PRÓXIMAS NOVEDADES: Fuego profético negro, de Cornel West

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¿Por qué necesitamos hablar sobre el fuego profético negro?

Desde el asesinato de Martin Luther King Jr., no cabe duda de que algo ha muerto en la Norteamérica negra. Las últimas grandes tentativas por alcanzar el triunfo colectivo negro se inspiraron en las revueltas masivas en respuesta al asesinato de Dr. King. Sin embargo, estas heroicas acciones han tropezado con una creciente represión y astutas estrategias de cooptación por parte de los poderes fácticos. La fundamental transformación de la conciencia colectiva en una individualista no solo aumenta la sensación de derrota colectiva negra, sino que también deja traslucir la adhesión negra al sugestivo mito del individualismo norteamericano. Hubo un tiempo en que la gente negra le concedía gran importancia a servir a la comunidad, ayudar a los demás y deleitarse en su empoderamiento; hoy la mayoría se entrega a empresas individualistas en busca de riqueza, salud y posición social. Hubo un tiempo en que la gente negra practicaba la potente tradición profética de alzar todas y cada una de las voces; hoy la mayoría solo quiere llenarse los bolsillos. Las grandes fortunas rigen la sociedad norteamericana, y la cultura norteamericana es un estilo de vida obsesionado con el dinero. Esto es cierto para todas las sociedades y culturas capitalistas del mundo. La tradición profética negra, así como la de otros grupos, constituye un fuerte contrapoder frente a esta tendencia de nuestro tiempo. La integridad no debe decaer en avaricia, ni la decencia en argucia, o la justicia en el precio de mercado. El principal objetivo de este libro es resucitar el fuego profético negro, especialmente entre los jóvenes. Mi propósito es revitalizar la tradición profética negra y mantener viva la memoria de las figuras y movimientos proféticos negros. Considero que la tradición profética negra es uno de los mayores tesoros de la modernidad. Ha sido la levadura en la hogaza democrática norteamericana. Sin la tradición profética negra, se perdería gran parte de lo mejor de Norteamérica, y caería en el olvido uno de los frutos más importantes del mundo moderno.

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Cornel West, autor de Fuego profético negro

Este libro cobra todavía mayor importancia en la era Obama, precisamente porque la presencia de un presidente negro en la Casa Blanca enturbia nuestra comprensión de la tradición profética negra. Si ostentar una elevada posición en la sociedad norteamericana, o estar a la altura de los referentes blancos, constituyen la medida del éxito del movimiento de liberación negro, entonces nos hallamos en el ápice de la historia negra. Pero si la medida definitiva es el mayor o menor sufrimiento de la gente negra (especialmente de los pobres y trabajadores negros), entonces el momento presente es una triste y trágica continuación del pasado. En vista de que la clase media negra ha perdido casi el 60 por ciento de su patrimonio; que la congelación de los salarios y la inflación han arruinado a la clase trabajadora negra; y que el desempleo masivo, las escuelas decrépitas, la infravivienda y la encarcelación masiva del nuevo Jim Crow asolan a los negros pobres; la era Obama, desde el prisma de la tradición profética negra, resulta desoladora. Esta perspectiva profética no entraña un ataque personal a un presidente negro; más bien se trata de un rechazo sin paliativos del sistema que este dirige en calidad de cómplice.

Cornel West

 


PRÓXIMAS NOVEDADES: Paisajes humanos de mi país, de Nâzim Hikmet

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Paisajes humanos de mi país, la obra más importante del poeta turco Nazim Hikmet, escrita durante los trece años que permaneció en las cárceles de su país.

Con esta obra, Nâzim Hikmet se propuso romper las fronteras entre los diversos géneros literarios. De hecho, en este largo poema encontramos frecuentes escenas dialogadas, incursiones en la historia y, sobre todo, una composición cinematográfica, una arquitectura que debe mucho a la técnica del guion cinematográfico con la que Nâzim estaba sobradamente familiarizado1. Desde el comienzo del poema, en la estación de Haydarpaşa, en la orilla asiática del Bósforo, el tren cumple una doble función. Por un lado, es el escenario donde intervienen —además de los presos, entre ellos Halil, trasunto del poeta— una multitud de personajes que, a través de sus conversaciones y ensoñaciones, permiten al poeta proyectar frente al lector —como el espejo stendhaliano, pero también como lo haría una pantalla de cine— su visión de la sociedad. Mientras los diálogos ahondan la formidable caracterización física que hace de los protagonistas, sus ensoñaciones —a manera de secuencias retrospectivas o flashback— permiten al poeta retrotraer también en el tiempo su particular visión de los paisajes de su país. Pero, por otro lado, el tren es también un trávelin que, en un prolongado recorrido circular, pautado por los traslados de los presos, recorre las tierras de Anatolia.

