Presentación en el Ateneo La Maliciosa de Raza contrarreloj. La política de una Norteamérica en vías de oscurecerse, de Keith Boykin

 

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Presentación de Raza contrarreloj en el Ateneo La Maliciosa

A mi juicio, el problema del racismo en la política estadounidense va más allá de tal o cual dirigente o partido político. Desde el final de la Reconstrucción en 1877 hasta la Ley de Derechos Civiles de 1964, los dos principales partidos políticos han defraudado las expectativas de la gente negra. El Partido Republicano de Abraham Lincoln incumplió su promesa de proteger a los afroamericanos, mientras que el Partido Demócrata de Andrew Jackson ni siquiera se tomó la molestia de intentarlo. Pero, en comparación con la gradual evolución de los demócratas en la década de 1960, en el Partido Republicano se aprecia una clara conexión entre el exsenador Goldwater y su oposición a los derechos civiles en 1964, la campaña “Ley y orden” de Nixon en 1968 y su “Guerra contra las drogas” en 1971, el Reagan de la “Reina del bienestar” y los “Derechos de los Estados” en 1976 y 1980, respectivamente, la ofensiva “Willie Horton” de George H. W. Bush en 1988, la “Guerra cultural” de Pat Buchanan en 1992, la respuesta de George W. Bush al huracán Katrina en 2005, y la amarga campaña de Donald Trump contra el presidente Barack Obama en 2011, así como su política de abierto nacionalismo blanco en 2021. Tanto el racismo del viejo Partido Demócrata como la involución del Partido Republicano obedecen a un mismo temor: que una cambiante Norteamérica ponga fin al supremacismo blanco.

 

De la Introducción de Keith Boykin


Fragilidad blanca y blanquitud: Robin DiAngelo desvela la blanquitud

 

La fragilidad blanca es una idea verdaderamente transformadora; es un concepto indispensable que nos invita a analizar detenidamente la blanquitud tal como la entienden los blancos y sus reacciones defensivas cuando les exigimos responsabilidades por una blanquitud que ha pasado de puntillas por el tema de la raza durante demasiado tiempo. DiAngelo es sabia y fulminante en su implacable ataque contra lo que Langston Hughes llamó «las maneras de los blancos». Pero es clarividente y nada sentimental cuando desenreda los entreverados hilos del destino social y la prescripción política que atan la identidad blanca a la neutralidad moral y la universalidad cultural.
DiAngelo cuestiona valientemente la fusión de la blanquitud con la identidad nacional. Una autoridad como Beyoncé Knowles, nada menos, constató recientemente: «Se ha dicho que el racismo es tan americano que cuando nos quejamos de él algunos dan por hecho que nos quejamos de América». DiAngelo demuestra que Beyoncé está en lo cierto, que el trasvase de identidad blanca a identidad estadounidense —de convicciones racistas a convicciones nacionales— debe encararse de frente, insistiendo a pleno pulmón en que ser estadounidense no significa lo mismo que ser blanco, al menos no exclusivamente, ni siquiera principalmente. (Michael Eric Dyson)

Mireia Sentís conversa con Jordi Bartomeus en betevé sobre Fragilidad blanca. ¿Por qué es tan difícil para los blancos hablar de racismo?

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Le Monde Diplomatique se hace eco de la Publicación de Fragilidad blanca:

Fragilidad blanca

por Manuel S. Jardí, abril de 2021

Estados Unidos se fundó sobre el principio de que todas las personas nacen iguales. Sin embargo, como advierte la autora en su introducción, la nación se estrenó con el intento de genocidio de los pueblos indígenas y el robo de su tierra. “La riqueza americana se construyó con la mano de obra de los africanos secuestrados y esclavizados y sus descendientes. A las mujeres se les negó el derecho a voto hasta 1920 y a las mujeres negras se les negó el acceso a este derecho hasta 1965”. El fallo del sistema actual es la reproducción de la desigualdad racial. “Nuestras instituciones han sido diseñadas para reproducir la desigualdad racial y lo hacen con eficacia. Nuestros centros escolares son especialmente eficaces en esta tarea”. Acaso la forma más perniciosa de presión sobre las personas de color, subraya, sea confabularse con la fragilidad blanca minimizando sus experiencias raciales para acomodarlas a la denegación y el recelo blancos. “En otras palabras, no comparten su dolor con nosotros porque no podemos soportarlo”. La fragilidad blanca, pues, ha funcionado para impedir que las personas de color desafiaran el racismo a cambio de evitar la cólera blanca. “Pero si no desafiamos a las personas blancas por su racismo estaremos manteniendo el orden racial y la posición de los blancos en el mismo”. El libro de DiAngelo es útil para quien quiera comprender cómo se desarrolla la fragilidad blanca, cómo protege la desigualdad y qué se puede hacer para que el diálogo sobre el racismo se convierta en algo fructífero en vez de un camino sin salida.

