Instantáneas a oscuras - Samira de Siria

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Ilya U. Topper

Queremos armas químicas, las queremos ahora: matan con más humanidad que los aviones, los morteros y los francotiradores. Al menos te dejan morirte entero.

Esta quizás sea una de las frases más demoledoras de este Diario del asedio, una especie de collage de breves textos que dejó escritos Samira Khalil, una editora y activista política de unos 50 años, durante los últimos meses de 2013 en Duma, un municipio en la periferia nororiental de Damasco dominada por la rebelión armada contra el régimen de Asad y sufría bombardeos continuos.

Fueron, hasta ahora, también los últimos meses de su vida en libertad, y no sabemos si de su vida: fue secuestrada el 9 de diciembre de 2013, muy probablemente por uno de los grupos armados islamistas que se habían hecho con el control de la zona. Junto a la escritora Razan Zaituneh, su marido Wael Hammada y el poeta y abogado Nazem Hamadi.

Un caleidoscopio del horror, en el que las piezas forman imágenes distintas, siempre igual en su espanto

Estas notas son un testimonio directo, un álbum de instantáneas sin flash desde la guerra siria, movidas, desenfocadas a veces, sinceras siempre. Un caleidoscopio del horror, en el que las piezas no paran de caer en nuevas posiciones para volver a formar una imagen distinta a la anterior y sin embargo igual, siempre igual en su espanto, en el sufrimiento de quienes están viviendo bajo las bombas que lanza la aviación del régimen, asediados, con muy poca comida, y casi sin medicinas.

El libro es una obra compartida. Las notas de Samira Khalil, escritas en folios sueltos, llegaron fotocopiadas a su marido, el escritor y activista Yassin Al-Haj Saleh, que poco antes había conseguido llegar sano y salvo a Turquía y que es el responsable de la labor de transcripción y selección e, imaginamos, de las frases que sirven de título a los fragmentos, quizás el único punto criticable del formato: demasiado a menudo reproducen en su integridad la frase más importante de la pieza y adelantan así su contenido entero. Al titular, la brevedad es virtud. Y más cuando muchos de estos apuntes repiten, a menudo de forma casi literal, las mismas escenas, como versiones de un borrador.

A estas notas se añaden textos que Samira compartió en Facebook y que fueron copiados y compartidos por otros. El conjunto está acompañado por varios textos del propio Yassin, dos columnas finales del escritor y periodista libanés Elias Khoury y una larga introducción del columnista español Santiago Alba Rico. A todo le da coherencia la excelente traducción y las notas explicativas de la arabista Naomí Ramírez, que lleva años siguiendo muy de cerca la guerra siria.

Es un libro muy necesario para quien aún cree que el régimen de Asad se encuadra dentro de Los Buenos

El resultado es un libro muy necesario, extremamente necesario, para esa parte de la izquierda española que aún cree que el régimen de Asad se encuadra dentro de Los Buenos, porque en algún momento de la historia parecía estar en la órbita de los que cierto Gobierno estadounidense calificó como Los Malos (que además es mentira: Siria colaboró con la CIA en los secuestros y torturas de las personas que luego fueron transformados en yihadistas en Guantánamo). Y es a ese sector – que no sé si es realmente mayoritario en la izquierda española o simplemente hace más ruido en Twitter – al que se dirige el extenso prólogo (10 páginas) de Alba Rico, en la línea de su actividad como columnista en los últimos años: convencer al respetable de que Asad no es el bueno de la película.

Para los que no faltamos a clase en los últimos años, las notas de Samira Khalil evidencian algo más: la dificultad de analizar una guerra mientras se está bajo las bombas. Lo que escribe la activista, a oscuras a menudo – se corta la luz, no hay carburante para los generadores, hasta las bombonas de gas están inasequibles – es un grito de desesperación, un alarido de horror ante un escenario de muerte que cae del cielo. No puede hacer más que documentar las consecuencias.

Porque en las causas no llega a indagar. Hay que entender metafóricamente la aseveración, repetida decenas de veces, que “el mundo mira sin hacer nada”. Es más: “El mundo ve y oye lo que sucede, pero mantiene su apoyo tácito al criminal (…). Lo que sucede es que disfrutan viendo la sangre y restos de los cuerpos de nuestros hijos en las pantallas de sus televisiones”. Lo cual, obviamente, es falso. Porque el mundo somos tú y yo, somos Naomí Ramírez, somos Ediciones de Oriente y Mediterráneo, somos una enorme cantidad de personas que si no ponemos freno a las masacres del régimen de Asad no es porque disfrutemos con ellas sino porque no tenemos el poder de hacerlo.

Los que en 2003 salíamos a la calle bajo el No a la guerra, ¿estuvimos en el bando equivocado?

