LA GUERRA DE LA INFORMACIÓN: DESINFORMACIÓN Y FALSAS SIMETRÍAS EN EL CONFLICTO PALESTINO ISRAELÍ

JOSS DRAY-DENIS SIEFFERT-LA-GUERRA-ISRAELÍ-DE-LA-INFORMACIÓN
La guerra israelí de la información: desinformación y falsas simetrías en el conflicto palestino israelí

En 2002, tras el fracaso de las conversaciones de Camp David, que una hábil campaña orquestada por los servicios de propaganda israelí apoyados por buena parte de la prensa occidental atribuyó al empecinamiento de Yaser Arafat, la fotógrafa Joss Dray y el politólogo Denis Sieffert publicaron La guerra israelí de la información: desinformación y faltas simetrías en el conflicto palestino israelí. Ofrecemos a continuación algunos extractos de este interesante libro.

Propaganda e intimidación

En toda guerra hay estrategas y combatientes, soldados de infantería y carros de combate. La guerra israelí de la información no escapa a la regla. Tiene sus intelectuales y sus hombres de mano. Mientras unos reescriben la historia, difunden su “verdad”, los otros retuercen el brazo a los periodistas y los intelectuales que rechazan las ideas confeccionadas por los primeros.

Deslegitimar al adversario

En el caso que nos ocupa, puede llegar a suceder que haya intelectuales (empleamos aquí esta palabra sólo para simplificar) que hagan valer su influencia por todos los medios. Ciertos personajes dedican media jornada a afilar las armas de la retórica, y la otra media a desestabilizar, inhibir, intimidar o incluso calumniar a quienes se les resisten. Sus objetivos son periodistas o militantes.

El método consiste en eludir la respuesta sobre el fondo de la cuestión, en coherencia con la visión antihistórica del conflicto que tales personajes se esfuerzan por imponer a la opinión pública. De la misma manera que el árabe es terrorista por definición, el periodista o el intelectual comprometido  dice o hace esto por amor filial, o porque es homosexual, o porque fue militante de extrema izquierda hace treinta años. Pero nunca lo hace, claro está, porque haya colonias en los territorios palestinos. Todos somos marionetas movidas por los hilos de una historia lejana que escapa a nuestro control, movidos por obsesiones ideológicas, incluso libidinosas, unos irresponsables, en definitiva.

El acoso a la palabra. Dicha política, organizada y conducida con insistencia y sin descanso, se dirige no tanto a obtener credibilidad como a ejercer una presión continuada sobre el periodista, a colocarlo en la perpetua situación del acusado obligado a justificarse, a desestabilizarlo insinuando que es parcial y, por lo tanto, deshonesto. Lo de menos es que la acusación sea absurda y antiprofesional. En el marco de dicha desinformación, las redacciones reciben legión de “testimonios” de lectores que “sienten vergüenza por Francia” o “por la AFP”, cuya delegación en Jerusalén confía la cobertura informativa “a periodistas árabes”. ¿Qué responder a todo esto?

No es difícil de comprender por qué y cómo quienes habían fracasado en Camp David quisieron exonerarse de dicho fracaso y hacer que toda la responsabilidad y todas las consecuencias recayeran sobre los palestinos. Sin embargo, cabe preguntarse sobre las razones que condujeron a un cierto número de periodistas, en Francia y en diversos países occidentales, a adoptar, sin matices, la versión israelí de Camp David, cuando ya había sido puesta en duda por diferentes fuentes fiables y concordantes. Ese sorprendente recorrido es el que hemos querido reconstituir a partir de un examen detenido de las opiniones sobre el conflicto sostenidas en la prensa escrita y en los medios de comunicación audiovisuales.

Al contrario de lo que pretende el falso debate iniciado por un puñado de intelectuales muy presentes en los medios, no pretendemos denunciar la "falta de objetividad" de la prensa ni tampoco interrogarnos sobre esa vieja quimera que es la objetividad en general, sino analizar en qué condiciones la prensa ha cedido o resistido a la ofensiva ideológica lanzada por el círculo de Ehud Barak. La respuesta nunca es global ni tampoco generalizable.  Enfrenta a cada periodista consigo mismo, con la concepción que tiene de su oficio, con su conciencia profesional, su sensibilidad y su visión del mundo. Como veremos, la línea que separa a la prensa objetiva y la prensa de opinión es más engañosa de lo que parece.

Otro aspecto que nos ha sorprendido ha sido la contradicción repetidamente constatada entre el discurso de los editorialistas y el trabajo sobre el terreno. No se trata de mitificar el reportaje, que también puede inducir a deformar la realidad y a encerrarse en visiones parciales, pero es un hecho que los reportajes leídos o vistos durante este periodo a menudo contradecían  la ideologizada  versión de los editoriales, notoriamente influenciados por el círculo de allegados de Ehud Barak.

No obstante, toda la desinformación no se limita a la reescritura israelí de lo sucedido en Camp David. Se apoya también en una representación del pueblo palestino construida en torno a la violencia. Toda sociedad humana contiene su parte de violencia, encierra lo peor. Pero la mirada de la prensa a menudo es selectiva y resalta la violencia, lo peor. No se trata necesariamente de una opción ideológica. Las, de manera más o menos impropia, denominadas "leyes de la información" actúan en esa dirección. Y también  la sociedad del espectáculo. Incluso cuando el "espectáculo" es mortífero. La explotación in situ de imágenes de odio y terror influye sobre nuestra percepción de los acontecimientos. Desde los atentados antinorteamericanos del 11 de septiembre de 2001, la multiplicación en nuestras revistas de portadas en las que aparece la fantasmagórica figura de un islamista surgiendo de las tinieblas estimula también actitudes irracionales.