Artículo completo en Le Monde diplomatique en español


BAAM: Biblioteca Afro Americana Madrid

Hoy os presentamos la colección BAAM (Biblioteca Afro Americana Madrid) dirigida por José Luis Gallero y Mireia Sentís. Los cuatro primeros títulos fueron publicados por La Oficina, pero desde 2014 acogimos la colección en nuestra editorial.
Los títulos publicados son: 1, James Yeates, De Misisipi a Madrid: Memorias de un afroamericano de la Brigada Lincoln, con una Introducción de Mireia Sentís y traducido por Dídac Larriaga (2011); 2, Langston Hughes, Escritos sobre España (1937-1956), con un Prólogo y notas de Maribel Cruzado Soria y traducido por Javier Lucini (2011); 3, June Jordan, Dificultades técnicas: Ensayos políticos (1986-1992), con un Prólogo de Angela Y. Davis y traducido por Juana María Furió y Mireia Sentís (2012); 4, Ishmael Reed, Trapos sucios, con Introducción de Mireia Sentís y traducido por Javier Lucini (2012); 5, Jean Toomer, Caña, con una Presentación de Darwin T. Turner y Epílogo, notas y traducción de Maribel Cruzado Soria (2014); 6, David Levering Lewis, Cuando Harlem estaba de moda, traducido por Javier Lucini (2014); 7, Elaine Brown, Una cata de poder, traducido por Javier Lucini (2015); 8, Angela Davis, Una historia de la conciencia: Ensayos escogidos, Selección e Introducción de Mireia Sentís, traducción de Inga Pellisa (2016); 9, William Wells Brown, Clotel o la hija del Presidente: Relato de la vida en esclavitud en los Estados Unidos de América, Prólogo de Mireia Sentís, traducción y notas de Pilar Vázquez (2017); 10, Mireia Sentís (ed.), Cuerpo político negro, traducido por María Enguix y Malika Embarek y publicado en coedición con el Centro de Arte 2 de mayo, CA2M (2017); 11, Debra J. Dickerson, El final de la negritud, traducido por Isabela Herranz (2018); 12, Toni Morrison, Jugando en la oscuridad: El punto de vista blanco en la imaginación literaria, Traducción y Notas de Pilar Vázquez (2019); 13, Jesmyn Ward (ed.), Esta vez el fuego: Una nueva generación habla de la raza, traducido por María Enguix (2020).


Xavier Montanyà escribe sobre "Esta vez el fuego. Una nueva generación habla de la raza"

Discriminació, violència i assassinats policíacs als EUA

Acaba de sortir el llibre 'Esta vez el fuego' (BAAM) que recull les reflexions lúcides i potents actuals dels millors escriptors joves afroamericans

Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, en la col·lecció Biblioteca Afroamericana Madrid, acaba de publicar Esta vez el fuego, amb el subtítol Una nueva generación habla de la raza. És un recull ideat i editat per la primera dona que ha rebut dues vegades el National Book Award, l’escriptora Jesmyn Ward (DeLisle, Mississipí, 1977), que ha convidat onze autores i set autors joves a reflexionar sobre la constant i continuada tragèdia de racisme, assassinats i impunitat de què és víctima la comunitat afroamericana avui, ahir i sempre. La traducció, molt acurada, és de Maria Enguix Tercero.

Si James Baldwin va escriure The Fire Next Time (1963) en temps del ‘poder negre’, Jesmyn Ward ha impulsat The Fire This Time (2016) en temps del Black Lives Matter. Mig segle després, la reivindicació i la resposta continuen essent iguals. Res no sembla haver canviat. Els assassinats policíacs en són l’exemple visible. Aquest llibre vol explicar-ho. En paraules de Jesmyn Ward: ‘Quan vaig demanar [als meus col·legues] el seu treball creatiu, no els demanava res fàcil; ben al contrari, els demanava que escrivissin sobre la ferida, que lluitessin amb les veritats lletges que ens assolen en aquest país.’

