La muerte hoy, anunciada por su partido La Otra Rusia, de Limónov en el hospital, donde convalecía de una operación, ha dado pie a diversos comentarios que insisten en los tópicos difundidos por el libro de Carrère. Quizá el más difundido sea el de que Limónov debe su fama al libro del escritor francés, cuando, en realidad, es lo contrario: Carrère encontró en la vida y obra de Limónov un material inmenso que empleó para escribir un libro que se limitaba a resumir en un estilo romo sus novelas autobiográficas, acotadas aquí y allá con comentarios y juicios perfectamente prescindibles cuando no insidiosos. De su libro procede la visión estereotipada de Limónov como un autor de novelas sulfurosas, mimado por la Intelligentsia parisina hasta que salieron a la luz su apoyo a los serbios en la guerra de Yugoslavia y sus supuestas tendencias filonazis con la fundación del Partido Nacional Bolchevique.

Lo cierto es que Edward Limónov era en la actualidad el escritor ruso más importante, autor de una extensa obra en la que retrata con incisiva mirada la Unión Soviética de Jruschev y, tras su exilio en Estados Unidos, el American Way of Life.

Hace tan solo unos pocos días recibimos un correo en que Limónov nos confiaba: «Estoy enfermo. Eso explica mi silencio». Hoy hemos conocido su muerte. Hablábamos de su próximo libro, El adolescente Savenko, en traducción de Pedro Ruiz Zamora, que publicaremos este año y será nuestro mejor homenaje al gran escritor, del que ya hemos publicado Historia de un granuja e Historia de un servidor.