El poeta troyano, de Mahmud Darwish, en edición de Luz Gómez, por Mohamed El Morabet

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El poeta troyano. Conversaciones sobre la poesía. la sugestiva antología de conversaciones del gran poeta palestino editada por Luz Gómez.

Leemos a Mahmud Darwish por su poesía y su prosa, por los numerosos artículos, por sus cartas, incluso por el eco de su voz en algunos discursos de Yaser Arafat o por sus letras acompasando el laúd del músico Marcel Jalifa.

Aunque también parece haber una razón esencial que nos empuja a releerlo: su vida condensa los fundamentos del artista que sublima su existencia al arte y a la búsqueda de la belleza en la inmensidad de lo pequeño.

El poeta troyano. Conversaciones sobre la poesía cuidadosamente editado y traducido por Luz Gómez transita por la geografía simbólica y conceptual del imaginario del poeta en su madurez. El libro agrupa cinco entrevistas concedidas entre abril de 1999 y diciembre de 2007, esta última apenas un año antes de su fallecimiento, a los 67 años en un hopsital de Houston.

¿Qué es la poesía? Cuestión a la que se enfrenta Darwish en varias ocasiones a lo largo del libro. Su respuesta no es nítida; oscila entre la tenacidad de quien se afana por conseguir un lugar desde donde insuflar intimidad a su quehacer poético y la perplejidad de quien se sabe incapaz de disociar sus poemas de su biografía y de las circunstancias que la enmarcan. “La poesía no expresa la realidad, ni se dedica a describirla. La poesía no es una cámara”, sentencia y arroja así un poco de luz, no para enfocar el cuerpo de la poesía, sino para iluminar la silueta del poeta que es, uno que se toma a pecho su oficio. “Escribir hoy es escribir sobre lo ya escrito”, dice Mahmud Darwish. Y el hoy de la frase es elástico, abarca siglos y generaciones.

Consciente de que publicó tempranamente: Pájaros sin alas apareció en 1960, recién cumplidos los 19 años. Y a partir de 1966, con Enamorado de Palestina, comienza una andadura que remolcará para siempre ciertos apelativos. «Poeta de la resistencia», «Poeta de Palestina» son los más repetidos de muchos que fue adquiriendo.

En medio de esta coyuntura, Darwish vuelve la mirada al pasado para observar con sosiego sus propios pasos y las huellas que dejaron. “El cambio es muy lento, a veces imperceptible, y en muchas ocasiones exige valentía por parte del escritor, que debe rebelarse contra la imagen preestablecida que de él se tiene y provocar un choque”.

Este choque hoy tiene forma de libro y, gracias a la audacia editora de Luz Gómez, se titula El poeta troyano. Tres elementos configuran las reflexiones de Darwish acerca de la rebelión que emprendió en su madurez: estructura, prosodia y sentido. Hoy más que nunca, por favor, recurramos a su voz. Estructura: “La poesía es básicamente una estructura: la articulación de las relaciones entre los elementos del poema; no hay nada gratuito, ni en las imágenes, ni en las metáforas, ni siquiera en el ritmo. (…) lo más difícil es la estructura dramática, especialmente por su carácter narrativo de naturaleza prosística, porque la necesaria relación o diálogo textual entre prosa y poesía no puede darse con un ritmo poético fuerte y ascendente, y se imponen ciertos descansos o silencios en el poema. Hay en ello un trabajo estructural más consciente, más visible. Pero retomando tu pregunta sobre mi aprendizaje, cuantos más conocimientos poéticos tengo, mayor es mi obsesión por la arquitectura del poema”.

Prosodia: “Amo la musicalidad del poema. Me apasiona la belleza de los ritmos de la prosodia árabe clásica. No puedo expresarme poéticamente si no es a través de la poesía con métrica, si bien no con la métrica tradicional. No. Del interior de los metros clásicos podemos extraer ritmos nuevos, una nueva respiración poética que saque a la poesía tanto del automatismo como de una impostación que chirría.» Sentido: “Lo que me gusta de las nuevas voces es que sienten que tienen que escribir sobre su yo más frágil, sobre sus turbaciones, sobre su marginalidad… El sentido que buscan difiere de lo que antes se entendía por sentido.