Es cierto que no hemos salido a la calle masivamente para pedir a Barack Obama que bombardee ya Damasco, como Bush bombardeó Bagdad pero ¿realmente habría sido esta la solución? Samira Khalil no nos lo dice. Solo una vez pide que se “imponga una zona de exclusión aérea” (algo que han repetido muchos refugiados y hasta analistas, esquivando la conclusión de que para imponerla hay que derribar los cazas que la vulneren, es decir, hay que ir a la guerra) o que al menos se proporcionen armas antiaéreas a los rebeldes. Los que en 2003 salíamos a la calle bajo la pancarta del No a la guerra, no podemos dejar de preguntarnos si al final estuvimos en el bando equivocado si protestábamos contra la industria del armamento. Una duda que Samira Khalil, bajo la lluvia de bombas, no nos responde.

También es llamativo con qué eficacia Khalil evita mencionar que tras el eufemismo “el mundo” se esconde una potencia geopolítica muy concreta, llamada Rusia. ¿Un reflejo involuntario de quien antaño militaba en un partido sirio comunista? También nos preguntamos si en ese “mundo” que no hace nada están incluidos los Estados árabes que no paran de fomentar la rebelión armada con ingentes sumas de dinero, pero nunca con las armas necesarias como para ganar de verdad.

En este aspecto, la segunda de las dos columnas de Elias Khoury que cierran el volumen aporta un análisis geopolítico más preciso, certero y rotundo que el resto de la obra: es imprescindible para entender el contexto en el que se desarrolla la guerra cuyo horror describe y sufre Samira Khalil.

Las instantáneas de Khalil son las últimas imágenes de una revolución que empezó esperanzadora

En un aspecto más están subexpuestas las instantáneas de Khalil, y es un aspecto común a gran parte de quienes en España apoyan lo que aún llamamos, con ilusión atrasada, la “revolución”: hablan únicamente de la población civil, expuesta a una brutal represión militar desde el aire. Consiguen dejar fuera de nuestra conciencia el hecho de que el régimen bombardea, destruye, mata de forma masiva porque no tiene el poder de enviar a la policía a detener a los disidentes, a la propia Samira Khalil, que se refugió en Duma para estar fuera del alcance de los esbirros de Asad: ya pasó 4 años en sus mazmorras por izquierdista. En la propia Duma, por cierto.

El régimen no tiene el poder de hacerlo, porque hay milicias armadas que lo impiden. El régimen ha perdido el monopolio de la violencia, y por eso bombardea. Estamos en una guerra. Una guerra con dos (o más) bandos. Algo que tanto Khalil como muchos de los defensores de lo que fue la revolución intentan dejar fuera de nuestra conciencia.

Y la triste, la desgarradora paradoja final es que es el bando cuyas atrocidades callan las notas de Samira Khalil – apenas hay una frase de crítica referida a un sermón – el que acabará llevándosela. Secuestrada. Hasta hoy. Junto a otra mujer, igualmente revolucionaria, y dos hombres.

Las instantáneas de Samira Khalil son las últimas imágenes de una revolución que empezó esperanzadora, con activistas como ella, llenas de una tenaz voluntad demócrata. Después de Samira, después de este libro hecho con los fragmentos de su vida, ya no es posible creer en la revolución.

Artículo completo en m'sur

 

Samira de Siria

 

 

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Grafiti en recuerdo de Samira Khalil, activista siria por los derechos humanos desaparecida en Duma tras su secuestro por el Ejército del Islam.

 

Cuando cumplieron los cincuenta, ella y él albergaban la esperanza de tener una casa propia.

No pudo ser.

Comenzó la revolución.

Dejaron la casa, primero él y luego ella, y a principios de 2013 se llevaron sus cosas y las almacenaron en el sótano de una casa cercana: los libros, en cajas de cartón, y los muebles que merecían la pena fueron repartidos entre los amigos.

En mi opinión, Samira, y con ella Razan Zaituneh, la activista de derechos y escritora que revolucionó el principio de los Derechos Humanos, Wael Hammada, el marido de Razan, y Nazem Hamadi, poeta y abogado, todos ellos secuestrados, ocupan una posición destacada en la lista en que también está Lorca. No me importa lo que piense ninguno de sus herederos oficiales.

Que nuestra lucha sea compleja, como la lucha española hace ocho décadas, o quizá más, y que Samira, Razan, Wael y Nazem hayan sido secuestrados a manos de una formación salafista extremista, no cambia la posición republicana que los cuatro ocupan, junto con otros innumerables sirios.

Lo que convierte a Siria en una tragedia mundial es que los sirios no se enfrentan a un único enemigo.

Además de la mafia del autoritarismo asadiano, que se comporta como dueña del país desde que el déspota Hafez dejase como heredero a su hijo Bashar en el año 2000 (el hecho de que la república se convirtiera en una monarquía hereditaria es algo que ninguna organización de izquierdas del mundo ha comentado, hasta donde yo sé), los sirios se enfrentan a otro enemigo, que son las organizaciones nihilistas islamistas que han nacido de la falta de horizonte de desarrollo que han padecido nuestras sociedades en los países árabes durante las últimas tres o cuatro décadas. Una situación reforzada por el papel jugado por el tercer enemigo, el extremadamente radical sistema de dominio estadounidense en la zona y apoyo clave de Israel. Las tres fuerzas del salvajismo están intrínsecamente ligadas, y no se entiende ninguna de ellas al margen de las otras.