Y hay, además, otros procesos, más habituales, menos conscientes, que en un momento dado pueden orientar la información sin que el propio periodista se aperciba de ello. Son los mecanismos de repetición,  expresiones rutinarias que circulen sin que les prestemos atención y sobre las que nunca nos preguntamos. La dialéctica, por ejemplo, de la "provocación" y las "represalias", que imputa discretamente la responsabilidad inicial a uno de los beligerantes.

La guerra de la información

Sin embargo, en último extremo podemos constatar que Israel no ha ganado su "guerra de la información [en Francia], lo que provoca incesantes presiones y juicios de intenciones --particularmente contra la agencia France Presse--, en una agotadora batalla verbal. ¿Es correcto calificar de "colonias" a las colonias judías en territorio palestino o hay que hablar de "implantaciones", como sugieren determinados grupos de presión, o incluso de "aldeas", como  amablemente solicita el gobierno israelí a sus medios de comunicación?

Esta resistencia, que no es solo de los medios de comunicación, sino la expresión de la visión francesa y europea del conflicto, bastante alejada del maniqueísmo norteamericano, nace de un análisis más profundo, de la constatación de que en la raíz del conflicto se encuentra la cuestión colonial. Cualquier otra lectura acaba derivando, antes o después, hacia explicaciones atávicas y posiciones racistas. El análisis del conflicto como un conflicto colonial  obliga a tomar en consideración la realidad y también proponer una lectura política, lejos de la tentación de utilizarlo en una guerra de religión a escala planetaria como la que George W. Bush se cree que está dirigiendo. Solo si volvemos a situar el conflicto dentro de un enfoque racional podremos hallar una salida: una guerra colonial cesa cuando acaba la colonización; pero solo Dios sabe cuándo termina una guerra de religiones.

 

 


"NO SOY VUESTRO NEGRO" O EL INACABADO LIBRO DE JAMES BALDWIN "RECUERDA ESTA CASA"

James-Baldwin-No-soy-vuestro-negro
No soy vuestro negro, el guion de Raoul Peck sobre textos de "Recuerda esta casa", la obra inacabada de James Baldwin.

Medgar Evers murió el 12 de junio de 1963. Malcolm X murió el 21 de febrero de 1965. Y Martin Luther King, Jr., murió el 4 de abril de 1968. En el plazo de cinco años, los tres hombres fueron asesinados.

Eran negros, pero el color de su piel no fue su nexo de conexión. Lucharon en campos de batalla muy diferentes. Y de manera muy diferente. Pero, al final, a los tres los consideraron peligrosos y, por ende, desechables. Porque disipaban la bruma de la confusión racial.

Al igual que ellos, James Baldwin no se dejó cegar por el sistema. Conocía a estos hombres y los quería.

Baldwin tomó la determinación de exponer los complejos vínculos y las similitudes que existían entre Medgar, Malcolm y Martin. Decidió escribir sobre ellos. Iba a escribir su libro definitivo, Remember This House (Recuerda esta casa).

Descubrí estos tres hombres y sus asesinatos mucho después. No obstante, estos tres hechos, estos elementos de la historia, constituyen el punto de partida, la «prueba» si se quiere, de una reflexión personal íntima y profunda sobre mi propia mitología política y cultural, sobre mis experiencias personales de racismo y violencia intelectual.

En este punto exacto es cuando necesité de veras a James Baldwin. Baldwin sabía cómo deconstruir historias y restituirles su justo orden y contexto fundamentales. Me ayudó a conectar la historia de una nación liberada, Haití, con la historia moderna de los Estados Unidos de América y su doloroso y cruento legado esclavista. Pude conectar los puntos de unión.

James-Baldwin
James Baldwin murió antes de completar la que consideraba sería su oba magna, "Remember This House".

Baldwin me dio una voz, me dio las palabras, me dio la retórica. En su funeral, Toni Morrison dijo: «Me diste una lengua que habitar, un regalo tan perfecto que parece invención mía». Baldwin dio nombre y forma a todo lo que yo sabía o había aprendido por instinto o experiencia. Ahora tenía toda la munición intelectual que necesitaba.

Sin duda, siguen azotándonos fuertes vientos. El tiempo presente de discordia, ignorancia y confusión es un castigador implacable. No soy tan ingenuo como para creer que el camino que nos espera es un camino de rosas o que los desafíos a nuestra cordura no serán despiadados. Mi compromiso es conseguir que esta película no quede enterrada o en los márgenes. Y este compromiso es un compromiso sin concesiones. No quiero ser, como decía James Baldwin, un «patriota excéntrico» o un «loco de remate».

Raoul Peck


"Contra el olvido. Una memoria fotográfica de Palestina antes de la Nakba, 1889-1948" publicado en inglés por la editorial Haymarket Books

AGAINST-ERASURE-CONTRA-EL-OLVIDO-TERESA-ARANGUREN-SANDRA-BARRILARO
Edición en inglés de "Contra el olvido. Una memoria fotográfica de Palestina antes de la Nakba".
CONTRA-EL-OLVIDO-UNA MEMORIA-FOTOGRÁFICA-DE-PALESTINA-ANTES-DE-LA-NAKBA
"Contra el olvido. Una memoria fotográfica de Palestina antes de la Nakba", de Teresa Aranguren y Sandra Barrilaro, con participación de Pedro Martínez Montávez, Bichara Khader y Johnny Mansour.

Naftalina, de Alia Mamduh, elegida por la crítica árabe como una de las mejores cien novelas árabes de todos los tiempos

Alia-Mamdouh-Naftalina-mejor-novela-árabe
Alia Mamduh: Naftalina entre las 100 mejores novelas árabes de todos los tiempos.

 

Naftalina-Alia-Mamduh
Naftalina, de Alia Mamduh, elegida por la crítica árabe como una de las cien mejores novelas árabes de todos los tiempos.