Antes el sentido precedía al texto, ahora se revela a través de su búsqueda en el propio texto. La auténtica diferencia formal entre la poesía clásica y la moderna está en el lugar que ocupa el sentido. Pero tampoco debemos abalanzarnos y matar el sentido, como si la poesía moderna no pudiera tener más sentido que el de no tenerlo. Rebelarse contra el sentido hasta ese punto es lo mismo que rebelarse contra lo que significa la libertad del hombre, su humanidad y hasta su existencia”. Añade: “Me refiero a que soplan vientos, venidos de fuera, que pretenden forzarnos a aceptar que la poesía moderna es solo la que anuncia la muerte del sentido, y que la muerte del sentido es nada menos que el verdadero significado de la existencia”. Comunión entre vida y lengua, entre escritor político y lector solitario, entre Palestina y exilio, entre derrota y resistencia, entre misiles y lágrimas, entre poesía y muerte.

Darwish flota en estos binomios como si fueran el líquido amniótico de su eterna casa. “Es así como la casa se transforma en verso, y el verso en morada, o en refugio. Por eso celebro el genio de la lengua árabe, que hace que coincidan esos dos significados, ‘casa’ y ‘verso’, en una misma palabra, bait. Es una coincidencia maravillosa”. Entre la herida de Palestina y el latido de Darwish habita un verso indestructible. Mohamed El Morabet, escritor y periodista

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 Mahmud Darwish, la estética de la resistencia

Kepa Arbizu - naiz - 14 de mayo de 2023

 

 

Ediciones del Oriente y del Mediterráneo recoge en ‘El poeta troyano’ una selección de profusas y profundas conversaciones que el escritor palestino mantuvo con diferentes agentes culturales en las que desgrana su evolución personal, militante y artística.

 

No es el ámbito político un contexto especialmente propicio para encontrar manifestaciones de calado literario. Las soflamas y parlamentos vertidos en ese entorno suelen adolecer de dicho carácter artístico, por eso tan llamativo resulta, más allá por supuesto de su imponente contenido simbólico, aquel discurso ofrecido por Yasser Arafat en 1974 en la Asamblea General de las Naciones Unidas y que terminaba con la ya histórica frase en la que se presentaba con un fusil en una mano y la rama de olivo en la otra, instando a no dejar caer esta segunda.

 

Un alegato tras el que se encontraba la pluma de, entre otros, el poeta Mahmud Darwish (Al-Birwa, 1941 – Houston, 2008), responsable también de unos cuantos textos más expresados por el aquel entonces líder de la OLP, organización para la que el poeta no solo hizo de escribano sino que participó activamente en ella durante un tiempo, siendo incluso integrante de su Comité Ejecutivo. Demostración palpable de que su inspiración creativa no solo funcionaba como una pulsión intimista sino que estaba alimentada de un compromiso social evidente por su tierra.

 

Rasgos que han elevado su figura desde un doble plano: por un lado alzándole como uno de los más notables representantes de las letras árabes contemporáneos y por otro señalándole bajo la inscripción del poeta nacional palestino, con toda la carga de representatividad insurgente que eso conlleva. Un perfil lo suficientemente reseñable que le hace seguir siendo, primero por su indudable talento pero también por la todavía trágica realidad que soporta su país, protagonista de publicaciones actuales, como certifica el nuevo libro de Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, ‘El poeta troyano’, que se centrará en la segunda época de su trayectoria, aquella que le desliga de su cariz explícitamente militante para emprender la búsqueda de una lírica más metafísica.

Una evolución que se convierte en el auténtico nudo gordiano de un texto que recaba entrevistas y charlas con colegas y periodistas en el que desentraña con un verbo tan locuaz como refinado el siempre tempestuoso camino al que está supeditado aquel creador determinado a buscar su propio desarrollo, en este caso manifestado en un intento por zafarse de ese cargo histórico que se le adjudicó como vanguardia lírica contra la opresión y la ocupación.

