Ser negro es como estar en una cárcel
Bassidiki Coulibaly, autor de El delito de ser «negro»
Utiliza el humor en su libro para exponer con dureza la injusta situación a la que ha sido sometida parte de la humanidad porque el color de su piel es negro. Exige que musulmanes y cristianos asuman la responsabilidad compartida durante el período de la esclavitud, que fue posible también por la colaboración de los «hermanos» africanos.
Publicado por Carla Fibla García-Sala en Mundo negro el 21 de
¿Por qué ser negro es un delito?
A partir de la historia, ser negro se ha convertido en un crimen. Como en el continente africano solo hay negros, esto no era un problema, pero cuando otros pueblos fueron hacia África con sus concepciones ideológicas sobre el color negro, todo se complicó. Desde la antigüedad griega, el color negro se asocia a cosas malas por lo que, al descubrir a personas con esa piel, proyectaron sobre ellas lo negativo del color. Está en los textos de Heródoto, cuando fue al antiguo Egipto y explicó que la gente era negra y que su esperma era negro. Más tarde, Aristóteles le desmintió. Esa forma de pensar, sustentada en la creencia ideológica respecto al color de piel de los seres humanos, condujo a que el color negro se convirtiera en un crimen. Ser negro es como estar en una cárcel encerrado por los demás, que creen que no tenemos un lugar en la gran familia humana.
No es lo mismo hablar de cosas negativas que de un crimen. ¿Cómo se da ese salto?
La civilización occidental, en su relación con otras civilizaciones, ejecuta una forma de negación por la que todo lo que no era griego era bárbaro. Por esa tendencia a dominar de la civilización occidental, el hecho de ser negro pasa a ser un crimen. Esto se justifica de forma arbitraria: la occidental es la civilización que se considera más fuerte y que, por esa posición, justifica que hace lo que quiere. Si se declara que ser negro es contrario a la humanidad, el tema se lleva a un nivel jurídico y se criminaliza porque se han puesto sobre la mesa fundamentos jurídicos al hecho de que el negro tiene que rendir cuentas. El Código Negro francés calificará al negro como «bien mueble», igual que una silla. De repente, el negro está sometido a un texto jurídico que le excluye de la gran familia humana. El negro ha sido excluido y sometido a un código especial. Los franceses tenían el Código de Napoleón que regía la vida de los seres humanos que no eran negros.
¿Por qué deben los negros rendir cuentas?
Es un asunto que ha sido teorizado en varios momentos de la historia. En la literatura hay autores que han escrito cosas impensables sobre los negros desde el siglo XVII o en la época del Renacimiento, cuando Europa empezaba a abrirse con los grandes descubrimientos (1492, con la llegada de Cristóbal Colon a América). Los indígenas eran calificados como seres humanos sin alma, porque en la Europa cristiana la diferencia del ser humano radicaba en el hecho de que tuviera o no alma. Bartolomé de las Casas fue el único que defendió que los indígenas la tenían y que eran seres humanos completos. En cambio, los negros siempre fueron clasificados como seres sin alma. En los escritos de François Rabelais encontramos argumentos sobre los negros que no tienen sentido… De forma lenta y progresiva fueron echando a los negros de la humanidad. En el siglo XVIII, la ciencia clasifica a las especias animales, vegetales y humanas. Se publica el Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas –de Joseph Arthur de Gobinear–, donde se defiende que existen varias razas humanas, lo que da lugar a una jerarquía. En la parte de abajo de la clasificación, un poco por encima de los chimpancés, estaban los negros, mientras que la raza blanca estaba arriba. Y como respuesta aparece De la igualdad de las razas humanas. Una antropología positiva –de Anténor Firmin–, a favor de los negros.
En los avances tecnológicos y científicos del siglo XIX los negros volverán a ser relegados.
