Beatriz Lecumberri entrevista en El País a Mosab Abu Toha
Mosab Abu Toha, poeta del sufrimiento de Gaza: “Cargo sobre mis hombros el peso de los escombros de mi casa y de mis libros convertidos en cenizas”
El escritor, que ha presentado en Madrid la traducción en español de su poemario, galardonado en Estados Unidos, lamenta la pasividad mundial ante la crisis humanitaria en la Franja, que hace que los palestinos estén perdiendo la esperanza
Beatriz Lecumberri
Madrid - 29 NOV 2024 - El País - Planeta futuro
Mosab Abu Toha (Gaza, 32 añ
Mosab Abu Toha (Gaza, 32 años) habla rápido, con la misma urgencia que escribe sus poemas, en los que atrapa detalles e imágenes que transportan al miedo, al hambre, a la pérdida y a la muerte que viven diariamente los palestinos de la Franja. Un gato comiendo entre los cadáveres putrefactos, la mochila escolar de un niño que carga lo que han podido salvar de la casa familiar antes de huir, el polvo de los escombros que lo invade todo, un funeral sin gente.
Su libro Cosas que tal vez halles ocultas en mi oído, (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2024) que ha presentado esta semana en Madrid y ha sido galardonado en Estados Unidos, recuerda a la antipoesía del chileno Nicanor Parra o a los versos de guerra de Miguel Hernández. “Mis ojos están programados para ver las cosas desde el punto de vista de un palestino de Gaza. No puedo escribir de otra cosa o de otra manera”, explica, en una entrevista con este diario en Casa Árabe, en Madrid.
Abu Toha, que creó en 2017 la biblioteca pública Edward Said, la primera en inglés en Gaza, fue arrestado y llevado a una prisión israelí durante tres días cuando intentaba salir de la Franja con su familia hace un año. Está convencido de que fue liberado gracias a sus contactos en universidades y publicaciones de Estados Unidos y hoy vive en el Estado de Nueva York. Allí se ha convertido en una especie de reportero en verso del sufrimiento de los palestinos de la Franja, recogido en buena parte en su segundo libro, “Forest of noise”, por ahora solo en inglés. “Yo sigo estando en Gaza. Me fui, pero parte de mí sigue allá”, asegura.
Coincidiendo con el Día Internacional de Solidaridad con el pueblo palestino, que se celebra este viernes, Abu Toha lamenta que el mundo esté olvidando a Gaza. “Cuando veo unos padres que entierran a su hijo, siento que yo podría estar en su lugar. Creo que sería bueno que las personas fuera de Gaza también vieran nuestra tragedia de esta manera, especialmente en los países occidentales”.
En sus versos, también queda lugar a veces para una esperanza que, según él, los gazatíes están perdiendo: “Pero llegará la primavera y ellos, los que nos bombardean, no encontrarán flores entre las bombas. Estaremos entre los árboles, la luz del sol nos bañará junto a los nidos de los gorriones. Ellos, los que nos bombardean, no tendrán sol, ni lugar donde descansar, ni piernas para correr”, dice uno de sus poemas más recientes.
Pregunta. ¿Nunca ha escrito versos que no hablen de Palestina?
Respuesta. Palestina es el único lugar que conozco de verdad.
P. ¿No podría escribir hoy una poesía sobre las calles o los parques de Madrid?
R. Mis ojos están programados para ver las cosas desde el punto de vista de un palestino de Gaza. No puedo escribir de otra cosa o de otra manera. Por ejemplo, si hago un poema sobre una casa que veo hoy en Madrid, no podré dejar de pensar en la casa que dejé en mi ciudad, en Beit Lahia.
P. ¿Qué es para usted la poesía hoy?
R. Una obligación, una urgencia... Escribo unos versos y los publico. Donde sea. En redes sociales, en páginas de centros académicos o de medios de comunicación. No espero. Mis poemas son también noticias de Gaza que no salen en los medios de comunicación.
P. ¿Cómo ha sido este año fuera de Palestina para usted y su familia?
R. No es fácil ser palestino y vivir en Estados Unidos. Salimos de Gaza gracias a mi hijo, que nació en EE UU y tiene pasaporte. Mi vida tuvo algo de valor por eso, no porque soy un ser humano con derechos. Aun así, fui secuestrado, porque no encuentro otra palabra mejor para definir lo que me pasó. Cuando intentábamos salir de Gaza, en noviembre de 2023, los soldados israelíes me arrestaron en un retén. Me esposaron, me taparon los ojos y me golpearon. Me robaron todo, hasta los pasaportes de toda la familia y la ropa. Fui liberado tres días después sin ninguna explicación, supongo que gracias a que mi esposa se había puesto en contacto con mis editores en Estados Unidos y ellos hicieron presión. Si no, hoy estaría probablemente muerto. Salimos de Gaza el 2 de diciembre de 2023. Pasamos seis meses en Egipto rehaciendo pasaportes y visados y fuimos a Estados Unidos, donde había un grupo de personas que nos recibió.
P. ¿Su manera de hacer poesía ha cambiado desde el 7 de octubre de 2023?
R. No creo que haya cambiado, pero sí estoy usando las palabras de manera diferente y creo que su peso es mayor. Hablo de la misma gente y del mismo opresor, Israel. Nuestro sufrimiento no empezó ese 7 de octubre, me enfada que haya gente que así lo crea. En 1948, mi abuelo tuvo que dejar su casa en Jaffa y murió en un campo de refugiados de Gaza. Era muy joven, ni siquiera le conocí. La ONU habla de nuestro derecho al retorno desde hace décadas, pero estamos en 2024 y nadie ha regresado, más bien al contrario. Las cosas sobre las que yo escribo llevan años pasando. Pero desde octubre de 2023 el nivel de muerte y destrucción es inimaginable.
P. ¿Las palabras se quedan cortas para describir lo que está pasando en Gaza?
R. Por eso escribo poesía. Porque redefine las palabras que estamos usando cada día cientos de veces: masacre, bombardeo e incluso genocidio. ¿Qué es un genocidio? ¿Qué es una masacre? Han perdido su significado y su profundidad, de tanto usarlas. Yo escribo un poema sobre la madre que ha perdido a su bebé o sobre un hijo que llora a su padre e intento describir la historia que hay detrás. Mis versos tienen emociones que las noticias no logran captar.
P. ¿Es difícil atrapar esas emociones cuando se está lejos de Gaza, como es su caso ahora?
R. Yo sigo estando en Gaza. Me fui, pero parte de mí sigue allá. Viví los primeros meses de esta guerra, fui herido en un bombardeo hace unos años. Llevo cicatrices en mi cuerpo y en mi corazón, cargo sobre mis hombros el peso de los escombros de mi casa y de mis libros convertidos en cenizas. Cuando veo unos padres que entierran a su hijo, siento que yo podría estar en su lugar, que ese niño es el hijo de todos nosotros. Sería bueno que las personas fuera de Gaza también vieran nuestra tragedia de esta manera, especialmente en los países occidentales. Se llama humanidad, empatía, solidaridad y no la están practicando.
P. ¿Qué palabra le viene al pensamiento para describir la situación actual de Gaza?
R. Gritos. Los gazatíes gritan porque tienen hambre y miedo, porque lo han perdido todo. Me produce mucho dolor decir esto, pero también están perdiendo la esperanza. Porque el mundo no hace nada para poner fin a este desastre.
P. ¿Qué ha perdido en este año?
R. Decenas de familiares, amigos, alumnos... A mi abuelo, que murió por falta de atención médica en Gaza y no pude besarle la frente antes de que fuera enterrado. También he perdido la vida que hubiera podido tener con mi familia y los momentos que podría haber pasado con mis amigos, yendo en bicicleta a la playa o recogiendo fresas, especialmente con Refaat Alareer, poeta y amigo fallecido en un bombardeo. Y creo que también hemos perdido el lenguaje del miedo.
