Acto de presentación en Madrid: "La cruzada de los niños"


En su intervención en la presentación de La Cruzada de los niños en la Residencia de Estudiantes de Madrid, Florina Ilis, nos desveló la génesis de su novela:

"Me hallaba en la estación de Cluj-Napoca a punto de subir al tren de Bucarest. Al lado, estaba preparado para salir otro tren especial para Novadari, un lugar de vacaciones a orillas del Mar Negro donde los escolares suelen ir de campamento. El bullicio del andén está descrito en las primeras páginas del libro. Al mirar entonces a los niños y los padres que los acompañaban, me pregunté qué pasaría si... Es así como comienzan los cuentos, ¿verdad? ¿que pasarÆa si estos niños provocaran jugando una pequeña guerra que, poco a poco, se convirtiera en una guerra de verdad de los niños del planeta contra los adultos? Durante el viaje a Bucarest –que dura una 7 horas–, empecé a imaginar escenas de ese juego de los niños, que, en primer lugar, se apoderan del tren, y, luego, las cosas se complican, porque el juego llega a convertirse en una verdadera Cruzada. Una vez finalizado el viaje, la idea de la novela se fue haciendo cada día más clara. Recordé después el controvertido evento histórico ocurrido en 1212 y conocido como la Cruzada de los niños y empecé a leer libros sobre ella. Hay en mi libro referencias inter-textuales a la simbología de esta historia  casi mitificada por la conciencia colectiva del tiempo. Por último, empecé a trabajar asiduamente en la novela, pero sin una continuidad rigurosa. Al tratarse de una imagen de la Rumanía contemporánea, tuve que observar todo lo que ocurría en el país, en el plano político y en el social. (...)
Construí una historia posible a la que presté la cara de la realidad, y así nació La Cruzada de los niños. En literatura, los mecanismos y los componentes de la realidad pueden desmontarse y reordenarse en variantes infinitas y totalmente funcionales. Lo único que se precisa es que funciones. Y La Cruzada de los niños ha funcionado.
Personalmente considero que un escritor auténtico tiene que tener la capacidad de conocer a sus personajes antes de describirlos, conocimiento que es posible si se conoce el mundo donde vive. Los personajes de La Cruzada de los niños vienen directamente de nuestro mundo, los encontramos diariamente en situaciones vitales, más o menos similares a las de la novela. No los inventé yo. Lo único que hice fue favorecerles su entrada en la escena de mi ficción. Una vez llegados ahí, empezaron a reaccionar según su manera de ser. No tuve ningún poder sobre ellos.
Por otra parte, creo que la realidad funciona como un plano fijo con coordenadas exactas, sobre cuya pantalla los escritores proyectan sus personajes y los acontecimientos descritos. La realidad del texto funciona al compás, casi imposible de describir, de unos procesos concomitantes e imprevisibles que ocurren y que determinan, a veces arbitraria y equívocamente, el hilo de la narración, tal como suele ocurrir en la vida. El deber del escritor es el de representar o sugerir, de la manera más natural, la evolución de ese complicado proceso."

En la mesa, Inmaculada Jiménez Morell (ediciones del oriente y del mediterráneo), Florina Ilis (la autora), Olivia Petrescu (Instituto Cultural Rumano de Madrid, ICR), Horia Barna (director del ICR) y Eugenia Popeanga (profesora de la Universidad Complutense de Madrid)

Por su parte, el traductor de la novela, Javier Marina –que no pudo estar presente- nos dejó por escrito qué lo movió a verterla al español. Recogemos aquí algunos fragmentos:

"(...) Tengo la impresión de que, como tantos otros traductores, lo que busco en un libro es, ora un sabor local imposible de encontrar en otras literaturas, ora una universalidad que lo torne relevante para lectores de cualquier parte del mundo. No abundan las obras que reúnen ambas condiciones, pero estamos, sin lugar a dudas, ante una de ellas.
El color local se lo debemos a la nómina de indelebles personajes que pueblan el libro y a situaciones que resultan de lo más familiares para cualquier conocedor de la realidad rumana. No en vano, el libro ha sido definido por algunos críticos como "un fresco de la Rumanía de nuestros días". Políticos corruptos, capos de las mafias bucarestinas, periodistas sensacionalistas sin escrúpulos, traficantes de menores, niños de la calle, gitanas hechiceras, funcionarios incompetentes, todos ellos conforman un paisanaje digno de cualquier telediario de la televisión rumana. No se trata, sin embargo, de un mero catálogo de arquetipos, la verosimilitud con que la autora delinea los personajes, sus comportamientos y las relaciones que los vinculan produce en ocasiones la sensación de hallarse en el tren, en la estación, en la ciudad, los escenarios principales de la narración. Es imposible obviar, así pues, la rumanidad del texto, un aliciente de peso para un público español que, desgraciadamente, es ajeno en gran parte a la realidad de un país históricamente tan cercano.
A esto hemos de unir que los temas fundamentales de la obra son atemporales y universales: el antagonismo inocencia/corrupción, la sustitución de la razón como método de conocimiento del mundo por lo sobrenatural o lo místico, el paso de la infancia a la edad adulta y el descubrimiento de la sexualidad, la violencia como recurso (in)justificado, la hipocresía predominante en las relaciones humanas, la omnipresencia de los medios de comunicación, la distorsión de la realidad a que nos someten y los motivos que los mueven a ello. He enumerado apenas un ramillete de los que considero sobresalientes, pero en las quinientas páginas de la obra caben muchos más, los invito a comprobarlo personalmente".