 

Alia-Mamduh-y-sus-publicaciones-en-español
Alia Mamduh y sus dos novelas publicadas en español: "Naftalina" y "Al-Tanki"

Genocidio cultural en Gaza

No hace mucho, la comunidad artística de Gaza era una parte vital de la sociedad palestina y un reflejo vibrante de su resiliencia; hoy lucha por existir: el ataque genocida de Israel acabó con una generación de artistas de la Franja de Gaza. El Ministerio de Cultura palestino ha revelado que el brutal e indiscriminado bombardeo israelí de la Franja de Gaza ha provocado la muerte de 28 artistas, intelectuales y autores palestinos desde el 7 de octubre de 2023. El informe destacó el profundo impacto del ataque israelí en el tejido cultural de Gaza y destacó la gravedad de la situación actual. Aquí añadimos a algunos destacados artistas y creadores palestinos asesinados por Israel desde el 7 de octubre que se suman a Refaat Alareer.

Heba-Zaqout-pintora-Gaza
Heba Zaqout ante uno de sus cuadros.

Heba Zaqout, 39 años, artista visual y profesora de bellas artes, fue asesinada el 13 de octubre junto con su hijo. Era licenciada en Bellas Artes por la Universidad Al-Aqsa de Gaza. Muchas de sus pinturas fueron realizadas en acrílico y representaban a mujeres, la patria palestina y la naturaleza. Sus pinturas enfatizaban la identidad y existencia palestina, con paisajes brillantes y alegres, a menudo llenos de mezquitas e iglesias, alminares y cúpulas.

Heba-Abu-Nada-escritora-gazatí-asesinada por el ejército-israelí
Heba Abu Nada, escritora gazatí, asesinada junto a su hijo durante un ataque aéreo israelí en Khan Younis el 20 de octubre de 2023.

 

Heba Abu Nada, 32 años, poeta y profesora, murió, también junto con su hijo, durante un ataque aéreo israelí en Khan Younis el 20 de octubre. Su novela El oxígeno no es para los muertos obtuvo el segundo lugar en el Premio Sharjah a la Creatividad Árabe en 2017 con su novela El oxígeno no es para los muertos. En su último tuit publicado el 8 de octubre, escribió en árabe: "La noche en la ciudad es oscura, excepto por el brillo de los misiles; silenciosa, excepto por el sonido del bombardeo; aterradora, excepto por la promesa tranquilizadora de la oración; negra, excepto por la luz de los mártires. Buenas noches". Y dejó este mensaje:«Si morimos, sepan que estamos satisfechos y firmes, y digan al mundo, en nuestro nombre, que somos personas justas/del lado de la verdad».

Omar-Fares-Abu-Shawish
Omar Fares Abu Shawis, escritor de Gaza asesinado en el campo de refugiados de Nuseirat por el ejército israelí.

Omar Fares Abu Shawish, 36 años, poeta, novelista y activista social, fue asesinado el 7 de octubre durante el bombardeo del campo de refugiados de Nuseirat en Gaza, donde nació y vivió, después de que su familia fuera expulsada de Barqa en mayo de 1948. Licenciado en periodismo, era miembro de la Unión General de Escritores Palestinos. Abu Shawish era muy conocido por su interés en el mundo de la juventud, había participado en la creación de varias asociaciones juveniles y había recibido varios premios locales e internacionales. Como testimonio de su influencia, el Consejo de la Juventud Árabe para el Desarrollo Integral, de la Liga de Estados Árabes (LAS), le otorgó el premio Juventud Árabe Distinguida en el Campo de los Medios, el Periodismo y la Cultura en 2013. Las contribuciones literarias de Abu Shawish son también importantes: ha publicado varias colecciones de poesía y una novela titulada “‘Alā qayd al-mawt” en 2016.

Inas-Saqqa-actriz-autora-de-teatro-asesinada-en-Gaza-por-el-ejército-israelí
Inas Saqqa, actriz y profesora de teatro, asesinada junto con sus hijos Leen, Sara e Ibrahim el 31 de octubre de 2023 por el ejército israelí.

Inas Saqqa fue una reconocida actriz, dramaturga y profesora, especializada en teatro infantil. Murió en un ataque aéreo israelí a finales de octubre junto con tres de sus hijos, Sara, Leen e Ibrahim. Saqqa fue una de las figuras más influyentes e importantes de la escena teatral de Gaza y de las artes creativas para niños en la Franja, organizando numerosos talleres de teatro de verano para jóvenes.
También fue una actriz de talento: las contribuciones de Saqqa al cine incluyen sus papeles en dos películas Sara y The Homeland's Sparrow en 2014.
Sara aborda el crimen de honor y The Homeland's Sparrow se centra en la lucha palestina entre la Nakba (Catástrofe) de 1948 y la ocupación israelí de Cisjordania y la Franja de Gaza en 1967. Además de su trabajo como actriz, era conocida por sus contribuciones culturales y su cooperación con muchas compañías de teatro en la Franja de Gaza. También participó en la escritura y producción de varias obras de teatro, entre ellas El oso, Las mujeres de Gaza y la paciencia de Ayoub y Todo está bien.

 

Yousef-Dawas-asesinado-por-el-ejército-israelí
Yousef Dawas, asesinado el 14 de octubre de 2023 junto con otros miembros de su familia al ser bombardeado su domicilio por el ejército israelí.

Yousef Dawas, músico, escritor, periodista y fotógrafo palestino, de 20 años murió el 14 de octubre en un ataque aéreo israelí contra la casa de su familia en el norte de Gaza. Yousef Dawas hablaba con fluidez árabe e inglés, tanto escrito como hablado, escribía artículos que cubrían una amplia gama de temas y había rodado vídeos cortos sobre sus aspiraciones a viajar y ver mundo –aunque en un vídeo subrayó que soñaba con visitar otras ciudades y pueblos palestinos en lugar de destinos lejanos en el extranjero– antes de que Israel acabara con su vida y sus sueños.

