Dos investigadores explican en Palma el drama de las mujeres del país árabe, candidatas perfectas para ser explotadas en los campos de la fresa

jaume bauzà palma 11.03.2020 | 00:23

La lucha de la mujer en el Marruecos rural llegó ayer a Palma de la mano de la socióloga Chadia Arab y del periodista Hicham Houdaifa. Ambos compartieron sus respectivas investigaciones sobre la doble invisibilidad que sufren la mujeres en el Marruecos rural y también la doble invisibilidad que sufren cuando son captadas y traídas a España para trabajar en los campos de la fresa de Huelva. Aquí, la promesa de trabajo e ingresos se traduce en precariedad, explotación laboral y violencia sexual en medio de un silencio cómplice que estos dos marroquíes se han propuesto romper.

No sabemos nada de ellas, son invisibles. Vienen a trabajar aquí pero nunca les hemos dado la palabra para explicar qué están haciendo, para explicar la precariedad y la situación de explotación laboral que sufren», indica Arab, autora de un libro en el que detalla la denuncia de diez mujeres agredidas sexualmente en uno de estos campos de trabajo y que próximamente se publicará en castellano.

Los dos investigadores conversaron con este diario antes de protagonizar ‘Las invisibles. Marruecos y Mallorca conectadas por mujeres’, un coloquio organizado por la ONG ProSud y que se celebró en la librería La Luna. «España y Marruecos somos dos países vecinos y quiero que la gente aquí entienda la precariedad en la que viven tanto en un país como en otro», subraya Houdaifa, autor de ‘A la mujer y a la mula, vara dura’, un libro en el que radiografía la situación de la mujer marroquí en el medio rural a través de ocho historias terribles.

«Son mujeres que ofrecen un retrato de la vida de la mujer en Marruecos. Una parte de la población que sufre violencia sexual, un infierno del que nadie habla ni en Marruecos, ni en España. Son casos reales, ejemplos de explotación económica y sexual. Aunque una mujer trabaje, no tiene libertad para hacer lo que quiera con el dinero», enfatiza este periodista.

Arab también ha hecho trabajo de campo para poner negro sobre blanco el drama que viven las marroquíes que terminan embarcándose en un viaje a los campos de la fresa de Huelva. «Los empleadores siempre eligen al mismo perfil de mujer: pobre y con hijos», asegura la socióloga. No interesa integrar a estas mujeres, solo que trabajen durante el tiempo necesario. Y mientras tanto muchas de ellas sufren explotación sexual de personas que se aprovechan de su situación de vulnerabilidad. Claro, en los campos solo quieren mujeres, no les interesa que vengan hombres», añade Arab.

El perfil de la mujer explotada

Esta experta considera que hay un caldo de cultivo perfecto para que todo eso suceda. «Son mujeres analfabetas, que vienen del mundo rural. En este contexto es más fácil ejercer una violencia sexual contra ellas. Existen todos los ingredientes desde el principio para que esas mujeres acaben siendo violadas», detalla Arab.

Laura Bosch, de ProSud, aclara que varias de esas víctimas de explotación sexual viven hoy en Mallorca: «Una de ellas fue captada por un hombre que le dijo que viniera y que se casaría con ella. Una vez estuvo aquí la encerró en casa y la tuvo prácticamente como una esclava hasta que denunció su situación. Otra de ellas llegó huyendo de los campos de Huelva una noche en la que varios hombres fueron a los campamentos en los que duermen a buscar sexo».

Arab y Houdaifa comparten un objetivo común: «Sacar a la luz lo que está escondido para que la información llegue al público y la sociedad actúe».

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