El periodista que desafía los tabúes de Marruecos

El escritor Hicham Houdaifa aborda temas tabú en su país como la prostitución, la pedofilia, el radicalismo religioso o las mafias de inmigración ilegal.

"Vivimos en un país con diferentes velocidades. Y las mujeres sufren más que los hombres esta situación", denuncia en el Día Mundial de la Libertad de Prensa.

Su afilada pluma ha llenado páginas de periódicos de temas sobre inmigración, prostitución y pedofilia. Su cuidada narrativa literaria ha puesto en el escaparate la vida de miles de mujeres invisibles. Y su temeridad con el disfraz de investigador ha sacado a la luz un radicalismo religioso que estaba escondido en las aulas. Hicham Houdaifa es de esos escritores con estrella a los que les excita abordar temas tabú en países donde sacarlos a la luz requiere un valor extra. 

A Marruecos nunca le ha gustado que ese lado oscuro se conozca fuera de sus fronteras. Empeña mucho esfuerzo en evitarlo. Por ello el trabajo de Houdaifa (Casablanca, 1969) tiene el doble de mérito. Este periodista y escritor se ha ganado el respeto de la profesión dentro y fuera del reino. Ahora acaban de traducir al castellano su último libro, "A la mujer y a la mula vara dura: las olvidadas del Marruecos profundo" (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo), donde cuenta en 120 páginas ocho historias de mujeres, ocho realidades vejatorias que padecen en algunos lugares de su país.

"Estuve cinco meses investigando con la ayuda de ONG independientes (como la Asociación Marroquí de los Derechos Humanos) y haciendo una docena en entrevistas para escribir este libro", cuenta Houdaifa. "Todas las historias fueron muy duras. Las mujeres de Ksar Sountate que fueron torturadas, violadas y olvidadas durante lo que aquí llamamos los años del plomo (reinado de Hassan II, 1960-1999) me conmovieron mucho. Al igual que las chicas de 16 o 17 años, madres solteras, sin esperanza de futuro y con el único deseo de no ver a sus hijos vivir la misma situación".

En sus relatos también habla de las niñas obligadas a casarse, de la trata de mujeres para turistas europeos o de las manos castigadas de aquellas que trabajan en las minas clandestinas. "Vivimos en un país con diferentes velocidades. Y las mujeres sufren más que los hombres de esta situación. Es cierto que en los últimos 20 años tuvimos algunos cambios positivos como el Código de Familia (Mudawana) en 2004. Pero esas reformas, resultado de la presión de las ONG marroquíes, no se promovieron a nivel nacional para convertirse en realidad", explica.

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