 

Exilio personal, desarrollo artístico

Por desgracia, el ejemplo biográfico de Darwish, repleto de exilios –obligados o inducidos– y detenciones no es una excepción para los habitantes de esa parte del planeta. Pero sí que existe en él una particularidad que resulta definitiva en la construcción de su leyenda, cuando con tan solo 12 años, tras escribir en la escuela un texto para celebrar el día de la independencia de Israel donde recreaba las vicisitudes cotidianas de los árabes, es llamado al despacho del gobernador militar para sufrir una fuerte reprimenda. El joven acababa de descubrir, sin pretenderlo, que la letra también podía ser un arma peligrosa para los invasores, por lo que no es de extrañar que con escasos 20 años ya publicara su primer libro, ‘Pájaros sin alas’, que junto a otros de esa época iniciática, como ‘Hojas de olivo’, le situaban a la cabeza de una ‘poética de la resistencia’ donde la tradición propia se fundía con las enseñanzas de airados contemporáneos como Mayakovski o Hikmet.

 

Un aposento, que dado el constante ánimo por transformar su voz, pronto iría abandonando, haciendo que sus siguientes publicaciones, como ‘Los pájaros mueren en Galilea’ o ‘En mi amada se despierta», más allá de abrir la puerta a las inspiraciones más preciosistas de Lorca, Neruda o T.S. Eliot, dibujaran un paisaje donde la mitología, los símbolos o los pasajes históricos tomaban relevancia frente al tronar de los versos.

 

Si cualquier persona dotada del instinto creativo está sujeta, en mayor o menor medida, al contexto social en el que se desarrolla, para un palestino esa percepción resulta totalmente determinante, encontrándose, por desgracia, su naturaleza vital condenada a un constante estado de excepción.

 

De ahí que las diferentes paradas de Darwish a lo largo del planeta, de Moscú a Egipto, pasando por Líbano o París, significaron a su vez una alteración a la hora de enfrentarse a la realidad, y por extensión a su escritura. Es precisamente en la capital francesa, y bajo la lejanía geográfica que le proporciona dicha estancia, donde reformula, en paralelo a la manera de observar, entender y sufrir Palestina, unas aptitudes poéticas que, sin olvidar nunca el latido autobiográfico, eligen una confrontación menos militante -en el sentido más encorsetado de la palabra- para ir en busca de la universalidad, desprendiéndose así de su realidad nacional para apuntar hacia una expresividad sin limitaciones temporales o situacionales.

 

Perdurar en la historia

 

Es precisamente esta época, en la que se enmarcan algunas de sus obras de mayor magnitud artística, como ‘Menos rosas’, ‘¿Por qué has dejado el caballo solo?’ u ‘Once astros’, en la que se centran las conversaciones recogidas en el ‘El poeta troyano’, un título que hace mención al propio apelativo que usó el autor en busca de su más óptima definición, un concepto de fuerte impronta simbólica respecto a ese enfrentamiento declarado contra la historia objetiva de quien no tiene patria definida legalmente pero que su canto está llamado a balancearse en la eternidad.

 

Diversas consideraciones que a través de las charlas con sus interlocutores irá desgranado a fin de intentar desvelar todo ese proceso de evolución, o mejor sería decir aprendizaje, donde los elementos técnicos, en lo que él llama la arquitectura del poema, recuperan preponderancia. Su acercamiento al modernismo, sin repudiar en absoluto el clasicismo, el uso del verso libre o la indagación en un esqueleto más narrativo no son sino la lógica modificación en busca de un lenguaje más exacto que no aspira a retratar el momento concreto sino a destapar su esencia, aquella quizás invisible a los ojos pero que respira bajo la hondura de la perdurabilidad.

 

Darwish, a través de su trayectoria, y eso es algo que describe a la perfección este excelente libro, siempre renunció a establecerse inmutable en ese espacio que conquistó tras sus primeras aproximaciones a la escritura y al que constantemente parecía estar requerido a volver. Un altar que siempre rehusó a ocupar dado que eso supondría una cárcel artística y un descrédito tanto para sus propias aspiraciones como para todo aquello que quería ensalzar.

