"Con la excusa de los islamistas, la izquierda europea ha apoyado a la dictadura siria"

LLUÍS MIQUEL HURTADO - EL MUNDO - Jueves, 16 julio 2020

El escritor kurdosirio Jan Dost ha convertido los horrores de la guerra en literatura. Publica 'Un autobús verde sale de Alepo', en el que pone el foco en los civiles, los grandes olvidados de una contienda que dura ya más de nueve años.

Dice Jan Dost (Kobani, 1965) que sus seguidores le envían fotos de las páginas de sus libros ungidas con lágrimas. No es para menos. Este vecino de la ciudad kurdosiria de Kobane, centro de la batalla que supuso el principio del fin del Estado Islámico, ha convertido los horrores de la guerra de Siria en literatura. La rendición de los grupos armados opositores en la ciudad de Alepo, en diciembre de 2016, es el punto de partida de Un autobús verde sale de Alepo (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo).

El autor recurre al poderoso simbolismo que representaron los buses urbanos verdes, empleados por el Gobierno sirio para trasladar, afuera de la ciudad, a los milicianos derrotados, familiares y vecinos temerosos de represalias. Los poderes internacionales, fuertemente criticados por Dost junto con las fuerzas asadistas, el Estado Islámico o los mismos alzados, definieron aquel movimiento como "evacuación". El escritor ofrece la cara más terrible de aquel momento poniendo el foco en los civiles.

En la introducción del libro usted afirma que la guerra, como tema, ha sido impuesto a los escritores sirios. ¿Qué elementos caracterizan los libros de su generación de escritores?

Las novelas de escritores sirios que se han publicado durante la guerra han sido rehenes de ese tema. Todas han tratado de un modo u otro las devastadoras consecuencias y efectos de la guerra sobre la sociedad, la fragmentación de las familias, la muerte gratuita, la destrucción de las ciudades, la odisea de la búsqueda de refugio cruzando el mar, el naufragio colectivo en aguas del Mediterráneo. Creo que tratar el tema de la guerra ha ido en detrimento de la parte innovadora y el desarrollo de nuevos tipos de novela como género literario. El escritor sirio está poseído por la obsesión de mostrar este gran terremoto que ha sacudido Siria desde marzo de 2011. Naturalmente, no todas las novelas que tratan el tema de la guerra tienen éxito, pero no debemos olvidar que las novelas de algunos sirios han logrado de forma absolutamente satisfactoria transmitir su sufrimiento a otros.

El libro cuenta una historia terrible, que es la suma de muchas historias terribles. El nivel de horror y violencia presenciado en Siria, ¿qué le ha enseñado sobre el ser humano?

Hay una maravillosa frase que aprendí de memoria de Las mil y una noches: "La injusticia permanece oculta en las almas: la fuerza hace que aparezca y la impotencia que desaparezca". Hemos visto el despertar de los monstruos que se escondían tras una máscara con aspecto humano durante la guerra. El ser humano es una bestia difícil de domar, incluso si la filosofía, las religiones, los regímenes y las leyes lo intentan, pues a la mínima oportunidad, se se despoja de su máscara humana y reaparece su salvajismo. Los instintos salvajes se despiertan en las guerras. Lo digo no solo porque haya seguido los acontecimientos de la guerra en mi país, sino porque fui un soldado que vivió los horrores de la etapa final de la guerra civil libanesa a principios de los noventa. Entré en la guerra como soldado y presencié atrocidades. Ahora escribo sobre la guerra para condenarla y desmontar su estructura salvaje.

Usted pertenece a una generación que creció bajo el gobierno Asad padre ¿Eras de los que esperaban un cambio para mejor después de la muerte de Hafez? ¿Por qué, en su opinión, las promesas de reforma nunca fueron cumplidas?

Cuando falleció Hafez Asad en junio de 2000, mi mujer y yo estábamos preparándonos para emigrar y huir a Europa. El país nos oprimía y ya no había horizonte alguno que vaticinara una cierta distensión política tras treinta años de gobierno dictatorial absoluto. El día de su muerte, muchos sirios, entre los que me incluyo, pensaron que se trataba de un buen presagio. Pensamos que la muerte del dictador cambiaría la situación en Siria. Desgraciadamente, la cuestión no estaba relacionada tanto con la persona, sino con el régimen opresor sólidamente cimentado. Los medios intentaron presentar al dictador hijo como el salvador. La realidad es que no era más que una bonita máscara que ocultaba al monstruo. Los medios hablaban de que Basha Asad pertenecía a la generación joven y eliminaría a la vieja guardia, desarrollaría la economía, acabaría con la corrupción y relajaría el control. Personalmente, no me creí ninguna de esas promesas porque sabía que los regímenes dictatoriales tienen en su naturaleza el engaño. Salí de Siria antes de que Bashar Asad recibiera el poder como heredero de su padre por medio de la farsa del parlamento, que cambió la constitución siria en unos minutos para hacerla a la medida del dictador de treinta y cuatro años. Unos pocos años después, el dictador mostró sus colmillos y los aparatos de seguridad detuvieron y forzaron al exilio a los activistas y cerraron los círculos políticos que exigían reformas. El régimen dictatorial no podía iniciar una senda reformista, pues la reforma significa el fin del dictador.