P. ¿Qué significa eso?
R. Los gazatíes están dejando de expresarse porque llevan 14 meses hablando de lo mismo: bombardeos, muerte, hambre, miedo... Nada de lo que digan describe lo que sufren y además, el futuro puede ser aún peor. Entonces la gente calla y sigue adelante. Además, ven a su lado a otros que están sufriendo aún más y piensan que no tienen derecho a quejarse.
P. ¿Qué le queda de su casa en Beit Lahia?
R. Mi casa estaba al norte, desde mi ventana veía la frontera con Israel. Tuvimos que salir de ahí rápidamente. Cuando fui por última vez, en octubre de 2023, solo me llevé conmigo una copia de este libro que presento en Madrid, otro libro de oraciones y ropa. Dos semanas después fue bombardeada.
P. ¿Cuándo escribió su último poema?
R. La semana pasada. Es una poesía que habla de Gaza como un funeral gigante, pero sin gente y sin sillas, para que las personas que acuden a dar el pésame puedan sentarse, como hacemos los palestinos. Nadie va a ese funeral y en el ataúd solo hay pedazos de ropa, porque el cuerpo estaba pulverizado.
P. ¿Escribe en inglés o en árabe?
R. En las dos. Cuando escribo en inglés, lo hago para el mundo, como un refugiado, un palestino víctima de la ocupación israelí. Cuando escribo en árabe, soy solo un ser humano hablando de cosas más universales.
P. ¿Sigue creyendo que su futuro está en Gaza?
R. Espero, pero no sé si habrá un lugar al que volver. Israel no está dejando nada en pie. ¿Hasta cuando durará esto? No lo sé. Soy solo un poeta escribiendo sobre la pérdida y el dolor.
(artículo completo en El País)
"El harén político": La mirada lúcida de Fátima Mernissi por Olivia Muñoz-Rojas
El harén político
La mirada lúcida de Fátima Mernissi y su habilidad para transitar con fluidez entre Occidente y el universo musulmán cobran especial sentido en el clima político europeo actual
Olivia Muñoz-Rojas
23 OCT 2024 El País
En un momento en el que numerosos europeos parecen inquietarse por la inmigración y se preguntan, más concretamente, por la compatibilidad entre los valores occidentales y musulmanes, merece la pena volver sobre el legado intelectual de la autora de El harén político. El profeta y las mujeres y Premio Príncipe de Asturias en 2003. La mirada lúcida de Fátima Mernissi (1940-2015), su habilidad para transitar con fluidez entre Occidente y el universo musulmán, su denuncia del patriarcado en uno y otro mundo, cobran especial sentido en el clima político europeo actual. A través de su prolífica obra, Mernissi nos invita a considerar un horizonte común de emancipación a partir de un reconocimiento de las deficiencias culturales de ambos mundos y una reconstitución del pasado.
Mernissi comenzó su formación intelectual en la escuela coránica, se licenció por la Universidad Mohamed V de Rabat y amplió sus estudios en la Sorbona de París. Se doctoró en Sociología en la Universidad de Brandeis en Massachussetts con una tesis pionera sobre el impacto de la modernización en las relaciones de género en el mundo islámico. En 1987, publicó El harén político, que fue inmediatamente prohibido en Marruecos. En él indaga en las circunstancias sociopolíticas que llevaron a la imposición de una rígida interpretación patriarcal, incluso misógina, de las enseñanzas de Mahoma. Su objetivo: desmontar esta interpretación a través de una relectura sociológica de la vida del profeta y las mujeres de su entorno y un minucioso desgrane de los textos islámicos originales y posteriores que narran las acciones y los dichos de Mahoma.
Mernissi argumenta que la voluntad de Mahoma de reconocer y tratar a las mujeres como iguales, tanto de palabra como en los hechos, se vio truncada rápidamente por la realidad social y política de Medina en los años fundacionales del islam. Algunos miembros de la primera comunidad musulmana que Mahoma estableció en la ciudad (los Hipócritas) se oponían a respetarlas como iguales y, además de inventar rumores sobre las esposas del profeta, las importunaban en el espacio público. La intransigencia de sus oponentes propició un clima de guerra civil que, de acuerdo con Mernissi, terminó por convencer a Mahoma de que era necesario que las musulmanas salieran cubiertas a la calle por su seguridad.
Desde entonces, explica la autora, una mayoría de eruditos del islam se ha esforzado por magnificar el papel del hiyab —”que los integristas de hoy reivindican como la esencia misma de la identidad musulmana”— y empequeñecer el papel de Umm Salama y Aisha, esposas de Mahoma, o borrar de la historia a Sakina, su bisnieta, que encarnaron un modelo de mujer emancipada que podría haber sido el referente principal de las mujeres musulmanas.
Mernissi denuncia esta “amnesia” y “deformación de la historia”, que hallamos en otras religiones monoteístas, y nos recuerda, al mismo tiempo, que el islam es en origen una religión eminentemente práctica y favorecedora del diálogo. Mahoma buscaba apaciguar y regular las relaciones entre las tribus árabes. De ahí la importancia de sus dichos y conversaciones, los hadices, que aportaban normas comunes en los aspectos más cotidianos de la vida de las tribus. En el prefacio a la edición en inglés, la autora concluye: “Si los derechos de las mujeres son un problema para algunos hombres musulmanes modernos, no es ni por el Corán, ni por el Profeta, ni por la tradición islámica, sino simplemente porque esos derechos entran en conflicto con los intereses de una élite masculina”.
No es de extrañar que Mernissi recibiera críticas de esta élite, tanto por cuestionar la lectura tradicional de los textos coránicos como por importar acríticamente categorías epistemológicas occidentales presuntamente ajenas a la experiencia islámica. Mernissi consideraba, por su parte, que era lo “suficientemente inteligente como para ser crítica con Occidente y tomar lo que necesito y rechazar lo que es malo para mí”. (Es notorio, por ejemplo, su cuestionamiento del ideal de belleza occidental, el cual, sostenía, excluye la posibilidad de ser guapa e inteligente a la vez y niega cualquier atractivo a las mujeres mayores).
El análisis sociológico de Mernissi de la evolución del islam, enfatizando su dimensión práctica y su larga historia de diálogo intercultural, contribuye a desafiar el imaginario dominante en Europa de este sistema ético y religioso como particularmente impermeable al cambio y la adaptación. Su llamado a movilizar una “memoria-libertad”, donde las mujeres son coprotagonistas del pasado como paso necesario para serlo en el presente, nos interpela a todos.
De manera provocativa, en una entrevista de 1996, Mernissi definió el harén como un “espacio monosexo”, afirmando que el Senado francés, con menos de un 4% de mujeres entonces, era, en definitiva, un harén. Aunque hoy un tercio del Senado francés son mujeres, no podemos sino preguntarnos qué diría Mernissi de la composición de las Reales Academias españolas, por ejemplo, y su papel en la reproducción de las élites masculinas y el sesgo patriarcal de nuestro conocimiento del pasado.
