000 han sido asesinadas en todo un mes de bombardeos, 4.200 menores de edad, niñas y niños. Hoy, en un contexto occidental de auge del fascismo, hacemos un llamamiento a la honestidad sobre el pasado y el presente. Exigimos libertad y justicia para Palestina.

 

En este momento crítico, debemos utilizar todas nuestras herramientas culturales para detener el exterminio de Palestina y sus gentes. Los crímenes del Estado de Israel se apoyan en la destrucción progresiva de la memoria palestina, incluida la destrucción de archivos de su historia, y en una ola creciente de desinformación, la última de una larga campaña para normalizar los asentamientos y la violencia israelíes y, finalmente, conseguir adueñarse de todas las tierras palestinas. Quienes vivimos en países con gobiernos aliados de Israel tenemos la obligación especial de fortalecer el conocimiento público sobre la colonización de Palestina y sus dramáticas consecuencias, y luchar contra el olvido premeditado, la desinformación y la mentira.

 

Llamamos a:

– Informarse sobre el contexto histórico y las causas fundamentales de los acontecimientos actuales.

– Desconfiar de la supuesta neutralidad informativa. Muchas fuentes de noticias se esfuerzan por presentar las afirmaciones de cada «parte» sin una investigación o contexto independiente, lo que permite propagar la desinformación y encubrir la naturaleza de los acontecimientos actuales.

– Manifestarse contra la censura y apoyar a quienes quieren silenciar por hablar con honestidad sobre la situación en Palestina arriesgando sus profesiones y derechos.

– Que se defienda el derecho a la información y, en coherencia, se restablezca el acceso a Internet en Gaza, junto a todas las demás disposiciones humanitarias.

– Frenar la propaganda de guerra israelí con el desarrollo de programas y actividades en cualquier ámbito cultural y educativo o de enseñanza que incluyan voces palestinas y corrijan narrativas distorsionadas.

– Respaldar la campaña Palestina de «Boicot, desinversión y sanciones» (BDS) que busca presionar al Gobierno israelí para que cumpla con los estándares de derecho internacional, recomendaciones y resoluciones de organismos internacionales como las Naciones Unidas.

– Participar en las movilizaciones de protesta y solidaridad con Palestina.

 

Exigimos:

– Que nuestro gobierno denuncie con rotundidad las contravenciones israelíes del derecho internacional, las persiga judicialmente por tratarse de crímenes de lesa humanidad, y en coherencia, ponga fin al comercio de armamento con Israel. Solo en 2023, el Reino de España ha comprado material militar a Israel por valor de 300 millones de euros, unido a otros 700 millones comprometidos en adquisición de armamento para los próximos años.

– La entrada inmediata de ayuda humanitaria a Gaza, el cese de los ataques y el fin definitivo del asedio.

– El fin total y completo de la ocupación israelí y el respeto al derecho al retorno de todas las personas palestinas exiliadas.

 

La libertad en Palestina está estrechamente vinculada a la lucha global contra el racismo y la creciente islamofobia, estas fuerzas se interponen en el camino hacia la liberación mundial. Como proyectos culturales que nos esforzamos por fomentar el diálogo, el aprendizaje y el pensamiento crítico, derribar estas barreras es nuestro mayor deseo. Necesitamos estrategias y tácticas que funcionen a largo plazo, que puedan guiarnos en la acción de forma efectiva. Desde esta perspectiva, nos comprometemos a difundir voces de todas las procedencias que exigen una solución política y noviolenta del conflicto, incluso cuando esta parece estar más lejos y cuando desde los poderes estatales y los grandes medios de comunicación siguen empeñados en hacernos creer que todo empezó el pasado 7 de octubre. Creemos que es posible analizar las causas y las consecuencias de lo que está pasando sin asumir con resignación que la violencia es la única solución posible. La ocupación y la guerra para perpetuarla es un crimen contra la humanidad. ¡Del río al mar, Palestina será libre!”.

 


LA GUERRA DE LA INFORMACIÓN: DESINFORMACIÓN Y FALSAS SIMETRÍAS EN EL CONFLICTO PALESTINO ISRAELÍ

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La guerra israelí de la información: desinformación y falsas simetrías en el conflicto palestino israelí

En 2002, tras el fracaso de las conversaciones de Camp David, que una hábil campaña orquestada por los servicios de propaganda israelí apoyados por buena parte de la prensa occidental atribuyó al empecinamiento de Yaser Arafat, la fotógrafa Joss Dray y el politólogo Denis Sieffert publicaron La guerra israelí de la información: desinformación y faltas simetrías en el conflicto palestino israelí. Ofrecemos a continuación algunos extractos de este interesante libro.

Propaganda e intimidación

En toda guerra hay estrategas y combatientes, soldados de infantería y carros de combate. La guerra israelí de la información no escapa a la regla. Tiene sus intelectuales y sus hombres de mano. Mientras unos reescriben la historia, difunden su “verdad”, los otros retuercen el brazo a los periodistas y los intelectuales que rechazan las ideas confeccionadas por los primeros.

Deslegitimar al adversario

En el caso que nos ocupa, puede llegar a suceder que haya intelectuales (empleamos aquí esta palabra sólo para simplificar) que hagan valer su influencia por todos los medios. Ciertos personajes dedican media jornada a afilar las armas de la retórica, y la otra media a desestabilizar, inhibir, intimidar o incluso calumniar a quienes se les resisten. Sus objetivos son periodistas o militantes.

El método consiste en eludir la respuesta sobre el fondo de la cuestión, en coherencia con la visión antihistórica del conflicto que tales personajes se esfuerzan por imponer a la opinión pública. De la misma manera que el árabe es terrorista por definición, el periodista o el intelectual comprometido  dice o hace esto por amor filial, o porque es homosexual, o porque fue militante de extrema izquierda hace treinta años. Pero nunca lo hace, claro está, porque haya colonias en los territorios palestinos. Todos somos marionetas movidas por los hilos de una historia lejana que escapa a nuestro control, movidos por obsesiones ideológicas, incluso libidinosas, unos irresponsables, en definitiva.