*  *  *

 

La causa de Samira, Razan, Wael y Nazem es conocida en el contexto sirio, pero sigue siendo desconocida en muchos lugares fuera de Siria. Los cuatro fueron secuestrados [en diciembre de 2013] en Duma, en la zona oriental de Al-Ghuta (Damasco), sometida a asedio [del régimen], por parte de la formación salafista denominada Ejército del Islam, que ejerce la autoridad de facto en Duma. Esta formación religioso-militar niega toda responsabilidad a pesar de que hay pruebas de peso en su contra.

*  *  *

 

Los folios de Samira son comentarios e ideas que escribió en hojas sin numerar ni fechar. Algunos de sus contenidos los publicó en Facebook en su momento. No obstante, la mayoría son inéditos.

[Excerptas del prólogo de Yassin Al-Haj, marido de Samira Khalil]

Folio 1

 

¿Te has planteado salir?

¿Te has planteado salir?, me preguntas.

Salí de mi patria en el momento en que salí de mi casa… cuando los servicios de seguridad comenzaron a buscarme, cuando mis amigos se marcharon y no pude encontrar a nadie que me pudiera alojar un par de días, por ejemplo.

Salí cuando vine aquí y vi cómo está esta patria, con gente muriendo bajo los escombros de sus propias casas, esas con las que soñaban y en las que se habían dejado la piel… De veras se habían dejado la piel.

Muchos se han negado a salir de su hogar de toda la vida…

Salí de mi patria cuando perdí mi casa, cuando Yassin y mis amigos dejaron de estar cerca, y cuando ya no pude ver a nadie de mi familia ni amigos, a pesar de estar en Al-Ghouta…

La gente abandona el país cuando el régimen te dispara y tú te aferras a la última astilla de esperanza, una astilla nada más.

Y yo, cuando extraño a Yassin, mis amigos y mi familia siento un amor que no llegué a sentir cuando estaba encerrada en la más terrible prisión.

 

Folio 3

 

Muchos han muerto

La situación social ha empeorado en Al-Ghuta oriental debido a la decisión tomada por las autoridades militares de cerrar los puntos de control de entrada. Han impedido la introducción de productos de primera necesidad a la zona: ultramarinos, medicamentos, leche, etc.

Un pan cuesta ahora 100 libras sirias, y no tiene ni un cuarto del tamaño del pan de las zonas no asediadas. Los pobres apenas pueden comprarlo, y solo las personas en una situación más acomodada pueden permitírselo.

La gente ha empezado a padecer hambre de veras…

Para intentar calmar el hambre de sus hijos, están gastando lo que les quedaba en la despensa…

Cuando abrieron los hornos, mucha gente salió corriendo para conseguir algo de harina para sus hijos.

Algunos tuvieron suerte; muchos murieron, y su sangre impregnó las bolsas de harina.

Artículo completo de presentación de Diario del asedio a Duma 2013, de Samira Khalil, edición de Yassin Al-Haj Saleh, Presentación de Santiago Alba y traducción del árabe de Naomí Ramírez Díaz en m'sur

Adonis: «La historia del islam está llena de sangre»

El escritor, candidato al Nobel del mundo árabe, charla con ABC en Madrid, donde ha recibido la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes

Diego Doncel - Madrid - 17/09/2022

 

 

Adonis-Medalla de Oro del CBA
Foto: Ángel de Antonio

 

Han quemado sus libros, han tratado de silenciarlo, pero Adonis (seudónimo de Ali Ahmad Said Esber) continúa siendo la conciencia crítica del mundo árabe, a la vez que su más grande poeta vivo. Su grandeza está más allá de haber recibido premios como el Goethe, el Grinzane Cavour, el Max Jacob, la Medalla Picasso o la Medalla de Oro de Círculo de Bellas Artes, entre otros muchos; su grandeza está más bien en el hecho de darle a la poesía una dimensión de transcreación de la realidad, de hacer del poema una forma de conciencia y, por tanto, algo que se opone a los dogmatismos religiosos, tecnológicos o políticos. Hay pocos poetas en cualquier lengua que hayan hecho de la libertad un idioma, y que se hayan convertido en guías que nos enseñan a transitar los caminos del siglo XXI. Eterno candidato al premio Nobel, es una figura irreductible, especialmente lúcida para poner el dedo en las llagas de nuestro tiempo.

 

Está sentado junto a mí, con esa juventud que sobrepasa los noventa años. Es el hombre que no encontró un sitio en Siria, el que huyó del Líbano cuando este país se suicidó en una guerra interminable, el que llegó como un prófugo a Francia con una maleta llena de poemas, el que vivió perplejo desde su casa en un bloque de gran altura el baño de sangre en la redacción del Charlie Hebdo o cómo sus compatriotas eran empalados por el Dáesh. Junto a una taza de café nunca pierde la sonrisa, tampoco la esperanza. Escribe poesía para eso, para crear un mundo nuevo.