Els autors dels assaigs són algunes de les millors veus joves, poetes, pensadors, crítics, periodistes, professors i investigadors de la creació i la docència, molts d’ells àmpliament premiats i reconeguts. El resultat és un compendi magnífic del sentiment i el pensament d’una generació que rep i carrega tota la violència de què han estat víctimes els negres als EUA d’ençà de segles enrere. Una lectura que il·lustra, informa i et fa sentir el crit sord de ràbia, dolor i denúncia profunda d’una altra generació negra que és víctima de l’odi, la discriminació i la fúria violenta, assassina, dels blancs.

Són uns texts que sovint parteixen de la reflexió íntima, de l’experiència personal i familiar, dels ensenyaments de casa, de l’escola i del carrer. D’allò que s’ha vist, llegit, sentit, viscut i imaginat. Del mal que fa la ferida i de la manera com se sobreviu amb el dolor. Texts escrits per joves intel·lectuals entre la poesia, la crònica viscuda, subjectiva, l’humor, la vivència i la supervivència, impulsats pel geni creatiu i la sensibilitat vital dels autors. Narracions que t’arriben al cor per la sinceritat i la força. Que et sorprenen amb detalls que, com a blanc europeu, no podies ni tan sols imaginar.

Revisen el passat, rememoren els morts, recorden les alegries infantils, l’esperit i el llegat dels avantpassats, i ho contrasten amb un present que, en essència, per a ells continua essent inhòspit i cruel. Un present des del qual costa d’imaginar un futur millor. És una obra de denúncia reflexiva, que et fa partícip del dolor i t’obre les portes a la quotidianitat de persones negres que qualsevol dia poden ser maltractades i mortes. ‘Un fòrum de dissidència –diu Jesmyn Ward– on poder exigir responsabilitats, donar testimoni, contar.’

Per a situar-nos, dues dades esfereïdores. ‘Enguany (2015) la policia ja s’ha endut més de tres-centes vides negres mentre els manifestants tancaven ponts i autovies a tot el país per recordar al món que aquestes vides importen’, escriu Daniel José Older. L’assassinat de negres ha estat una constant d’ençà dels temps de l’esclavatge. Igualment emparada per la impunitat, malgrat que pugui semblar que s’han aprovat lleis més justes i equitatives. Simplement han canviat els executors. ‘A les primeres dècades del segle XX hi va haver un linxament cada quatre dies. Es calcula que actualment la policia assassina un afroamericà cada dos dies o tres’, diu Isabel Wilkerson.

L’origen del projecte

Explica Jesmyn Ward al seu text introductori que quan George Zimmerman va haver disparat i mort Trayvon Martin el 26 de febrer de 2012, a Sanford, Florida, ella es va refugiar a Twitter. No tenia enlloc més on anar. Hi va trobar la comunitat que cercava. Estava embarassada i treballava en un llibre sobre joves morts prematurament de mort violenta que ella havia conegut. El seu germà n’era un. Cada vegada que llegia sobre Trayvon, el seu fill nonat i els seus morts l’envoltaven, amb cara d’espant, explica.

Un any i mig més tard, George Zimmerman, l’assassí, va ser absolt. Ella ja s’ho esperava. Quan mirava la foto de Trayvon hi veia un nen de disset anys. Zimmerman era un adult. Un adult que havia disparat contra un nen que tornava a casa després de caramels i un refresc. Cap agència de notícies no feia l’afirmació més òbvia. Que Trayvon era un nen. Les agències de premsa i l’opinió pública no hi veien un nen perquè hi veien un negre. La majoria dels nord-americans no veien Trayvon Martin com el veia ella. I deien, com l’assassí, que fumava marihuana i pintava grafits.

artículo completo en VilaWeb


"El duelo es ley de vida para las personas negras", por Claudia Rankine

Babelia / El País 16.06.2020

La poeta Claudia Rankine analiza los tics racistas del imaginario estadounidense en un ensayo incluido en la antología 'Esta vez el fuego', que se publica este mes dentro de la Biblioteca Afroamericana de Madrid