El acoso a la palabra. Dicha política, organizada y conducida con insistencia y sin descanso, se dirige no tanto a obtener credibilidad como a ejercer una presión continuada sobre el periodista, a colocarlo en la perpetua situación del acusado obligado a justificarse, a desestabilizarlo insinuando que es parcial y, por lo tanto, deshonesto. Lo de menos es que la acusación sea absurda y antiprofesional. En el marco de dicha desinformación, las redacciones reciben legión de “testimonios” de lectores que “sienten vergüenza por Francia” o “por la AFP”, cuya delegación en Jerusalén confía la cobertura informativa “a periodistas árabes”. ¿Qué responder a todo esto?

No es difícil de comprender por qué y cómo quienes habían fracasado en Camp David quisieron exonerarse de dicho fracaso y hacer que toda la responsabilidad y todas las consecuencias recayeran sobre los palestinos. Sin embargo, cabe preguntarse sobre las razones que condujeron a un cierto número de periodistas, en Francia y en diversos países occidentales, a adoptar, sin matices, la versión israelí de Camp David, cuando ya había sido puesta en duda por diferentes fuentes fiables y concordantes. Ese sorprendente recorrido es el que hemos querido reconstituir a partir de un examen detenido de las opiniones sobre el conflicto sostenidas en la prensa escrita y en los medios de comunicación audiovisuales.

Al contrario de lo que pretende el falso debate iniciado por un puñado de intelectuales muy presentes en los medios, no pretendemos denunciar la "falta de objetividad" de la prensa ni tampoco interrogarnos sobre esa vieja quimera que es la objetividad en general, sino analizar en qué condiciones la prensa ha cedido o resistido a la ofensiva ideológica lanzada por el círculo de Ehud Barak. La respuesta nunca es global ni tampoco generalizable.  Enfrenta a cada periodista consigo mismo, con la concepción que tiene de su oficio, con su conciencia profesional, su sensibilidad y su visión del mundo. Como veremos, la línea que separa a la prensa objetiva y la prensa de opinión es más engañosa de lo que parece.

Otro aspecto que nos ha sorprendido ha sido la contradicción repetidamente constatada entre el discurso de los editorialistas y el trabajo sobre el terreno. No se trata de mitificar el reportaje, que también puede inducir a deformar la realidad y a encerrarse en visiones parciales, pero es un hecho que los reportajes leídos o vistos durante este periodo a menudo contradecían  la ideologizada  versión de los editoriales, notoriamente influenciados por el círculo de allegados de Ehud Barak.

No obstante, toda la desinformación no se limita a la reescritura israelí de lo sucedido en Camp David. Se apoya también en una representación del pueblo palestino construida en torno a la violencia. Toda sociedad humana contiene su parte de violencia, encierra lo peor. Pero la mirada de la prensa a menudo es selectiva y resalta la violencia, lo peor. No se trata necesariamente de una opción ideológica. Las, de manera más o menos impropia, denominadas "leyes de la información" actúan en esa dirección. Y también  la sociedad del espectáculo. Incluso cuando el "espectáculo" es mortífero. La explotación in situ de imágenes de odio y terror influye sobre nuestra percepción de los acontecimientos. Desde los atentados antinorteamericanos del 11 de septiembre de 2001, la multiplicación en nuestras revistas de portadas en las que aparece la fantasmagórica figura de un islamista surgiendo de las tinieblas estimula también actitudes irracionales.

Y hay, además, otros procesos, más habituales, menos conscientes, que en un momento dado pueden orientar la información sin que el propio periodista se aperciba de ello. Son los mecanismos de repetición,  expresiones rutinarias que circulen sin que les prestemos atención y sobre las que nunca nos preguntamos. La dialéctica, por ejemplo, de la "provocación" y las "represalias", que imputa discretamente la responsabilidad inicial a uno de los beligerantes.

La guerra de la información

Sin embargo, en último extremo podemos constatar que Israel no ha ganado su "guerra de la información [en Francia], lo que provoca incesantes presiones y juicios de intenciones --particularmente contra la agencia France Presse--, en una agotadora batalla verbal. ¿Es correcto calificar de "colonias" a las colonias judías en territorio palestino o hay que hablar de "implantaciones", como sugieren determinados grupos de presión, o incluso de "aldeas", como  amablemente solicita el gobierno israelí a sus medios de comunicación?

Esta resistencia, que no es solo de los medios de comunicación, sino la expresión de la visión francesa y europea del conflicto, bastante alejada del maniqueísmo norteamericano, nace de un análisis más profundo, de la constatación de que en la raíz del conflicto se encuentra la cuestión colonial. Cualquier otra lectura acaba derivando, antes o después, hacia explicaciones atávicas y posiciones racistas. El análisis del conflicto como un conflicto colonial  obliga a tomar en consideración la realidad y también proponer una lectura política, lejos de la tentación de utilizarlo en una guerra de religión a escala planetaria como la que George W. Bush se cree que está dirigiendo. Solo si volvemos a situar el conflicto dentro de un enfoque racional podremos hallar una salida: una guerra colonial cesa cuando acaba la colonización; pero solo Dios sabe cuándo termina una guerra de religiones.

 

 


Carta de Rachel Corrie a su madre el 27 de febrero de 2003: "estoy siendo testigo de un genocidio insidioso y crónico".

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La norteamericana de 23 años Rachel Corrie, cuando trataba de evitar la demolición de una casa palestina en Gaza, poco antes de morir arrollada por la excavadora del ejército israelí el 16 de marzo de 2003.

CARTA DE RACHEL CORRIE* A SU MADRE

27 de febrero de 2003

Te quiero. Te echo mucho de menos.

He tenido pesadillas con los tanques y las excavadoras rondando nuestra casa, y tú y yo estábamos dentro. Durante semanas la adrenalina actúa como un anestésico, pero de repente, una tarde o una noche, la realidad te golpea de nuevo. Estoy realmente asustada por lo que le pueda pasar a esta gente.