 

—Hemos asistido al último acto de violencia del islamismo radical, el intento de asesinato de Salman Rushdie, ¿cómo lo ha vivido?

 

—Me une a Salman Rushdie una relación de amistad, nos conocemos desde hace mucho tiempo. Cualquier asesinato o intento de asesinato a un intelectual dentro del mundo árabe, como en este caso, es condenable.

 

—¿Cuál es la raíz, el fundamento de esa violencia contra un ser humano y la idea de asesinarlo por el hecho de escribir un libro?

 

—La violencia tiene su raíz en el monoteísmo, en las religiones. Es consecuencia de su historia violenta. Quien conoce la verdadera historia del islam, del islam como una institución, sabe que el islam siempre ha vivido en la violencia y todos los pensadores, todos los poetas siempre han tenido que vivir en los márgenes, y solo desde ahí han podido escribir y criticar. Algunos han sido apaleados, otros asesinados y a otros les han quemado los libros. Todos los poetas, los grandes poetas árabes han sido siempre antirreligiosos. Ellos fueron los que crearon el verdadero pensamiento árabe.

 

—Eso significa que la violencia en el mundo árabe viene desde el momento en que triunfa una idea de religión.

 

—Sí, la historia del islam está llena de sangre. Sin embargo hay que tener en cuenta que los intelectuales, los escritores árabes de nuestra época se han posicionado críticamente frente a esto, y en el caso de la actualidad han criticado abiertamente este intento de asesinato de Rushdie.

 

—Lo político y lo poético están continuamente dialogando en su obra. Y uno de los temas fundamentales es el dogmatismo.

 

—El dogmatismo es lo contrario a la poesía. El dogmatismo es lo único, la poesía lo múltiple, lo abierto. En el mundo de hoy no hay libertad absoluta. Siempre que haya un dogma desaparece la libertad. Por eso creo que no puede haber un gran poeta que escriba desde la religión. La poesía es una pregunta y la religión es una respuesta.

 

—Nosotros tenemos a San Juan de la Cruz.

 

—Nos equivocamos en la lectura de San Juan porque él no escribe desde dentro de la institución religiosa, sino desde otra parte. Quien sí está dentro de esa institución es Dante. Dante es religioso, racista y esto no se critica, no se pone de manifiesto por parte de los estudiosos. La importancia de Dante para mí reside no en su poesía, sino en su uso del lenguaje, fundó un nuevo lenguaje para Italia. Sin embargo, la historia y el canon literario no menciona a un poeta de la talla de Al Maarri, que fue quien influyó en Dante a la hora de escribir la 'Divina Comedia', y que fue más humano y más abierto.

 

—En el mundo árabe, ¿ hay un problema de libertad?

 

—En este sentido me gusta recordar a Rimbaud: la libertad debe ser libre. No, no hay libertad, y ni mucho menos una libertad libre. Tampoco ese tipo de libertad se da hoy en Occidente, en Occidente hay libertad pero no sabemos cuál es la verdad de las cosas, sean cosas de la política o de la economía. Todo se oscurece.

 

—Es ahí, para usted, donde la poesía juega un papel decisivo. Frente a los discursos científicos, políticos, tecnológicos, periodísticos de hoy, la poesía es un territorio moral porque indaga en una realidad abierta.

 

—La poesía es una conciencia crítica en medio de todos esos discursos. La poesía no puede ser nunca institucionalizada, ni siquiera para la revolución, porque la revolución la devora. La poesía es como el amor, nunca el amor puede ser un medio. A lo largo de la historia tanto la religión como las ideologías han tratado de convertirla en un medio al servicio de la institución, hay poetas que han entrado en este juego y han fracasado.

 

—Yo creo que usted ha convertido la poesía en el motor del cambio que se espera en este tiempo. Incluso aspira a vivir poéticamente y ese vivir lo convierte en el nuevo horizonte moral no solo para el ser humano, sino también para las realidades políticas o tecnológicas.

 

—Le agradezco la lectura profunda que hace de mi poesía. Debemos reconsiderar absolutamente todo en este mundo porque hay un estado de confusión, de ceguera, sobre todo en la relación que establecemos con las cosas, con la cultura. En la lengua árabe la palabra máquina y la palabra Dios se escriben igual. Todo lo hemos convertido en una máquina, en el islam Dios es una máquina.

 

—¿También el islam ha convertido la historia en una máquina?

 

—El islam y el cristianismo. El ser humano está en retroceso en el sentido espiritual en contraposición a sus avances en el campo tecnológico. Debemos preguntarnos por qué no hay grandes intelectuales hoy que nos hagan conocer nuestro pasado y nuestro presente. No hay un Aristóteles, ni un Platón, ni un Homero. Por eso debo afirmar que el problema está en los intelectuales, que están cegados para ver este problema.

 

—¿Es usted pesimista respecto a los intelectuales en el mundo actual?

 

—Son pocos los que merecen la pena. Los que nos pueden guiar en este cambio, por eso soy pesimista. Por ejemplo, no podemos distinguir cuál es la verdad o cuál la mentira. Se ve en los medios de comunicación.

