La iraquí Alia Mamduh busca a una artista desaparecida en su nueva novela, por Lydia Hernández Téllez

Madrid, 3 jun (EFE).-

Alia Mamduh salió de Irak hace décadas con intención de encontrar una belleza que anhelaba y que no encontraba en su país natal. «Hay cosas muy feas -la hipocresía, las mentiras- que no solo me han obligado a marcharme de mi país, sino que me obligaron a escribir», confiesa en una entrevista con EFE.

Esas mismas razones hicieron que, muchos años antes, otra mujer se marchase de Bagdad: Afaf Ayyub Al, artista polifacética a la que Mamduh dedica su última novela, «Al-Tanki, tras las huellas de una mujer iraquí», que esta semana se presentó en la Casa Árabe de Madrid.

«Afaf era una mujer real», explica la escritora en la entrevista. «Quizá soy la primera autora árabe que ha elegido un personaje real», añade.

Afaf salió de Irak en 1979 para exiliarse en París y desde entonces permanece desaparecida. La novela gira alrededor de la búsqueda de esta pintora, escritora, arquitecta, cantante y deportista por parte de su familia más cercana.

«Todos los personajes que aparecen a lo largo de la novela están preguntando al doctor Carl Valino para descubrir dónde se ha ido Afaf, pero en realidad se están buscando a ellos mismos, porque todos están perdidos. Son siete personajes y cada uno tiene una desgracia personal», adelanta la autora.

Confiesa que, en esta nueva narración, la búsqueda de Afaf esconde algo más: «Todas las personas están buscando algo, puede ser una simple ilusión, un sueño. Incluso sabiendo eso, están contentos de perseguir esa ilusión, porque nos mantiene vivos», afirma.

UN LIBRO «COMPLICADO DE LEER»

La escritora, actualmente afincada en París, es reconocida por jugar y experimentar con el lenguaje árabe, lo que le permite «huir de la realidad en la que estamos. El mundo que nos rodea nos obliga a buscar algo para escapar», explica.

Eso ha llevado a que su libro se considere como complicado o difícil de leer, tal y como aventura la reciente publicada traducción en español. Y Mamduh está de acuerdo con esa apreciación.

«El libro es difícil de leer si lo comparamos con lo que hay ahora. Los lectores a nivel mundial prefieren los libros fáciles, pero yo he elegido hacer uno que sea difícil, que no esté al alcance de todos», señala.

Fue esa especial complejidad la que la llevó a ser finalista del Premio Internacional Booker en árabe de 2020, siendo la única mujer entre cinco hombres que aspiraba al premio: «Por muchas consideraciones el primer premio lo ganó un argelino, pero conseguí llegar hasta la última fase», recalca.

«LA SITUACIÓN DE IRAK AHORA ESTÁ PEOR»

La historia de «Al-Tanki, tras las huellas de una mujer iraquí» empieza en 1922, según la autora, una época «en la que los misioneros americanos entraron a Irak”, lo que a su juicio demuestra que los americanos «siempre vieron Irak como una tierra a ocupar».

La autora considera que ahora, un siglo después, la situación en su tierra natal es todavía peor y está marcada por la hipocresía social que «se encuentra en la clase política, en los partidos, en todos los líderes del mundo».

«Antes al menos las mujeres podían bañarse en bañador, ahora no pueden hacerlo, ni siquiera les puedes ver la cara», apunta Mamduh a modo de ejemplo.

La exiliada iraquí recoge la violencia contra las mujeres en su novela «Naftalina», reeditada junto a su nueva publicación, en la que recupera la historia de su madre en una mezcla de realidad y ficción.

«Yo casi no conocí a mi madre, falleció cuando tenía tres años, pero he conseguido que viva en esta novela», indica.

«Naftalina» describe la violencia que sufría la madre de Mamduh por parte de su marido.

«Cuando mi padre volvió de Karbala informó a mi madre de que se había vuelto a casar. Aun con esa noticia, mi madre le recibía en casa, le quitaba los zapatos, le lavaba los pies… esa situación la viven algunas mujeres iraquíes todavía y es el culmen de la violencia de género y del maltrato a la mujer», relata la escritora.