Ayer vi a un padre con sus dos hijos pequeños agarrados de la mano tratando de alejarse de su casa, a la vista de los tanques, de la torreta de francotiradores, de las excavadoras y de los jeeps, porque pensó que su casa iba a ser explosionada. Jenny y yo permanecimos dentro de la casa con otras mujeres y dos niños pequeños. Fue un error nuestro de traducción lo que le hizo creer que su casa iba ser demolida. En realidad, el ejército israelí quería detonar un explosivo que al parecer había sido colocado en las cercanías por la resistencia palestina.

En esta misma zona, el pasado domingo, cerca de ciento cincuenta personas fueron acorraladas y mantenidas a tiro limpio fuera del asentamiento mientras las excavadoras destrozaban veinticinco invernaderos: el medio de vida de trescientas personas. El explosivo estaba colocado frente a los invernaderos, justo en el punto por donde los tanques entrarían de nuevo en caso de regresar.

Me aterroriza pensar que este hombre creyera menos peligroso caminar con los niños a la vista de los tanques que permanecer en su casa. Me asusté y pensé que los iban a disparar a todos, así que me interpusé entre ellos y el tanque. Esto pasa todos los días, pero este hombre con los dos niños, que parecían muy tristes, me llamó particularmente la atención, seguramente porque creía que fue nuestro error en la traducción lo que le hizo abandonar la casa.

He pensado mucho en lo que me dijiste por teléfono acerca de que la violencia de los palestinos no ayuda a mejorar la situación. Hace dos años, sesenta mil habitantes de Rafa se desplazaban todos los días a trabajar a Israel, ahora, solamente seiscientos pueden hacerlo, de los cuales, la mayoría se han tenido que mudar porque los tres puestos de control que hay desde Rafa a Ashkelon (la ciudad israelí más cercana) han transformado lo que solía ser un trayecto de cuarenta minutos en una ruta imposible de doce horas.

Y lo que es más, todo lo que en 1999 Rafa identificó como fuentes de crecimiento económico ha sido destruido: el aeropuerto internacional de Gaza (las pistas destruidas y el aeropuerto cerrado por completo), la frontera comercial con Egipto (una gigantesca torreta de francotiradores se levanta en mitad del cruce), el acceso al mar (cortado por completo en los dos últimos años por un puesto de control y por el asentamiento de Gush Katif).

El número de hogares destrozados en Rafa desde el comienzo de la Segunda Intifada supera los seiscientos, gente que en la mayor parte de los casos no tiene ninguna relación con la resistencia, simplemente vivían en la frontera. Me parece que ya es oficial que Rafa es el lugar más pobre del planeta. No hace mucho, aquí solía haber una clase media.

También tenemos informes que dicen que en el pasado los cargamentos de flores de Gaza a Europa eran retenidos por razones de seguridad durante dos semanas en el paso fronterizo de Erez. Ya te puedes imaginar el valor de las flores dos semanas después de ser cortadas; de manera que ese mercado también se «secó». Y luego vienen las excavadoras y arrasan los huertos. ¿Qué le queda a la gente? Dime si se te ocurre algo. A mí no. Si a cualquiera de nosotros le estrangularan su medio de vida, si le obligaran a vivir con sus hijos en unos espacios cada vez más reducidos, sabiendo además por pasadas experiencias, que en cualquier momento pueden venir a por él los soldados y las excavadoras, y destruir los huertos que ha estado cultivando ¿durante cuánto tiempo?, y hacer todo esto al tiempo que le golpean y le retienen durante horas junto con ciento cuarenta y nueve personas más; ¿no crees que debería recurrir a algún tipo de violencia para intentar retener lo poco que le quede?

Pienso sobre todo en ello cuando veo destruidos los huertos, los invernaderos y los árboles frutales: años de cuidados y cultivos. Me acuerdo de ti, y de cuánto se tarda en hacer que las cosas crezcan, y de cuánto amor requiere. Sinceramente, pienso que en una situación parecida la mayoría de las personas se defenderían lo mejor que supieran. Creo que el tío Craig lo haría, y probablemente la abuela. Yo creo que también.

Me preguntas acerca de la resistencia pacífica. Cuando detonaron el explosivo el otro día, todos los cristales de la casa saltaron en pedazos. Yo estaba a punto de tomarme un té y de empezar a jugar con los dos pequeños. Ahora mismo me siento fatal. Me pone enferma del estómago ser tan mimada, tratada con tanta dulzura, por personas que encaran una fatalidad.

Ya sé que desde los EE. UU. todo esto suena hiperbólico. Honestamente, la mayor parte del tiempo la pura amabilidad de la gente junto con la evidencia abrumadora de que esto es una destrucción premeditada de sus vidas, hace que todo me parezca irreal.

No puedo creer que algo así este pasando de verdad y que el mundo no proteste más alto. 

Realmente me duele, como me ha dolido en el pasado, ser testigo de hasta que punto consentimos hacer del mundo un lugar horrible.

Después de hablar contigo he pensado que no me creías del todo, y me parece muy bien que sea así, porque, sobre todas las cosas, yo creo en la importancia del pensamiento crítico independiente. También me he dado cuenta de que contigo soy menos cuidadosa de lo normal al tratar de documentar cada afirmación que hago. La explicación de esto es porque yo sé que tú tienes tu propia opinión. Pero me preocupa tu incredulidad, dado el trabajo que desarrollo aquí. Toda la situación que he intentando describir hasta el momento —y muchas otras cosas— constituyen un intento gradual —a veces a escondidas, pero siempre masivo— de destruir las posibilidades de supervivencia de un grupo de personas.

Eso es lo que estoy viendo aquí. Los asesinatos, los ataques con misiles y los disparos a niños son atrocidades; pero si me centro exclusivamente en ellas temo no ver el contexto. La mayor parte de la población —incluso si tuvieran los medios económicos para escapar, o si, sencillamente, renunciaran a su tierra y a la resistencia (lo que parece ser el menos perverso de todos los objetivos de Sharon)— no podría marcharse; ni siquiera pueden ir a Israel a solicitar visados para otros países, y estos posibles países de destino (nuestros países y los árabes) no les dejarían entrar. Cuando todos los medios para subsistir en un «redil» como es Gaza, del que la gente no puede salir, son amputados, creo que a eso se le puede llamar genocidio. Incluso en el caso de que pudieran salir creo que seguiría siéndolo.