Mohammed-Qraiqea-asesinado-por-el-ejército-israelí
El joven artista Mohammed Qraiqea, asesinado a los 24 años por el ejército israelí junto a 500 refugiados más en el hospital Al-Ahli.

Mohammed Sami Qraiqea, de 24 años, diseñador, artista, fotógrafo, voluntario y activista, asesinado el 17 de octubre. Es una de las alrededor de 500 víctimas del bombardeo del hospital árabe Al-Ahli, que albergaba a miles de civiles. Incluso en sus últimos días junto a otras personas que buscaban refugio en los terrenos del hospital, Qraiqea se esforzó por aliviar el terror y la ansiedad que consumían a los niños y heridos del hospital, utilizando sus habilidades artísticas y contagiosa energía, lo que llamó “intentar dar primeros auxilios psicológicos a niños y familias”. En un videoclip de una de sus últimas publicaciones en Instagram, se le ve en el centro de un círculo de niños en el patio del Hospital Al-Ahli, entreteniéndolos para distraerlos del estrés psicológico y el trauma a los que estaban sometidos.

Nooraldeen-Hajjaj-asesinado-por-el-ejército-israelí
Nooraldeen Hajjaj, joven escritor asesinado por un bombardeo del ejército israelí sobre su casa de Shujaiya.

El 2 de diciembre, el joven escritor Nooraldeen Hajjaj, de 27 años, fue asesinado durante un ataque aéreo israelí contra su casa en el barrio de Shujaiya. Había compuesto la obra Los Grises en 2022 y la novela Alas que no vuelan en 2021. También participó activamente en iniciativas como la asociación Córdoba y la fundación Jornadas de Teatro. Su último mensaje al mundo exterior fue: "Mi nombre es Nour al Din Hajjaj, soy un escritor palestino, tengo veintisiete años y muchos sueños. No soy un número y no consiento que mi muerte sea una noticia pasajera. Di también que amo la vida, la felicidad, la libertad, la risa de los niños, el mar, el café, la escritura, Fairouz [cantante libanesa], todo lo que es alegre, aunque todo eso desaparezca en el espacio de un momento”.

 


Fuego profético negro o "De cómo Obama falló a los negros de Estados Unidos"

El miércoles 13 de diciembre en librerías #Fuegoproféticonegro de #CornelWest y #ChristaBuschendorf imprescindible para conocer la realidad del mundo afroamericano a través del pensamiento de uno de sus filósofos más influyentes, candidato en las elecciones 2024 en EE UU.
Cornel-West-Fuego-profético-negro
"Fuego profético negro", de Cornel West y Christa Buschendorf, o "De cómo Obama falló a los negros de Estados Unidos"

Salónica bajo la bota nacionalsocialista

Salónica bajo la bota nacionalsocialista

Publicado en kaosenlared.net el 30 de noviembre de 2023 / Por Iñaki Urdanibia

La verdad es que con la que está cayendo sobre Gaza, me resulta francamente incómodo escribir sobre este tema, o afines en cierto sentido. Me ronda la cabeza aquello que dijese Edgar Morin en un artículo de opinión en el vespertino Le Monde, por lo que fue denunciado por antisemitismo y llevado ante los tribunales, que lo condenaron en primera instancia para ser absuelto en la segunda vista; la tesis que mantenía es que no comprendía cómo un pueblo que ha sufrido tanto pueda hacer sufrir tanto a sus vecinos (dejo de lado lo adecuado o inadecuado de la utilización, para el caso, del término “pueblo”, que enfrenta a diferentes tendencias, representadas, a modo de ejemplo y en lo que alcanzo, por Shlomo Sand y por Rashid Khalidi). Con Morin, de antepasados sefardíes, se solidarizaron, entre otros, Daniel Bensaïd y Pierre Vidal-Naquet.; los tres nombrados judíos, universales… Añadiré en estas notas iniciales que no se ha de confundir a los judíos con los sionistas, ni se ha de pensar que el Estado de Israel reúna a todos los judíos que en el mundo son, ya que en él solamente vive un tercio de la totalidad, además de que no todos los judíos defienden la política colonialista del estado de Israel, que con su comportamiento se convierte en verdadero enemigo de los judíos. Pero bueno, el tono justificativo, no quita para poner por delante la necesidad de denunciar y condenar todos los crímenes contra la humanidad, evitando, eso sí, establecer un hit-parade o posibles comparaciones de la ignominia.

548-dias´bajo-un-nombre-falso-Un-diario-sefardí-del-holocausto
"548 días bajo un nombre falso. Un diario sefardí del holocausto", de Rosina Asser Pardo

Rossina Asser Pardo (Salónica, 1933) tardó unos cuantos años en pasar a limpio lo que había escrito en su juventud, estuvo escondida, entre abril de 1943 y octubre de 1944, para evitar los zarpazos de la bestia parda. A la sazón, teniendo diez años, comenzó a escribir sus experiencias bajo el nombre de Rula Caracotsu, para evitar que si se hallaban sus notas fuera descubierta su autora. Tardó, como digo, unos cuantos años, para en 1999 dar a luz su 548 días bajo un nombre falso. Un diario sefardí del Holocausto, traducido y publicado ahora en Ediciones del Oriente y del Mediterráneo. No supone lo dicho que tras su salida del escondite guardase silencio sobre los sucedido, sino que sus charlas y conferencias en diferentes foros le sirvieron para dar cuenta de las tropelías cometidas en tierras helenas por los señores de la raza pura y sus epígonos locales. Ha de tenerse en cuenta que el 96% de la población judía de Salónica fue deportada al campo de Auschwitz-Birkeneau. Sus padres con sus tres hijas se escondieron en casa de unos conocidos cristianos; ha de tenerse en cuenta que en el lugar no se daba un antisemitismo que marginase a los judíos, pudiendo estos ejercer sus oficios sin cortapisas, lo que iba acompañado —según señala la autora— de muestras de apoyo y simpatía por parte de los ciudadanos de Salónica, de la que el 25% de la población estaba compuesta por judíos sefardíes. Al final de la guerra solamente se contabilizaron setenta supervivientes judíos. Entre los motivos que le impulsaron a publicar sus diarios no juega un papel menor el escuchar palabras como las que venían a decir que «debían haber hecho más jabón con vosotros», frases como esta o similares que todavía hoy se escuchan al decir que los nazis se quedaron cortos. ¡Abominables afirmaciones que lo mezclan y confunden todo!