En su libro retrata a una familia brutalizada por las bombas asadistas, el gobierno hostil de las facciones opositoras, la locura del Daesh, las bombas de la coalición internacional liderada por los EEUU. E incluso los obstáculos establecidos por Europa para evitar que la gente llegue a las islas griegas. ¿Cómo ha podido terminar ocurriendo todo esto?

No sé cómo pudo suceder, pero sucedió. El pueblo sirio conocía a su régimen opresor que ya había cometido matanzas y reprimido varios levantamientos anteriormente. Pero nadie imaginaba el precio tan alto que pagarían los sirios por sus demandas de libertad y dignidad. Pensábamos que el mundo había cambiado y que no permitiría que se cometieran atroces matanzas como las que sucedieron, especialmente porque quienes se llamaban a sí mismos Amigos de Siria habían prometido a la gente que se pondrían de su lado. Cabe recordar aquí a Obama, que impuso unas líneas rojas que al régimen no le importaron. Del mismo modo, el presidente turco Erdogan prometió a los sirios que protegería Alepo, pero no cumplió su promesa. La gente estaba muy emocionada por la revolución y se creyeron todo lo que repetían algunos líderes solo para consumo de los medios. Lo mejor que hicieron las potencias fue realizar la función de espectador de un partido que se limita a proclamar su indignación cuando el equipo contrario marca un gol.

Usted ha estado viviendo durante mucho tiempo en Europa. ¿Cree, como muchos sirios argumentan, que ha habido una falta de empatía primero con sus demandas y, luego, con respecto a su tragedia?

Debemos ser justos y diferenciar entre los gobiernos, que se han limitado a condenar tímidamente las matanzas y los asesinatos de forma general, y sectores de la población europea que han mostrado una solidaridad en la medida de sus posibilidades con la revolución siria y las demandas del pueblo sirio de vivir en libertad. Desgraciadamente, la movilización popular europea no ha influido en los gobiernos, al contrario de lo que ha sucedido con algunas causas por las que las masas europeas han logrado obligar a sus gobiernos a emitir resoluciones o adoptar medidas eficaces. Los medios europeos no han logrado crear una opinión pública contraria a la dictadura siria. Creo que la Europa oficial apoya las dictaduras del Levante por muchos medios. Yo, por ejemplo, he seguido los medios alemanes y su interés en la revolución siria no estaba a la altura, quizá por la cantidad de revoluciones de la primavera árabe, pero en mi opinión, los medios en Europa no han hecho de la causa siria una causa central. La izquierda internacional ha jugado también un papel negativo. Con la excusa de la presencia de islamistas, ha apoyado al régimen dictatorial y ha negado los principios revolucionarios.

¿Por qué en la mayoría de la izquierda europea la idea de Bashar Asad, y de partido Baaz en general, como una especie de poder secular, socialista y antiimperialista ha prevalecido, y se le ha apoyado y aplaudido, a pesar de los múltiples crímenes de guerra de los que ha sido acusado?

La Europa democrática se ha transformado, desgraciadamente, en un refugio seguro para todos los criminales del régimen que han podido llegar a su territorio. Rifaat Asad, por ejemplo, que perpetró la matanza de Hama a principios de los ochenta, ha vivido muchos años con libertad y una importante fortuna en España y Francia. ¿Cómo se puede entender que Europa juzgue a Slobodan Miloevi y, en cambio, ofrezca una cómoda residencia a Rifaat Asad y su familia, cuando este ha matado a más de treinta mil sirios? ¿Es porque Miloevi no tiene miles de millones como Rifaat al-Asad? Por otra parte, la mentira del laicismo y el antiimperialismo ha terminado por desgastarse y no se necesita ser muy listo para refutarla. Este régimen no es laico, sino que está inmerso en el sectarismo y se ha aliado con el islam político chií y las organizaciones terroristas que apoya Irán, un odioso Estado religioso. Si los gobiernos europeos ignoran los crímenes del régimen porque lo consideran un baluarte del laicismo frente a la ola islamista, están equivocados. EEUU apoyó a los talibanes, retrógrados y radicales religiosos, en Afganistán cuando sus intereses lo exigieron. En este caso, lo que hay son intereses europeos y, sobre todo, israelíes en que este podrido régimen se mantenga y no tiene nada que ver con su naturaleza. En general, Europa ha apoyado a las dictaduras orientales, como Gadafi, Sadam, Asad y Bourguiba, y ha permanecido en silencio ante sus crímenes...

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"El gran monstruo de la historia es el ser humano"

 

Juan Cruz - El País - 25 de enero de 2019

Fotografía de Adonis de Inma Flores

El escritor sirio reflexiona sobre la violencia y el tiempo en ‘El libro II’

Adonis nació en una casa modesta de Qasabin, Siria, en 1930, se exilió en 1956 en Líbano, país que abandonó por París en 1986 huyendo de la guerra civil. Tiene la piel suave, como hecha por la intemperie. A él le gustaría volver a aquella casa vieja.