 

Un proceso acompañado de la sublimación del poder de la poesía, al que le acabaría otorgando no tanto el papel simbólico de enfrentarse a las balas bajo su mismo idioma sino la de comprender que la guerra se perdería de verdad cuando Palestina fuera visto como solo un pueblo en lucha y no repleto de un crisol de sentimientos. No concebía el futuro de su patria condicionado únicamente a sobrevivir logrando los mínimos derechos básicos, sino llamado a visibilizar que se trata de una comunidad de seres humanos que también necesita cantarle al amor, acercarse a contemplar una flor o por qué no, temblar como consecuencia de la fragilidad existencial, sentimientos que ni el ejército más sanguinario está capacitado para arrebatar.

 

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¿Sabe cuál es la diferencia entre un general y un poeta?

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Éxodo palestino 1948

¿Sabe cuál es la diferencia entre un general y un poeta? El general cuenta el número de muertos entre el enemigo en el campo de batalla, mientras que el poeta cuenta cuántas personas han muerto en la batalla. No hay enemistad entre los muertos. El enemigo es el mismo: la muerte. La metáfora es clara. Los muertos de ambos lados ya no son enemigos. [página 198]

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Éxodo palestino 1948 hilera mujeres huyendo

Yo soy un hacedor de metáforas, no de símbolos. Creo en el poder de la poesía, que me da razones para mirar hacia adelante y descubrir un destello de luz. La poesía puede ser una auténtica desalmada. Deforma. Tiene el poder de transformar lo irreal en real y lo real en imaginario. Tiene el poder de construir un mundo que está reñido con el mundo en el que vivimos. Para mí la poesía es la medicina del espíritu. Puedo crear con palabras lo que no encuentro en la realidad. Es una fantasmagoría, pero positiva: no tengo otra herramienta con la que buscarle un sentido a mi vida o a la vida de mi nación. Tengo el poder de regalarles belleza a una y a otra por medio de las palabras, de plasmar la belleza del mundo, pero también de expresar la situación de ambas. Una vez dije que yo construyo con palabras una patria para mi nación y para mí. [193]

La situación actual es la peor que quepa imaginar. Los palestinos son la única nación en el mundo que sienten con certeza que el día de hoy es mejor que los días venideros. Mañana siempre trae una situación peor. No es una cuestión existencial. Yo no puedo hablar del lado israelí, no soy experto en eso. Solo puedo hablar del lado palestino. En 1993, durante los Acuerdos de Oslo, yo sabía que el acuerdo no garantizaba que fuéramos a lograr la verdadera paz basada en la independencia y el fin de la Ocupación israelí. A pesar de todo, sentía que la gente albergaba esperanzas. Pensaban que quizá una mala paz era mejor que una guerra victoriosa. Aquellos sueños se esfumaron. La situación ahora es peor. Antes de Oslo no había checkpoints, las colonias no se habían expandido como ahora y los palestinos tenían trabajo en Israel.

Los israelíes se quejan de que los palestinos no los quieren. Tiene gracia. La paz se acuerda entre Estados y no se basa en el amor. Un acuerdo de paz no es un convite de boda. Yo entiendo el odio hacia los israelíes, cualquier persona normal odia vivir bajo la Ocupación. Primero que se firme la paz y luego que se contemplen los sentimientos como amor o no amor. A veces, después de firmarse la paz, no hay amor. El amor es un asunto privado, no se puede forzar. [193-194]

Israel proclama continuamente que no tiene interlocutores, incluso cuando hay alguien dispuesto al diálogo. Ahora dicen que es posible hablar con Mahmud Abbas, pero Abbas estaba ahí antes de que Hamás ganara las elecciones. ¿Qué puede hacer Abbas si no han quitado ni un checkpoint? Es la política israelí lo que impulsa a los palestinos al extremismo y a la violencia. Los israelíes no quieren dar nada a cambio de la paz. No quieren retirarse a las fronteras de 1967, no quieren hablar del derecho al retorno o de la evacuación de las colonias, y, por supuesto, no quieren hablar de Jerusalén. Entonces, ¿hay algo de qué hablar? Estamos en un callejón sin salida. Yo no veo el final de este oscuro túnel mientras Israel sea incapaz de diferenciar la historia de la leyenda.