 

—Después de todo esto que estamos tratando, ¿es posible crear una modernidad en el mundo árabe?

 

—Las palabras moderno y renovación existían en la lengua árabe desde el siglo VIII, y no existían en otras culturas. Sin embargo, hay que mirar la situación de los árabes hoy día, imitan toda la modernidad de Occidente pero sin mirar su pasado y su patrimonio. En cualquier caso esa modernidad nació desde dentro de Occidente, y Occidente estaba preparada para asumirla. El mundo árabe no está preparado para una cosa así.

 

—¿Y la juventud, y la mujer?

 

—Estoy muy entusiasmado con nuevas voces femeninas que están surgiendo en la poesía árabe. Ellas han podido hacer una ruptura con el patriarcado, el machismo y la religión.

 

—¿De dónde surgen? ¿Viven en Occidente o dentro del mundo árabe?

 

—Viven en el mundo árabe, pero en los márgenes. Están desarrollando su obra lejos de los centros de poder, en los pueblos. Son poetas que escriben con el cuerpo, con su propio dolor y sus propios sueños, por eso me emocionan.

 

—Me alegra, porque parece que la cultura árabe estaba destinada a producir religiosos más que intelectuales.

 

—Occidente ha propiciado que el mundo árabe se reduzca a un tema religioso. Precisamente a esa tradición negativa y fundamentalista donde no cabe el pensamiento libre del intelectual. Occidente ha propiciado la máquina de Alá.

 

—¿Qué ocurre con los árabes que viven en Europa? ¿Por qué Francia se ha convertido en el centro del terrorismo islámico?

 

—No soy experto, solo un mero observador. Pero no me sorprende lo que ocurre en Francia si atendemos a la precariedad de estos tiempos: la falta de trabajo, la pobreza, que abonan la radicalización. Esas miserias destruyen al musulmán moderado y hacen que se vincule con los extremismos.

 

—Usted ha sufrido ese extremismo, ¿cómo se ve siendo víctima?

 

—Los conozco demasiado bien. Sé cómo son. El mundo que quieren crear. Con mi poesía y con mi pensamiento intento combatirlos, hacer que nazca algo distinto.

Se queda en silencio frente a la taza de café. Mira a su nieto, el poeta Jaafar Al aluni. Pienso que ellos dos, desde distintas generaciones, comparten un mismo destino, las mismas cartas marcadas de una historia llena de víctimas y de verdugos, de exilios y de búsquedas. Cada uno desde su edad quiere crear las condiciones del cambio, del futuro, porque tal vez como dice Adonis: «El progreso es una obra humana, cuyos fundamentos son la creación y el cambio. Está estrechamente ligado con el futuro. La cultura que solo considera el porvenir como una reescritura del pasado no ve el progreso en sí mismo. Desgraciadamente, mientras que semejante visión siga imperando en la sociedad árabe, podemos decir que la regresión no hará más que avanzar».

Artículo completo en ABC Cultura


"El duelo es ley de vida para las personas negras", por Claudia Rankine

Babelia / El País 16.06.2020

La poeta Claudia Rankine analiza los tics racistas del imaginario estadounidense en un ensayo incluido en la antología 'Esta vez el fuego', que se publica este mes dentro de la Biblioteca Afroamericana de Madrid

Una amiga me dijo hace poco que cuando dio a luz a su hijo, antes de ponerle nombre, antes de darle el pecho siquiera, lo primero que pensó fue: tengo que sacarlo de este país. Nos echamos a reír. Puede que nuestro humor negro tuviera que ver con la conciencia de que sacarlo no era ni una opción ni un deseo real. Así es nuestra vida. Trabajamos en este país, tenemos la nacionalidad estadounidense, pensiones, seguro médico, familia, amigos, etcétera, etcétera. Mi amiga no podía irse y no se fue. Años después del nacimiento de su hijo, cada vez que este sale de casa, su condición de madre de un ser humano vivo sigue siendo tan precaria como siempre. A los miedos naturales de cualquier progenitor que afronta la aleatoriedad de la vida se suma este otro conocimiento de los mecanismos del racismo institucional en nuestro país. La nuestra fue una risa de vulnerabilidad, miedo, reconocimiento y un atoramiento absurdo.

Le pregunté a otra amiga cómo es ser madre de un hijo negro. “El duelo es ley de vida para las personas negras”, dijo sin rodeos. Para ella, el duelo existía en tiempo real dentro de su realidad y la de su hijo: en el momento menos esperado, ella podía perder la razón de su vida. Aunque al imaginario blanco liberal le gusta sentirse temporalmente mal ante el sufrimiento negro, no existe realmente un modo de empatía que pueda reproducir la tensión diaria que experimentas como persona negra cuando sabes que pueden matarte simplemente por ser negra: nada de manos en los bolsillos, nada de escuchar música, ni movimientos bruscos, ni conducir tu coche, ni caminar de noche, ni caminar de día, ni torcer por esa calle, ni entrar en aquel edificio, ni ponerte firme, ni quedarte aquí de pie, ni quedarte ahí de pie, ni responder, ni jugar con pistolas de juguete, ni vivir siendo negro.