Artículo completo en https://elpais.com/babelia/2024-10-23/el-haren-politico.html
"Fuego profético negro", la victoria en la derrota de Cornel West por Juan José Tamayo
Fuego profético negro, la victoria en la derrota de Cornel West
Juan José Tamayo
Desde el asesinato de Martin Luther King Jr. en Memphis en 1968, parecía que en Estados Unidos se hubiera apagado el fuego profético y revolucionario que inspiró la lucha por los derechos civiles para la comunidad afroestadounidense. Resucitarlo es el objetivo de este libro, que recoge una hermosa y profunda conversación de la investigadora alemana Christa Buschendorf con el filósofo y teólogo Cornel West, uno de los intelectuales más relevantes de su país y candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Verde, que está siendo invisibilizado por los medios de comunicación. West se presenta a sí mismo como testigo de la esperanza y de la resistencia en momentos de derrota, desilusión y desazón. Se sitúa en la senda de Arthur Schopenhauer, con quien comparte el sentido trágico de la existencia, donde anida un profundo sentido del mal, la sensibilidad hacia el sufrimiento, la compasión por todos los seres vivos y la simpatía con las personas sometidas. Expresa su admiración por figuras como los profetas de Israel/Palestina, Buda, Sócrates, Jesús de Nazaret, Shakespeare, que, afirma, “conforman un grupo ejemplar y ecuménico de vidas virtuosas y ejemplos de belleza, calidad de vida, coraje y libertad”.
El diálogo de Buschendorf con West gira en torno a seis hombres y mujeres, brillantes intelectuales orgánicos y activistas, incansables luchadores por la libertad y contra la institucionalización esclavista estadounidense, todos ellos figuras proféticas negras que se enfrentaron a las asimetrías de poder y a las desigualdades sociales y étnicas: Frederik Douglass, W. E. B. du Bois, Martin Luther King, Ella Baker, Malcolm X e Ida B. Wells. West destaca su convicción moral de la igualdad de todos los seres humanos, su crítica al supremacismo blanco, al Estado imperialista y racista de EE UU y al terrorismo estatal como fenómeno fundamental en el mantenimiento del experimento democrático estadounidense.
Estos intelectuales no son solo líderes carismáticos, sino que están vinculados a los movimientos sociales: Douglas al movimiento abolicionista, Du Bois al panafricanismo, al movimiento obrero internacionalista y al de la liberación negra, Luther King al movimiento internacionalista y a los derechos civiles y laborales, Ella Baker al movimiento contra la segregación racial, Ida Wells al movimiento antiterrorista norteamericano, Malcolm X al movimiento nacionalista negro. West presenta a Malcolm X como “el profeta de la rabia negra” y el representante del ala revolucionaria de la tradición profética negra.
Cornel West define a Martin Luther King como el intelectual orgánico más exitoso de la historia norteamericana, que logró unir la espiritualidad y el cambio social con gran eficacia política y convicción moral
La figura más relevante de dicha tradición es Martin Luther King, a quien define como el intelectual orgánico más exitoso de la historia norteamericana, que se identificó con las personas pobres y desvalidas y logró unir la espiritualidad y el cambio social con gran eficacia política y convicción moral. En el sermón del del 28 de agosto de 1966 en la Iglesia bautista Ebenezer sobre El Buen Samaritano afirmó: “He decidido identificarme con los desvalidos y los pobres, entregar mi vida a los hambrientos y a quienes viven a la sombra de radiantes oportunidades”.
West ha publicado recientemente una edición de los Textos y discursos radicales, de Luther King (Editorial Tinta y Limón) en los que desentierra al King radical y “su testimonio visionario, encarnado en sentimientos antiimperialistas, anticoloniales y antirracistas y en el socialismo democrático”.
Durante su campaña electoral, Cornel West ha vuelto a resucitar el fuego profético, moral y revolucionario negro. No será elegido presidente de los Estados Unidos, pero habrá contribuido a despertar la conciencia pacifista, antirracista, intercultural, interreligiosa e interétnica en la ciudadanía norteamericana. Y eso ya es una victoria.
artículo completo en Babelia - El País
Escribir para conjugar la nostalgia de Egipto
En ‘Estaciones’, el escritor egipcio Tarek Eltayeb abre las entrañas del país norteafricano a través de sus memorias
Chema Caballero
Madrid - 07 may 2023 – El País – Planeta Futuro
La infancia de Tarek Eltayeb (El Cairo, 1959) son recuerdos del barrio de Ayn Shams, en la capital egipcia. A él se redujo su mundo durante muchos años. A sus calles llenas de arena y polvo, al olor a estiércol de los palmerales y sembrados y al calor ardiente. Allí estaban los patios donde crecían los árboles cuajados de mangos o guayabas, o los huertos claros donde maduraban los tomates que él y sus amigos robaban. Luego vino la escuela coránica en la que aprendió a leer las letras del alfabeto árabe. Y eso le llenó de orgullo. Leyó sin parar los carteles que encontraba o las inscripciones de los cucuruchos de pipas o cacahuetes y luego los libros que descubrió en la biblioteca de su padre. Él no entendía aquel idioma tan distinto al dialecto cairota que todos a su alrededor utilizaban. Su madre, que nunca había ido a la escuela, le traducía aquellas palabras para que él se las apropiase.
Muchos años después, ante las críticas que recibió su primera obra de teatro, El Ascensor, por estar escrita en dialecto y no en árabe clásico, había de recordar aquellas tardes de lectura y erigirse en claro defensor de su lengua madre, que es la misma que habla el pueblo. Porque hay expresiones que, si no se dicen en ella, mueren. Además, el idioma es un ancla para una persona que se ve obligada a vivir lejos de casa.
Los recuerdos de Eltayeb también abarcan el barrio de Husainiyya, donde vivían la abuela y la bisabuela. Es el lugar de las romerías a las tumbas de los santos y de las fiestas. Es también el sitio en el que se escuchaban los seriales de la radio y las historias y cuentos de la saga familiar. Luego están los traslados a El Arish, en la península del Sinaí. El espacio de la “felicidad sin límites”, donde la familia pasaba los largos meses de verano junto al mar y las palmeras.
Y así, hasta la universidad, cuando un cambio de leyes le considera extranjero y no puede proseguir sus estudios. La razón es que su padre, aunque trabajaba en la policía de fronteras, era sudanés. Había migrado a El Cairo, donde conoció a su mujer. Por consiguiente, él también fue considerado sudanés, aunque visitó el país por primera vez con 20 años. De ahí era el pasaporte que durante tanto tiempo le acompañó y tantos problemas le causó al cruzar las fronteras. Ahora, con documentación austriaca, no los tiene, pero existen otros debido al color de su piel. Las fronteras, ya sean físicas o mentales, fueron creadas para eso. Para marginar a la mayoría de los ciudadanos del mundo.
De esta forma, Eltayeb desgrana las etapas de su vida, como si se tratasen de las paradas de un tren que nunca llega a su destino, en su autobiografía Estaciones (Ediciones del oriente y del Mediterráneo, 2022. Traducción del árabe de M. Luz Comendador Pérez). Una obra que recoge los primeros 25 años del autor, una época llena de colores, olores, sabores y sensaciones bañadas por la luz de El Cairo. Los 25 siguientes, donde se ve obligado a adaptarse al frío de Viena. Y luego, tras años de ausencia, el regreso a la ciudad que le vio crecer y la comprobación de que todo es más pequeño de cómo lo recordaba.
El deseo de continuar sus estudios le hizo migrar. Como ya había hecho su padre. Y siguiendo el curso del Nilo, que al revés del resto de los ríos del mundo, fluye de sur a norte, partió de su país y llego a Viena, a orillas del Danubio. Allí le recibió el silencio, el frío, la falta de sol, de familia y de amigos. Además, se tuvo que enfrentar a la carencia de un idioma con el que comunicar y a los duros trabajos reservados a los últimos que llegan. En medio de aquella soledad, Eltayeb comenzó a escribir sobre las escenas y personajes familiares que empezaban a transitar, debido a la distancia, del mundo del recuerdo al del sueño. “La escritura me salvó de perderme a mí mismo en Austria”, comenta mientras esboza una gran sonrisa, antes de añadir: “Empecé a escribir para hacer que mi familia estuviera conmigo, viniera a mí. Aquí está mi padre, cuando escribo, y aquí está mi hermana y mis hermanos. Como si estuvieran sentados conmigo”. Y recuerda: “Cada semana tenía a una persona de la familia y así sentía que estaba con ellos. Solo en papel... pero era suficiente”.