Mamduh encuentra en la literatura árabe «un movimiento de mujeres rebeldes que hablan del amor, el sexo, la relación con el hombre. Las mujeres tienen una visión distinta a la de los hombres en estas cosas y espero que los traductores, los especialistas y las editoriales presten atención a las novelas escritas por mujeres árabes». EFE


POLÍTICA EXTERIOR Y DERECHOS HUMANOS

Este blog lo dedicamos, fundamentalmente, a hablar sobre nuestro libros, autores y traductores, y muy raramente haremos uso de él para tratar otros temas, pero tampoco lo excluimos. Viene esta reflexión a cuento de un reciente tweet del nuevo ministro de Asuntos Exteriores español (@jmalbares "Trabajo por l@s español@s en Europa y el mundo") en el que se vanagloria: "Llamo a consultas a nuestra embajadora ante los ataques a España y por la violación sistemática de derechos fundamentales del pueblo de Nicaragua". Nos hemos preguntado si esa contundencia y esa preocupación por los derechos humanos se ejerce solo en el caso de las antiguas colonias españolas y si no debería ejercerse también en el caso de la cooperante española Juana Ruiz, detenida desde hace ya cuatro meses por tropas israelíes en los territorios ocupados de Palestina, en el distrito de Belén, en condiciones que constituyen una afrenta a los derechos humanos y a los principios jurídicos más elementales.

 

Fotografía publicada en El País / EFE mientras Juana es conducida a declarar esposada de pies y manos.

 

Reproducimos a continuación el artículo de Teresa Aranguren publicado en InfoLibre en el que denuncia el secuestro de la cooperante española.

La detención de Juana

Teresa Aranguren @TereAranguren Publicada el 09/08/2021 a las 14:07

Si no hay un nuevo aplazamiento, que ya van tres, Juana Ruiz irá a juicio este 10 de agosto. Ante un tribunal militar israelí. Al igual que a toda la población palestina de los territorios ocupados, a Juana se le aplica la legislación militar, no así a los colonos para los que rige la justicia ordinaria. Es una de las manifestaciones del régimen de apartheid que Israel ha impuesto en territorio palestino. Y conviene recordar que las colonias, todas, son una violación flagrante de la legislación internacional y, según los términos de la Convención de Ginebra, al ser acciones que buscan “trasformar la demografía” del territorio ocupado en beneficio de la potencia ocupante, pueden ser consideradas “crímenes de guerra”. Pero esa es otra historia o quizá no.

 

A Juana la detuvieron bajo una figura supuestamente legal: “Detención con propósito de interrogatorio” por la que se puede arrestar a una persona sin comunicarle los cargos de los que se le acusa durante un periodo máximo de 75 días, lo cual es ya una aberración jurídica aunque no tan escandalosa como la fórmula de la detención administrativa que Israel aplica a la población palestina bajo ocupación militar y que supone una detención sin cargos prorrogable de seis en seis meses, indefinidamente. Hay casos en que esta prórroga ha durado años.

 

De cualquier modo, de lo que se trata es de dar envoltura legal a lo que es un atropello de los derechos humanos y una presunta justificación jurídica a las prácticas atroces de la ocupación. Hay todo un entramado legislativo diseñado para justificar lo injustificable, desde la tortura hasta el robo de la tierra. Por poner un ejemplo recordaré la llamada “ley de la propiedad de los dueños ausentes” dictada al poco de la creación de Israel que permitió al nuevo Estado quedarse con las propiedades de todo palestino que estuviera fuera de su vivienda en la fecha en la que se proclamó el Estado, 15 de mayo de 1948. Esto afectó a los bienes de todos aquellos que habían sido expulsados de sus hogares en las operaciones de “vaciado de población palestina” llevadas a cabo por milicias sionistas, luego ejército israelí, en los meses previos y posteriores a la creación del Estado de Israel y a quienes, sin salir de Palestina, huyeron de las zonas de combate hacia lugares más seguros en casas de parientes o en una segunda residencia en el campo. Desde humildes labranzas a grandes mansiones, todo pasó a manos del recién creado Israel. Sus dueños nunca han podido recuperarlas. La ley de la propiedad de los dueños ausentes nunca ha sido derogada. Una ley para cubrir la limpieza étnica y el robo de la tierra.