Rosina-Pardo-un-diario-sefardí-del-Holocausto
Fotografía de Rosina Pardo, la autora de "548 días bajo un nombre falso. Un diario defardí del Holocausto"

El diario va entregando las piezas que en su unión suponen el cuadro total de lo que sucedía a la joven, a su familia y, por extensión, a todos los judíos. Se da cuenta de la entrada de los nazis en la ciudad, las exigencias de llevar la estrella amarilla, la obligación de acudir a las citas a los israelitas de 18 a 45 años, a lo que se sumaba la prohibición de que los judíos realizasen ciertos trabajos u ocupasen ciertos puestos. El maltrato era moneda corriente. Su padre, que tenía asignado el número 5917, no se presentó, lo que suponía que debido a desobedecer las órdenes en vigor pudiese pesar la pena de muerte sobre él. La fatídica fecha fue el 11 de julio de 1942. Las leyes que asignaban a los judíos la reclusión en el gueto se pusieron en marcha.

Se imponían los registros, y los ocupantes requisaban los bienes de los judíos que por su parte organizaban fondos de ayuda a los componentes de la comunidad. La familia se quedó sin la tienda que tenían, mientras las deportaciones eran descritas por sus autores como la promesa de una utopía ofrecida a los transportados para empezar una nueva vida. La familia, viendo el cerco que cada vez era más estrecho y amenazante, optó por esconderse…

Las informaciones entregadas por Rosina Asser Pardo son completadas por tres entrevistas, realizadas en 1981 en las que las mujeres relatan sus respectivas experiencias padecidas. El calvario presentado se acompaña con diferentes ilustraciones que van desde fotos de la joven y su familia a la reproducción facsímil del cuaderno, su portada y algunas de las páginas manuscritas. No sería justo, en esta cuidada edición en todos los aspectos (formato, reproducciones fotográficas y otras, etc.), ignorar el Postfacio de Álvaro García Marín, "El cuaderno rojo de Rosina Pardo frente al Holocausto", en el que se ofrece un detallado análisis, setenta páginas repletas de rigor e información, sobre la presencia de los sefardíes, judíos españoles, en tierras de Salónica y los Balcanes, ofreciéndose la historia de dicha presencia e instalación. Se presta atención a los tiempos de la segunda guerra mundial, y la práctica de la pretendida solución final efectuada por los nazis, Se detiene igualmente Álvaro García Martín en los años posteriores a la guerra, y en el despertar de la memoria judía en Grecia, prestando una honda atención al diario publicado y a otros ejemplos del género, subrayando la singularidad de los diarios debidos a sefardíes, considerándolos formas de memoria y resistencia, performatividad imperando (decir y al tiempo hacer; hacer cosas con palabras que decía el otro) al denunciar la infamia. No falta la mención del diario de Anna Frank, en sus coincidencias y diferencias con respecto al texto presentado: ambas jóvenes, viviendo en un país que en principio no era el suyo, abarcando, no obstante, el retrato ahora publicado una ampliación que de la experiencia personal se desliza al de una comunidad en su totalidad; por otra parte, los años siguientes a la escritura fueron realmente distintos: Frank asesinada en Auschwitz, Pardo habiendo sobrevivido y siendo dueña, en todo momento y sin posibles tergiversaciones, de sus páginas escritas.

Artículo completo en kaosenlared.net

#LibrosContraLaGuerra


Los 548 días que una niña sefardí vivió oculta de los nazis en una habitación, por Manuel P. Villatoro

ABC, lunes 16 de octubre de 2023

Rosina Asser Pardo, la Ana Frank griega, describió en un pequeño cuaderno las jornadas de privaciones y pavor que pasó con su familia

548-días-oculta-de-los-nazis
Rosina Asser Pardo, la Ana Frank griega, describió en un pequeño cuaderno las jornadas de privaciones y pavor que pasó con su familia.

 

 

 

Un-diario-sefardí-del-Holocausto
Rosina Asser Pardo, la Ana Frank griega, describió en un pequeño cuaderno las jornadas de privaciones y pavor que pasó con su familia.
548-días-bajo-un-nombre-falso
Presentación de "548 días bajo un nombre falso. Un diario sefardí del Holocausto".
Escribir-la-memoria-Un-diario-sefardí-del-Holocausto
"Escribir la memoria. Un diario sefardí del Holocausto", por Álvaro García Marín en la Universidad Complutense de Madrid.

LA TRAGEDIA DE LOS SEFARDÍES DE SALÓNICA

 

Judíos-de-Tesalónica-marcados-con-la-estrella-amarilla.
Tesalónica: judíos por la calle identificados con la estrella amarilla.