1 De hecho, el poeta ya había escrito un guion, basado en un relato de Selma Lagerlöf, durante su estancia de dieciséis meses en la cárcel de Bursa entre los años 1933-34. Al salir en libertad, en agosto de 1934, gracias a la amnistía decretada para conmemorar el décimo aniversario de la república, trabajó para los estudios Ipek Film escribiendo guiones, doblando películas y ejerciendo de ayudante de dirección de Muhsin Ertuğrul, por aquel entonces el director de cine turco más prestigioso. El propio Nâzim dirigió y escribió dos documentales (Sinfonía de Estambul y Sinfonía de Bursa, ambos en 1934) y un largometraje (Hacia el sol, estrenado en 1937).

 

 

 

Las escenas se suceden en el libro, desde la vida en prisión del poeta Halil, trasunto del autor, hasta

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Nâzim Hikmet y otros presos en la cárcel de Bursa.

las escenas de la guerra de Independencia turca, la resistencia del pueblo ruso frente a la invasión nazi o el fusilamiento del escritor francés Gabriel Peri.

Como muestra del estilo de Hikmet, sirva esta recreación de una de las cartas recibidas de su mujer:

 

 

Cariño,
tengo tanta confianza en ti
que quiero ser como tú.
Hemos vivido cinco años con normalidad,
el resto lo has pasado en la cárcel.
No es que me queje,
nuestra vida ha sido hermosa también así.
Estés donde estés,
lejos o cerca,
uno se deja llevar por tu pasión.
Tú eres una pasión humana,
(qué palabras tan extrañas,
el fez de mi abuelo en la cabeza
y una barba canosa, sin bigote y bien recortada,
pero son mis palabras).
Ya lo ves, oh alma de mi cuerpo
(¿se puede decir así?,
pues así me ha salido de adentro),
la verdad es que no sé expresarme por carta.
En mi boca se amontonan palabras para decirte.
Dejemos la pluma y el papel,
estar cara a cara
y hablar contigo:
al lado de tu voz
oír mi propia voz.


"Paisajes humanos de mi país", de Nâzim Hikmet, próxima novedad

SOBRE LOS PATRIOTAS Y EL AMOR A LA PATRIA

 

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Nâzim Hikmet declara ante el Tribunal de Primera Instancia de Estambul en el juicio que se le sigue por actividades subversivas.

Fuat dobló el periódico con rabia:

—Nuri Cemil habla del amor a la patria —dijo—,

       ¡sin ninguna vergüenza

                   habla del amor a la patria!

Süleyman replicó divertido:

—Por fin te he visto enfadado.

¿Qué te creías?

Por supuesto que habla.

Por un lado venden la patria,

                   y por otro hablan así

¿Tienen amor a la patria estos cabrones?

¿Qué clase de amor a la patria?

Es amor por un escaño, un almacén, una fábrica, una granja, un edificio.

Quítales sus edificios, su capital,

quítales su escaño,

y para esos tipos la patria será entonces tierra enemiga.

Así ha sido siempre la historia.

En la revolución francesa,

sus nobles guiaron a los ejércitos enemigos

                   para aplastar a Francia

                               y salvar la monarquía…

Y los que movieron los hilos de las tropas de los rusos blancos,

de Vrangel, Kolchak y Denikin,

                   fueron los capitalistas alemanes, ingleses y japoneses.

Y entre nosotros,

la sublime dinastía otomana

y su entorno,

junto con los bancos londinenses y Venizelos

       marcharon codo con codo para arrebatarle Anatolia al pueblo turco.

Y hasta

el líder nacionalista chino Chiang Kai-shek,

con dinero norteamericano y armas japonesas…

Fuat interrumpió a Süleyman:

—En la novela La condición humana de Malraux

a los obreros chinos los queman en las calderas de las locomotoras…

Süleyman siguió:

—Franco, «el patriota más grande» de la Península ibérica,

lanzó a los moros marroquíes y los aviones alemanes

contra la patria del frente popular español.

Y el mariscal Petain, el héroe de Verdún,

que, por miedo a los obreros franceses,

entregó Francia al enemigo…

¿Tienen amor a la patria estos cabrones?

                   ¿Pero qué amor patrio?