La Revolución Francesa trae la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pero la definición de hombre se refiere al blanco. En la literatura, filósofos como Jean-Jacques Rousseau apuntan que no hay otra especie humana a la que se puede llamar hombre excepto la de los blancos. Dice que los otros no son seres humanos. Y no es el único. El filósofo y jurista Montesquieu respalda esas afirmaciones. En la literatura, la filosofía, el derecho, la ciencia o la biología hay un afán por demostrar que el negro no es un ser humano. Con la empresa colonial y el traslado de negros a Europa, se los presenta en ferias y se los exhibe como curiosidades, como la famosa Sarah Baartman, llamada la Venus Negra, que será explotada y a la que, en el nombre de la ciencia, se le hizo la autopsia para ver cómo era su interior. Todos los campos fueron cómplices e hicieron que ser negro se convirtiera en un crimen. Y hoy somos los herederos de esa historia.
¿Quién es responsable?
Tanto en lo que concierne a la criminalización de los negros o a la trata, la colonización o la situación de los negros hoy, la responsabilidad podemos contemplarla a lo largo de la historia. Los europeos no habrían podido llenar los barcos y sacar a miles de africanos de su tierra solos, sin la ayuda de los africanos que estaban en el continente. No podemos decir que los africanos son las víctimas y los europeos los culpables, porque en la Revolución Francesa había abolicionistas, europeos que no estaban de acuerdo con la trata, con lo que ocurría en las plantaciones y con que se los tratara como esclavos. Y también había africanos en el continente que vendían a otros africanos. Debemos dejar de pensar que los negros son siempre las víctimas y los blancos los culpables. Los Estados europeos han ido asumiendo su responsabilidad, pero los africanos tienen muchos problemas para hacerlo.
¿Por qué?
Porque hay mucho silencio. La trata negrera ha pasado y los Estados y pueblos africanos quedaron traumatizados por la historia. No han tenido ocasión de curarse y sanar.
¿Pasará en el futuro?
Hago un llamamiento a todos los negros sin importar donde se encuentren para que tomemos la decisión de curarnos del traumatismo del trato negrero. Al no haberlo hecho en su momento, llegaron la colonización y luego las independencias, que no lo son en realidad. El pueblo ha recibido varios golpes; es como si coges a alguien por el pelo y a la fuerza le metes la cabeza en el agua, le sueltas y se la vuelves a meter… Los negros han sido tratados así, no han tenido tiempo para respirar y superar lo que había pasado.
Pero entonces, por lo que dice, es normal que la gente negra no haya podido reaccionar.
No. Si fuera normal no habría podido escribir este libro.
Lo ha escrito por eso, para movilizar a los intelectuales, que se cuestione…
Me cabrea mucho que se diga que los africanos no están preparados para la democracia. Doy las explicaciones históricas al mirar los acontecimientos acaecidos en el continente africano que no han experimentado en otros continentes, y ahí es donde planteo la responsabilidad de cada negro, de cada persona, sin importar el lugar donde se encuentre; de hacer algo y no contentarse con encontrar razones para no hacer nada y justificarse. He escrito este libro pensando que mis padres no fueron a la escuela, no sabían leer y escribir, pero yo sí. En mi casa hubo esa toma de conciencia gracias a mis lecturas, a mi curiosidad por comprender por qué los negros son considerados menos buenos que los blancos. En Francia me enfrenté a una situación impensable en África, porque la mayoría de las personas que me rodeaban eran blancas. Eso me hizo adquirir más conciencia.
¿Por qué es tan crítico con el panafricanismo en su libro?
Es cierto que no se quedaron de brazos cruzados, pero al estar muy condicionados por un período de la historia, encontraron las excusas para no avanzar. Hay muchas razones para criticarlos.
¿Se esperaba demasiado de ellos?