 

De entonces hasta ahora los métodos quizás se han refinado, pero el objetivo sustancialmente sigue siendo el mismo: eliminar o cuando menos reducir al mínimo la presencia palestina, la del pasado y la del presente, la que existió y la que existe y resiste en tierra palestina.

 

La detención de Juana tuvo lugar en la madrugada del 13 de abril. 20 soldados israelíes armados hasta los dientes irrumpieron en su casa en Beit Sahur en el distrito de Belén y se la llevaron. Ni siquiera tuvo tiempo de recoger sus gafas. Durante tres semanas estuvo detenida sin cargos y sin que nadie de su familia pudiera visitarla. Su marido, Elías Rismawi, médico palestino de Belén, se presentó cada día a las puertas de todas las prisiones en las que estuvo detenida sin saber aún de qué se le acusaba.

 

Finalmente, ya en mayo, se formalizaron los cargos: tener vínculos con una organización ilegal y desvío de fondos para financiar dicha organización. Se trata del Frente Popular para la liberación de Palestina (FPLP), un partido político de raíz marxista fundado por el médico cristiano George Habash en los años 60, cuando la lucha armada para recuperar la tierra de la que habían sido expulsados formaba parte sustancial de la estrategia de las organizaciones palestinas. El Frente, así se le conoce popularmente, es, junto a FATAH, la formación política más antigua de la resistencia palestina y tuvo entre sus filas figuras tan relevantes como el gran escritor Gassan Kanafani asesinado por el Mossad en Beirut en 1972. En la actualidad, el FPLP que, al igual que el resto de partidos políticos palestinos, ha ido evolucionando con el tiempo, es una formación de izquierdas con representación parlamentaria más bien escasa pero con un notable prestigio social. El hecho de que, a instancias de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea hayan incluido al FPLP en su listado de organizaciones terroristas, lo ha convertido en excusa perfecta para criminalizar toda actividad social, humanitaria, asistencial o política de carácter progresista.

 

Israel siempre ha preferido a las organizaciones islamistas frente a las formaciones tradicionales del movimiento nacional palestino de carácter laico y modernizador; esgrimir la amenaza islámica es un método muy eficaz para acallar críticas, queda mejor decir que se está en guerra contra Hamás que contra una población indefensa y atrapada, mientras una lluvia de bombas cae sobre Gaza. Además los términos político-religiosos están en sintonía con la ideología que sustenta el Estado que se proclama “Estado judío” y cuyas leyes establecen una clara diferencia entre ciudadanos judíos y no judíos porque solo los primeros pueden ser considerados miembros de “la nación judía”.

 

No son las mezquitas lo que inquieta a las autoridades israelíes, sino las asociaciones de mujeres, los centros culturales, las fundaciones que fomentan la investigación, las bibliotecas, los grupos de teatro, los círculos de escritores, los sindicatos de campesinos y pescadores, las agrupaciones de abogados y juristas, las asociaciones de periodistas, las ONG que trabajan en proyectos educativos o sanitarios…En los últimos meses varias organizaciones de carácter humanitario y social han sido intervenidas por el ejército israelí en Cisjordania, entre ellas la Asociación de mujeres de Ramala, la ONG ADAMER que atiende a los presos palestinos en cárceles israelíes, la Unión de Comités de Trabajo Agrícola, el Centro para la Investigación y el Desarrollo de Bisan, la DCI una ONG en Defensa de la Infancia y los Comités de Trabajadores de la Salud (HWC ) donde desde hace décadas trabaja Juana Ruiz. En plena pandemia y en pleno proceso de vacunación, las 14 clínicas que HWC regentaba y que estaban llevando a cabo ese trabajo en Cisjordania han sido cerradas por el ejército israelí. Todo aquello que promueve el desarrollo y la cohesión de la sociedad palestina termina resultando sospechoso para las autoridades israelíes. La estrategia es acabar con todo aquello que permite a la población palestina resistir la atrocidad cotidiana de la ocupación, quebrar las redes de solidaridad interna que, pese a todo y frente a todo, hacen que la sociedad palestina no se hunda en la desesperanza. Y también, minar los vínculos de cooperación entre la sociedad palestina y Europa, ya que los fondos supuestamente desviados por la organización HWC y los de la mayoría de ONG palestinas provienen básicamente de la UE.