Once días después de que yo naciera, el 15 de septiembre de 1963, cuatro chicas negras murieron en el atentado de la Iglesia Baptista de la calle 16 en Birmingham, Alabama. Ahora, cincuenta y dos años más tarde, seis mujeres negras y tres hombres negros han sido acribillados durante una reunión de estudio de la Biblia en la histórica Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel de Charleston, en Carolina del Sur. El asesino es un terrorista del país, que se ha identificado como supremacista blanco, que también podría ser un “joven hombre perturbado” (como lo describieron varias agencias de noticias). Se sabe que una mujer negra y su nieta de cinco años sobrevivieron al tiroteo haciéndose las muertas. Son dos de los tres supervivientes del atentado. La familia blanca del sospechoso dice que para ellos es un momento difícil. Esto es indiscutible. Sin embargo, para las familias afroamericanas, vivir en un estado de duelo y miedo permanente es lo normal. [...]

Vivimos en un país donde los americanos asimilan cadáveres en sus idas y venidas diarias, donde los negros muertos forman parte de la vida normal. Pereciendo en las bodegas de los barcos, arrojados al Atlántico, colgados de árboles, golpeados, tiroteados en iglesias, acribillados por la policía o hacinados en prisiones: históricamente, no existe lo cotidiano sin el cuerpo negro esclavizado, encadenado o muerto sobre el que posar la mirada, del que se oye hablar o contra el que uno se posiciona. Cuando el trastorno de nuestra cultura abruma a las personas negras y estas salen a protestar (a la larga, en perjuicio nuestro, porque las protestas dan una justificación a la policía para militarizarse, como sucedió en Ferguson), la pregunta errónea que se formula es: “¿Qué clase de salvajes somos?”. Cuando debería ser: “¿En qué clase de país vivimos?”...

Puede consultarse el artículo completo en: El duelo es ley de vida para las personas negras


Hajj Saleh: “El distanciamiento social dañará el concepto de ciudadanía”

Redacción Internacional, 24 abr 2020 (EFE).- El escritor y pensador sirio Yassin el Hajj Saleh (Raqa, 1961) conoce bien el significado de palabras ahora tan de moda como confinamiento, crisis y tragedia: perseguido por el régimen, pasó 16 años de prisión, se vio abocado a la clandestinidad, perdió amigos, compañeros y familiares, incluida su mujer, y ahora sufre el exilio.

Consciente de lo que significa vivir vigilado y con los derechos recortados, Hajj Saleh teme que el distanciamento social al que ha obligado la pandemia se consolide como el modelo de las relaciones futuras, pues mermaría la capacidad compensatoria de conceptos como ciudadanía y democracia y facilitaría el ejercicio del poder a quienes estén mejor posicionados cuando el miedo se expanda.

PREGUNTA: La crisis sanitaria ha detenido el mundo, incluso algunas protestas populares como en el Líbano, Chile o Argelia. ¿Por qué no ha logrado parar las guerras, como las de Yemen, Libia o Siria?

RESPUESTA: Porque las potencias y autoridades que gobiernan dichos países son más peligrosas para nosotros que el coronavirus. Bachar al Asad considera que él y su régimen son más importantes que Siria, su población, sus ciudades, su historia, su cultura, sus creencias... Y asesinar a medio o un millón de sirios y expulsar a más de seis millones fuera del país no tiene la misma importancia que la potencial desaparición de su dinastía. Si pudiera, desarrollaría un arma coronavírica para utilizarla contra los sirios que se han rebelado contra él del mismo modo que hizo con las armas químicas, los barriles explosivos, la tortura y la hambruna. Su protector, (Vladímir) Putin ha llegado, en un alarde de falta de sensibilidad, a jactarse hace unos días de que las armas rusas han demostrado su eficacia en Siria y de que Rusia tiene varios pactos para vender armas por valor de 15.000 millones de dólares (...). El papel de Emiratos Árabes Unidos en Yemen es equivalente al que desempeña Rusia en Siria y ni la salud de los yemeníes ni alcanzar soluciones lo más justas posibles en su país se encuentran entre las prioridades del gobierno más retrógrado en Oriente Medio. Esto se aplica también al apoyo que prestan al general Haftar en Libia.

En lo que respecta al dramático conflicto entre el derecho de las personas a protestar en Líbano, Argelia y Chile y su derecho a la salud, los manifestantes pusieron por delante su derecho a la salud, la de ellos y la de otros. Esa no es la lógica que siguen Putin, su subordinado Al Asad, ni tampoco Mohamed bin Zayed.

P: ¿Cuáles serán los efectos sociales y económicos más importantes de la crisis del coronavirus?