Con el paso de los años profundizó en aquellos escritos que finalmente han fraguado en esta autobiografía atípica, en la que no se respeta la cronología, sino que se juega con las sensaciones. Donde el autor dialoga consigo mismo y con el lector. Una obra escrita con un lenguaje sencillo que refleja el estilo de los cuentos que el pequeño Eltayeb escuchaba o los que inventaba para sus amigos. Es un libro que derrama evocación y emociones que se entrecruzan como si fueran los picos de un electrocardiograma.
[ artículo completo en El País - Planeta Futuro ]
POLÍTICA EXTERIOR Y DERECHOS HUMANOS
Este blog lo dedicamos, fundamentalmente, a hablar sobre nuestro libros, autores y traductores, y muy raramente haremos uso de él para tratar otros temas, pero tampoco lo excluimos. Viene esta reflexión a cuento de un reciente tweet del nuevo ministro de Asuntos Exteriores español (@jmalbares "Trabajo por l@s español@s en Europa y el mundo") en el que se vanagloria: "Llamo a consultas a nuestra embajadora ante los ataques a España y por la violación sistemática de derechos fundamentales del pueblo de Nicaragua". Nos hemos preguntado si esa contundencia y esa preocupación por los derechos humanos se ejerce solo en el caso de las antiguas colonias españolas y si no debería ejercerse también en el caso de la cooperante española Juana Ruiz, detenida desde hace ya cuatro meses por tropas israelíes en los territorios ocupados de Palestina, en el distrito de Belén, en condiciones que constituyen una afrenta a los derechos humanos y a los principios jurídicos más elementales.
Reproducimos a continuación el artículo de Teresa Aranguren publicado en InfoLibre en el que denuncia el secuestro de la cooperante española.
La detención de Juana
Teresa Aranguren @TereAranguren Publicada el 09/08/2021 a las 14:07
Si no hay un nuevo aplazamiento, que ya van tres, Juana Ruiz irá a juicio este 10 de agosto. Ante un tribunal militar israelí. Al igual que a toda la población palestina de los territorios ocupados, a Juana se le aplica la legislación militar, no así a los colonos para los que rige la justicia ordinaria. Es una de las manifestaciones del régimen de apartheid que Israel ha impuesto en territorio palestino. Y conviene recordar que las colonias, todas, son una violación flagrante de la legislación internacional y, según los términos de la Convención de Ginebra, al ser acciones que buscan “trasformar la demografía” del territorio ocupado en beneficio de la potencia ocupante, pueden ser consideradas “crímenes de guerra”. Pero esa es otra historia o quizá no.
A Juana la detuvieron bajo una figura supuestamente legal: “Detención con propósito de interrogatorio” por la que se puede arrestar a una persona sin comunicarle los cargos de los que se le acusa durante un periodo máximo de 75 días, lo cual es ya una aberración jurídica aunque no tan escandalosa como la fórmula de la detención administrativa que Israel aplica a la población palestina bajo ocupación militar y que supone una detención sin cargos prorrogable de seis en seis meses, indefinidamente. Hay casos en que esta prórroga ha durado años.
De cualquier modo, de lo que se trata es de dar envoltura legal a lo que es un atropello de los derechos humanos y una presunta justificación jurídica a las prácticas atroces de la ocupación. Hay todo un entramado legislativo diseñado para justificar lo injustificable, desde la tortura hasta el robo de la tierra. Por poner un ejemplo recordaré la llamada “ley de la propiedad de los dueños ausentes” dictada al poco de la creación de Israel que permitió al nuevo Estado quedarse con las propiedades de todo palestino que estuviera fuera de su vivienda en la fecha en la que se proclamó el Estado, 15 de mayo de 1948. Esto afectó a los bienes de todos aquellos que habían sido expulsados de sus hogares en las operaciones de “vaciado de población palestina” llevadas a cabo por milicias sionistas, luego ejército israelí, en los meses previos y posteriores a la creación del Estado de Israel y a quienes, sin salir de Palestina, huyeron de las zonas de combate hacia lugares más seguros en casas de parientes o en una segunda residencia en el campo. Desde humildes labranzas a grandes mansiones, todo pasó a manos del recién creado Israel. Sus dueños nunca han podido recuperarlas. La ley de la propiedad de los dueños ausentes nunca ha sido derogada. Una ley para cubrir la limpieza étnica y el robo de la tierra.
De entonces hasta ahora los métodos quizás se han refinado, pero el objetivo sustancialmente sigue siendo el mismo: eliminar o cuando menos reducir al mínimo la presencia palestina, la del pasado y la del presente, la que existió y la que existe y resiste en tierra palestina.
La detención de Juana tuvo lugar en la madrugada del 13 de abril. 20 soldados israelíes armados hasta los dientes irrumpieron en su casa en Beit Sahur en el distrito de Belén y se la llevaron. Ni siquiera tuvo tiempo de recoger sus gafas. Durante tres semanas estuvo detenida sin cargos y sin que nadie de su familia pudiera visitarla. Su marido, Elías Rismawi, médico palestino de Belén, se presentó cada día a las puertas de todas las prisiones en las que estuvo detenida sin saber aún de qué se le acusaba.
Finalmente, ya en mayo, se formalizaron los cargos: tener vínculos con una organización ilegal y desvío de fondos para financiar dicha organización. Se trata del Frente Popular para la liberación de Palestina (FPLP), un partido político de raíz marxista fundado por el médico cristiano George Habash en los años 60, cuando la lucha armada para recuperar la tierra de la que habían sido expulsados formaba parte sustancial de la estrategia de las organizaciones palestinas. El Frente, así se le conoce popularmente, es, junto a FATAH, la formación política más antigua de la resistencia palestina y tuvo entre sus filas figuras tan relevantes como el gran escritor Gassan Kanafani asesinado por el Mossad en Beirut en 1972. En la actualidad, el FPLP que, al igual que el resto de partidos políticos palestinos, ha ido evolucionando con el tiempo, es una formación de izquierdas con representación parlamentaria más bien escasa pero con un notable prestigio social. El hecho de que, a instancias de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea hayan incluido al FPLP en su listado de organizaciones terroristas, lo ha convertido en excusa perfecta para criminalizar toda actividad social, humanitaria, asistencial o política de carácter progresista.
Israel siempre ha preferido a las organizaciones islamistas frente a las formaciones tradicionales del movimiento nacional palestino de carácter laico y modernizador; esgrimir la amenaza islámica es un método muy eficaz para acallar críticas, queda mejor decir que se está en guerra contra Hamás que contra una población indefensa y atrapada, mientras una lluvia de bombas cae sobre Gaza. Además los términos político-religiosos están en sintonía con la ideología que sustenta el Estado que se proclama “Estado judío” y cuyas leyes establecen una clara diferencia entre ciudadanos judíos y no judíos porque solo los primeros pueden ser considerados miembros de “la nación judía”.