Cuando llegamos a Atenas, nos repartimos por las casas de varios amigos cristianos, porque se esperaba que los alemanes entraran en la capital, y el peligro no había pasado del todo. En junio de 1944, nuestra hija estaba con una familia en Heraclio, y mi marido y yo vivíamos con nuestro hijo pequeño en casa de una familia en el centro de Atenas. No parábamos de decir que convendría mandar al niño con unos amigos de Kifisiá, pero no acabábamos de decidirnos porque estaba enfermo y necesitaba nuestros cuidados. El 6 de junio de 1944, el Desembarco de Normandía dio alas a nuestras esperanzas. Tal vez los aliados llegaran también aquí, pero por otro lado Kifisiá estaba al lado de Tatoi. ¿No sería más prudente quedarnos al niño? No obstante, la semana siguiente los alemanes detuvieron a muchos judíos en Atenas (que llevaba ya un tiempo en su poder) y la familia que nos ocultaba dejó de inspirarnos confianza. Empezamos a obsesionarnos con la idea de que nos podían delatar. El 11 de junio le dije a mi marido que lo mejor era que me marchara yo con el niño. «Espérate a que pase la noche», me contestó. Pero aquella noche no pasó. El 11 de junio de 1944 vinieron los alemanes y nos detuvieron a mi marido Beni, a mi hijo Nicos y a mí. Nos metieron en un furgón de policía al descubierto. Al pasar por Omonia, mi hijo Nicos se moría de vergüenza. «Qué vergüenza, mamá, que nos lleven así». «No, no es ninguna vergüenza», le contesté yo, «no hemos hecho nada malo». Nos llevaron a los calabozos de la calle Merlin, y desde allí a Jaidari. Recuerdo que mientras estábamos en Jaidari trajeron a los judíos de Corfú. Venían en unas condiciones lamentables: viejos, jóvenes, mujeres, niños y bebés. Nos metieron a todos en los mismos vagones. Nuestro transporte salió de Atenas el 21 de junio de 1944. La ironía trágica es que quedaban menos de cuatro meses para la liberación de Atenas. Montamos en el último vagón. Por eso el hermano de Nina Uziel pudo saltar en marcha y escapar. Viajamos de pie en aquel vagón durante nueve días. Éramos siete mujeres con niños: Ida Ángel con un niño de nueve años; Victoria Cohen con un bebé de ocho meses; Nina Uziel con un bebé de ocho meses; Rachel Strugu con un niño de trece años; Vilna Schiffer con un niño de ocho años; Lena Salmona con un niño de dos años y yo, Claire Altsech, una de las cuatro hijas del doctor Matalón de Salónica. Mi hijo Nicos tenía entonces nueve años. Llegamos a Birkenau el 29 de junio de 1944. Estaba anocheciendo cuando el tren se detuvo en lo que nos pareció un lugar siniestro. Al bajarnos, un hombre que hablaba griego se nos acercó y se presentó: Benveniste, de Salónica. No lo conocíamos. Nos dijo que debíamos entregarles los niños a las mujeres mayores, que la Cruz Roja se haría cargo de ellos. Le hicimos caso porque nos pareció razonable. Aunque nos costara separarnos de ellos, los niños debían salvarse. A nosotras nos sometieron al procedimiento habitual: ducha, corte de pelo, tatuaje del número en el brazo. Dormimos en los famosos barracones de hormigón. A la mañana siguiente, al salir del barracón, lo primero en lo que pensé fue en mi hijo Nicos. Vi a un preso cavando. Era francés. Le pregunté: ¿sabes dónde están los niños? ¿Dónde podemos verlos?, y él, impasible, se volvió y me dijo con sarcasmo: «¿Ve usted esas llamas que salen de la chimenea? Pues ya ha salido por ahí». No he visto hombre más cruel ni más cínico en toda mi vida. En aquel instante morí por primera vez. Puede que el hombre que nos dijo que entregáramos a los niños nos salvara la vida a aquellas siete madres. Porque las que no se separaban de sus hijos iban directamente a la cámara de gas. ¿Pero acaso no es preferible morir a vivir con la pena de haber perdido un hijo? A partir de aquel momento, lo único que me mantenía con vida era la idea de que en Atenas me estaba esperando mi otra hija. Por eso, cada vez que llegaba un transporte corríamos a comprobar si venía de Grecia por si habían capturado a mi hija y viajaba a bordo. De ahí que pueda afirmar con toda certeza que el último transporte procedente de Grecia llegó a Auschwitz-Birkenau (los dos campos estaban pegados) en agosto de 1944. No, en aquel infierno de hormigón no se veían niños. Más tarde nos enteramos de la cruda realidad: los mandaban directamente a la cámara de gas con los viejos, los inválidos y las embarazadas. Y hablando de embarazadas, algunas a las que no se les notaba mucho conseguían que los SS no se dieran cuenta y parían dentro del campo. Aquellos bebés —sí, bebés humanos— los ahogaban en un cubo de agua. No, espera: sí que vimos niños de lejos una vez. A los gemelos no los mataban, los tenían en un barracón especial al lado del bloque 10, el de los experimentos. Los utilizaban como conejillos de indias. De todos modos, durante mi estancia en aquellos campos del horror perdí la capacidad de compadecerme de nadie. Volví a Grecia el 25 de agosto de 1945. Fui a comprarme unos zapatos y me acerqué con mi madre a la sinagoga a encender una vela en memoria de mi hijo Nicos, que al día siguiente habría cumplido diez años. Era un niño dulce y cariñoso. Cuando estábamos escondidos aquí en Atenas, veía a los demás niños jugar en la calle y me decía: «Mamá, no me da envidia verlos jugar; yo tengo a mis amigos, que son los libros». Y cuando lo veía triste o agobiado por no poder salir, le cantaba:

Tras la negra tormenta

llegará el sol radiante,

después del cautiverio

vendrá la libertad.

Para Nicos la libertad no llegó nunca. En 1965 regresé a Auschwitz-Birkenau. Un grupo de exprisioneros acudimos a la ceremonia de colocación de la primera piedra del monumento dedicado a las víctimas. Cogí un puñado de cenizas del crematorio donde incineraron a mi hijo y, cuando me muera, quiero que me las echen en la sepultura.

["Entrevista a doña Claire Beza" (1981), recogida en 548 días bajo un nombre falso. Un diario sefardí del holocausto]


Ser negro es como estar en una cárcel

Bassidiki-Coulibaly-El-delito-de-ser-negro
Carla Fibla entrevista en Mundo Negro a Bassidiki Coulibaly, autor de El delito de ser "negro".

