Presentación en el Ateneo La Maliciosa de Raza contrarreloj. La política de una Norteamérica en vías de oscurecerse, de Keith Boykin

 

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Presentación de Raza contrarreloj en el Ateneo La Maliciosa

A mi juicio, el problema del racismo en la política estadounidense va más allá de tal o cual dirigente o partido político. Desde el final de la Reconstrucción en 1877 hasta la Ley de Derechos Civiles de 1964, los dos principales partidos políticos han defraudado las expectativas de la gente negra. El Partido Republicano de Abraham Lincoln incumplió su promesa de proteger a los afroamericanos, mientras que el Partido Demócrata de Andrew Jackson ni siquiera se tomó la molestia de intentarlo. Pero, en comparación con la gradual evolución de los demócratas en la década de 1960, en el Partido Republicano se aprecia una clara conexión entre el exsenador Goldwater y su oposición a los derechos civiles en 1964, la campaña “Ley y orden” de Nixon en 1968 y su “Guerra contra las drogas” en 1971, el Reagan de la “Reina del bienestar” y los “Derechos de los Estados” en 1976 y 1980, respectivamente, la ofensiva “Willie Horton” de George H. W. Bush en 1988, la “Guerra cultural” de Pat Buchanan en 1992, la respuesta de George W. Bush al huracán Katrina en 2005, y la amarga campaña de Donald Trump contra el presidente Barack Obama en 2011, así como su política de abierto nacionalismo blanco en 2021. Tanto el racismo del viejo Partido Demócrata como la involución del Partido Republicano obedecen a un mismo temor: que una cambiante Norteamérica ponga fin al supremacismo blanco.

 

De la Introducción de Keith Boykin


Kaoutar Harchi, autora de Tal como existimos

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Kaoutar Harchi, autora de Tal como existimos.

Se crio en Estrasburgo con padres obreros de origen marroquí (su padre es trabajador de mantenimiento y su madre trabaja en una residencia de ancianos). Allí realizó estudios secundarios en un establecimiento católico privado, cuya experiencia resulta central en Tal como existimos.

La lectura del sociólogo argelino Abdelmalek Sayad, y en particular sus libros sobre la inmigración, considerada "un hecho social total", la condujeron a estudiar Sociología y a doctorarse con una tesis sobre los escritores argelinos de expresión francesa Kamel Daoud, Rachid Boudjedra, Boualem Sansal, Kateb Yacine y Assia Djebar. Fue publicada en 2016 bajo el título Solo tengo una lengua y no es la mía.

Anteriormente, a los 23 años ya había publicado su primera novela, Zone cinglée, seguida de L'Ampleur du saccage (2011) y À l'origine notre père obscure (2014). En 2024 ha publicado con Joseph Andras Littérature et Révolution, que recoge y amplía el encuentro que ambos mantuvieron auspiciado por la revista Frustration en febrero de 2023. Después de Tal como existimos, Kaoutar Harchi declara haberse alejado de la ficción, como revelan sus artículos de sociología sobre cultura, género, migraciones y etnozoología recogidos en Sociologie de l'Art, Hommes et migrations, Cahiers du Genre, Sociétés contemporaines, Ballast, Frustration Magazine, L'Humanité... Sus reflexiones sobre la relación de los humanos con el mundo animal las ha plasmado en su último libro Ainsi l'Animal et nous: "Los animales lo son todo. Son ellos mismos, por supuesto, pero sobre todo son lo que hacemos de ellos. Nosotros los humanos. Porque cada vez que hablamos de animales, en realidad solo hablamos de su animalidad: el estado animal que decretamos como inferior. Así animalizamos a los animales, los hacemos matables y sin dificultad los matamos".

Es investigadora asociada en el Centro de Investigación sobre los Vínculos Sociales, un laboratorio dependiente de la Universidad París-Descartes, la Universidad Sorbona-Nouvelle y el CNRS. Ha sido profesora de sociología en las facultades de Ciencias políticas de París y Reims. En 2019 fue profesora visitante en la Universidad de Nueva York y en 2021 profesora en la Universidad de París 13.


"Tal como existimos" de Kaoutar Harchi

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Tal como existimos, primera obra publicada en español de Kaoutar Harchi.