Los Estados árabes están dispuestos a reconocer a Israel y están pidiendo a Israel que acepte la iniciativa árabe de paz que consiste en la retirada a las fronteras de 1967 y el establecimiento de un Estado palestino a cambio no solo de reconocer plenamente a Israel, sino también de la normalización de las relaciones. Dígame quién está perdiendo la oportunidad. Se suele decir que los palestinos nunca pierden la oportunidad de perder una oportunidad. Pero Israel, ¿por qué está emulando el no a todo que achacan a los árabes? [196-197]

Extractos de El poeta troyano. Conversaciones sobre la poesía, del poeta palestino Mahmud Darwish. Edición y traducción de Luz Gómez. Madrid: ediciones del oriente y del mediterráneo, 2023.

Luz Gómez en el programa Mediterráneo habla de Mahmud Darwish


"El poeta troyano. Conversaciones sobre la poesía"

Marina Landa - Espacio Público

El poeta troyano. Conversaciones sobre la poesía reúne cinco entrevistas que Mahmud Darwish, en su madurez, concedió a diferentes medios. En su prólogo, Luz Gómez, editora y traductora del libro, nos advierte de que existen numerosas entrevistas de Darwish en sus inicios y en la etapa de madurez, pero guardó “un premeditado silencio, casi total en su periodo medio que coincide con los años de su exilio en Beirut, Túnez y finalmente en París”. El regreso a Palestina, tras los Acuerdos de Oslo, dio inicio a una nueva etapa de su vida y de su poesía, a la que corresponden las entrevistas aquí seleccionadas. “La entrevista —continua la prologuista— es un género temerario. La frescura y la sinceridad casan mal con la cautela y la prudencia necesarias. Darwish supo llevar a su terreno el género y desgranar sus intereses mayores: lo poético y lo político, lo personal y lo colectivo”.

A través de estas conversaciones, Darwish va desgranando su poética, que ha ido evolucionando a lo largo de su dilatada obra, desde una poesía de resistencia a una poesía que reclama su lugar en la universalidad poética, que, a su parecer, le permite expresar mejor la tragedia palestina. Deslindar lo político de lo poético, lo personal de lo colectivo sin renegar de nada.

A la pregunta de Abdo Wazen en “Nacimiento a plazos” —la más larga de las entrevistas que recoge el presente volumen— de si París, ciudad en la que el poeta vivió exiliado durante diez años, fue decisiva para darlo a conocer, Darwish responde: “No sé. Lo que sí sé es que en París tuvo lugar mi verdadero nacimiento poético. Si tuviera que destacar algo de mi poesía, casi todo con lo que me quedaría lo escribí en París, durante los años ochenta y primeros noventa. Allí tuve la oportunidad de pararme a pensar y reflexionar sobre la patria, el mundo, las cosas, poniendo cierta distancia, una distancia iluminadora”.

Más adelante, refiriéndose a su retorno a los Territorios Ocupados de Palestina, dice: “Así que tomé la segunda decisión más arriesgada de mi vida: tras la salida, el retorno. Salir y retornar son los dos pasos más difíciles que he tenido que dar. Elegí Ammán porque está cerca de Palestina y porque es una ciudad tranquila de buena gente. Allí puedo hacer mi vida. Cuando quiero escribir, me marcho de Ramala y aprovecho para estar solo en Ammán”.

En Ramala, Mahmud Darwish siguió dirigiendo la revista Al-Karmel, cuyos archivos fueron destruidos por el ejército israelí durante el asedio de la ciudad en el año 2002.