A lo mejor puedes mirar la definición de genocidio según el derecho internacional, yo no me acuerdo ahora mismo. Tengo que mejorar la manera de argumentar este punto, eso espero al menos. No me gusta usar palabras tan cargadas de significado, tú me conoces, sabes que valoro las palabras y que intento exponer y dejar que cada uno saque sus propias conclusiones.
Pero me estoy perdiendo de nuevo. Tan solo quería escribir a mi madre y decirle que estoy siendo testigo de un genocidio insidioso y crónico, que estoy muy asustada y que me estoy cuestionando todas mis convicciones esenciales sobre la bondad de la naturaleza humana. Esto hay que detenerlo. Me parece una buena idea que todos dejemos lo que tengamos entre manos y dediquemos nuestras vidas a parar esto. Ya no pienso como antes que hacer esto sea ser extremista.

Aún quiero bailar con Pat Benatar y tener amigos y dibujar «comics» para los compañeros del trabajo, pero también quiero que esto pare. Lo que siento es incredulidad, horror y decepción. 

Me siento decepcionada al ver que esta es la realidad básica de nuestro mundo y que nosotros de hecho participamos en él. Esto no es absoluto lo que yo quería cuando vine al mundo. Esto no es lo que la gente aquí quería cuando vino al mundo. Este no es el mundo que tú y papá queríais para mí cuando decidisteis tenerme. No es esto lo que yo quería decir cuando afirmaba frente al Lago Capital: «Este es el ancho mundo y yo estoy llegando a él». Yo no quería decir que llegaba a un mundo en el que iba a tener una vida confortable y posiblemente, y sin mayor esfuerzo, ignorar por completo mi participación en un genocidio.

Cuando regrese de Palestina probablemente tendré pesadillas y un sentimiento constante de culpabilidad por no estar aquí, pero puedo controlarlo a fuerza de trabajar más. Venir aquí ha sido una de las mejores cosas que he hecho en toda mi vida; así que si pensáis que me he vuelto loca, o si los militares israelíes deciden romper con su tendencia racista de respetar a las personas de raza blanca, por favor, achacarlo sin ninguna duda al hecho de que estoy en medio de un genocidio, del que yo indirectamente también formo parte y del cual mi gobierno es responsable en gran medida.

Os quiero, a ti y a papá. Un hombre extraño que está a mi lado me acaba de dar unos guisantes, así que me los tengo que comer y darle las gracias.

Rachel

* Rachel era voluntaria del grupo Movimiento de Solidaridad Internacional (MSI), creado a raíz de que Israel y Estados Unidos rechazaran una propuesta de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Mary Robinson, de enviar observadores internacionales de derechos humanos a los territorios ocupados. El MSI se definía como “un movimiento liderado por palestinos comprometido con la resistencia a la ocupación israelí de tierra palestina mediante métodos y principios no violentos y de acción directa”. Israel estaba demoliendo casas y huertos con excavadoras para crear una “zona de contención” en las proximidades de la frontera con Egipto. Rachel Corrie y otros siete activistas del MSI acudieron el 16 de marzo de 2003 a proteger la casa de la familia Nasrallah, amenazada de demolición por dos excavadoras blindadas israelíes.

Cindy Corrie, la madre de Rachel, contó lo sucedido: “La excavadora avanzó hacia Rachel. Ella asumió una posición que dio a entender que no se movería. Tenía puesto su chaleco naranja. Cuando la excavadora continuó avanzando, ella se detuvo sobre el terraplén y un testigo declaró que su cabeza asomaba por encima de la pala de la excavadora, o sea que se la podía ver claramente, pero la excavadora siguió avanzando sobre ella, hasta aplastar su cuerpo. Se detuvo y luego dio marcha atrás, según la declaración del testigo, sin levantar la pala, de manera que retrocedió nuevamente por encima de ella. Sus amigos gritaban todo el tiempo a los conductores de la excavadora que se detuvieran. Corrieron hacia ella rápidamente, y ella les dijo: ‘Creo que me rompí la espalda’. Esas fueron sus últimas palabras”.

 


¡PALESTINA LIBRE E INDEPENDIENTE!

 

PALESTINA-LIBRE-E-INDEPENDIENTE

La operación militar de Hamás de la resistencia palestina ha provocado la habitual oleada de declaraciones. Casi todos los gobiernos occidentales se han apresurado a «declarar su solidaridad con Israel por la cobarde agresión terrorista» (bloque estadounidense, es decir, UE y Commonwealth) o, por el contrario, a «expresar su apoyo al pueblo palestino por su iniciativa de resistir al invasor» (países árabes, islámicos, la mayor parte del Sur global).

Cabe reseñar que la actitud mecánica de tomar partido y apoyar lo que sea necesario, con insoportable talante «solucionista», sobre todo en países tan acostumbrados a dar lecciones, como los europeos, es precisamente lo que ha sostenido durante décadas esta interminable carnicería. Se trata de una actitud descaradamente irresponsable y cobarde.

Desde sus orígenes, el estado de las relaciones entre el sionismo y luego el Estado israelí y los palestinos en los territorios ocupados es de tal desequilibrio de fuerzas que el conflicto no puede definirse como un enfrentamiento, sino sólo como una dominación estructural de naturaleza colonial salpicada de episodios insurgentes. Una opresión puramente ejemplar, sin límites ni reparos, en un crescendo de abusos y atropellos. Con un retraso de 75 años, hoy se termina admitiendo que la situación es propia del apartheid.

Más allá de la espiral del lenguaje bipolar de las instituciones políticas y los medios de comunicación occidentales, se nos pide que condenemos el terrorismo, pero no que intentemos comprender sus causas. El Estado de Israel, como desahogo de los sentimientos de culpa de las potencias europeas, como supuesta reparación por la Shoah y como expresión de colonialismo occidental, plantea cuestiones mucho más profundas de las que las etiquetas del terrorismo y la guerra en Oriente Medio puedan indicar.