Una amiga me dijo hace poco que cuando dio a luz a su hijo, antes de ponerle nombre, antes de darle el pecho siquiera, lo primero que pensó fue: tengo que sacarlo de este país. Nos echamos a reír. Puede que nuestro humor negro tuviera que ver con la conciencia de que sacarlo no era ni una opción ni un deseo real. Así es nuestra vida. Trabajamos en este país, tenemos la nacionalidad estadounidense, pensiones, seguro médico, familia, amigos, etcétera, etcétera. Mi amiga no podía irse y no se fue. Años después del nacimiento de su hijo, cada vez que este sale de casa, su condición de madre de un ser humano vivo sigue siendo tan precaria como siempre. A los miedos naturales de cualquier progenitor que afronta la aleatoriedad de la vida se suma este otro conocimiento de los mecanismos del racismo institucional en nuestro país. La nuestra fue una risa de vulnerabilidad, miedo, reconocimiento y un atoramiento absurdo.

Le pregunté a otra amiga cómo es ser madre de un hijo negro. “El duelo es ley de vida para las personas negras”, dijo sin rodeos. Para ella, el duelo existía en tiempo real dentro de su realidad y la de su hijo: en el momento menos esperado, ella podía perder la razón de su vida. Aunque al imaginario blanco liberal le gusta sentirse temporalmente mal ante el sufrimiento negro, no existe realmente un modo de empatía que pueda reproducir la tensión diaria que experimentas como persona negra cuando sabes que pueden matarte simplemente por ser negra: nada de manos en los bolsillos, nada de escuchar música, ni movimientos bruscos, ni conducir tu coche, ni caminar de noche, ni caminar de día, ni torcer por esa calle, ni entrar en aquel edificio, ni ponerte firme, ni quedarte aquí de pie, ni quedarte ahí de pie, ni responder, ni jugar con pistolas de juguete, ni vivir siendo negro.

Once días después de que yo naciera, el 15 de septiembre de 1963, cuatro chicas negras murieron en el atentado de la Iglesia Baptista de la calle 16 en Birmingham, Alabama. Ahora, cincuenta y dos años más tarde, seis mujeres negras y tres hombres negros han sido acribillados durante una reunión de estudio de la Biblia en la histórica Iglesia Episcopal Metodista Africana Emanuel de Charleston, en Carolina del Sur. El asesino es un terrorista del país, que se ha identificado como supremacista blanco, que también podría ser un “joven hombre perturbado” (como lo describieron varias agencias de noticias). Se sabe que una mujer negra y su nieta de cinco años sobrevivieron al tiroteo haciéndose las muertas. Son dos de los tres supervivientes del atentado. La familia blanca del sospechoso dice que para ellos es un momento difícil. Esto es indiscutible. Sin embargo, para las familias afroamericanas, vivir en un estado de duelo y miedo permanente es lo normal. [...]

Vivimos en un país donde los americanos asimilan cadáveres en sus idas y venidas diarias, donde los negros muertos forman parte de la vida normal. Pereciendo en las bodegas de los barcos, arrojados al Atlántico, colgados de árboles, golpeados, tiroteados en iglesias, acribillados por la policía o hacinados en prisiones: históricamente, no existe lo cotidiano sin el cuerpo negro esclavizado, encadenado o muerto sobre el que posar la mirada, del que se oye hablar o contra el que uno se posiciona. Cuando el trastorno de nuestra cultura abruma a las personas negras y estas salen a protestar (a la larga, en perjuicio nuestro, porque las protestas dan una justificación a la policía para militarizarse, como sucedió en Ferguson), la pregunta errónea que se formula es: “¿Qué clase de salvajes somos?”. Cuando debería ser: “¿En qué clase de país vivimos?”...

Puede consultarse el artículo completo en: El duelo es ley de vida para las personas negras


Toni Morrison: el punto de vista blanco en la imaginación literaria

TONI MORRISON: JUGANDO EN LA OSCURIDAD

El punto de vista blanco en la imaginación literaria

Reproducimos a continuación algunas imágenes y la conversación que mantuvieron en la Librería Traficantes de Sueños Remei Sipi Mayo y Mireia Sentís en torno a las tres conferencias de Toni Morrison que integran Jugando en la oscuridad.