Wazen alude a La cama de la extranjera, “un libro de amor muy hermoso”, cito literalmente, uno de los poemarios de su etapa final, en el que parece que Darwish consigue acabar con la idea de que en su poesía la mujer es la tierra, o la amada, la patria. “Es peligroso andar siempre aferrándose a los símbolos. La mujer es un ser humano y no un medio para expresar otras cosas. La rosa es un ser vivo sublime y no tiene por qué simbolizar la herida o la sangre”, contesta Darwish, y prosigue:

La identidad de ser humano del palestino precede a su identidad nacional … El palestino es un ser que ama, odia, disfruta de la primavera, se casa… Igual pasa con la mujer, que significa otras cosas que no son la tierra. Por más bonito que sea que la mujer encarne la existencia entera, lo primero es que tiene su personalidad como mujer.

Cuando a raíz de la publicación de La cama de la extranjera se me echó encima la crítica, que me acusó de haberme desentendido de la causa palestina, les respondí que al contrario, que este libro profundizaba en esa dirección. Que escribir sobre el amor representa una dimensión esencial de la resistencia cultural, y que si somos capaces de escribir sobre el amor o la existencia, la muerte o el más allá, nuestros valores nacionales y nuestra identidad salen reforzados. No somos una arenga política, no somos un panfleto. Como he dicho y repetido en más de una ocasión, ser palestino no es una profesión: por más que el palestino luche y defienda su tierra y sus derechos, ante todo es un ser humano.

En la entrevista que cierra el libro, “La estética de la desesperación”, Darwish confiesa a Dalia Karpel, del diario israelí Haaretz: “La situación actual es la peor que quepa imaginar. Los palestinos son la única nación en el mundo que sienten con certeza que el día de hoy es mejor que los días venideros. Mañana siempre trae una situación peor”.  Estas palabras fueron pronunciadas en julio de 2007, pocos días antes de un recital histórico en el Auditorio Monte Carmelo de Haifa (Israel en la actualidad), y parecen proféticas: en marzo de 2023 la situación de Palestina empeora irremisiblemente, el día de hoy es, lamentablemente, mejor que los días venideros.

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El poeta troyano estará presente en el Día de la Poesía de Casa Árabe

Con motivo de esta efeméride, el martes 21 de marzo Federico Arbós y Luz Gómez participan en una velada en la sede de Casa Árabe en Madrid en la que varios lectores recitarán en español y árabe poemas de Al-Bayati, Adonis y Mahmud Darwish.

Federico Arbós y Luz Gómez participan con motivo de la publicación de sus libros:
 
El talismán de la palabra, de Federico Arbós (ed. Marcial Pons).
Tras un extenso ensayo en el que nos ofrece un panorama de la poesía árabe contemporánea, su compleja relación con la tradición, su modernidad, su diálogo con la poesía europea -en la que destacan dos autores, Eliot y Lorca-, Arbós lleva a cabo un minucioso y riguroso análisis de tres poetas fundamentales, Al-Bayati, Adonis y Mahmud Darwish, de los que ofrece un estudio completo con numerosos ejemplos.
El poeta troyano, editado y traducido por Luz Gómez (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo).
Darwish ejerció su magisterio de la mejor manera que puede hacerlo un poeta, en sus poemas, pero dejó también constancia de él en las entrevistas que concedió a lo largo de su vida. Como si de lúcidos ensayos se tratara, en ellas reflexiona sobre lo personal y lo común, sobre la poesía en general y la suya en particular, y sobre los asuntos y designios de Palestina y el mundo árabe. Incisivo, ponderado, sardónico en ocasiones, en estas conversaciones de madurez se escucha al Darwish que se sabía un poeta troyano.
¿Por qué has dejado solo al caballo? y Estado de sitio, edición bilingüe de Luz Gómez (Editorial Cátedra).
Entre lo antiguo y lo moderno, lo local y lo universal, el canto y la lucha, la épica y la lírica, ¿Por qué has dejado solo al caballo? supone, según su mismo autor, una autobiografía personal y poética, pues contiene rasgos biográficos y estilísticos de toda su trayectoria, mientras que Estado de sitio representa el esfuerzo por atrapar un presente demolido por bulldozers.

La lectura de poemas ofrecerá una panorámica de temas: desde el amor hasta la tragedia de la tierra perdida, desde el gozo de la naturaleza hasta la dureza del exilio y la persistencia de una identidad que siempre se ha puesto en cuestión.