R: Depende de los países. No parece que los sirios que han emigrado al noroeste del país vean que su situación haya mejorado o empeorado. Tampoco parece que sea diferente en lo que respecta al conjunto de los refugiados en Europa, aunque sí parece que la violencia intrafamiliar va en aumento en los contextos de refugio en Alemania, según los datos de los que disponemos. En Líbano, la crisis del coronavirus ha reducido la presión sobre un gobierno oligárquico y corrupto que se ha mantenido en pie en detrimento de los ahorros de los libaneses. En Egipto, los dueños de proyectos industriales están inquietos ante la paralización de sus fábricas y sus beneficios y quieren que se levante la cuarentena. La salud de los trabajadores no constituye para ellos una prioridad. A grandes rasgos, los sectores más débiles –los pobres, las mujeres y los migrantes– pagan el precio más alto cuando la situación es mala (...).

Sin embargo, en esta crisis llama la atención que el sufrimiento de los países ricos y fuertes es mayor que el de los países más débiles y pobres, como también llama la atención la facilidad con que la gente ha sucumbido al pánico en Europa en comparación con otros lugares (...).

La Covid 19 no es la causa de la crisis, sino el elemento que la ha puesto de manifiesto. El mundo se ha mostrado, especialmente en los países ricos y poderosos, incapaz de lidiar con una crisis sanitaria que no es lo más peligroso a lo que se enfrenta el mundo. Los problemas relacionados con el clima y el racismo son mucho más peligrosos y ambos nacen de la estructura económico-política mundial de los países más ricos y fuertes, que se revelan hoy como los más conservadores y reacios al cambio, aunque ello conlleve más riesgos para la Humanidad y la vida.

P: ¿Cree que supone el final del sistema neoliberal como lo conocemos? ¿el capitalismo se reformará para sobrevivir?

R: No puedo predecir lo que sucederá, y no logro ver elementos que inviten al optimismo. Mi confianza va dirigida, y ello me da cierta esperanza, no a cómo los Estados están abordado la crisis, sino a que los cambios se darán en las ideas, la organización, la acción y la imaginación, derivados de la interacción de miles de millones de personas con esta crisis. El mundo se encuentra en una crisis de pérdida de rumbo y ausencia de alternativas, como una cárcel en un presente perpetuo que en Siria hemos conocido bien durante medio siglo de gobierno Al Asad. La cárcel genera carceleros del estilo de Trump, Putin, Johnson, Xi Jinping, Al Sisi, Mohamed bin Salmán y Mohamad Bin Zayed… En un mundo sano, el lugar en que deberían estar esos señores sería siendo juzgados en una jaula de hierro y no liderando países en los que viven miles de millones de personas. La aparición de movimientos e ideas nuevos provocará un punto de inflexión político y ético que necesitamos para salvarnos. Junto con muchos observadores y población local, creo que, si más de la mitad del mundo ha podido obligarse a tomarse unas vacaciones durante dos o tres meses, nada debe impedir el cambio en los sistemas organizativos, laborales, económicos y epistemológicos. La crisis ha demostrado que la condición de falta de alternativas no es inevitable, sino que se trata de una preferencia de los siervos de los dogmas de crecimiento económico, ya sea en el modelo chino o el capitalista occidental.

P: Ni la ONU, la OMS y la Unión Europea han sido capaces de dar una respuesta conjunta. ¿Comparte la opinión de que estamos ante el declive del sistema multilateral?

R: Más bien temo que nos encaminamos hacia un mundo que es menos mundo… o hacia el aislacionismo y una mayor fragmentación. Lo que hoy estamos presenciando es la aparición de las entidades políticas cerradas, unidades políticas con muros de protección que se abren y cierran, o lo que Wendy Brown denominó “estados amurallados”. El muro de Trump con México, y previa y simultáneamente el muro del apartheid israelí, constituirían los símbolos más destacados de un mundo con múltiples muros.

Ese es un ejemplo de pluralidad sin mundo y de soberanía basada en la excepción, y que quizá crea las excepciones que lo revisten de legitimidad, algo que en Siria conocemos bien. Esta trayectoria no es inevitable, pero la forma en que se está lidiando con el coronavirus sigue dicho modelo nacionalista soberano que no veo capaz de perpetuarse. Temo que se prolongue el plazo de vacilación entre ese modelo y el retorno al curso natural de las cosas o la lógica del “aquí no pasa nada” debido a la carencia de visiones más claras de alternativas viables.

La potencial parálisis que se derivaría de eso es más peligrosa que la situación en que nos encontramos actualmente. Dicho peligro será más visible según nos vayamos acercando al final de la crisis del coronavirus y nos encontremos frente al vacío. La hora de la verdad está cerca y puede que no haya nada después de ella salvo el vacío, que es bueno solo para los señores que gobiernan sociedades sin rumbo.

P: En crisis precedentes, han sido Estados Unidos y los países europeos los que han liderado la respuesta. Ahora los árabes, pero también los europeos han pedido ayuda a China ¿estamos ante el inicio de un nuevo orden geoestratégico?

R: Más bien pienso que muchos, en el entorno árabe y en Occidente, pero también en la propia China, tienden hacia un modelo chino de soberanía sin política y de desarrollo económico sin derechos sociales, porque no tienen otro. Pero eso es peligroso. (...) Se parece al capitalismo del siglo XIX en Gran Bretaña tal como lo definió Marx en El Capital. Comparto con muchos la visión de un mundo sin privilegios para Occidente, pero no de un mundo que aumente el desarrollo capitalista de manos de un único patrón que sea el Estado.