 


Elaine Brown, la autora de "Una cata de poder" estuvo en la Fira Literal de Barcelona

Elaine Brown, cuya conmovedora autobiografía hemos publicado en la colección BAAM (Biblioteca Afro Americana Madrid), estuvo en Barcelona, donde, además de participar en el programa FAQS de TV3, dio una conferencia en el Ateneu l´Harmonia de Fabra i Coats, con asistencia de 800 personas, 500 en la sala y otras 300 que no pudieron acceder, contemplando su intervención a través de una pantalla exterior:

Entrevista a Elaine Brown en FAQS

Conferencia de Elaine Brown en la Fira Literal

 


DÍA DEL LIBRO 23 ABRIL 2018: Bea Espejo recomienda en Babelia "Cuerpo político negro"

Bea Espejo recomienda en Babelia/El País Cuerpo político negro publicado a la par que la exposición del Centro de Arte 2 de Mayo de Madrid Elements of Vogue, "la primera revisión en España de la historia de la performance afroamericana. En el futuro se estudiará como un referente."

 


CLOTEL O LA HIJA DEL PRESIDENTE, relato de la vida en esclavitud en los EEUU

Clotel o La hija del presidente
Relato de la vida en esclavitud en los Estados Unidos de América
Williams Wells Brown
Esclavo fugitivo, autor de «Three Years in Europe»

traducción y notas de Pilar Vázquez
prólogo de Mireia Sentís

Presentamos Clotel o la hija del Presidente, considerada la primera novela escrita en por un ex esclavo. Un texto singular de denuncia del sistema esclavista que suma ficción, autobiografía y reflexiones políticas y filosóficas.

PREFACIO

Más de doscientos años han transcurrido desde que el primer buque cargado de esclavos atracara en las orillas del río James, en la colonia de Virgina, procedente de las costas de África Occidental. Desde 1620, en que comienza el comercio de esclavos,[1] hasta el momento de la independencia de la Corona Británica, el número de esclavos se elevó a quinientos mil; hoy hay cerca de cuatro millones. La Constitución legitima la esclavitud en quince de los treinta y un Estados, lo que une a esos Estados en una Confederación.
En cada palmo de tierra donde ondeen las Barras y Estrellas, al negro se lo considera una propiedad más y cualquier blanco puede ponerle la mano encima con total impunidad. Toda la población blanca de Estados Unidos, tanto en el Norte como en el Sur, está obligada, por su juramento a la constitución y su adhesión a la Ley de Fugas,[2] a dar caza a los esclavos fugitivos para devolverlos a quienes los reclamen y a reprimir por la fuerza toda tentativa de alcanzar la libertad que pueda darse entre los esclavos. Veinticinco millones de blancos se han coaligado en solemne cónclave para mantener encadenados a cuatro millones de negros. En todos los estratos sociales se pueden encontrar quienes tienen, compran o venden esclavos, desde hombres de Estado y doctores en teología, quienes pueden llegar a poseer cientos, hasta aquel que no puede comprar más de uno.
De no ser porque hay personas en posiciones preeminentes de la sociedad, en especial cristianos profesos, que poseen esclavos y, por consiguiente, respaldan el uso, hace tiempo que la esclavitud habría sido abolida. El ejemplo de los hombres influyentes «dignifica la corrupción, haciéndola inmune al castigo»[3]. El gran objetivo de los verdaderos defensores de los esclavos debe ser poner al descubierto la institución, de tal modo que el mundo pueda verla, y hacer que los sabios, los prudentes y los piadosos le retiren su apoyo y la abandonen a su suerte. No le hace mucho bien a la causa de la emancipación alzar la voz para execrar a los traficantes de esclavos, a los secuestradores, a los capataces mercenarios, mientras que nada se dice a fin de reconocer la culpa de quienes se mueven en las altas esferas.
El hecho de que la esclavitud se introdujera en las colonias americanas estando estas aún bajo el dominio de la corona británica es razón suficiente para que los ingleses tengan un vivo interés en su abolición. Y hoy, cuando los grandes ingenios mecánicos han acercado a los dos países, y teniendo los dos una única lengua y una única literatura, la influencia de la opinión pública británica en el Nuevo Mundo es inmensa.
Si los incidentes que se exponen en las páginas que siguen añaden algo nuevo a la información que, mediante publicaciones similares, ya se ha puesto a disposición del público, y, por consiguiente, ayudan a que la influencia británica se haga sentir en contra de la esclavitud en América, se habrá conseguido el principal objetivo para el que se escribió esta obra.
w. wells brown
22, Cecil Street, Strand, Londres.