Bassidiki Coulibaly, autor de El delito de ser «negro»

Utiliza el humor en su libro para exponer con dureza la injusta situación a la que ha sido sometida parte de la humanidad porque el color de su piel es negro. Exige que musulmanes y cristianos asuman la responsabilidad compartida durante el período de la esclavitud, que fue posible también por la colaboración de los «hermanos» africanos.

en Mundo negro el 21 de

¿Por qué ser negro es un delito?

A partir de la historia, ser negro se ha convertido en un crimen. Como en el continente africano solo hay negros, esto no era un problema, pero cuando otros pueblos fueron hacia África con sus concepciones ideológicas sobre el color negro, todo se complicó. Desde la antigüedad griega, el color negro se asocia a cosas malas por lo que, al descubrir a personas con esa piel, proyectaron sobre ellas lo negativo del color. Está en los textos de Heródoto, cuando fue al antiguo Egipto y explicó que la gente era negra y que su esperma era negro. Más tarde, Aristóteles le desmintió. Esa forma de pensar, sustentada en la creencia ideológica respecto al color de piel de los seres humanos, condujo a que el color negro se convirtiera en un crimen. Ser negro es como estar en una cárcel encerrado por los demás, que creen que no tenemos un lugar en la gran familia humana.

No es lo mismo hablar de cosas negativas que de un crimen. ¿Cómo se da ese salto?

La civilización occidental, en su relación con otras civilizaciones, ejecuta una forma de negación por la que todo lo que no era griego era bárbaro. Por esa tendencia a dominar de la civilización occidental, el hecho de ser negro pasa a ser un crimen. Esto se justifica de forma arbitraria: la occidental es la civilización que se considera más fuerte y que, por esa posición, justifica que hace lo que quiere. Si se declara que ser negro es contrario a la humanidad, el tema se lleva a un nivel jurídico y se criminaliza porque se han puesto sobre la mesa fundamentos jurídicos al hecho de que el negro tiene que rendir cuentas. El Código Negro francés calificará al negro como «bien mueble», igual que una silla. De repente, el negro está sometido a un texto jurídico que le excluye de la gran familia humana. El negro ha sido excluido y sometido a un código especial. Los franceses tenían el Código de Napoleón que regía la vida de los seres humanos que no eran negros.

¿Por qué deben los negros rendir cuentas?

Es un asunto que ha sido teorizado en varios momentos de la historia. En la literatura hay autores que han escrito cosas impensables sobre los negros desde el siglo XVII o en la época del Renacimiento, cuando Europa empezaba a abrirse con los grandes descubrimientos (1492, con la llegada de Cristóbal Colon a América). Los indígenas eran calificados como seres humanos sin alma, porque en la Europa cristiana la diferencia del ser humano radicaba en el hecho de que tuviera o no alma. Bartolomé de las Casas fue el único que defendió que los indígenas la ­tenían y que eran seres humanos completos. En cambio, los negros siempre fueron clasificados como seres sin alma. En los escritos de François Rabelais encontramos argumentos sobre los negros que no tienen sentido… De forma lenta y progresiva fueron echando a los negros de la humanidad. En el siglo XVIII, la ciencia clasifica a las especias animales, vegetales y humanas. Se publica el Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas –de Joseph Arthur de Gobinear–, donde se defiende que existen varias razas humanas, lo que da lugar a una jerarquía. En la parte de abajo de la clasificación, un poco por encima de los chimpancés, estaban los negros, mientras que la raza blanca estaba arriba. Y como respuesta aparece De la igualdad de las razas humanas. Una antropología positiva –de Anténor Firmin–, a favor de los negros.

En los avances tecnológicos y científicos del siglo XIX los negros volverán a ser relegados.

La Revolución Francesa trae la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pero la definición de hombre se refiere al blanco. En la literatura, filósofos como Jean-Jacques Rousseau apuntan que no hay otra especie humana a la que se puede llamar hombre excepto la de los blancos. Dice que los otros no son seres humanos. Y no es el único. El filósofo y jurista Montesquieu respalda esas afirmaciones. En la literatura, la filosofía, el derecho, la ciencia o la biología hay un afán por demostrar que el negro no es un ser humano. Con la empresa colonial y el traslado de negros a Europa, se los presenta en ferias y se los exhibe como curiosidades, como la famosa Sarah Baartman, llamada la Venus Negra, que será explotada y a la que, en el nombre de la ciencia, se le hizo la autopsia para ver cómo era su interior. Todos los campos fueron cómplices e hicieron que ser negro se convirtiera en un crimen. Y hoy somos los herederos de esa historia.

¿Quién es responsable?

Tanto en lo que concierne a la criminalización de los negros o a la trata, la colonización o la situación de los negros hoy, la responsabilidad podemos contemplarla a lo largo de la historia. Los europeos no habrían podido llenar los barcos y sacar a miles de africanos de su tierra solos, sin la ayuda de los africanos que estaban en el continente. No podemos decir que los africanos son las víctimas y los europeos los culpables, porque en la Revolución Francesa había abolicionistas, europeos que no estaban de acuerdo con la trata, con lo que ocurría en las plantaciones y con que se los tratara como esclavos. Y también había africanos en el continente que vendían a otros africanos. Debemos dejar de pensar que los negros son siempre las víctimas y los blancos los culpables. Los Estados europeos han ido asumiendo su responsabilidad, pero los africanos tienen muchos problemas para hacerlo.

¿Por qué?

Porque hay mucho silencio. La trata negrera ha pasado y los Estados y pueblos africanos quedaron traumatizados por la historia. No han tenido ocasión de curarse y sanar.

¿Pasará en el futuro?