En esa época, el pueblo negro estaba en el camino de la toma de conciencia de su situación, pero no era la conciencia actual. Por ejemplo, en Burkina Faso lo que llamamos independencia fue en 1960, pero hasta 2023 no se pidió al Ejercito colonial que se fuera. Ha hecho falta todo ese tiempo para decirles: «Iros de nuestra casa, no queremos la presencia de fuerzas coloniales». Y si fuera realmente porque hemos tomado conciencia y nos vamos a apañar solos… Pero si es para llamar a los mercenarios de Wagner, esto no funciona, no tiene sentido. En mi país, la lengua oficial es la de la antigua potencia colonial, la moneda, que además se fabricaba en Francia, es la impuesta por ellos, las armas del Ejército son las de los militares franceses.
¿Por qué no reaccionan los países africanos ante la colonización del siglo XXI?
El pueblo africano tiene el ejemplo de Ruanda, que no llamó a ningún grupo como Wagner tras el genocidio. Incluso siendo un poder que impone la vida colectiva, que les obliga a vivir juntos [como ocurre entre hutus y tutsis], no han necesitado a un ejercito extranjero para defender su soberanía. En muchos países africanos [la soberanía] está garantizada por otro estado. Si hay gente que viene a someternos, dominarnos y explotarnos, y ni Dios ni los ancestros pueden protegernos, ¿cómo defendernos si no podemos contar con nosotros mismos?
El racismo persiste en la sociedad europea. ¿El silencio forma parte del racismo?
Sí, está unido a la historia. Los que se manifiestan contra el asesinato de George Floyd son jóvenes de todos los colores. Esa cuestión sobrepasa a las comunidades negras o africanas. Nuestra época, por la mundialización, genera una situación propicia para la comprensión de ese pasado difícil, frente a una generación antigua que no entiende lo que pasa hoy, que fue educada en el racismo, en los libros escolares hasta 1977, en los que se contaba que los blancos hicieron que los negros entraran en la humanidad. Los estados han reconocido que la trata negrera y la esclavitud fueron crímenes contra la humanidad. A nivel legislativo se avanza, pero hacerlo en lugares de la memoria como el racismo lleva más tiempo, hacen falta generaciones.
Sobre la hospitalidad, Felwine Sarr dice que África se ha occidentalizado, pero los negros siguen llamándose «hermanos». ¿Es una mentalidad realista?
Hay una hospitalidad africana, la tradición de considerarse como hermanos, pero esto deja de funcionar con la llegada de las religiones al continente. En el islam se considera a los otros como hermanos siempre que sean musulmanes. Y con los cristianos pasa lo mismo. Por el traumatismo de la historia, la esclavitud y la colonización, en el momento en el que tú vendes a tu hermano, dejas de tener ese vínculo con él. Y en la colonización pasa lo mismo, con muchos negros que ayudaron a la minoría blanca para que la colonización triunfase. Francia siempre utilizó a negros para asesinar a otros negros. En las presentaciones, los que más me atacan son lo negros, me dicen que he sido corrompido por los blancos.
¿Qué significa ser negro?
Ser negro es algo heredado de una historia que ha colocado a una parte de la humanidad en una prisión. Es como cuando vas al notario y dices: «No quiero que mi hijo herede mis bienes», pero ¿pueden dejar de heredarse los genes? No. Lo genético no lo podemos cambiar. Cuando hablo de herencia hay un aspecto que nosotros, seres humanos negros, tenemos: el color de nuestra piel. Y podemos asumirlo o no. Si no lo asumimos, tenemos la opción de hacer como que todo fuera bien. Podemos convertirnos al islam y podemos llegar a ser imames en una mezquita. También podemos ser sacerdotes y celebrar misa en una iglesia, y ahora hay muchos sacerdotes africanos que llevan adelante sus comunidades. Podemos hacer eso y no asumir lo anterior. Comprendo que la gente puede decidir no asumir esa herencia, y para mí eso no es un problema en la medida en que esas personas están en paz y ayudan a otras a estarlo, y eso es positivo. Tampoco pido que todos los seres humanos negros se ocupen de esa parte de la historia. Por el contrario, es complicado para mí entender a esas personas que hacen como si todo eso [ser negro] estuviera bien.