Tal como existimos, donde el amor paterno-filial y el despertar de la conciencia política acompañan la infancia y adolescencia de una chica de origen inmigrante, ha sido recibida en Francia por la crítica con enorme interés:

«Una autobiografía conmovedora» para France Culture.

«Una obra autobiográfica de prodigioso esplendor, tanto en su lenguaje de escritura como en su virtuosismo intelectual» para Télérama,

Y ha recibido los mayores elogios de la prensa especializada:

Tal como existimos es uno de los libros más debatidos del momento. Harchi es profesora e investigadora en sociología y admiradora de sus predecesores en una escritura eminentemente francesa que desdibuja la frontera entre literatura y sociología: Didier Eribon, Annie Ernaux y Édouard Louis. El proyecto de Harchi, sin embargo, difiere del de sus predecesores socioliterarios, como ella misma me dijo: «estos escritores, a quienes leo, admiro y con quienes reflexiono, no parecen tener la misma dificultad con la idea de lugar, como a mí me sucede; son franceses y están claramente reconocidos como tales. En mi trabajo hay una dimensión adicional, la cuestión de la raza, la cuestión poscolonial. Esto es lo que trato de resaltar en Tal como existimos.

Russell Williams, Times Litterary Supplement


¿«Negro» ha dicho?

¿«Negro» ha dicho?

 

Coulibaly reflexiona sobre El delito de ser "negro"
El delito de ser "negro". Mil millones de "negros" en una cárcel identitaria

«Tanto si se es “negro”, “blanco” o lo que se sea, hace falta (imperativo y necesidad) reconocer a toda costa el crimen contra la humanidad del cual “los negros” han sido víctimas durante doce siglos, y no cuatro como es costumbre creer y enseñar, si queremos responder en serio a las cuestiones que conciernen a “los negros”»

La exploración que realiza Bassidiki Coulibaly en su «El delito de ser “negro”», publicado en Ediciones del Oriente y del Mediterráneo es un dechado de claridad, nada queda en la oscuridad, y todo es enfocado con la luz que deja escrito negro sobre blanco la realidad de las cuestiones abordadas.

Ya desde los tiempos de Heródoto se consideraba a los “negros” como seres aparte, consideración que ha persistido a lo largo de la historia, siendo defendida por los Louis XIV, Colbert, Locke, Hume, Voltaire, Rousseau, Napoleón Bonaparte, Hegel, Kant, Hitler, Hungtinton,…y otras celebridades que han pintado a dichos eres como ajenos a la humanidad plena.

El profesor y ensayista Bassidiky Coulibaly (Bobo-Dioulasso, Burkina Faso, 1965) se empeña en las páginas de su obra en «sacar a ciertos individuos del condicionamiento ideológico (presente por doquier), despertar conciencias individuales de su letargo intelectual, conseguir que todos los actores de la Historia de la humanidad miren dos veces las verdades oficiales, y darle a César lo que del César y a “los negros” lo que es de “los negros”», y con tal fin rastrea diferentes aspectos de la denotación y la connotación del término coloreado , y la concepción, que se ha impuesto a lo largo del tiempo, y con tal fin dirige su mirada, amén de a la historia, a cierta teoría de los colores que hacen que lo blanco y luminoso sea lo ideal frente a la denostada oscuridad y negrura.

Son varias las cuestiones preliminares que el ensayista puntualiza: así la amalgama consideración de “negros” a seres de muy diferentes tonalidades, orígenes, culturas, etc., como si se tratase de un todo unido y único, que va desde Lucy –origen común de todos los humanos- hasta la actualidad. Busca apoyo en Franz Fanon a la hora de subrayar que el bienestar y progreso de Europa, podría decirse del llamado Occidente, se ha alzado sobre el sudor y la sangre de los negros, los árabe, los indios, y los amarillos…deteniéndose en ciertas formas de interiorización por parte de los oprimidos que han dado por buena la versión de los opresores llegando hasta el punto de llamarse entre ellos hermanos, como si así lo fueron dependiendo de su procedencia, cultura, etc.y cercana fraternidad.

