PREMIOS REALES / 2

Una mirada disonante: Zajar Prilepin comenta el Limónov de Carrère

 

Emmanuel Carrère ha escrito un libro muy incisivo y, en su conjunto, atractivo.
La parte más interesante : la propia voz de Carrère, sus observaciones personales al margen de Limónov.
De ahí que la Introducción, es decir, las primeras 30 páginas, sean las más interesantes.
A partir de ahí, pasa a exponer, casi al pie de la letra, los libros del propio Limónov (al principio con todo detalle, y luego de forma cada vez más precipitada), lo que a los lectores de Limónov resultará, evidentemente, un tanto pesado.
Carrère insiste en llamar a su libro “novela”, pese a que, por su forma, se trata de una biografía en toda regla: en él no hay nada quwe recuerde a una novela.
No es difícil comprender por qué lo hace Carrère, pues, al componer su libro no hace ninguna distinción entre el protagonista lírico de los libros de ficción del escritor Limónov y el hombre concreto llamado Eduard Savenko.
Sin cuestionarse nada, Carrère rellena su relato con episodios de las novelas de Limónov, haciéndolos pasar, de una u otra manera, por acontecimientos reales.
Para no cargar con la responsabilidad, es preciso llamar al libro “novela” y asunto resuelto. […]
Carrère habría podido entrevistar a los amigos franceses de Limónov y describir, al menos, su época parisina comparando la prosa de ficción con la realidad.
¡En París, decenas, por no decir cientos, de personas recuerdan perfectamente a Limónov y a Natalia Medvedeva, su compañera de entonces!
¿Por qué haber dejado pasar tal oportunidad de trabajar mínimamente con las fuentes originales?
No obstante, la principal objeción no es esa.
Carrère ha optado por la facilidad, exponiendo a su manera los temas más llamativos de los libros verdaderamente sugerentes de Limónov.
Hay que admitir que el ensordecedor éxito de su libro está relacionado, precisamente, con el hecho de haber escrito un libro ligero e, incluso, no me asusta la expresión, sin rigor.
Hay algo más que me desconsuela: la superficialidad de muchas de las representaciones de Carrère sobre Rusia.
El pobre Carrère especifica trescientas veces en su libro, especialmente para su lector europeo, que Limónov es un “vil fascista”, y después de eso, otras trescientas veces, con la más absoluta sinceridad, trata de explicar que a pesar de su “vil fascismo”, Limónov es un buen hombre: compasivo, honesto y valiente.
Otro ejemplo extraído del libro:
Carrère cuenta que enseñó una fotografía (de un grupo de Natsbols con Limónov en Asia Central) a uno de sus amigos. Precisemos que se trataba de ese período heroico, a mediados de la década de 1990, en que Limónov con un grupo de sus camaradas se había instalado en las aldeas cosacas, un poco como Razine y Pougatchev [jefes cosacos que durante los siglos XVII y XVIII se habían puesto al frente de las insurrecciones campesinas]. Una aventura apasionante que les supuso serios problemas con los servicios especiales. Al contemplar la fotografía de los Natsbol desnudos hasta la cintura, en pleno verano, el amigo de Carrère exclama: “¡Una banda de maricones, que se han largado lejos de Moscú para darse por culo y que nadie les vea!”
Al relatar este episodio en su libro, Carrère no se muestra demasiado de acuerdo con su amigo, pero añade: “Y, sin embargo, ¿quién sabe?”.
Emmanuel, ¡puah !
Usted ha pasado bastantes días con los representantes de un partido del que trescientos miembros han pasado por la cárcel, seis al menos han muerto en circunstancias trágicas, un millar ha sido arrestado alguna vez y cientos han sufrido tortura o palizas y usted escribe semejante bajeza.
Su amigo es o un bromista sin gracia o un imbécil, entonces, ¿por qué citarlo?
La sorpresa más dolorosa  me esperaba al final de la obra, cuando Carrère explica con aplomo que Putin y Limónov son prácticamente lo mismo.
La base para tal conclusión es sorprendentemente simple: Putin había afirmado que solo un cabrón podía no lamentar el hundimiento de la URSS. ¡Y Limónov lamenta la muerte de la URSS! ¿Lo ve usted? ¡Todo encaja!
¡Ah, sí! Putin, como Limónov, posó una vez en una fotografía en porreta y con un cuchillo. Para un europeo sensato, que condena toda clase de violencia (eso es al menos lo que a él le gusta pensar de sí mismo), se trata de un espectáculo detestable.
¡Eso es todo!
¿Comprenden ustedes?
Para el más inteligente, más sutil y más informado de los europeos preocupados por Rusia, cualquier opinión nuestra sobre el tema del hundimiento del país es un diagnóstico unívoco. Es más, un diagnóstico aterrador, definitivo.
El hecho de que Putin, que tanto se parece a Limónov, posea, según diversas fuentes, un patrimonio de cuarenta mil  millones de dólares, y Limónov nada de nada, no es más que un detalle sin importancia
Que Putin, a comienzos de la década de 1990 haya abandonado los servicios secretos, traicionando su juramento, para  conchabarse con el alcalde de San Petersburgo, Sobtchak, mientras Limónov, por el contrario, tratara porfiadamente de impedir el hundimiento del país durante el sangriento “Golpe de Estado” de Yeltsin de octubre de 1993, participando en cientos de mítines o en Transnitria, no es más que un simple detalle.
Que, en definitiva, Limónov sea un hombre de cultura humanista y un gran escritor, mientras que Putin, en muchos sentidos, sea su polo opuesto, tampoco importa.
Lo esencial es que ambos añoran la URSS
…Sin embargo, pensándolo bien, ¿qué es lo que podía esperar de Carrère?
¿Acaso ha sido él quien ha decretado que el hundimiento de la URSS era una gran bendición, que la historia soviética fue una marea de crueldades y de porquerías sin fin, que el intento de plantearse los acontecimientos de Yugoslavia de forma diferente a la comunidad occidental era un primer paso hacia el fascismo y que Putin era un teniente diplomado en la KGB, el restaurador del Imperio y un peligroso militarista entronado?
Me pregunto si ha sido él.
Pero entre nosotros, todos nuestros maravillosos tribunos liberales (los nuestros, los hermanos, los que enseñan al pueblo desde hace lustros la actitud correcta con respecto a nosotros mismos y al país) piensan lo mismo.

                                                              ZAJAR PRILEPIN

[traducido a partir de la versión francesa publicada en http://www.tout-sur-limonov.fr/222318798]