No son las mezquitas lo que inquieta a las autoridades israelíes, sino las asociaciones de mujeres, los centros culturales, las fundaciones que fomentan la investigación, las bibliotecas, los grupos de teatro, los círculos de escritores, los sindicatos de campesinos y pescadores, las agrupaciones de abogados y juristas, las asociaciones de periodistas, las ONG que trabajan en proyectos educativos o sanitarios…En los últimos meses varias organizaciones de carácter humanitario y social han sido intervenidas por el ejército israelí en Cisjordania, entre ellas la Asociación de mujeres de Ramala, la ONG ADAMER que atiende a los presos palestinos en cárceles israelíes, la Unión de Comités de Trabajo Agrícola, el Centro para la Investigación y el Desarrollo de Bisan, la DCI una ONG en Defensa de la Infancia y los Comités de Trabajadores de la Salud (HWC ) donde desde hace décadas trabaja Juana Ruiz. En plena pandemia y en pleno proceso de vacunación, las 14 clínicas que HWC regentaba y que estaban llevando a cabo ese trabajo en Cisjordania han sido cerradas por el ejército israelí. Todo aquello que promueve el desarrollo y la cohesión de la sociedad palestina termina resultando sospechoso para las autoridades israelíes. La estrategia es acabar con todo aquello que permite a la población palestina resistir la atrocidad cotidiana de la ocupación, quebrar las redes de solidaridad interna que, pese a todo y frente a todo, hacen que la sociedad palestina no se hunda en la desesperanza. Y también, minar los vínculos de cooperación entre la sociedad palestina y Europa, ya que los fondos supuestamente desviados por la organización HWC y los de la mayoría de ONG palestinas provienen básicamente de la UE.
A este respecto y en respuesta a una pregunta de la europarlamentaria Soraya Rodríguez, el representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, ha afirmado que “no ha encontrado pruebas fundamentadas de uso indebido o desviación de fondos en Palestina”. La respuesta de Borrell, pronunciada apenas tres días antes de la fecha fijada para el juicio, parece echar por tierra las acusaciones israelíes o cuando menos indica que la UE no se las traga. Lo cual es reconfortante en tanto que europeos pero escasamente eficaz a la hora de cambiar la estrategia de la ocupación israelí.
Juana Ruiz es ciudadana española y por tanto europea y es de suponer que tanto el Gobierno de España como las instituciones de la UE están realizando gestiones que el lenguaje diplomático suele calificar de discretas, por no decir secretas, ante el Gobierno israelí. No dudo de la buena fe de quienes llevan a cabo esas hipotéticas y discretas gestiones, pero eso no basta. Esta no es una cuestión de soberanía y respeto a las leyes de otro país porque las leyes que Israel aplica en los territorios palestinos ocupados, las que está aplicando en el caso de Juana Ruiz, no son respetables, son leyes coloniales, leyes que avalan el apartheid, el castigo colectivo y en muchos casos el crimen de guerra. Esta es una cuestión de derechos humanos y frente a eso no cabe la discreción ni el silencio.
Juana Ruiz está a punto de cumplir 63 años y, desde hace más de 30, vive con su familia en Beit Sahur, en el distrito de Belén, en la Cisjordania ocupada; esta española de Palestina o palestina de España es una persona muy querida por sus vecinos y por todos aquellos, sean cooperantes, periodistas o simples viajeros, que han pasado por Belén y por su casa. Porque su casa, hospitalidad árabe o hispana o ambas a la vez, siempre está abierta al visitante y al amigo.
Esta mujer afable y solidaria lleva encarcelada cuatro meses y va a ser juzgada por un tribunal militar israelí en virtud de una legislación colonial diseñada no para impartir justicia, sino para aplastar todo indicio de resistencia a la ocupación militar de Palestina.
artículo completo en infoLibre
Homenaje internacional al poeta Adonis y sus nueve décadas de lucidez y visión
Adonis fotografiado por Inma Flores en enero de 2019 en Casa Árabe
El escritor sirio cumple este 1 de enero 91 años y 150 personalidades de todo el mundo lo celebran enviándole sentidos mensajes por vídeo
Silvia Ayuso El País, 12 de enero de 2021
Adonis, el poeta sirio de mirada universal, recibió el que acabó siendo un infausto 2020 celebrando sus 90 años, lo que no le impidió los últimos 12 meses seguir analizando con su mirada de poeta el mundo que lleva diseccionando toda su vida. Y no le ha faltado en qué reflexionar: laico convencido, vio cómo en el año recién terminado volvían a aflorar incluso en Francia, el país que ha hecho suyo desde que tuviera que exiliarse en 1985 huyendo primero de su Siria natal y de la guerra civil en Líbano después, los extremismos que siempre ha combatido. También tuvo tiempo para diseccionar la aparición de una amenaza invisible e inesperada, el coronavirus, que ponía una vez más patas arriba un mundo que él ha visto convulsionarse con anterioridad durante su larga vida.
El año 2021 permitirá a muchos pasar página. A los amigos y admiradores del autor de Epitafio para Nueva York —artistas, intelectuales, activistas y personalidades de todo el mundo— les ha proporcionado una excusa para, con motivo de su 91 cumpleaños, que el poeta celebra este 1 de enero, realizarle un homenaje único: desde los Nobel de Literatura Peter Handke o Mo Yan, el escritor angloindio Salman Rushdie, el artista chino Ai Weiwei o el español Miquel Barceló, todos han querido enviar un vídeo personal para celebrar, como dice su sobrino-nieto y traductor, Yafaar Aluni, “la energía que tiene la voz poética de Adonis”.
Son en total 150 personalidades e instituciones de todo el planeta. Una muestra más, si hiciera falta, de la universalidad de un poeta que, como dicen los cerebros detrás de la idea, su hija Arwad Esber y el filósofo y crítico de arte francés Donatien Grau, permite reflexionar sobre “la función de la poesía, la confianza en la humanidad en su máxima expresión, el papel del pasado y de la modernidad”.
“Lo que me ha impactado es el nivel de implicación de todos, hay una forma de compromiso muy fuerte y eso se debe a Adonis, que es una figura de poeta como no existe ya hoy en día, es una persona que ha transformado vidas en todo el mundo”, explicó Grau en conversación telefónica el jueves 31, el mismo día en que se lanzó la página Adonis a los 90. Allí están todos los vídeos que el propio Alí Ahmad Said Esber, nombre real del poeta nacido el 1 de enero de 1930 en la localidad siria de Qasabin, pudo ver por primera vez a lo largo de la última jornada de 2020, según contó su hija a EL PAÍS.
Hay mensajes sencillos de felicitación, pero también coreografías, lectura de poemas —propios o ajenos— o hasta una pintura dedicada, como la que le ofrece Barceló. “Eso es lo asombroso de Adonis, es alguien que tiene una presencia mundial, está en China —ahí está el Nobel de Literatura MoYan o Ai Weiwei—, está en el mundo árabe, en América Latina, en Oceanía… lo asombroso es ver su presencia en todo el mundo”, se maravilla Grau, que rechaza la idea de homenaje y prefiere hablar de una celebración. “Un homenaje es marcar algo que ha acabado. Y esto no es eso para nada, lo que todos los participantes hacen es manifestar la vida, la importancia en la vida de la obra de Adonis y del propio Adonis, su presencia entre nosotros”, subraya. “La idea sobre todo es decir gracias a Adonis por esa trayectoria poética a lo largo de 60 años de creación y decir que la poesía lo vale todo, que la palabra poética es capaz de vencer todas las barbaridades que vivimos. Hoy en día, en este mundo tan separado que vivimos, hace falta valorar algo divino como la poesía”, coincide el sobrino-nieto del poeta, promotor en España de Banipal, “la revista de literatura árabe moderna”.