La única perspectiva de resolución de este conflicto es la justicia. No todo se resuelve con uno o dos estados. Lo racional y moral sería un solo estado donde todos vivieran con los mismos derechos. Otra opción, hoy igual de difícil de materializar sería la coexistencia de dos Estados soberanos. Aun con esto no se resuelve el llamado conflicto, queda la cuestión de los refugiados y la discriminación contra la minoría palestina en Israel. 

Debemos oponernos a la tendencia ya crónica al olvido y a la mentira de las clases dirigentes europeas, que tienen tanto el interés como la credibilidad potencial para mediar en este conflicto y desde hace décadas se han replegado en el servilismo a las instrucciones de Estados Unidos, que no tienen ni el interés ni la credibilidad para alimentar una paz duradera en Oriente Próximo.

Este NO a la invasión israelí de Gaza es el mismo NO a la guerra de Ucrania, a las guerras de Kosovo, Sudan, Nagorno Karabakh, Siria y muchos lugares más en llamas. Salir del tercermundismo humanitario, salir de la Alianza Atlántica, decir NO a la guerra, a todas las guerras, a la arrogancia y las mentiras, al colonialismo occidental.

 

Luz Gómez es catedrática de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Autónoma de Madrid. Es autora de varios ensayos y traductora de Mahmud Darwish al español. De sus numerosas traducciones del poeta palestino, En presencia de la ausencia (Pretextos, 2012), obtuvo el Premio Nacional de Traducción 2011. A su cargo ha estado la edición de BDS por Palestina (ediciones del oriente y del mediterráneo, 2014) Es editora y traductora de El poeta troyano. Conversaciones sobre poesía (ediciones del oriente y del mediterráneo 2023).

Olga Rodríguez es periodista, investigadora y escritora especializada en información internacional, Oriente Medio y Derechos Humanos. Ha desarrollado su carrera en la Cadena Ser, Cuatro, CNN y en el diario.es, medio del que es cofundadora. Ha cubierto los conflictos más importantes de las últimas dos décadas en Oriente Medio y el norte de África. Es integrante de la Asociación de Periodistas de Madrid y de la Junta directiva de la UNRWA España (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos).

Isaías Barreñada es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid. Sus áreas de investigación son la relaciones internacionales en los países árabes, la política exterior española y europea, Palestina-Israel y el Sahara Occidental. Autor de numerosos artículos y ensayos. Su último libro, con José Abu Tarbush es PalestinaDe los acuerdos de Oslo al apartheid (Catarata, 2023).

Ignacio Castro Rey, es filósofo, crítico de cine y arte, gestor cultural y profesor. Además de múltiples artículos y conferencias, ha publicado diversos libros. El último de ellos se llama Lluvia Oblicua (Ed. Pretextos 2020) seguido de Mil días en la montaña (Roxe de Sebes) (Ed. FronteraD, 2019) y Ética y desorden (Pretextos, 2017). Anteriormente ha publicado también, entre otros, Votos de riqueza (Madrid, 2007), Roxe de Sebes (A Coruña, 2011) y La depresión informativa del sujeto (Buenos Aires, 2011). 

Breve bibliografía sobre el tema: https://www.enclavedelibros.com/categoria/palestina-biblio_W69

 


POLÍTICA EXTERIOR Y DERECHOS HUMANOS

Este blog lo dedicamos, fundamentalmente, a hablar sobre nuestro libros, autores y traductores, y muy raramente haremos uso de él para tratar otros temas, pero tampoco lo excluimos. Viene esta reflexión a cuento de un reciente tweet del nuevo ministro de Asuntos Exteriores español (@jmalbares "Trabajo por l@s español@s en Europa y el mundo") en el que se vanagloria: "Llamo a consultas a nuestra embajadora ante los ataques a España y por la violación sistemática de derechos fundamentales del pueblo de Nicaragua". Nos hemos preguntado si esa contundencia y esa preocupación por los derechos humanos se ejerce solo en el caso de las antiguas colonias españolas y si no debería ejercerse también en el caso de la cooperante española Juana Ruiz, detenida desde hace ya cuatro meses por tropas israelíes en los territorios ocupados de Palestina, en el distrito de Belén, en condiciones que constituyen una afrenta a los derechos humanos y a los principios jurídicos más elementales.

 

Fotografía publicada en El País / EFE mientras Juana es conducida a declarar esposada de pies y manos.

 

Reproducimos a continuación el artículo de Teresa Aranguren publicado en InfoLibre en el que denuncia el secuestro de la cooperante española.

La detención de Juana

Teresa Aranguren @TereAranguren Publicada el 09/08/2021 a las 14:07

Si no hay un nuevo aplazamiento, que ya van tres, Juana Ruiz irá a juicio este 10 de agosto. Ante un tribunal militar israelí. Al igual que a toda la población palestina de los territorios ocupados, a Juana se le aplica la legislación militar, no así a los colonos para los que rige la justicia ordinaria. Es una de las manifestaciones del régimen de apartheid que Israel ha impuesto en territorio palestino. Y conviene recordar que las colonias, todas, son una violación flagrante de la legislación internacional y, según los términos de la Convención de Ginebra, al ser acciones que buscan “trasformar la demografía” del territorio ocupado en beneficio de la potencia ocupante, pueden ser consideradas “crímenes de guerra”. Pero esa es otra historia o quizá no.

 

A Juana la detuvieron bajo una figura supuestamente legal: “Detención con propósito de interrogatorio” por la que se puede arrestar a una persona sin comunicarle los cargos de los que se le acusa durante un periodo máximo de 75 días, lo cual es ya una aberración jurídica aunque no tan escandalosa como la fórmula de la detención administrativa que Israel aplica a la población palestina bajo ocupación militar y que supone una detención sin cargos prorrogable de seis en seis meses, indefinidamente. Hay casos en que esta prórroga ha durado años.