El peso de la religión, de las religiones, queda desvelado tanto en el caso del Islam como posteriormente del cristianismo, cuya acción y presencia puso en pie una historia falseada en la que solamente tienen lugar los nombres propios del santoral de los opresores y de algunos cómplices entre los oprimidos. »El silencio se impuso por parte de las élites árabes musulmanas y de las élites negras musulmanas dedicadas a las abluciones, al rezo», y tras tales rituales litúrgicos, el tiempo para la elaboración de una leyenda dorada. Todo se ha dado como si se siguiese aquella tajante afirmación de Hegel, que mantenía que la Historia no había funcionado ni en Siberia, ni en África, lo que de hecho supuso que, como es hábito, la historia, o el vacío de ella, haya sido escrita por los vencedores. Así la versión creada, de todas las piezas, es que no existe verdadera cultura, que la razón, la tolerancia y otros valores son cosa de gentes ajenas al continente “negro”., dándose un dominio de una concepción grecocentrista, frente a quienes han solido defender un cierto afrocentrismo: helenomanía versus egiptomanía, Moisés versus otras figuras religiosas, y las creencias como arma de los poderosos, ya sea bajo el nombre de Alá, Dios o Yavé y como forma primera y principal de esclavitud; operación que se dio tanto en Egipto como en la antigua Grecia. Explora Coulibay la diferencia establecida entre lo sagrado y lo profano que condujo a la imposición de seres del más allá que imponía su ley en el más acá, usurpando el poder de decidir de los habitantes del último, no faltando los ejemplos, mártires, desde Sócrates a Bruno, pasando por la santa Inquisición o las fetuas, como la decretada sobre Salman Rushdie. Las creencias, incluida la animista, y lo sagrado en general piden sangre, siempre la han hecho.

La historia de la presencia de la religión musulmana fue seguida de la cruz del cristianismo, y en el terreno que transitamos el no-negro, blanco, es el que define al “negro” sin recurrir a ningún tipo de diferencia o matiz de tono, siguiéndose un criterio de indistinción que agrupa a seres de Suecia con los del sur hispano, o que une a cameruneses, con senegaleses o sudafricanos. Se dota por el mismo acto, de valores a los diferentes colores, y si Dios es luz (para Platón, el sol y para Plotino el Uno luminoso) abajo está la oscuridad, arriba lo blanco y abajo, del todo, lo oscuro, lo negro, es el reino de Satán, de la confusión y el caos; las tinieblas frente a las Luces, la liberadora Europa conquistando el mundo por el bien de éste y «el “negro”, el nègre, el black, no sólo es el otro, es el otro más extremo»; [constatándose tal diferencia de valor hasta el diferente valor de las notas del solfeo, en donde una blanca vale por dos negras]. África no sólo es otro continente, es el continente radicalmente otro para los antiguos griegos y para los “occidentales” de hoy»…y un continuum de racismo, de bestialización del otro, cuyo color coincide con el del Mal, y “el negro” convertido en víctima sacrificial, Luces y Código negro imperando, y en la recámara el Pentateuco. Sigue la pista, Coulibaly, marcada por Fanon o por los análisis de Pierre Bourdieu, Vladimir Jankélévitch (sin obviar a Louis Sala-Molins que introduce la obra y que es autor de un libro necesario: Le Code Noir ou le calvaire de Canaan, PUF, 1987), señalando el anclaje en las arenas judeocristianas de René Girard, como ilustración del «narcisismo prometeico de Occidente: el otro tiene derecho a existir si es el alter de mi ego».

Capítulo aparte merecen los procesos de descolonización y algunas cantinelas que los acompañan, prometiendo la paz bíblica, blanca ella, en lucha contra los descendientes del maldito Cam (Génesis 9, 21-27)…la exigible fraternidad, la exclusión del odio, la no-violencia que en tales versiones no supone otra cosa que negar la legítima defensa, etc., etc., etc. Sin obviar los cantos, huecos, de sirena del panafricanismo, que refleja de hecho la división establecida por los árabes y “los blancos”, creando una unidad artificial más allá de la sangre, la lengua, o la religión; persistiendo en algunos países el collar como castigo o señalamiento por hablar otro idioma distinto del del colonizador…u otros ejemplos que el ensayista no nos hurta.