Hago un llamamiento a todos los negros sin importar donde se encuentren para que tomemos la decisión de curarnos del traumatismo del trato negrero. Al no haberlo hecho en su momento, llegaron la colonización y luego las independencias, que no lo son en realidad. El pueblo ha recibido varios golpes; es como si coges a alguien por el pelo y a la fuerza le metes la cabeza en el agua, le sueltas y se la vuelves a meter… Los negros han sido tratados así, no han tenido tiempo para respirar y superar lo que había pasado.

Pero entonces, por lo que dice, es normal que la gente negra no haya podido reaccionar.

No. Si fuera normal no habría podido escribir este libro.

Lo ha escrito por eso, para movilizar a los intelectuales, que se cuestione…

Me cabrea mucho que se diga que los africanos no están preparados para la democracia. Doy las explicaciones históricas al mirar los acontecimientos acaecidos en el continente africano que no han experimentado en otros continentes, y ahí es donde planteo la responsabilidad de cada negro, de cada persona, sin importar el lugar donde se encuentre; de hacer algo y no contentarse con encontrar razones para no hacer nada y justificarse. He escrito este libro pensando que mis padres no fueron a la escuela, no sabían leer y escribir, pero yo sí. En mi casa hubo esa toma de conciencia gracias a mis lecturas, a mi curiosidad por comprender por qué los negros son considerados menos buenos que los blancos. En Francia me enfrenté a una situación impensable en África, porque la mayoría de las personas que me rodeaban eran blancas. Eso me hizo adquirir más conciencia.

¿Por qué es tan crítico con el panafricanismo en su libro?

Es cierto que no se quedaron de brazos cruzados, pero al estar muy condicionados por un período de la historia, encontraron las excusas para no avanzar. Hay muchas razones para criticarlos.

¿Se esperaba demasiado de ellos?

En esa época, el pueblo negro estaba en el camino de la toma de conciencia de su situación, pero no era la conciencia actual. Por ejemplo, en Burkina Faso lo que llamamos independencia fue en 1960, pero hasta 2023 no se pidió al Ejercito colonial que se fuera. Ha hecho falta todo ese tiempo para decirles: «Iros de nuestra casa, no queremos la presencia de fuerzas coloniales». Y si fuera realmente porque hemos tomado conciencia y nos vamos a apañar solos… Pero si es para llamar a los mercenarios de Wagner, esto no funciona, no tiene sentido. En mi país, la lengua oficial es la de la antigua potencia colonial, la moneda, que además se fabricaba en Francia, es la impuesta por ellos, las armas del Ejército son las de los militares franceses.

¿Por qué no reaccionan los países africanos ante la colonización del siglo XXI?

El pueblo africano tiene el ejemplo de Ruanda, que no llamó a ningún grupo como Wagner tras el genocidio. Incluso siendo un poder que impone la vida colectiva, que les obliga a vivir juntos [como ocurre entre hutus y tutsis], no han ­necesitado a un ejercito extranjero para defender su soberanía. En muchos países africanos [la soberanía] está garantizada por otro estado. Si hay gente que viene a someternos, dominarnos y explotarnos, y ni Dios ni los ancestros pueden protegernos, ¿cómo defendernos si no podemos contar con nosotros mismos?

El racismo persiste en la sociedad europea. ¿El silencio forma parte del racismo?

Sí, está unido a la historia. Los que se manifiestan contra el asesinato de George Floyd son jóvenes de todos los colores. Esa cuestión sobrepasa a las comunidades negras o africanas. Nuestra época, por la mundialización, genera una situación propicia para la comprensión de ese pasado difícil, frente a una generación antigua que no entiende lo que pasa hoy, que fue educada en el racismo, en los libros escolares hasta 1977, en los que se contaba que los blancos hicieron que los negros entraran en la humanidad. Los estados han reconocido que la trata negrera y la esclavitud fueron crímenes contra la humanidad. A nivel legislativo se avanza, pero hacerlo en lugares de la memoria como el racismo lleva más tiempo, hacen falta generaciones.

Sobre la hospitalidad, Felwine Sarr dice que África se ha occidentalizado, pero los negros siguen llamándose «hermanos». ¿Es una mentalidad realista?

Hay una hospitalidad africana, la tradición de considerarse como hermanos, pero esto deja de funcionar con la llegada de las religiones al continente. En el islam se considera a los otros como hermanos siempre que sean musulmanes. Y con los cristianos pasa lo mismo. Por el traumatismo de la historia, la esclavitud y la colonización, en el momento en el que tú vendes a tu hermano, dejas de tener ese vínculo con él. Y en la colonización pasa lo mismo, con muchos negros que ayudaron a la minoría blanca para que la colonización triunfase. Francia siempre utilizó a negros para asesinar a otros negros. En las presentaciones, los que más me atacan son lo negros, me dicen que he sido corrompido por los blancos.

¿Qué significa ser negro?

Ser negro es algo heredado de una historia que ha colocado a una parte de la humanidad en una prisión. Es como cuando vas al notario y dices: «No quiero que mi hijo herede mis bienes», pero ¿pueden dejar de heredarse los genes? No. Lo genético no lo podemos cambiar. Cuando hablo de herencia hay un aspecto que nosotros, seres humanos negros, tenemos: el color de nuestra piel. Y podemos asumirlo o no. Si no lo asumimos, tenemos la opción de hacer como que todo fuera bien. Podemos convertirnos al islam y podemos llegar a ser imames en una mezquita. También podemos ser sacerdotes y celebrar misa en una iglesia, y ahora hay muchos sacerdotes africanos que llevan adelante sus comunidades. Podemos hacer eso y no asumir lo anterior. Comprendo que la gente puede decidir no asumir esa herencia, y para mí eso no es un problema en la medida en que esas personas están en paz y ayudan a otras a estarlo, y eso es positivo. Tampoco pido que todos los seres humanos negros se ocupen de esa parte de la historia. Por el contrario, es complicado para mí entender a esas personas que hacen como si todo eso [ser negro] estuviera bien.

[artículo completo en Mundo Negro]