[artículo completo en Mundo Negro]
Tarek Eltayeb en Casa Árabe
Tarek Eltayeb, el escritor egipcio-sudanés nacido en El Cairo en 1959 de familia sudanesa y residente desde hace años en Viena, donde es profesor en su universidad, conversará con Carla Fibla y Muhsin al-Ramli en torno a su libro Estaciones. Una autobiografía, en el auditorio de Casa Árabe el miércoles 29 de marzo.
En su libro, el autor reúne las notas que fue tomando a lo largo de los cincuenta primeros años de su vida. Los fragmentos recogidos dibujan un trayecto personal y familiar que se extiende desde el Nilo Azul hasta el Danubio. Sus recuerdos evocan los sabores de los tomates de las huertas de El Cairo y los helados de Gaza, el resplandor de las playas del Mediterráneo, el rumor de los barrios del Egipto fatimí, el traqueteo de los trenes en el Sinaí, la música de los setenta, el olor a petróleo en Irak, la explotación de los trabajadores, los controles en las fronteras, la frialdad de sentirse extranjero en un nuevo mundo, el amor, la esperanza y el descubrimiento de la escritura, el arte y la literatura. El del autor es un trayecto individual, único y atípico, como el de los millones de seres humanos que se mueven por el planeta en busca de un hogar y un destino. Tarek Eltayeb es hoy –entre otras muchas cosas– un escritor austriaco que escribe en árabe, un representante de una Europa nueva.
Carla Fibla es una escritora y periodista especializada en Mundo Árabe y África, autora de España-Marruecos desde la orilla sur.
Muhsin al-Ramli es un escritor iraquí radicado en Madrid, autor de Los jardines del presidente.
Finalmente, Muhsin al-Ramli no pudo participar debido a un problema de salud que requirió su hospitalización, por lo que Tarek Eltayeb estuvo acompañado por Karim Hauser, Carla Fibla y Gonzalo Fernández Parrilla, quienes abordaron con el autor cuestiones presentes en el libro como el exilio, el uso de la lengua en sus diferentes registros, árabe estándar o árabe dialectal, la contaminación de otras lenguas...
El acto fue seguido con gran interés por los asistentes, que ahondaron en el coloquio los temas tratados por los ponentes.
Añadimos a continuación una fotografía, el enlace al vídeo que recoge íntegramente el acto y el programa de RTVE en árabe dedicado a Tarek Eltayeb.
@otro.marruecos @casa_arabe @fgscarla
#Sudán #Egipto #lenguaarabe #literaturaarabe #EstacionesUnaautobiografía
Emisión en árabe 'Estaciones', del gran escritor Tarek Eltayeb 30/03/2023 30:07
Nuestra emisión incluye el programa "Cuadernos de Cultura", que edita y presenta Ahmad Yamani.
En el episodio de hoy cubrimos la presentación, que tuvo lugar el miércoles 29 de marzo en Casa Árabe de Madrid, del libro del gran escritor sudanés egipcio austriaco Tarek Eltayeb, traducido al español por M. Luz Comendador Pérez, bajo el título Estaciones. Se trata de una autobiografía que reúne las notas que su autor fue tomando a lo largo de los cincuenta primeros años de su vida. Los fragmentos recogidos dibujan un trayecto personal y familiar que se extiende desde el Nilo Azul hasta el Danubio.
Acompañaron al autor Carla Fibla, reportera en la revista Mundo Negro, y Gonzalo Fernández Parrilla, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid. Presenta Karim Hauser, coordinador de Cultura y Relaciones Internacionales en Casa Árabe.