Un recorrido en el que abundan las visitas a los textos religiosos, a los filosóficos (Montaigne, Locke, Rousseau…)y a algunos “negros” encandilados por los edulcorados mensajes, perdiendo el culo por asistir a las escuelas de los opresores para recibir sus buenas lecciones, de sumisión y obediencia…y una y otra vez queda reiterado el peso y la nefasta huella de las religiones y sus binaria teoría de los colores…y dos consejos necesarios para concluir: 1) «Mientras no nos resolvamos a emprender la descolonización del panafricanismo y de los panafricanistas, el colonialismo, el neocolonialismo, el poscolonialismo y el resto de ideologías de los oprimidos [juzgo que debería poner: de los opresores…a pesar de que tales sean tomadas en préstamo por algunos oprimidos] seguirán siendo el horizonte infranqueable de los pueblos del mundo entero, con los “pueblos negros” en primera línea, como de costumbre»; y 2) «Mientras “los negros” no dejen de confundir el hacerse respetar con tener que mostrar respeto, mientras “los negros” no se despojen de la Historia escrita por sus verdugos para apropiarse de su pasado de víctimas del crimen contra la humanidad, de supervivientes de un genocidio, mientras “los negros” sigan haciéndose los débiles mentales con el pretexto de que tienen un color indeleble maldito, mientras “los negros” sigan jugando a ser “niños grandes”, apalancados como receptores de educación, lecciones, dinero y civilización, perdurarán las denegaciones de humanidad que siempre se han cebado con ellos».

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared


Bassidiki Coulibaly y su libro "El delito de ser “negro”. Mil millones de “negros” en una cárcel identitaria

Bassidiki Coulibaly quiso estar presente en el acto de presentación y debate sobre su incitante texto El delito de ser "negro". Mil millones de "negros" en una cárcel identitaria y nos envió el siguiente video:

Añadimos a continuación las tres preguntas que Mireia Sentís, directora de la colección BAAM Biblioteca Afro Americana Madrid, dirigió al autor y que este respondió especialmente para este acto. Al final de sus respuestas hemos incluido algunos extractos de las intervenciones de la propia Mireia Sentís, de Carla Fibla, periodista con una amplia trayectoria (corresponsal de diversos medios en El Cairo, Rabat y Amán, redactora de la revista Mundo Negro y autora de Mi nombre es nadie en el que recoge testimonios de los inmigrantes que tratan de llegar a España) y de Ramadhani Ngoy, coordinador de AfroDiccionario

ENTREVISTA A BASSIDIKI COULIBALY

 

Por Mireia Sentís

 

—¿Cuál es la razón por la que siempre, sin excepción, ha decidido escribir “negro” entre comillas?

 

La razón es triple.

  • Primera: porque escribirlo sin comillas es sospechoso, suena falso y constituye un desafío para la razón. El negro en cuanto color, detenta un estatus único y singular con respecto a cualquier otro color. Así, es el no-color para unos y el rey de los colores para otros puesto que todos los otros colores nacen de él. El negro es también el color del misterio, el de los místicos cristianos (del maestro Eckhart, teólogo y filósofo del siglo XIII/XIV, por ejemplo), el color del edificio más sagrado del Islam (la Kaaba de la Meca) y Freud, cuando habla de psicoanálisis, se refiere a la mujer utilizando el término “continente negro”.
  • Segunda: escribir negro sin comillas no es razonar en estéreo sino en mono, como en los monoteísmos. Sin embargo, todo razonamiento mono no puede sino ser binario (negro/no-negro) y hundirse en el maniqueísmo. Porque ¿de qué “negro” hablamos cuando hablamos de color? Yo he decidido razonar en estéreo. El negro, en cuanto color tiene más de cincuenta matices, como magistralmente ha demostrado el pintor Pierre Soulages, por ejemplo.
  • Tercera: aquí se plantea la pregunta ¿a qué tono de negro nos referimos cuando hablamos de o escribimos sobre el “negro” o los “negros”, al referirnos a los seres humanos?  Cuando se razona en estéreo como el comentador político sudafricano Peter Abrahams y se ha comprendido que rojo es el color de la sangre de los negros, ya no es posible escribir negro o negros sin comillas; porque sería ir en contra de la lógica y de la razón. Y más: desde la antigüedad griega hasta nuestros días, tanto el color negro, como los seres humanos denominados “negros”, han sido desacreditados a través de múltiples y diversas cargas negativas. Poner, pues, comillas es atraer la atención sobre algo que no viene dado; es una invitación a hacerse preguntas, a comprometerse con el laborioso y largo trabajo que requiere la deconstrucción de nuestras representaciones sociales.