Poeta con ambición de abrazar el tiempo y el mundo, suena con recurrencia asociado a las candidaturas al premio Nobel. Es autor de un título enorme con el que viaja ahora a España, El libro II (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo), segunda parte de uno del mismo título en el que, a la manera del Cortázar de Rayuela, al que él admira, combina textos de la antigüedad de su lengua, el árabe, con reflexiones poéticas en las que la violencia y el tiempo se comportan como metáfora de la memoria. Es un hombre apuesto, sonriente. Hace brillar sus ojos con el estímulo infantil de la curiosidad. Al fin y al cabo, dice, “la vejez es otro tipo de infancia”. Hablamos en la espaciosa Casa Árabe. A veces sostiene en sus manos suaves el volumen, más de 600 páginas de gran formato. Podría ser un pentagrama o un misal laico. Nos traduce su sobrino nieto Yafaar Aluni.

Pregunta. ¿De dónde le viene el eco de su primera poesía?

Respuesta. De una pregunta sin respuesta: ¿quién soy yo? Tras medio siglo escribiendo todavía no la sé.

P. En los poemas está el tiempo antiguo.

R. Este tiempo vive dentro de mí pero no como residente, no como una persona que se aloja en mi interior sino como una preocupación pasajera. Quizá ahora escribiría un libro que trate del futuro, sobre cómo seré en el futuro de mi imaginación.

P. Usted se burla muchas veces del futuro.

R. Ahora estamos viviendo en el futuro, el momento actual es el futuro, lo que estamos diciendo hoy existe en el mañana. Cada momento del presente ya ha pasado, el presente absoluto es lo que llamamos futuro.

P. ¿De qué color es el futuro?

R. La reina Balkis le preguntó al profeta Suleiman: “¿De qué color es Dios?” Es lo mismo. En un verso me pregunto: “¿Quién es Adonis?, ¿quién le dirá a Adonis quién es Adonis?”. La poesía me contestó, más bien me susurró: “Tu pregunta es en sí misma una respuesta”.

P. Si ponemos sus palabras juntas estaremos haciendo un cuadro de Siria: Alepo, la guerra y la muerte son metáforas suyas. ¿Cómo le afecta?

R. A dos niveles, en el emocional y en el cultural. Estoy en contra de la violencia, no puedo aceptar ningún acto violento. A nivel cultural, el tiempo, el exilio, la sangre, son partes de la vida diaria y de la realidad de cualquier ser humano contemporáneo. El gran monstruo de la historia es el ser humano.

P. ¿Cómo ve el momento actual de la guerra en Siria?

La poesía me ha ayudado a hacer un viaje para saber quién soy

R. Como europeo que es usted, le pregunto: ¿cómo se puede aceptar que Occidente, y concretamente Estados Unidos, financie, apoye y reclute a gente de 80 nacionalidades con armas, con dinero, y los mande a Siria, a Irak y a otros países para matar y violar a mujeres? Esa es la pregunta… Estoy hablando de hechos reales. ¿Cómo es posible que Occidente lo acepte?

P. ¿Cómo combatirlo?

R. Se puede combatir. Pero, ¿se puede curar? Aquí reside el problema, entre el ser humano y lo que piensa o cree que es su creador, porque Dios, que es el salvador, como el monoteísmo en general, manda matar. El Dios de los judíos manda matar, el Dios de los musulmanes también, solamente el Dios de los cristianos murió defendiendo al ser humano. ¿Por qué Dios manda matar en el judaísmo y en el Islam y sin embargo en el cristianismo salva o muere por el ser humano?

P. Pero los cristianos matan.

R. Digo Dios, no lo cristianos… ¿Por qué la Iglesia rechazó a Jesús? Por perversión, por maldad, sí. Pero esa perversión, esa maldad es la que gobierna y controla el mundo de hoy en día. En el mundo de hoy se mata en nombre de Dios.

P. También en los países musulmanes.

R. Por supuesto.

P. Entonces, ¿por qué el hombre de cualquier religión o ideología se muestra solidario o amoroso y sin embargo mata?

R. Creo que todavía está por descubrir quién es el ser humano. Yo no creo en Dios, creo en el ser humano, pero sigo preguntándome cómo el ser humano es capaz de matar a otro en nombre de Dios. Eso significa que el ser humano inventó a Dios y no al contrario. Un invento para dominar al resto de los humanos.

P. ¿La poesía le ha ayudado a comprender esa desolación?

R. Muchísimo, pero sobre todo me ha ayudado a hacer un viaje dentro de mí mismo para conocerme mejor, para saber quién soy. En ese sentido me ha ayudado crear una imaginación poniendo al margen todos los demás problemas.

P. ¿Dónde vive ahora, dónde le gustaría vivir?

R. Vivo en Francia, pero me habría gustado vivir en la casa en la que nací; era una casa de barro, muy pobre, que formaba parte de la naturaleza.

P. ¿Qué pasó con la casa?

R. La misma naturaleza la destruyó.