“Mon cher Adonis”, le dice un emocionado Salman Rushdie en su mensaje. “Tantos de nosotros hemos admirado la brillantez de tu poesía, tus principios, tu valor. Sigue haciéndolo, amigo”, le anima. “Eres un poeta extraordinario y un hombre de integridad y calidad excepcional”, le dice por su parte el filósofo francés Edgar Morin. El escritor y director franco-chileno Alejandro Jodorowsky celebra por su parte la “gota pura que limpia todo el océano” de la humanidad que supone la poesía de Adonis en este “periodo oscuro de la historia humana”. “Gracias por todo lo que nos has dado todos estos años, con tu poesía (…) y con tu vida y tu valor. Gracias por la verdad que nos has dado todos los días”, agradece la cubana Zoé Valdés, mientras que un casi tímido Ai Weiwei se presenta: “Soy un artista chino, puede que no me conozcas y estés recibiendo una felicitación de un extraño (…) pero mi padre es poeta, por lo que siempre he pensado que todos los poetas del mundo pertenecen a una misma nación de belleza e ideología, una nación sin fronteras”, le cuenta. [...]
Artículo completo en El País, 12 de enero de 2021
Adonis: “¿No es hacer pasar hambre a todo un pueblo más peligroso que el virus?”
Juan Cruz, El País, 26 de octubre de 2020
Adonis (Al Qassabin, Siria, 90 años), poeta, ensayista, exiliado casi toda su vida, catedrático en Beirut. Autor de Epitafio para Nueva York (editado por Hiperión, Alianza y Nórdica) o El libro (Ediciones del oriente y del mediterráneo) acaba de publicar Principio del cuerpo, final del mar (Vaso Roto). Ante el estremecimiento que el virus hace padecer a la tierra muestra su perplejidad laica, su susto civil. Desde hace tiempo su último exilio es en París. Lo entrevistamos a través del correo electrónico. Su nieto Jaafar al Aluni, promotor de Banipal, “revista de literatura árabe moderna” recién nacida en España, tradujo del árabe sus respuestas.
Pregunta. ¿Cómo ha vivido este tiempo?
Respuesta. Meditando, leyendo y escribiendo. Aquel que siente la necesidad de decir algo esencialmente requiere soledad. Me sorprendió que haya que replantearse preguntas como: ¿porta el mal elementos del bien? El virus, instalado en un rincón y el mundo entero en el opuesto, ha planteado esta cuestión: ¿por qué no infecta a los niños, a la vez que hay seres humanos que disfrutan asesinándolos? El virus ha abierto un horizonte para pensar en las relaciones entre las personas. ¿No es hacer pasar hambre a todo un pueblo, con plena conciencia, más peligroso que un virus ignorante y ciego? ¿Por qué el mundo, que dice ser libre, guarda silencio ante el país que más practica la política del hambre, el gobierno de los Estados Unidos? ¿No es moral y humanamente más peligroso que cualquier virus? Este virus requiere considerar al ser humano como un virus latente siempre dispuesto a actuar.
P. ¿Sirve la poesía para afrontar un drama de esta naturaleza?
R. Sirve en el sentido de reconsiderar el mundo para llegar a uno mejor, pero no en el sentido literal de la palabra. La poesía amplía los límites e incluso los elimina. Abre el horizonte a cuestiones que nadie más plantea: es el conocimiento superior, la suprema intuición cognitiva del hombre entendido como la savia en la que convergen la experiencia, la mente y el espíritu, y como el extremo que abre la puerta del infinito.
Dios y el silencio
P. Ha sobrevivido tragedias como el exilio escribiendo poesía. ¿Es tan potente la palabra?
R. Sobreviví al exilio creado por la tiranía en todos los ámbitos, significados y niveles, especialmente políticos e intelectuales. Pero todavía vivo en el exilio creado por el significado del hombre y del mundo. En este exilio, la palabra no te ayuda a estar a salvo: te ayuda a hundirte más y más en el exilio para descubrir la hondura y la profundidad, descubrir la altura y la trascendencia. La grandeza del hombre radica en su naturaleza de nacer exiliado, en ser el que hace la Historia. El ser humano es el único que escribe su propia historia y la de las cosas, y cuando siente que no está exiliado a cualquier nivel pierde su particularidad humana. La palabra es, entonces, el ser humano, entendida como una relación con su yo, con el otro y con el mundo. En este sentido, el ser humano necesita al otro: es esencialmente dos en uno. En el origen eran dos y no uno. El poeta lee al “otro”, lo escribe, mientras lee y se escribe a sí mismo. El otro es un elemento fundamental en la formación del yo.
P. Usted no cree en Dios, pero, ¿a veces estos horrores no parecen mandados por una voluntad divina o diabólica?
R. ¡Qué sentido tiene Dios si eliminamos al diablo del mundo! Tanto Dios como el diablo son la dualidad universal, cósmica y religiosa creada por el ser humano. La diferencia entre Dios y el diablo es funcional. La visión monoteísta proporcionó al diablo una presencia viva, doctrinal y confesional en este mundo que las visiones anteriores de Sumeria, Babilonia y Grecia no le dieron. Su presencia antes del monoteísmo era meramente simbólica y poética. Los horrores a los que usted se refiere no son divinos ni diabólicos, sino puramente humanos: el ser humano es un dios-diablo envuelto en el mismo traje. La mirada hacia la existencia antes del monoteísmo era la de la revelación cognitiva, sin embargo, con el monoteísmo se convirtió en una visión de posesión e imperio. ¿Cómo se llevó a cabo este cambio y por qué? Ese es el dilema.
P. Usted considera que la verdad no está en el pasado. Pero, ¿a usted qué le dice su propio pasado?
R. La desgracia del pasado consiste en decir que la verdad es “una característica de la religión islámica” que Dios reveló afirmándola como la última verdad sin que haya otra que pueda negarla. Dios mismo, en este sentido, selló su mensaje y no tiene nada más que revelar. La religión de Dios es el islam y la tierra es el reino de esta última religión verdadera. Dicho esto, ¡acaso tengo derecho yo, el ser que no tiene más poder que el del idioma, a usar algunos de sus vocablos y declarar: no quiero este reino! El pasado es estrictamente religioso. Mi pasado, sin embargo, es el de aquellos que rechazaron el pasado religioso, es decir, la poesía, la filosofía, el sufismo —que negó la religión en su forma jurídica y jurisprudencial— y los marginados libres a lo largo de 14 siglos en los diversos campos. Estos fueron los que crearon lo que se llama hoy la civilización árabe-islámica.
P. Dice en Principio del cuerpo, final del mar: “El sueño es el hermano de la muerte; los moradores del Paraíso no duermen”. ¿Tal vez dormir sea una manera de escritura?
R. La cita viene en boca de con quienes el poeta quería dialogar. No hay que olvidar la dualidad del ser humano: Dios y diablo; mente e imaginación; cuerpo y alma; realidad y ficción; absurdo y razón; existencia y nada; sueño y muerte, este largo dormir después del cual no hay despertar. Pienso que la escritura emana de todo esto mientras lo abraza.
El silencio como enfermedad
P. ¿Es el silencio un remedio?
R. El silencio es una enfermedad. No puede ser un remedio. Es, en su estado más agradable y sereno, otra muerte. El remedio, no obstante, se busca en la pregunta, en todo lo que escapa de las respuestas. La respuesta es un tipo de muerte cultural. ¿La muerte con muerte se cura?
P. En su obra hay mucha energía, dominada por una serenidad que no tiene ni su pueblo ni su historia. ¿Es la infancia la que le otorga ese poder de sosiego?
R. Es el poder que no se satisface con las respuestas, sino que las supera; es la búsqueda constante de la parte ausente-presente en el ser, es esta intuición que nunca me abandona: el hombre crea su propia identidad y no la hereda. Tengo la absoluta certeza de que el “otro” diferente es el que integra el yo. A todo esto debe esa energía, sosiego y serenidad. La infancia es la brisa que corre entre todo esto, es su sol.