 

—¿Cree usted que sin las religiones el racismo estaría menos extendido?

 

  • Las relaciones entre racismo y religión son históricas y complejas. Sin embargo, pienso que sí, que sin las religiones -las monoteístas, claro está- el racismo se hubiese extendido menos. Lo que siempre ha caracterizado las religiones monoteístas es el proselitismo, a la vez consensual y violento, cercano y lejano, amparado bajo el manto de la ficción de la pureza. Pureza de los creyentes, pureza de la raza, pureza de la sangre. Por ejemplo, en la España a caballo de los siglos XV y XVI, o sea al final de la reconquista, tanto los judíos como los musulmanes son sometidos a un dilema en nombre de la religión cristiana: convertirse al cristianismo o abandonar el reino. Y mientras Cristóbal Colón “descubría” América en 1492, preparando así el terreno a Hernán Cortés, el reino de España expulsaba a los judíos ese mismo año y luego a los musulmanes en 1502. Menos mal que, en 1550 y 1551, Bartolomé de las Casas, hombre de la iglesia, estaba en Valladolid, en nombre de la humanidad y en defensa de los “indios”, solo ante Sepúlveda y la iglesia. Por otra parte, el racismo perdurará mucho tiempo entre los “viejos cristianos” de “sangre pura” y los “nuevos cristianos” (judíos y musulmanes conversos) de “sangre impura”.
  • En cuanto a los “negros”, Lluís Sala-Molins a mostrado abundantemente cómo las religiones, la cristiana sobre todo, han tomado como fundamente religioso e ideológico el libro del Génesis para esclavizar la población africana (el Código negro o el calvario de Canaán)

 

—¿Prevé un futuro en el cual los “negros” no sean ya los condenados de la tierra? ¿Y ese futuro depende, como apunta usted, de un cambio de actitud de los negros hacia sí mismos, o bien sin la toma de consciencia de los “no negros” no habrá nada que hacer? 

 

  • ¿Un futuro en el que los “negros” no sean los condenados de la tierra? Estoy tentado de contestar afirmativamente. Mirando hacia el pasado, la paleontología nos enseña que Lucía tanto como Toumai que la destronó, proceden del África “negra”, como todos los hombres de hace dos millones y medio de años. ¡Así hasta que se demuestre lo contrario somos todos, tengamos el color de epidermis que tengamos, africanos! Y hasta de la misma familia puesto que no hay más que una raza (Unicef, 1964). Cuando miramos al presente, los “negros” están en todas partes en el planeta Tierra y han marcado positivamente la historia en todos los dominios del saber; del saber hacer y del saber estar (Nelson Mandela, por ejemplo). Están presentes entre las élites, las clases medias y las populares. En este presente de mundialización y mestizaje, los “negros” que rompen los barrotes de sus prisiones identitarias son cada vez más numerosos. Los “negros” ya no son los únicos condenados de la tierra. Los Palestinos, esos apátridas, ¿acaso no son condenados de la tierra? Los kurdos, esos apátridas, ¿no son condenados de la tierra? Y cuando vemos en las manifestaciones abigarradas de Black Lives Matter personas de todas las edades y de todos los colores, es el futuro que ya está presente. El cambio de actitud de los “negros” hacia sí mismos, tanto como la toma de conciencia de los “no negros”, son condiciones imperativas para acelerar el paso de la marcha hacia un futuro sin condenados de la tierra (ya sean palestinos, kurdos, “negros”, etc…). A lo largo de la historia siempre ha habido “no negros” al lado de los “negros”, porque el humano es fundamentalmente estéreo, a pesar de su auto domesticación al pensamiento mono. Vean lo que estamos llegando a hacer todos juntos: usted, el equipo al cual pertenece, Dalikou, Sala-Molins, etc…).
  • Termino con una cita de Martin Luther King: “Tenemos que aprender a vivir juntos como hermanos, si no moriremos juntos como idiotas”. (Discurso del 31 de marzo de 1968).