 

De cualquier modo, de lo que se trata es de dar envoltura legal a lo que es un atropello de los derechos humanos y una presunta justificación jurídica a las prácticas atroces de la ocupación. Hay todo un entramado legislativo diseñado para justificar lo injustificable, desde la tortura hasta el robo de la tierra. Por poner un ejemplo recordaré la llamada “ley de la propiedad de los dueños ausentes” dictada al poco de la creación de Israel que permitió al nuevo Estado quedarse con las propiedades de todo palestino que estuviera fuera de su vivienda en la fecha en la que se proclamó el Estado, 15 de mayo de 1948. Esto afectó a los bienes de todos aquellos que habían sido expulsados de sus hogares en las operaciones de “vaciado de población palestina” llevadas a cabo por milicias sionistas, luego ejército israelí, en los meses previos y posteriores a la creación del Estado de Israel y a quienes, sin salir de Palestina, huyeron de las zonas de combate hacia lugares más seguros en casas de parientes o en una segunda residencia en el campo. Desde humildes labranzas a grandes mansiones, todo pasó a manos del recién creado Israel. Sus dueños nunca han podido recuperarlas. La ley de la propiedad de los dueños ausentes nunca ha sido derogada. Una ley para cubrir la limpieza étnica y el robo de la tierra.

 

De entonces hasta ahora los métodos quizás se han refinado, pero el objetivo sustancialmente sigue siendo el mismo: eliminar o cuando menos reducir al mínimo la presencia palestina, la del pasado y la del presente, la que existió y la que existe y resiste en tierra palestina.

 

La detención de Juana tuvo lugar en la madrugada del 13 de abril. 20 soldados israelíes armados hasta los dientes irrumpieron en su casa en Beit Sahur en el distrito de Belén y se la llevaron. Ni siquiera tuvo tiempo de recoger sus gafas. Durante tres semanas estuvo detenida sin cargos y sin que nadie de su familia pudiera visitarla. Su marido, Elías Rismawi, médico palestino de Belén, se presentó cada día a las puertas de todas las prisiones en las que estuvo detenida sin saber aún de qué se le acusaba.

 

Finalmente, ya en mayo, se formalizaron los cargos: tener vínculos con una organización ilegal y desvío de fondos para financiar dicha organización. Se trata del Frente Popular para la liberación de Palestina (FPLP), un partido político de raíz marxista fundado por el médico cristiano George Habash en los años 60, cuando la lucha armada para recuperar la tierra de la que habían sido expulsados formaba parte sustancial de la estrategia de las organizaciones palestinas. El Frente, así se le conoce popularmente, es, junto a FATAH, la formación política más antigua de la resistencia palestina y tuvo entre sus filas figuras tan relevantes como el gran escritor Gassan Kanafani asesinado por el Mossad en Beirut en 1972. En la actualidad, el FPLP que, al igual que el resto de partidos políticos palestinos, ha ido evolucionando con el tiempo, es una formación de izquierdas con representación parlamentaria más bien escasa pero con un notable prestigio social. El hecho de que, a instancias de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea hayan incluido al FPLP en su listado de organizaciones terroristas, lo ha convertido en excusa perfecta para criminalizar toda actividad social, humanitaria, asistencial o política de carácter progresista.

 

Israel siempre ha preferido a las organizaciones islamistas frente a las formaciones tradicionales del movimiento nacional palestino de carácter laico y modernizador; esgrimir la amenaza islámica es un método muy eficaz para acallar críticas, queda mejor decir que se está en guerra contra Hamás que contra una población indefensa y atrapada, mientras una lluvia de bombas cae sobre Gaza. Además los términos político-religiosos están en sintonía con la ideología que sustenta el Estado que se proclama “Estado judío” y cuyas leyes establecen una clara diferencia entre ciudadanos judíos y no judíos porque solo los primeros pueden ser considerados miembros de “la nación judía”.

 

No son las mezquitas lo que inquieta a las autoridades israelíes, sino las asociaciones de mujeres, los centros culturales, las fundaciones que fomentan la investigación, las bibliotecas, los grupos de teatro, los círculos de escritores, los sindicatos de campesinos y pescadores, las agrupaciones de abogados y juristas, las asociaciones de periodistas, las ONG que trabajan en proyectos educativos o sanitarios…En los últimos meses varias organizaciones de carácter humanitario y social han sido intervenidas por el ejército israelí en Cisjordania, entre ellas la Asociación de mujeres de Ramala, la ONG ADAMER que atiende a los presos palestinos en cárceles israelíes, la Unión de Comités de Trabajo Agrícola, el Centro para la Investigación y el Desarrollo de Bisan, la DCI una ONG en Defensa de la Infancia y los Comités de Trabajadores de la Salud (HWC ) donde desde hace décadas trabaja Juana Ruiz. En plena pandemia y en pleno proceso de vacunación, las 14 clínicas que HWC regentaba y que estaban llevando a cabo ese trabajo en Cisjordania han sido cerradas por el ejército israelí. Todo aquello que promueve el desarrollo y la cohesión de la sociedad palestina termina resultando sospechoso para las autoridades israelíes. La estrategia es acabar con todo aquello que permite a la población palestina resistir la atrocidad cotidiana de la ocupación, quebrar las redes de solidaridad interna que, pese a todo y frente a todo, hacen que la sociedad palestina no se hunda en la desesperanza. Y también, minar los vínculos de cooperación entre la sociedad palestina y Europa, ya que los fondos supuestamente desviados por la organización HWC y los de la mayoría de ONG palestinas provienen básicamente de la UE.

 

A este respecto y en respuesta a una pregunta de la europarlamentaria Soraya Rodríguez, el representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha afirmado que “no ha encontrado pruebas fundamentadas de uso indebido o desviación de fondos en Palestina”. La respuesta de Borrell, pronunciada apenas tres días antes de la fecha fijada para el juicio, parece echar por tierra las acusaciones israelíes o cuando menos indica que la UE no se las traga. Lo cual es reconfortante en tanto que europeos pero escasamente eficaz a la hora de cambiar la estrategia de la ocupación israelí.