 

A este respecto y en respuesta a una pregunta de la europarlamentaria Soraya Rodríguez, el representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha afirmado que “no ha encontrado pruebas fundamentadas de uso indebido o desviación de fondos en Palestina”. La respuesta de Borrell, pronunciada apenas tres días antes de la fecha fijada para el juicio, parece echar por tierra las acusaciones israelíes o cuando menos indica que la UE no se las traga. Lo cual es reconfortante en tanto que europeos pero escasamente eficaz a la hora de cambiar la estrategia de la ocupación israelí.

 

Juana Ruiz es ciudadana española y por tanto europea y es de suponer que tanto el Gobierno de España como las instituciones de la UE están realizando gestiones que el lenguaje diplomático suele calificar de discretas, por no decir secretas, ante el Gobierno israelí. No dudo de la buena fe de quienes llevan a cabo esas hipotéticas y discretas gestiones, pero eso no basta. Esta no es una cuestión de soberanía y respeto a las leyes de otro país porque las leyes que Israel aplica en los territorios palestinos ocupados, las que está aplicando en el caso de Juana Ruiz, no son respetables, son leyes coloniales, leyes que avalan el apartheid, el castigo colectivo y en muchos casos el crimen de guerra. Esta es una cuestión de derechos humanos y frente a eso no cabe la discreción ni el silencio.

 

Juana Ruiz está a punto de cumplir 63 años y, desde hace más de 30, vive con su familia en Beit Sahur, en el distrito de Belén, en la Cisjordania ocupada; esta española de Palestina o palestina de España es una persona muy querida por sus vecinos y por todos aquellos, sean cooperantes, periodistas o simples viajeros, que han pasado por Belén y por su casa. Porque su casa, hospitalidad árabe o hispana o ambas a la vez, siempre está abierta al visitante y al amigo.

 

Esta mujer afable y solidaria lleva encarcelada cuatro meses y va a ser juzgada por un tribunal militar israelí en virtud de una legislación colonial diseñada no para impartir justicia, sino para aplastar todo indicio de resistencia a la ocupación militar de Palestina.

artículo completo en infoLibre

 

 

 

 

 


Hajj Saleh: “El distanciamiento social dañará el concepto de ciudadanía”

Redacción Internacional, 24 abr 2020 (EFE).- El escritor y pensador sirio Yassin el Hajj Saleh (Raqa, 1961) conoce bien el significado de palabras ahora tan de moda como confinamiento, crisis y tragedia: perseguido por el régimen, pasó 16 años de prisión, se vio abocado a la clandestinidad, perdió amigos, compañeros y familiares, incluida su mujer, y ahora sufre el exilio.

Consciente de lo que significa vivir vigilado y con los derechos recortados, Hajj Saleh teme que el distanciamento social al que ha obligado la pandemia se consolide como el modelo de las relaciones futuras, pues mermaría la capacidad compensatoria de conceptos como ciudadanía y democracia y facilitaría el ejercicio del poder a quienes estén mejor posicionados cuando el miedo se expanda.

PREGUNTA: La crisis sanitaria ha detenido el mundo, incluso algunas protestas populares como en el Líbano, Chile o Argelia. ¿Por qué no ha logrado parar las guerras, como las de Yemen, Libia o Siria?