EL DELITO DE SER "NEGRO". MIL MILLONES DE "NEGROS" EN UNA CÁRCEL IDENTITARIA DE BASSIDIKI COULIBALY EN LE MONDE DIPLOMATIQUE

 

Coulibaly reflexiona sobre El delito de ser "negro"
El delito de ser "negro". Mil millones de "negros" en una cárcel identitaria

Coulibaly reflexiona sobre la fabricación de la identidad, tanto negra como blanca. La «cuestión negra» es una cuestión de la humanidad misma. «¿Se puede decir “los negros” como si fuera un conglomerado de individuos todos idénticos? Después de haber pagado con millones de vidas el delito de ser negras, siguen encerradas en una prisión identitaria. ¿Qué identidad puede reclamar uno cuando es “negro” y se llama Toussaint Louverture, Ahmad Baba, Behanzin, Malcolm X, Elijah Muhammad, Aimé Césaire, Cheikh Anta Diop, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé? Para “los negros” y sus civilizaciones, sus “descivilizadores” solo tienen un discurso, una única práctica: “Os respetaremos cuando seáis como nosotros”». Para el autor, vale tanto como decir nunca, «cuando conocemos el etnocentrismo de unos y otros, vale tanto como decir por siempre jamás cuando conocemos la incapacidad radical de la civilización occidental, impregnada y rezumante de narcisismo, para abrirse, para perder la cabeza en el buen sentido noble de la palabra, para amar al otro. Reinar sobre los otros, oprimirlos con deleite, ser los amos de por vida, tal es la ambición suprema de los occidentales, una ambición que también compartieron los orientales: se llama dominación, se denomina opresión».

El autor examina los episodios de represión y genocidios sufridos a lo largo de la historia por «los negros» —expresión que entrecomilla durante todo el texto—. Coulibaly concluye su provocativo ensayo subrayando que «cada “negro” es libre de verlo todo rojo a lo largo de su existencia o de ponerse manos a la obra para hacer valer su derecho a ver la vida de color de rosa».

Manuel S. Jardí “En los libros”, Le Monde diplomatique, noviembre 2022, p. 30.


SER, SENCILLAMENTE por Louis Sala-Molins

 

Bassidiki Coulibaly obtuvo un día el doctorado en Filosofía defendiendo con elocuencia su tesis sobre Sartre; o, lo que es lo mismo, fue un buen alumno del mal maestro.

Cuando, como él, desciendes de un linaje de herreros burkineses, esos formidables transmisores del fuego al hierro y a la tierra, del mundo de los ancestros al de los vivos de hoy, para culminar en filósofo detractor de todos los colonialismos, cantor de Fanon y otros rebeldes con un corazón que se te sale del pecho, una elección radical se impone. Bien, para tratar de hacerte un hueco al sol —cosa en verdad harto difícil cuando no eres precisamente lo que se dice «un hombre de bien», reniegas del linaje y abjuras del filósofo luciendo una máscara blanca sobre la piel negra y pones por delante la gracia constante de las frases redondas de la historia, o de las historias, como es menester contarlas y escribirlas; bien pasas dogmas, opiniones y comportamientos por el aire abrasador de la fragua y muestras sin máscara, la cara al viento, más que una fidelidad, una carnal hermandad de armas con Sartre —el heraldo de Fanon— y con el Fanon de los «condenados de la tierra».

Si rebuscamos bien, hallaremos alguna traza de sumisión, de primacía, en «fidelidad». Muy escasa en Bassidiki Coulibaly, a quien sumisiones y primacías irritan, en quien habita el sentimiento de fraternidad; sentimiento que tan bien se corresponde con esta iridiscencia del amor bohemio cuyo aliento Bassidiki Coulibaly anhelaría ver triunfar sobre los batallones blindados de la «razón».

Louis Sala-Molins

DE LA INTRODUCCIÓN DE BASSIDIKI COULIBALY:

Ante la pregunta «¿se puede vivir sin identidad y sin pasado?», muchos se mofan, mientras que otros se quedan sin voz. Es cierto que, de entrada, la pregunta puede sorprender e incluso desestabilizar, porque, si bien los historiadores nos martillean con que es imposible vivir sin pasado y los magistrados nos conminan a revelar nuestra identidad, la sociedad nos inculca que ella no es más que un bosque denso cuyos árboles genealógicos se componen, cada uno, de varios individuos en guisa de ramas. Todo esto casa con cierta realidad que no ha de confundirse con la realidad.