 

Juana Ruiz es ciudadana española y por tanto europea y es de suponer que tanto el Gobierno de España como las instituciones de la UE están realizando gestiones que el lenguaje diplomático suele calificar de discretas, por no decir secretas, ante el Gobierno israelí. No dudo de la buena fe de quienes llevan a cabo esas hipotéticas y discretas gestiones, pero eso no basta. Esta no es una cuestión de soberanía y respeto a las leyes de otro país porque las leyes que Israel aplica en los territorios palestinos ocupados, las que está aplicando en el caso de Juana Ruiz, no son respetables, son leyes coloniales, leyes que avalan el apartheid, el castigo colectivo y en muchos casos el crimen de guerra. Esta es una cuestión de derechos humanos y frente a eso no cabe la discreción ni el silencio.

 

Juana Ruiz está a punto de cumplir 63 años y, desde hace más de 30, vive con su familia en Beit Sahur, en el distrito de Belén, en la Cisjordania ocupada; esta española de Palestina o palestina de España es una persona muy querida por sus vecinos y por todos aquellos, sean cooperantes, periodistas o simples viajeros, que han pasado por Belén y por su casa. Porque su casa, hospitalidad árabe o hispana o ambas a la vez, siempre está abierta al visitante y al amigo.

 

Esta mujer afable y solidaria lleva encarcelada cuatro meses y va a ser juzgada por un tribunal militar israelí en virtud de una legislación colonial diseñada no para impartir justicia, sino para aplastar todo indicio de resistencia a la ocupación militar de Palestina.

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Palestina, art i resisténcia contra l'apartheid, Xavier Montanyà en VilaWeb*

Ediciones del Oriente y del Mediterráneo ha publicat fa poc un llibre de referència sobre el dibuixant i la seva obra: Palestina, arte y resistencia en Naji al-Ali. És una edició excel·lent, amb un recull significatiu dels seus dibuixos, textos de l’assagista i guionista de còmics Antonio Altarriba i de la periodista especialista en el món àrab Teresa Aranguren. Tot combinat amb fragments d’entrevistes a l’autor emmarcades en el context de la història de Palestina i la seva vida a l’èxode, des del camp de refugiats d’Ain al-Hilweh, fins a l’exili de Londres, passant per Kuwait i Beirut.

Camp de refugiats de Xatila, As-Safir, Líban, 23 setembre de 1982.

Sóc Handala i prometo mantenir-me fidel a la causa

Handala és una icona de la resistència palestina. Un nen de deu anys que va néixer de la mà de Naji al-Ali al camp de refugiats on el dibuixant va viure quan ell i la seva família van ser expulsats de casa seva a Galilea. Ell també tenia deu anys quan les tropes de la Haganà, la principal milícia sionista i embrió del futur exèrcit israelià, van atacar la seva vila d’Ash-Shayara. Era l’1 de maig de 1948, ara fa setanta-tres anys. Tots els habitants van ser expulsats, dinamitaren les cases i aplanaren el terreny amb piconadores. Neteja ètnica. Ash-Shayara ja no figura en el mapa d’Israel.

El nen Naji va ser un més entre les immenses columnes de gent que emprenien el camí de l’èxode carregats amb les poques pertinences que havien pogut salvar dels atacs i la destrossa israeliana. Va créixer al camp d’Ain al-Hilweh, al Líban. Allà es va fer un home i un militant de la causa palestina. Aviat el van empresonar. El seu primer acte de resistència fou convertir les parets de la seva cel·la en un quadern de dibuix: “Vaig començar a dibuixar a les parets el que recordava del meu país i el que veia atrapat en els ulls de la gent… Les parets convertides en teles. Trossos de carbó feien de brotxes i pinzells.”

I així, un dia, va néixer el nen Handala, el nen que ell era, o el que havia deixat de ser quan els israelians van arrasar el seu poble i els van fer fora. Les primeres paraules del seu alter ego dibuixat van ser: “Sóc Handala, del campament d’Ain al-Hilweh, i prometo solemnement mantenir-me fidel a la causa.”

Nayi al-Ali, fotografia d’Saleh Abbas, 1969.

En una entrevista al diari Al-Muwayaha, Naji al-Ali explicava els seus orígens. En tradueixo un fragment llarg pel valor i el significat que té avui: “Sóc del campament d’Ain al-Hilweh, un campament com qualsevol altre. Els fills dels campaments són fills de la terra de Palestina. No eren comerciants ni propietaris: eren agricultors que, quan van perdre la terra, van perdre la vida i se’n van anar als campaments. La gran burgesia no va venir a instal·lar-s’hi. Els fills dels campaments són els que s’hi han exposat a la mort i a tota mena d’humiliacions i situacions d’opressió. Hi ha famílies senceres que han caigut màrtirs en els nostres campaments, i aquests palestins són els que m’importen, fins i tot quan sóc lluny dels campaments per la feina.”

Al principi, Handala parlava, però, amb el temps, a mesura que les atrocitats contra el seu poble augmentaven i el món girava la cara per no veure-les, Handala també es va girar d’esquena al món. Amb aquesta actitud ha esdevingut el gran símbol de la resistència palestina. “Handala va néixer amb deu anys i sempre tindrà deu anys. És l’edat que jo tenia quan vaig deixar el meu país, Handala només creixerà quan torni a Palestina”, deia el dibuixant. “Al principi era un nen palestí, però la seva consciència es va desenvolupar per tenir un horitzó nacional i després global i humà. És un nen simple però dur, i per això la gent el va adoptar sentint que representava la seva consciència.”

Un dia, l’escriptor palestí Ghassan Kanafani, que més tard va cofundar el Front Popular per l’Alliberament de Palestina (FPAP), va visitar el campament per participar en unes jornades de debat. Ell també havia estat expulsat de Palestina essent un nen, vivia a Beirut i dirigia la revista Al-Hurriya (La Llibertat). Els dibuixos de Naji al-Ali el van captivar i decidí de publicar-ne uns quants a la revista. Eren anys d’efervescència política, es començava a pensar a “recuperar Palestina”. La consciència col·lectiva despertava amb una nova generació, la d’al-Ali, que, pels seus dibuixos i activisme, aviat va ser processat i va passar unes quantes vegades per les presons libaneses.

As-Safir, Líban, 14 juliol de 1980.