RESPUESTA: Porque las potencias y autoridades que gobiernan dichos países son más peligrosas para nosotros que el coronavirus. Bachar al Asad considera que él y su régimen son más importantes que Siria, su población, sus ciudades, su historia, su cultura, sus creencias... Y asesinar a medio o un millón de sirios y expulsar a más de seis millones fuera del país no tiene la misma importancia que la potencial desaparición de su dinastía. Si pudiera, desarrollaría un arma coronavírica para utilizarla contra los sirios que se han rebelado contra él del mismo modo que hizo con las armas químicas, los barriles explosivos, la tortura y la hambruna. Su protector, (Vladímir) Putin ha llegado, en un alarde de falta de sensibilidad, a jactarse hace unos días de que las armas rusas han demostrado su eficacia en Siria y de que Rusia tiene varios pactos para vender armas por valor de 15.000 millones de dólares (...). El papel de Emiratos Árabes Unidos en Yemen es equivalente al que desempeña Rusia en Siria y ni la salud de los yemeníes ni alcanzar soluciones lo más justas posibles en su país se encuentran entre las prioridades del gobierno más retrógrado en Oriente Medio. Esto se aplica también al apoyo que prestan al general Haftar en Libia.

En lo que respecta al dramático conflicto entre el derecho de las personas a protestar en Líbano, Argelia y Chile y su derecho a la salud, los manifestantes pusieron por delante su derecho a la salud, la de ellos y la de otros. Esa no es la lógica que siguen Putin, su subordinado Al Asad, ni tampoco Mohamed bin Zayed.

P: ¿Cuáles serán los efectos sociales y económicos más importantes de la crisis del coronavirus?

R: Depende de los países. No parece que los sirios que han emigrado al noroeste del país vean que su situación haya mejorado o empeorado. Tampoco parece que sea diferente en lo que respecta al conjunto de los refugiados en Europa, aunque sí parece que la violencia intrafamiliar va en aumento en los contextos de refugio en Alemania, según los datos de los que disponemos. En Líbano, la crisis del coronavirus ha reducido la presión sobre un gobierno oligárquico y corrupto que se ha mantenido en pie en detrimento de los ahorros de los libaneses. En Egipto, los dueños de proyectos industriales están inquietos ante la paralización de sus fábricas y sus beneficios y quieren que se levante la cuarentena. La salud de los trabajadores no constituye para ellos una prioridad. A grandes rasgos, los sectores más débiles –los pobres, las mujeres y los migrantes– pagan el precio más alto cuando la situación es mala (...).

Sin embargo, en esta crisis llama la atención que el sufrimiento de los países ricos y fuertes es mayor que el de los países más débiles y pobres, como también llama la atención la facilidad con que la gente ha sucumbido al pánico en Europa en comparación con otros lugares (...).

La Covid 19 no es la causa de la crisis, sino el elemento que la ha puesto de manifiesto. El mundo se ha mostrado, especialmente en los países ricos y poderosos, incapaz de lidiar con una crisis sanitaria que no es lo más peligroso a lo que se enfrenta el mundo. Los problemas relacionados con el clima y el racismo son mucho más peligrosos y ambos nacen de la estructura económico-política mundial de los países más ricos y fuertes, que se revelan hoy como los más conservadores y reacios al cambio, aunque ello conlleve más riesgos para la Humanidad y la vida.

P: ¿Cree que supone el final del sistema neoliberal como lo conocemos? ¿el capitalismo se reformará para sobrevivir?