Bassidiki Coulibaly y su libro "El delito de ser “negro”. Mil millones de “negros” en una cárcel identitaria
Bassidiki Coulibaly quiso estar presente en el acto de presentación y debate sobre su incitante texto El delito de ser "negro". Mil millones de "negros" en una cárcel identitaria y nos envió el siguiente video:
Añadimos a continuación las tres preguntas que Mireia Sentís, directora de la colección BAAM Biblioteca Afro Americana Madrid, dirigió al autor y que este respondió especialmente para este acto. Al final de sus respuestas hemos incluido algunos extractos de las intervenciones de la propia Mireia Sentís, de Carla Fibla, periodista con una amplia trayectoria (corresponsal de diversos medios en El Cairo, Rabat y Amán, redactora de la revista Mundo Negro y autora de Mi nombre es nadie en el que recoge testimonios de los inmigrantes que tratan de llegar a España) y de Ramadhani Ngoy, coordinador de AfroDiccionario
ENTREVISTA A BASSIDIKI COULIBALY
Por Mireia Sentís
—¿Cuál es la razón por la que siempre, sin excepción, ha decidido escribir “negro” entre comillas?
La razón es triple.
- Primera: porque escribirlo sin comillas es sospechoso, suena falso y constituye un desafío para la razón. El negro en cuanto color, detenta un estatus único y singular con respecto a cualquier otro color. Así, es el no-color para unos y el rey de los colores para otros puesto que todos los otros colores nacen de él. El negro es también el color del misterio, el de los místicos cristianos (del maestro Eckhart, teólogo y filósofo del siglo XIII/XIV, por ejemplo), el color del edificio más sagrado del Islam (la Kaaba de la Meca) y Freud, cuando habla de psicoanálisis, se refiere a la mujer utilizando el término “continente negro”.
- Segunda: escribir negro sin comillas no es razonar en estéreo sino en mono, como en los monoteísmos. Sin embargo, todo razonamiento mono no puede sino ser binario (negro/no-negro) y hundirse en el maniqueísmo. Porque ¿de qué “negro” hablamos cuando hablamos de color? Yo he decidido razonar en estéreo. El negro, en cuanto color tiene más de cincuenta matices, como magistralmente ha demostrado el pintor Pierre Soulages, por ejemplo.
- Tercera: aquí se plantea la pregunta ¿a qué tono de negro nos referimos cuando hablamos de o escribimos sobre el “negro” o los “negros”, al referirnos a los seres humanos? Cuando se razona en estéreo como el comentador político sudafricano Peter Abrahams y se ha comprendido que rojo es el color de la sangre de los negros, ya no es posible escribir negro o negros sin comillas; porque sería ir en contra de la lógica y de la razón. Y más: desde la antigüedad griega hasta nuestros días, tanto el color negro, como los seres humanos denominados “negros”, han sido desacreditados a través de múltiples y diversas cargas negativas. Poner, pues, comillas es atraer la atención sobre algo que no viene dado; es una invitación a hacerse preguntas, a comprometerse con el laborioso y largo trabajo que requiere la deconstrucción de nuestras representaciones sociales.
—¿Cree usted que sin las religiones el racismo estaría menos extendido?
- Las relaciones entre racismo y religión son históricas y complejas. Sin embargo, pienso que sí, que sin las religiones -las monoteístas, claro está- el racismo se hubiese extendido menos. Lo que siempre ha caracterizado las religiones monoteístas es el proselitismo, a la vez consensual y violento, cercano y lejano, amparado bajo el manto de la ficción de la pureza. Pureza de los creyentes, pureza de la raza, pureza de la sangre. Por ejemplo, en la España a caballo de los siglos XV y XVI, o sea al final de la reconquista, tanto los judíos como los musulmanes son sometidos a un dilema en nombre de la religión cristiana: convertirse al cristianismo o abandonar el reino. Y mientras Cristóbal Colón “descubría” América en 1492, preparando así el terreno a Hernán Cortés, el reino de España expulsaba a los judíos ese mismo año y luego a los musulmanes en 1502. Menos mal que, en 1550 y 1551, Bartolomé de las Casas, hombre de la iglesia, estaba en Valladolid, en nombre de la humanidad y en defensa de los “indios”, solo ante Sepúlveda y la iglesia. Por otra parte, el racismo perdurará mucho tiempo entre los “viejos cristianos” de “sangre pura” y los “nuevos cristianos” (judíos y musulmanes conversos) de “sangre impura”.
