Gabriele del Grande: “La internacional yihadista ya ha iniciado el reclutamiento para la siguiente guerra”

“La internacional yihadista ya ha iniciado el reclutamiento para la siguiente guerra”

Gorka Larrabeiti / CTXT

Ahora que parece que, en ausencia de grandes atentados, el yihadismo ha dejado de ser foco informativo y que incluso el aniversario del 11S es menos evento que nunca, toparse con el Estado Islámico da pereza, remueve fantasmas y evoca pesadillas. Ahora que parece que nos ha entrado prisa por olvidar el yihadismo, es un buen momento para adentrarnos con calma en lo que fue la Historia y las historias del Estado Islámico.

Acaba de salir la traducción al español del libro Dawla, la historia del Estado Islámico contada por sus desertores (Ediciones del Oriente y el Mediterráneo). Gabriele del Grande (Lucca, 1982) la define como “una especie de novela sobre el yihadismo cuando en realidad es un trabajo puramente periodístico”.

¿Por qué un libro sobre el Estado Islámico? ¿Cómo juzgaría la información a la que tiene acceso la opinión pública?

Hasta hace unos años nos machacaron vivos con noticias sobre el Estado Islámico. Venga libros, y venga artículos, documentales… Sin embargo, poca gente habrá que pueda decir que ha entendido de veras algo al respecto. Se echaba de menos un relato que diera a entender la complejidad de un fenómeno, el yihadismo, que se suele liquidar a menudo con orientalismos facilones desligados de la dimensión social, histórica y política o, peor aún, a base de complotismos y tramas retorcidas según las cuales resulta que al final la culpa de todo la acaba teniendo algún servicio secreto.

¿Por qué centrarlo en los testimonios de desertores?

Periodísticamente porque son los únicos que pueden revelar los secretos de la organización, los únicos que pueden contarla desde dentro. Literariamente porque en nuestro imaginario representan el mal. Precisamente por eso contar la guerra desde su punto de vista descoloca y resulta extremadamente incómodo. No solo porque nos revela los horrores de la máquina de la guerra sino porque nos enseña que los peores criminales no son tan distintos de nosotros, lo cual sacude nuestras certezas sobre la humanidad en general y, de rebote, sobre nosotros mismos.

Ha pasado un año desde que le detuvieron en Turquía. ¿Esa detención tiene que ver con este libro?

Sí. Me detuvieron en abril de 2017 en Reyhanli, una ciudad turca que está en la frontera con Siria, mientras almorzaba con una fuente. Se trataba de un hacker jordano que había huido del Estado Islámico pocas semanas antes de nuestro encuentro. Nos arrestaron a los dos. Era un grupo de agentes de civil. Supongo que eran de los servicios secretos turcos. Las preguntas en el interrogatorio, que duró hasta bien entrada la noche en una comisaría de la ciudad, tenían que ver con el contenido de mi trabajo, mi relación con la fuente y el motivo de mi presencia en la ciudad. Reyhanli era entonces una zona de contrabando. Por allí pasaban armas y yihadistas que se dirigían al frente sirio. Pululaban también contactos de servicios secretos, espías, traficantes de armas y aspirantes a yihadistas, de ahí que las autoridades turcas prohibieran a la prensa entrar en la provincia. La excusa que pusieron para justificar mi expulsión, que tuvo lugar tras 14 días de detención, de los cuales 11 fueron en aislamiento total, fue exactamente esa: como periodista yo no tenía que estar allí. Traducido para la gente no especialista: no tenía derecho a meter las narices en el papel que jugaban en Siria los servicios secretos turcos. Pero ojo: volvería a hacerlo. Con los años he aprendido que los temas más urgentes por investigar son precisamente los que el poder pretende cubrir con el tupido velo de la censura. En cuanto a la experiencia de mi detención, he de decir que me ha dado más de lo que me quitó. Sobre todo, un renovado amor por la libertad y una reforzada crítica del poder. Eso aparte de los relatos de muchos compañeros de celda que conocí antes de que me metieran en aislamiento.

En distintas declaraciones habla de distintos niveles de lectura del libro. ¿Qué significa?

Pues que hay un primer nivel de lectura que se detiene en la superficie del texto narrativo, de las historias, las biografías, las reflexiones sobre el poder, la corrupción, la violencia, los totalitarismos, la guerra, la religión. El segundo nivel transcurre más hondo: revela información –muchas primicias– sobre la organización y la historia del Estado Islámico. Digamos que cuanto más ducho sea el lector en yihadismo y en el conflicto sirio, más fácil dará con el montón de noticias esparcidas a lo largo del texto.

Da la impresión leyendo el libro de que a la población civil en Siria la martirizan dos cosas. Por un lado, los atropellos del régimen de Al Asad o del Estado Islámico a los más elementales derechos humanos; por otro, las oscuras razones de la geoestrategia. ¿Qué pesa más a la hora de analizar la guerra en Siria?

Para un análisis de la guerra en Siria no se puede prescindir de las tramas de los servicios secretos que han intervenido en apoyo de las distintas corrientes de la oposición ni de los que se han prestado a apuntalar el régimen. La existencia de esos intereses geopolíticos, no obstante, no basta para reducir todo lo ocurrido a un gran complot urdido en las capitales extranjeras, tal y como quisiera la propaganda de Asad. Por lo mismo, sería ingenuo simplificar el escenario y pintarlo como una romántica lucha por la libertad entre un pueblo oprimido y un régimen sanguinario, tal y como hace la propaganda de la oposición. Y todo ello pese a que es cierto que hubo un levantamiento del pueblo que fracasó y a que sigue en pie un violento régimen autoritario. Al analizar una guerra, es preciso abandonar las conspiparanoias y quitarse ropajes de hincha de fútbol. Un buen periodista no se casa con nadie. En todo caso investiga las dinámicas sociales, económicas y políticas que, por encima de los intereses geopolíticos en juego, empujan a una parte de la población a alistarse voluntariamente para combatir en las filas de uno de los bandos enfrentados. Porque esa es la cosa: en la guerra no hay buenos y malos. El enfrentamiento último no es entre las fuerzas del bien y las del mal, sino más bien entre bloques de poder que se disputan la hegemonía de un país y que, con tal de ganar, están dispuestas a todo, aun a costa de manipular a la opinión pública, sacrificar la verdad en favor del engaño y la sospecha, colaborar con los enemigos de los propios enemigos, mandar al matadero a miles de soldados para distraer a las masas, usar a los civiles como escudos humanos un día y al siguiente como carne de cañón.

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Debate sobre exyihadistas en casa árabe 10/09 a las 19h

¡Muy interesante! Mesa debate en casa árabe sobre exyihadistas este martes 10 de septiembre. Participan Alexandra Gil y Gabriele del Grande que presentará su libro: DAWLA la historia del estado islámico contada por sus desertores


DAWLA, la historia del estado islámico contada por sus desertores

Gabriele del Grande se revela con este libro como un gran periodista. Su investigación se inicia en septiembre de 2005 en las prisiones de Siria y atraviesa la revuelta de 2011, la insurrección armada contra la dictadura de Al-Assad y la instauración del Estado Islámico.

Como afirma el autor en la Introducción a su libro,

"el único modo de que dispone un escritor para contar una historia, a menos que quiera inventársela, es escucharla de viva voz de sus protagonistas. No para justificar ni humanizar, sino solo para contar y, a través del relato, buscar una respuesta, en el caso de que la haya, a esa antigua pregunta sobre la banalidad del mal que desde siempre resuena en nuestras cabezas después de cada guerra".

¡Próximamente en nuestro catálogo!