P. Dijo en 2005: “Occidente debe aprender a poner el corazón al lado de la razón”. ¿Considera que Occidente escucha el corazón? ¿Y qué está diciendo el corazón?
R. El ser humano ve y escucha en la medida en que su corazón ve y escucha. Piensa y entiende en la medida en que su corazón lo hace. El corazón es la fuente de “la libertad libre”, según Rimbaud, no la mente o el intelecto. La mente o el pensamiento solo tienen significado si se cargan con la luz del corazón, y el corazón aquí es la poesía. En esto consiste el sentido del hombre. Siempre recuerdo un verso de un gran poeta árabe evocando su tierra natal, dice: “Desde que se desvaneció la morada/ aparté la mirada y atraje el corazón”.
Adonis en ediciones del oriente y del mediterráneo:
Beirut, mil y una ciudades
Beirut, mil y una ciudades
Babelia / El País 14 de agosto de 2020
La capital de Líbano, arrasada la semana pasada por una colosal explosión en el puerto, “es digna de forjarse su propio futuro, grano a grano, momento a momento”, asegura el poeta y ensayista sirio Adonis, que dedica este texto inédito en castellano a la ciudad en que vivió durante muchos años
1
Cómo recuerdo aquel momento sublime de mi primer encuentro contigo, Beirut, y cómo la Plaza de al-Burj, comenzó a descubrirme la historia del Mediterráneo, partiendo de ella. A veces, sueño con ese momento como si estuviera pensando, otras veces pienso en él como si estuviera soñando. Quizá sea el sueño el gran espacio que une las orillas y los horizontes.
En ese momento en el que Beirut se desgarra, le pregunto a su ciudadano ¿crees verdaderamente que Beirut gira en torno al sol? ¿Qué hacemos entonces con todas esas lunas que dicen ser mujeres esperando a sus amantes muertos? ¿Cómo y cuándo se extinguirá esa esfera de fuego entre Beirut y el mundo?
2
¿Beirut? No, no es un aljibe donde se acumulan respuestas. Si no un vientre en el que nacen preguntas. Esa es su incógnita inquietante, única, fascinante y atormentadora entre sus hermanas árabes. Quia. La violencia, en todas sus formas, no puede protegerla ni defenderla. El sectarismo, especialmente en su forma dogmática, fanática e hermética, es incapaz ante ella.
Beirut es un horizonte.
Nada puede cerrar el horizonte.
3
Ayer nació un niño lejos de Beirut, pero se mecía en sus brazos. Le pusieron un nombre que comienza con la letra “A”. Me lo imagino, años después, caminando por una calle, sentado en un café, entrando en una biblioteca, visitando un museo o hilvanando las playas de Beirut con sus ojos.
Me lo imagino tanteando con el corazón la misteriosa distancia entre estrellas. Me lo imagino persiguiendo una paloma que huye de él saltando. Ella se queda cerca de él, pero él la persigue como si jugara.
De repente estalla en llanto, y con sus lágrimas
esboza un ala.
4
¿Alguien quiere ser ola, rama de cedro o cuello de gacela?
¿Alguien quiere ser hermano de la cueva de Afqa?, ¿ser otro río dentro del río de Adonis?
¡Oh, como si ya nadie buscase el néctar en la boca del amor!
Como si nadie ya preguntase ¿cuándo romperá la memoria sus cadenas?
Y ¿de dónde aparecen aquellas arterias por las que fluye sangre en el cielo de Beirut?
El corazón ya no es el mismo, y la cabeza ha dejado de ser cabeza.
¿Por qué se ha convertido el corazón en cuchillo y, la cabeza, en muñeca?
¿Puede ser amor lo que se apoya en el bastón del ocaso? ¿Quién será el que llora entre las columnas y bajo los arcos?
5
Las ciudades rumian sus ruinas, y Beirut contempla, espera y dialoga.
Beirut sabe que solo surgirá un diálogo verdadero entre los que comprenden todo lo esencial, temporal e históricamente, humana y culturalmente. Partes cuya identidad no es un reflejo, sino por lo contrario, un destello e iluminación. Así Beirut sabe que todo diálogo verdadero se construye a base de futuro compartido y las formas de propiciarlo. Dicho futuro común implica dejar atrás pasados y presentes.
Beirut es digna de forjarse su propio futuro, grano a grano, momento a momento.
6
Te conozco, Beirut,
en tu cabeza habita el asombro del mar que imprime en su cuerpo las huellas del sol, imprime sus pasos de ida y vuelta, al amanecer y al atardecer. Habita en ti la desgracia de la luz que emanó por primera vez del planeta de tu alfabeto. Reside en ti la oscura historia, las trampas del espacio y del tiempo.
Aun así, tu cabeza se eleva en las alturas mientras el oleaje de la historia sacude tus pechos.
Beirut, sé que tus pechos son noche y día del mar.
Te conozco, Beirut, y en tu alba confío.
7
A menudo amanece mujer en Beirut.
En Beirut conozco una vida vestida con harapos que ninguna aguja podrá remendar.
En Beirut me muevo entre las curvas de la desesperación y me recojo en el fondo de la imaginación.
En Beirut, mientras el alba esboza sus luces en lugares y caminos desconocidos, la luz me extiende los brazos, y el viento me suplica escribirle su primera ráfaga.
A menudo amanece mujer en Beirut.
8
A escondidas, en Beirut conocí la queja de los dioses de los árboles y las flores insaciables. Mientras yo bebía, el agua corría de mis labios a los de los árboles y las flores.
Le aseguré al niño cuyo nombre comienza con la letra “A” que él vería en Beirut otro sol que no hará más que inventar nuevos juegos con él en las playas y en el regazo de las olas.
9
Beirut, desde que por ti le dediqué a Nueva York aquel epitafio que el mundo escribiría, me pregunto: ¿por qué aumenta mi amor por ti, si tus confines luchan dentro de la geografía de mis entrañas?
Oh, Beirut, ¡tan hondo es tu susurro que cada día desciende sobre mí su estrella a punto de extinguirse!
10
Beirut, la poesía solo puede bailarte amando. Incluso cuando estás enojada con ella, o ella contigo.
Juntas, sois un solo frente en una guerra perpetua contra horizontes que vomitan trapos de plástico, contra musgos que están a punto de convertirse en manzanas, contra el pan que sabe a alquitrán, contra cocodrilos que vagabundean por los callejones vendiendo tartas festivas.
Beirut, la poesía solo puede bailarte amando.
11
Beirut, acógeme,
recógeme bajo tu techo.
Estoy cansado de todas las ciudades.
Beirut es mi cuerpo:
un cuerpo sangriento con heridas abiertas aún por recibir.
12
La Plaza de al-Burj llama a las puertas de la memoria.
Sí, la alegría aún tiene raíces y fuentes.
“La voz del futuro resuena en mi garganta”, dice la Plaza de al-Burj.
Añade: Ahora espero en el lecho de la llama para que no se oxide el sueño.
Traducción de Jaafar al-Aluni
artículocompleto en Babelia / El País
"El duelo es ley de vida para las personas negras", por Claudia Rankine
Babelia / El País 16.06.2020
La poeta Claudia Rankine analiza los tics racistas del imaginario estadounidense en un ensayo incluido en la antología 'Esta vez el fuego', que se publica este mes dentro de la Biblioteca Afroamericana de Madrid
Una amiga me dijo hace poco que cuando dio a luz a su hijo, antes de ponerle nombre, antes de darle el pecho siquiera, lo primero que pensó fue: tengo que sacarlo de este país. Nos echamos a reír. Puede que nuestro humor negro tuviera que ver con la conciencia de que sacarlo no era ni una opción ni un deseo real. Así es nuestra vida. Trabajamos en este país, tenemos la nacionalidad estadounidense, pensiones, seguro médico, familia, amigos, etcétera, etcétera. Mi amiga no podía irse y no se fue. Años después del nacimiento de su hijo, cada vez que este sale de casa, su condición de madre de un ser humano vivo sigue siendo tan precaria como siempre. A los miedos naturales de cualquier progenitor que afronta la aleatoriedad de la vida se suma este otro conocimiento de los mecanismos del racismo institucional en nuestro país. La nuestra fue una risa de vulnerabilidad, miedo, reconocimiento y un atoramiento absurdo.