[1] Fueron mercaderes holandeses quienes llevaron el primer cargamento de africanos y africanas a la colonia británica de Jamestown, en el Estado de Virginia, en 1619.
[2]  Fugitive Slave Law. Esta ley, de 1850, era mucho más estricta que las anteriores. Proteger o ayudar a los esclavos fugitivos pasó a ser un delito a nivel federal que podía ser castigado con grandes multas y penas de prisión. Y, por consiguiente, la ley facilitaba la captura de los esclavos que intentaban escaparse y establecerse en los estados abolicionistas del norte del país.
[3] William Shakespeare, Julio César, Acto IV, escena iii. [Traducción al español de A.L. Pujante, Acto IV, escena ii. 1990.]

CAPITULO I
LA SUBASTA

A esta niña, ¿qué azar,
tan joven y hermosa,
erguida y llorosa,
trajo a subastar?[1]

Con el aumento de la población esclava, en el Sur de los Estados Unidos de América ha aumentado tremendamente el número de mulatos, la mayoría de padre propietario esclavista y de madre esclava. La sociedad no mira mal al hombre que sienta a su hijo mulato en el regazo, mientras, detrás de la silla, la madre continua siendo una más de sus esclavas. Ya hace años que el difunto Henry Clay predecía que la abolición de la esclavitud de los negros llegaría con la fusión de las razas. John Randolph, conocido hacendado esclavista de Virginia y prominente hombre de estado, decía en un discurso en la asamblea legislativa de su Estado natal que «la sangre de los primeros estadistas americanos corría por las venas de los esclavos del Sur». En las ciudades y las villas de los Estados esclavistas, los negros de verdad, o negros puros, no alcanzan a ser más de uno de cada cuatro de la población esclava. Este hecho es por sí solo la mejor prueba de la inmoralidad y de la degradación de la relación entre amos y esclavos en los Estados Unidos de América.
Esto dice la ley en todos los Estados esclavistas: «Los esclavos se considerarán legalmente un bien mueble más,[2] en las manos de sus amos y propietarios, representantes, administradores y cesionarios, a todos los efectos prácticos o de otra índole, y como tales bienes se valorarán, se venderán (o mantendrán), se tomarán  y se tasarán. Un esclavo es alguien que está en poder de un amo, al que pertenece. El amo puede venderlo, disponer de su persona, de su diligencia y de su trabajo. El esclavo no puede hacer nada, ni poseer nada ni adquirir nada, salvo lo que ha de pertenecer a su amo, quien puede corregirlo y castigarlo, siempre que no sea con un rigor inusitado, o de tal manera que lo deje mutilado o tullido,  que lo exponga al peligro de perder su vida o le cause directamente la muerte. El esclavo, en tanto que esclavo, debe tener la convicción de que no tiene derechos legales frente a su amo».

[1] Tomado de un poema anónimo incluido en The Anti-Slavery Harp [“El arpa abolicionista”], una antología de poemas antiesclavistas recogida por el propio Wells Brown. La mayoría de los fragmentos sin referencia a su autor que se citan al principio de los capítulos a lo largo de la novela proceden de esta antología, al igual que el que aparece al final de este.
[2] En inglés, chattel; este término se utiliza en varias ocasiones a lo largo de la narración como sinónimo de esclavo. Incluso existe la expresión chattel slavery, para indicar este tipo de posesión completa del esclavo y su carencia de toda identidad como persona.

Ficha técnica
autor: William Wells Brown
título: Clotel o la hija del Presidente. Relato de la vida en esclavitud en los Estados Unidos de América
Prólogo de Mireia Sentís
Traducción del inglés y notas: Pilar Vázquez
Colección: BAAM, 9
Nº páginas: 256
Formato: 21 x 12,5
ISBN: 978-84-946564-1-5

 

PVP: 16 euros
IBIC BM Memorias
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