R: No puedo predecir lo que sucederá, y no logro ver elementos que inviten al optimismo. Mi confianza va dirigida, y ello me da cierta esperanza, no a cómo los Estados están abordado la crisis, sino a que los cambios se darán en las ideas, la organización, la acción y la imaginación, derivados de la interacción de miles de millones de personas con esta crisis. El mundo se encuentra en una crisis de pérdida de rumbo y ausencia de alternativas, como una cárcel en un presente perpetuo que en Siria hemos conocido bien durante medio siglo de gobierno Al Asad. La cárcel genera carceleros del estilo de Trump, Putin, Johnson, Xi Jinping, Al Sisi, Mohamed bin Salmán y Mohamad Bin Zayed… En un mundo sano, el lugar en que deberían estar esos señores sería siendo juzgados en una jaula de hierro y no liderando países en los que viven miles de millones de personas. La aparición de movimientos e ideas nuevos provocará un punto de inflexión político y ético que necesitamos para salvarnos. Junto con muchos observadores y población local, creo que, si más de la mitad del mundo ha podido obligarse a tomarse unas vacaciones durante dos o tres meses, nada debe impedir el cambio en los sistemas organizativos, laborales, económicos y epistemológicos. La crisis ha demostrado que la condición de falta de alternativas no es inevitable, sino que se trata de una preferencia de los siervos de los dogmas de crecimiento económico, ya sea en el modelo chino o el capitalista occidental.

P: Ni la ONU, la OMS y la Unión Europea han sido capaces de dar una respuesta conjunta. ¿Comparte la opinión de que estamos ante el declive del sistema multilateral?

R: Más bien temo que nos encaminamos hacia un mundo que es menos mundo… o hacia el aislacionismo y una mayor fragmentación. Lo que hoy estamos presenciando es la aparición de las entidades políticas cerradas, unidades políticas con muros de protección que se abren y cierran, o lo que Wendy Brown denominó “estados amurallados”. El muro de Trump con México, y previa y simultáneamente el muro del apartheid israelí, constituirían los símbolos más destacados de un mundo con múltiples muros.

Ese es un ejemplo de pluralidad sin mundo y de soberanía basada en la excepción, y que quizá crea las excepciones que lo revisten de legitimidad, algo que en Siria conocemos bien. Esta trayectoria no es inevitable, pero la forma en que se está lidiando con el coronavirus sigue dicho modelo nacionalista soberano que no veo capaz de perpetuarse. Temo que se prolongue el plazo de vacilación entre ese modelo y el retorno al curso natural de las cosas o la lógica del “aquí no pasa nada” debido a la carencia de visiones más claras de alternativas viables.

La potencial parálisis que se derivaría de eso es más peligrosa que la situación en que nos encontramos actualmente. Dicho peligro será más visible según nos vayamos acercando al final de la crisis del coronavirus y nos encontremos frente al vacío. La hora de la verdad está cerca y puede que no haya nada después de ella salvo el vacío, que es bueno solo para los señores que gobiernan sociedades sin rumbo.

P: En crisis precedentes, han sido Estados Unidos y los países europeos los que han liderado la respuesta. Ahora los árabes, pero también los europeos han pedido ayuda a China ¿estamos ante el inicio de un nuevo orden geoestratégico?

R: Más bien pienso que muchos, en el entorno árabe y en Occidente, pero también en la propia China, tienden hacia un modelo chino de soberanía sin política y de desarrollo económico sin derechos sociales, porque no tienen otro. Pero eso es peligroso. (...) Se parece al capitalismo del siglo XIX en Gran Bretaña tal como lo definió Marx en El Capital. Comparto con muchos la visión de un mundo sin privilegios para Occidente, pero no de un mundo que aumente el desarrollo capitalista de manos de un único patrón que sea el Estado.

P: La necesidad de controlar la pandemia ha facilitado la aplicación de nuevas tecnologías que permiten un mayor control social de los ciudadanos. ¿están en peligro la democracia y los derechos individuales?

R: Claro. Si tenemos en cuenta que los sistemas de control y vigilancia en los aeropuertos impuestos tras el 11 de septiembre de 2001 siguen vigentes, aunque parecían excepcionales en su momento, los efectos que puedan tener las tecnologías del control sobre la pandemia del coronavirus podrán prolongarse. La gente tiende a obedecer a los gobiernos en situaciones de peligro y las sociedades temerosas y cerradas en sí mismas son más fáciles de gobernar. ¿Por qué no iban a inventar los gobiernos peligros cuando ellos mismos han sido a lo largo de la historia el mayor peligro para la libertad humana, cuando no se les resiste de forma consciente?