Le pregunté a otra amiga cómo es ser madre de un hijo negro. “El duelo es ley de vida para las personas negras”, dijo sin rodeos. Para ella, el duelo existía en tiempo real dentro de su realidad y la de su hijo: en el momento menos esperado, ella podía perder la razón de su vida. Aunque al imaginario blanco liberal le gusta sentirse temporalmente mal ante el sufrimiento negro, no existe realmente un modo de empatía que pueda reproducir la tensión diaria que experimentas como persona negra cuando sabes que pueden matarte simplemente por ser negra: nada de manos en los bolsillos, nada de escuchar música, ni movimientos bruscos, ni conducir tu coche, ni caminar de noche, ni caminar de día, ni torcer por esa calle, ni entrar en aquel edificio, ni ponerte firme, ni quedarte aquí de pie, ni quedarte ahí de pie, ni responder, ni jugar con pistolas de juguete, ni vivir siendo negro.
Once días después de que yo naciera, el 15 de septiembre de 1963, cuatro chicas negras murieron en el atentado de la Iglesia Baptista de la calle 16 en Birmingham, Alabama. Ahora, cincuenta y dos años más tarde, seis mujeres negras y tres hombres negros han sido acribillados durante una reunión de estudio de la Biblia en la histórica Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel de Charleston, en Carolina del Sur. El asesino es un terrorista del país, que se ha identificado como supremacista blanco, que también podría ser un “joven hombre perturbado” (como lo describieron varias agencias de noticias). Se sabe que una mujer negra y su nieta de cinco años sobrevivieron al tiroteo haciéndose las muertas. Son dos de los tres supervivientes del atentado. La familia blanca del sospechoso dice que para ellos es un momento difícil. Esto es indiscutible. Sin embargo, para las familias afroamericanas, vivir en un estado de duelo y miedo permanente es lo normal. [...]
Vivimos en un país donde los americanos asimilan cadáveres en sus idas y venidas diarias, donde los negros muertos forman parte de la vida normal. Pereciendo en las bodegas de los barcos, arrojados al Atlántico, colgados de árboles, golpeados, tiroteados en iglesias, acribillados por la policía o hacinados en prisiones: históricamente, no existe lo cotidiano sin el cuerpo negro esclavizado, encadenado o muerto sobre el que posar la mirada, del que se oye hablar o contra el que uno se posiciona. Cuando el trastorno de nuestra cultura abruma a las personas negras y estas salen a protestar (a la larga, en perjuicio nuestro, porque las protestas dan una justificación a la policía para militarizarse, como sucedió en Ferguson), la pregunta errónea que se formula es: “¿Qué clase de salvajes somos?”. Cuando debería ser: “¿En qué clase de país vivimos?”...
Puede consultarse el artículo completo en: El duelo es ley de vida para las personas negras
¿La rabia de quién?, por Mireia Sentís
No es posible entender la reivindicación de las vidas negras o la exigencia de frenar la brutalidad policial sin considerar cómo se fundó Estados Unidos
El País - 6 de junio de 2020
No es la primera vez que las ciudades estadounidenses se iluminan con incendios provocados por la población afroamericana. Y, sin embargo, sorprende cada vez como si fuera la primera. Quizá lo que debería sorprender es que se incendien siempre a causa de las mismas reivindicaciones. En 1963, James Baldwin publicó La próxima vez, el fuego. En 2016 apareció Esta vez, el fuego, volumen en el que Jesmyn Ward, siguiendo la estela de Baldwin, analiza los problemas del racismo en su país. Nada había cambiado a pesar de las apariencias: una nutrida clase media negra y hasta una presidencia de ese color. El primer libro está enmarcado en la era del Black Power, el segundo en la de Black Lives Matter. Ambos momentos reclaman lo mismo, ambos tropiezan con la misma respuesta: represión armada.
No es posible entender la reivindicación de las vidas negras o la exigencia de frenar la brutalidad policial sin considerar cómo se fundó Estados Unidos o sin tener en cuenta la estructura disciplinaria de las plantaciones, el sistema de arrendamiento de reos (Convict Lease System), la era Jim Crow (Ku Klux Klan incluido) o el fenómeno de la encarcelación masiva. A lo largo de la historia, el tema de la desproporcionada reclusión y violencia contra la gente de color (término que actualmente abarca a toda “minoría” no blanca) ha ocupado las mentes de los resistentes más indómitos, los intelectuales más ponderados y los manifestantes más tenaces. Y mientras no se modifiquen leyes y se apliquen fórmulas —ya inventadas— para ofrecer igualdad de oportunidad al 14% de la población que lo reclama, los estallidos seguirán repitiéndose.
El actual es de mayores proporciones que los precedentes. Resulta comprensible, si nos remitimos a la aparición de dos nuevos factores: el sinfín de pruebas de ensañamiento proporcionadas por la nueva arma de los dispositivos móviles y su inmediata y amplia difusión, y las cifras de muertos a causa de la covid-19 entre la población afroamericana, que vio saltar por los aires los progresos que suponía el Obamacare (sistema asistencial ya de por sí muy recortado por el partido republicano) con la llegada de la actual Administración.
Aunque las manifestaciones ponen de relieve la justificada rabia negra, su verdadera causa es la prácticamente invisible, pero no menos agresiva, rabia blanca, como la denomina Carol Anderson. Para conseguir atención, la rabia blanca no necesita salir a la calle y enfrentarse a balas de goma, porque tiene acceso a los juzgados, la policía y los órganos legislativos y gubernamentales. La rabia blanca, continúa argumentando Anderson, es recurrente. Todo avance afroamericano suscita una reacción violenta. Ocurrió después de la guerra civil, cuando la sentencia del caso United States vs Cruikshank (1876) socavó una ley contraria al terrorismo del Ku Klux Klan. Ocurrió en 1954, tras el fallo del caso Brown vs el Consejo de Educación, que declaraba ilegal la segregación en las escuelas, pero requirió el envío de las tropas desde Washington para garantizar su aplicación en Arkansas. Ocurrió dos años después, cuando la presión ejercida por un centenar de congresistas sureños se tradujo en leyes que suprimían subvenciones públicas a escuelas no segregadas para destinarlas a escuelas blancas segregadas. Ocurrió tras la llegada de Obama a la Casa Blanca, que dio pie al Tea Party y a la elección del actual presidente.
Sería deseable que los hechos que ocurren en EE UU y seguimos día a día con el máximo interés, no nos convirtieran en meros voyeurs, sino que nos instigaran a conocer la situación de los afrodescendientes en España, cuyas reivindicaciones se hicieron públicas hace dos años tras la visita a nuestro país del Grupo de trabajo de expertos sobre personas de ascendencia africana, integrado en la ONU. Igualmente importante es seguir la evolución de la Plataforma de la comunidad negra, africana y afrodescendiente de España, creada a raíz de los últimos acontecimientos y que reclama políticas públicas frente al racismo institucional y social de nuestra sociedad.
Mireia Sentís es periodista y editora de BAAM (Biblioteca Afro Americana Madrid).
¿La rabia de quién?, por Mireia Sentís