P: La necesidad de controlar la pandemia ha facilitado la aplicación de nuevas tecnologías que permiten un mayor control social de los ciudadanos. ¿están en peligro la democracia y los derechos individuales?

R: Claro. Si tenemos en cuenta que los sistemas de control y vigilancia en los aeropuertos impuestos tras el 11 de septiembre de 2001 siguen vigentes, aunque parecían excepcionales en su momento, los efectos que puedan tener las tecnologías del control sobre la pandemia del coronavirus podrán prolongarse. La gente tiende a obedecer a los gobiernos en situaciones de peligro y las sociedades temerosas y cerradas en sí mismas son más fáciles de gobernar. ¿Por qué no iban a inventar los gobiernos peligros cuando ellos mismos han sido a lo largo de la historia el mayor peligro para la libertad humana, cuando no se les resiste de forma consciente?

(...) Tal vez, el actual distanciamiento social se convierta en el modelo a seguir en las relaciones en las sociedades. (...) (y su) consolidación (...) será dañina para el concepto de ciudadanía y el de democracia, pero facilitará el gobierno a quienes estén mejor posicionados cuando el miedo se expanda.

P: La lucha contra el coronavirus ha supuesto una reducción importante de los recursos económicos y humanos destinados a la ayuda internacional ¿cómo afecta esto a la crisis de los refugiados?

R: Ya desde antes los recursos destinados a los refugiados no eran algo relevante y cualquier aumento de los fondos asignados para ello se canalizaba a través del régimen, sin que nada llegara a los verdaderos damnificados. La idea de las ayudas, en su origen, tiene por objeto tratar los efectos de las guerras de las oligarquías y evitar que se derrumbe el sistema internacional, pero en ningún caso son para que los damnificados (...) puedan mantenerse en pie y luchar por sus derechos. En los contextos de refugio en Turquía y Europa los sentimientos de xenofobia aumentan y se vierten especialmente sobre los refugiados.

A día de hoy, que yo sepa, no ha habido hechos que lamentar, pero los espacios compartidos entre los que llegan y la población autóctona se hacen cada vez más estrechos, de una forma que excede a la media general de los espacios compartidos en mi opinión.

(...) Los refugiados en su mayoría se encuentran en el límite de la vulnerabilidad y la falta de derechos, y también del olvido, debido a que todo el mundo está hoy preocupado por su propia situación. El problema es que esta posición extrema puede acabar abarcando a los parados, los empobrecidos, los enfermos y los ancianos. Además, está el denominado refugio climático, de ritmo más lento, pero que no deja de enfrentarse radicalmente a los modelos de desarrollo y “el control de la naturaleza” actuales. Nada de esto es nuevo: todo precede a la crisis del coronavirus. De hecho, la crisis sanitaria mundial parece enmascarar con su fealdad un panorama ya de por sí muy desagradable.

P: ¿Qué elementos positivos se pueden extraer de la situación actual?

R: Como he dicho anteriormente, el momento más peligroso no es cuando la epidemia está en su punto álgido, sino cuando retroceda y llegue el momento de la relajación, que será cuando veremos que no tenemos nada que hacer salvo volver a lo anterior o responder a la llamada china a la que se elogia en todas partes, o bien combinar ambas. Lo que puede resultar positivo es el vínculo que establecen muchos entre el problema sanitario y el problema climático, y creo que existe un tercer problema que ha de relacionarse con los otros dos, que es el compuesto racismo-guerra contra el terrorismo, que ha llevado a la securización de la política y el despojo de la economía de su carácter político: ambos se complementan, en mi opinión, en el sentido de que lo que debe depender de la política – la seguridad – pasa a dominarla, y lo que debe ser político – la economía – deja de serlo. Después de trabajar por la inclusión de las clases más bajas en un momento en que la economía era política, se ha pasado a excluir a los migrantes y refugiados y a vigilarlos en un tiempo en el que la política se ha vuelto securitaria. Esto se acompaña de la expansión del racismo y el retorno de la tortura y la debilitación de la democracia en todas partes, ya sea mediante la expansión de las prácticas de censura, control y detención arbitraria, o mediante la degradación de la dimensión social de la democracia.

La vinculación de estos tres grandes problemas será la base para una imaginación política distinta y nuevos movimientos sociales y políticos que espero que empiecen a surgir desde ya. Cuando el coronavirus comience su retirada será el momento de un comienzo distinto. EFE

artículo completo en La Vanguardia

Yassin El Hajj Saleh ha publicado dos libros en nuestra editorial: su reflexión sobre la guerra en Siria, Siria, La revolución imposible y la recopilación de escritos de su mujer, desaparecida en dicha guerra a manos de un grupo yihadista, Diario del asedio a Duma, 2013 , ambos traducidos del árabe por Naomí Ramírez Díaz.