L’assassinat de l’escriptor Ghassan Kanafani

El 1963, Naji al-Ali va emigrar a Kuwait i va passar a publicar al setmanari Al-Talia. La seva fama i la d’Handala es van anar estenent per tot el món àrab, en consonància amb els problemes judicials i policials de l’autor, que ja s’hi anava acostumant. Va tornar a Beirut l’any 1974, dos anys després de l’assassinat del seu amic i mentor Ghassan Kanafani a trenta-sis anys. Un escamot del Mossad el va matar amb un cotxe bomba, amb la seva neboda Lamis de disset anys, davant de casa seva a Beirut, el 8 de juliol de 1972.

El 1975, va esclatar la guerra civil libanesa, que durà quinze anys. La resistència armada palestina va ser un factor molt important. L’exèrcit israelià envaí el Líban el 1978 i el 1982. El campament on vivia la família de Naji al-Ali era un dels més combatius. Van oferir una resistència tan titànica que els caps militars israelians no es va atrevir a entrar-hi per terra. Tant els feia. Els van atacar per l’aire, bombardant massivament els estrets carrerons del campament.

Després de dos mesos de durs enfrontaments a tot el país, es va signar un acord de pau, sota els auspicis de Ronald Reagan, i milers de guerrillers de l’Organització per a l’Alliberament de Palestina (OAP) van abandonar el Líban.

Dues setmanes després, les Falanges Libaneses van arrasar els campaments de Sabra i Xatila, a Beirut, on van massacrar entre vuit-centes persones i tres mil cinc-centes. Tenien ordres de netejar de terroristes els campaments. L’exèrcit israelià va ser indirectament responsable d’aquell acte qualificat de genocidi per l’ONU. Ariel Sharon era el ministre de Defensa. Es va veure obligat a dimitir, però continuà al govern com a ministre sense cartera.

As-Safir, Líban, 2 juliol de 1979.

L’èxode etern: Beirut, Kuwait, Londres

Anys a venir, les coses es van anar complicant per als palestins i els dibuixos de Naji al-Ali es tornaren més amargs i corrosius. Les seves crítiques als invasors israelians es van anar ampliant als xeics del petroli aliats de Washington, Henry Kissinger, els règims àrabs, la burgesia palestina, els polítics àrabs, els alts funcionaris de l’OAP, la divisió i el sectarisme als campaments… Al-Ali criticava la retòrica de l’arabitat buida de contingut polític i l’aliança de les oligarquies àrabs amb les potències internacionals que explotaven el petroli i, de retruc, defensaven, militarment i diplomàticament, l’ocupació israeliana de Palestina.

Mentrestant, el nen Handala, d’esquena, encongit d’espatlles, s’ho continuava mirant impertèrrit i tirant en cara al món el seu obscè silenci.

Naji al-Ali era un activista, no va ser mai un home de partit, tot i la seva simpatia pel Front Popular d’Alliberament de Palestina del metge George Habash, marxista i panarabista. El FPAP, junt amb Al-Fatah, són les principals organitzacions de l’OAP. Amb la invasió del Líban, a Naji al-Ali la vida se li va fer més complicada i perillosa. S’exilià novament a Kuwait, d’on va ser expulsat el 1985 i va acabar instal·lant-se, finalment, a Londres. En tots aquests anys, no va deixar mai de publicar, i va esdevenir una veu de la consciència crítica palestina internacional. Tenia seguidors i enemics per tot arreu. El seu delicte era expressar-se lliurement, criticar i dibuixar. La seva arma era el llapis.

As-Safir, Líban, 2 abril de 1982.

El 22 de juliol de 1987, a la porta del diari Al-Qabas International on treballava, un home se li va acostar per l’esquena i li disparà al cap. Naji al-Ali morí en un hospital de Londres després de quatre setmanes en coma. Tenia cinquanta-un anys. Va ser enterrat al cementiri de Brookwood, a Surrey. Ningú no va reivindicar mai l’atemptat. No es va identificar mai l’assassí.

“No tinc cap més alternativa que morir o deixar de dibuixar, que també és morir”, havia dit Naji al-Ali.

Mesos després, el desembre de 1987, els joves de Gaza van començar la Intifada de les pedres contra els militars israelians. El petit Handala va ser un dels símbols d’aquella revolta. És com si Handala hagués estat assenyalant durant anys el camí als nens de les pedres. Com si Handala no hagués pogut més i s’hagués revoltat, atacant l’enemic amb l’única cosa que tenia al seu abast: les pedres. Els joves palestins el dibuixaven als murs, el duien a les samarretes, als clauers. Handala, sempre d’esquena, encongit, callat, pensatiu, va ser un testimoni excepcional de la Intifada i de tot el que ha succeït després al poble palestí. El seu autor, Naji al-Ali, ja no era viu per a veure-ho. El món continuava, i continua, mirant cap a una altra banda.

Coberta del llibre.
* Artículo completo en VilaWeb

71 años después de la Nakba (el Desastre) que expulsó al pueblo palestino de sus tierras

Con motivo de conmemorarse el 71 aniversario de la Nakba, Casa Árabe ha organizado un acto el próximo 14 de mayo:

"La Nakba continúa en Palestina: cómo lidiar con ella" en el que participará Johnny Mansour, coautor de Contra el olvido: una memoria fotográfica de Palestina antes de la Nakba, 1889-1948, libro en el que también participan Teresa Aranguren, Sandra Barrilaro, Bichara Khader y está prologado por Pedro Martínez Montávez. Antes de la conferencia, a las 18:30 horas tendrá lugar la proyección del documental Gaza, de Carles Bover y Julio Pérez (El Retorno Producciones. 2018. 18 mins). Ganador del Goya al mejor Corto Documental en 2019.

Podéis encontrar toda la información del acto aquí

Al día siguiente, 15 de mayo, Teresa Aranguren y Sandra Barrilaro presentarán Contra el olvido en colaboración con el espacio Urbana 6 en Toledo y el viernes 17 de mayo lo harán en Toro, con la complicidad de la Asociación Cultural para la Promoción de la Cultura en la Comarca de Toro.