(...) Tal vez, el actual distanciamiento social se convierta en el modelo a seguir en las relaciones en las sociedades. (...) (y su) consolidación (...) será dañina para el concepto de ciudadanía y el de democracia, pero facilitará el gobierno a quienes estén mejor posicionados cuando el miedo se expanda.

P: La lucha contra el coronavirus ha supuesto una reducción importante de los recursos económicos y humanos destinados a la ayuda internacional ¿cómo afecta esto a la crisis de los refugiados?

R: Ya desde antes los recursos destinados a los refugiados no eran algo relevante y cualquier aumento de los fondos asignados para ello se canalizaba a través del régimen, sin que nada llegara a los verdaderos damnificados. La idea de las ayudas, en su origen, tiene por objeto tratar los efectos de las guerras de las oligarquías y evitar que se derrumbe el sistema internacional, pero en ningún caso son para que los damnificados (...) puedan mantenerse en pie y luchar por sus derechos. En los contextos de refugio en Turquía y Europa los sentimientos de xenofobia aumentan y se vierten especialmente sobre los refugiados.

A día de hoy, que yo sepa, no ha habido hechos que lamentar, pero los espacios compartidos entre los que llegan y la población autóctona se hacen cada vez más estrechos, de una forma que excede a la media general de los espacios compartidos en mi opinión.

(...) Los refugiados en su mayoría se encuentran en el límite de la vulnerabilidad y la falta de derechos, y también del olvido, debido a que todo el mundo está hoy preocupado por su propia situación. El problema es que esta posición extrema puede acabar abarcando a los parados, los empobrecidos, los enfermos y los ancianos. Además, está el denominado refugio climático, de ritmo más lento, pero que no deja de enfrentarse radicalmente a los modelos de desarrollo y “el control de la naturaleza” actuales. Nada de esto es nuevo: todo precede a la crisis del coronavirus. De hecho, la crisis sanitaria mundial parece enmascarar con su fealdad un panorama ya de por sí muy desagradable.

P: ¿Qué elementos positivos se pueden extraer de la situación actual?

R: Como he dicho anteriormente, el momento más peligroso no es cuando la epidemia está en su punto álgido, sino cuando retroceda y llegue el momento de la relajación, que será cuando veremos que no tenemos nada que hacer salvo volver a lo anterior o responder a la llamada china a la que se elogia en todas partes, o bien combinar ambas. Lo que puede resultar positivo es el vínculo que establecen muchos entre el problema sanitario y el problema climático, y creo que existe un tercer problema que ha de relacionarse con los otros dos, que es el compuesto racismo-guerra contra el terrorismo, que ha llevado a la securización de la política y el despojo de la economía de su carácter político: ambos se complementan, en mi opinión, en el sentido de que lo que debe depender de la política – la seguridad – pasa a dominarla, y lo que debe ser político – la economía – deja de serlo. Después de trabajar por la inclusión de las clases más bajas en un momento en que la economía era política, se ha pasado a excluir a los migrantes y refugiados y a vigilarlos en un tiempo en el que la política se ha vuelto securitaria. Esto se acompaña de la expansión del racismo y el retorno de la tortura y la debilitación de la democracia en todas partes, ya sea mediante la expansión de las prácticas de censura, control y detención arbitraria, o mediante la degradación de la dimensión social de la democracia.

La vinculación de estos tres grandes problemas será la base para una imaginación política distinta y nuevos movimientos sociales y políticos que espero que empiecen a surgir desde ya. Cuando el coronavirus comience su retirada será el momento de un comienzo distinto. EFE

artículo completo en La Vanguardia

Yassin El Hajj Saleh ha publicado dos libros en nuestra editorial: su reflexión sobre la guerra en Siria, Siria, La revolución imposible y la recopilación de escritos de su mujer, desaparecida en dicha guerra a manos de un grupo yihadista, Diario del asedio a Duma, 2013 , ambos traducidos del árabe por Naomí Ramírez Díaz.