- En cuanto a los “negros”, Lluís Sala-Molins a mostrado abundantemente cómo las religiones, la cristiana sobre todo, han tomado como fundamente religioso e ideológico el libro del Génesis para esclavizar la población africana (el Código negro o el calvario de Canaán)
—¿Prevé un futuro en el cual los “negros” no sean ya los condenados de la tierra? ¿Y ese futuro depende, como apunta usted, de un cambio de actitud de los negros hacia sí mismos, o bien sin la toma de consciencia de los “no negros” no habrá nada que hacer?
- ¿Un futuro en el que los “negros” no sean los condenados de la tierra? Estoy tentado de contestar afirmativamente. Mirando hacia el pasado, la paleontología nos enseña que Lucía tanto como Toumai que la destronó, proceden del África “negra”, como todos los hombres de hace dos millones y medio de años. ¡Así hasta que se demuestre lo contrario somos todos, tengamos el color de epidermis que tengamos, africanos! Y hasta de la misma familia puesto que no hay más que una raza (Unicef, 1964). Cuando miramos al presente, los “negros” están en todas partes en el planeta Tierra y han marcado positivamente la historia en todos los dominios del saber; del saber hacer y del saber estar (Nelson Mandela, por ejemplo). Están presentes entre las élites, las clases medias y las populares. En este presente de mundialización y mestizaje, los “negros” que rompen los barrotes de sus prisiones identitarias son cada vez más numerosos. Los “negros” ya no son los únicos condenados de la tierra. Los Palestinos, esos apátridas, ¿acaso no son condenados de la tierra? Los kurdos, esos apátridas, ¿no son condenados de la tierra? Y cuando vemos en las manifestaciones abigarradas de Black Lives Matter personas de todas las edades y de todos los colores, es el futuro que ya está presente. El cambio de actitud de los “negros” hacia sí mismos, tanto como la toma de conciencia de los “no negros”, son condiciones imperativas para acelerar el paso de la marcha hacia un futuro sin condenados de la tierra (ya sean palestinos, kurdos, “negros”, etc…). A lo largo de la historia siempre ha habido “no negros” al lado de los “negros”, porque el humano es fundamentalmente estéreo, a pesar de su auto domesticación al pensamiento mono. Vean lo que estamos llegando a hacer todos juntos: usted, el equipo al cual pertenece, Dalikou, Sala-Molins, etc…).
- Termino con una cita de Martin Luther King: “Tenemos que aprender a vivir juntos como hermanos, si no moriremos juntos como idiotas”. (Discurso del 31 de marzo de 1968).
El delito de ser "negro". Mil millones de negros en una cárcel identitaria Presentación y debate en el Ateneo la Maliciosa
¿Pero qué es un negro? Y, para empezar, ¿de qué color es?
Jean Genet, Los negros, 1958.
El «negro» es negro: el «no negro» que lo afirma tiene la certeza, y el «negro», el convencimiento. Más aún, el «negro» no puede negar que es negro: tiene la certeza inequívoca, como el «blanco» que siempre ha sabido que es blanco. Ahora bien, el empirista más elemental, sea cual sea su color, sabe que quien es tachado de «negro» no es monocromo y que la blanquitud del «blanco» es más que discutible: lo que percibimos no siempre es conforme a lo que retenemos de una vez por todas. El «negro» de Somalia no tiene la misma negrura que el «negro» de Sudáfrica, el «blanco» de España no tiene la misma blancura que el «blanco» de Suecia: a los dos primeros los llaman «negros» y ellos se reconocen como tales, lo mismo que llaman «blancos» al español y al sueco y ellos se reconocen como tales. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de «color»? ¿Por qué hemos hablado y seguimos hablando de «mujer de color», de «hombre de color», de «pueblos de color» como si los otros fueran incoloros? ¿Cuáles fueron y siguen siendo las implicaciones para estas «personas de color», y en particular para «los negros», las únicas «personas de color» del siglo XXI?