Lo desconocido es la realidad de cualquier encuentro. A priori, solo podemos formarnos ideas (prejuicios, juicios, etc.) sobre el otro, pues la identidad, el pasado y la personalidad solo se conocerán, llegado el caso, a posteriori. En cada encuentro hay química o no, y las cuestiones de la identidad, el pasado o la personalidad son lo de menos. Aunque existen tantos casos como encuentros, solo abordaremos los dos más clásicos: cuando hay química y cuando no la hay.

El flechazo es el paradigma del mejor de los dos casos. Los individuos que reciben en pleno corazón la flecha de Cupido no tienen tiempo que perder con cuestionamientos sobre la identidad, el pasado, el árbol genealógico y la personalidad del ser amado. Cuando irradias amor, aceptas al otro de pies a cabeza, en la más absoluta ignorancia del quién, el porqué y el cómo; sus virtudes saltan a la vista, sus defectos permanecen ocultos. El cineasta finlandés Aki Kaurismäki nos lo muestra con belleza y maestría en Un hombre sin pasado; nos muestra también que es posible (pero no fácil) vivir sin identidad y sin pasado, a escala individual, lo que relativiza indiscutiblemente el discurso de Elie Wiesel, según el cual «Es peor vivir sin pasado que sin futuro». Es cierto que el actor Markku Peltola, conocido como «el hombre sin pasado», después de recibir una brutal paliza propinada sin motivo aparente por tres maleantes, logra sobrevivir amnésico (sin identidad y sin pasado) gracias a la mano tendida de Kati Outinen, conocida como «la voluntaria del Ejército de Salvación», junto a quien Peltola encuentra el amor. El amor lo puede todo, lo sabemos.

Pero ¿qué sucede cuando no hay química? ¿Qué sucede en el peor de los casos, siendo el peor de ellos la existencia de quienes viven con el estigma de ser «negros»? En otras palabras, cuando uno es «negro», ¿tiene derecho a un pasado distinto al del «no negro» (ya sea árabe-bereber o blanco)? ¿Qué identidad puede reclamar uno cuando es «negro» y se llama Toussaint Louverture, Ahmad Baba, Behanzin, Malcolm X, Elijah Muhammad, Aimé Césaire, Cheikh Anta Diop, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé? ¿Tienen derecho esos a los que seguimos llamando «hombres de color», «nègres», «negros», «black» a un reconocimiento que no sea el heredado, visible, condensado y anclado en la marca somática?

En una época en la que algunas personas moldean su cuerpo a placer gracias a eso que el sociólogo David Le Breton ha llamado Signes d’identités. Tatouages, piercing et marques corporelles (2002), otras mueven cielo y tierra para procurarse agentes corrosivos que les despigmenten la piel. El negro-americano (ahora gris) Michael Jackson es la punta de lanza de esos «negros» que ya no quieren ser «negros» o, por lo menos, quieren ser menos «negros». El asunto parece anecdótico, pero en el fondo revela la situación dramática, confusa y compleja de «los negros».


El delito de ser "negro". Mil millones de negros en una cárcel identitaria, de Bassidiki Coulibaly, nuestra próxima novedad

En septiembre publicaremos este provocador libro del que iremos avanzando algunos extractos, como este sacado de la Introducción:

 

Los japoneses aprovecharon el Plan Marshall para recuperarse de las dos bombas atómicas que recibieron sobre sus cabezas. Pero ¿qué hay de «los negros» en tanto comunidad singular, estigmatizada y víctima de etnocidio y genocidio? ¿Cuántos son «los negros» que tienen por único credo los libros sagrados (el Corán, la Biblia) que han contribuido a legitimar y legalizar el genocidio y las denegaciones de humanidad padecidas? Son legión. ¿Cuántos son «los negros» que no tienen más fantasías que las de sus «antiguos» amos? Son legión. ¿Cuántos son los «negros grecolatinos» (Sartre) que, tras ser domesticados en la escuela del amo, solo saben obedecer a pies juntillas y mover el rabo como perritos falderos? Son legión. Con un mono de trabajo, un caftán folclórico, un traje de tres piezas o una levita de académico, «los negros» de turno siempre se han abierto paso a codazos para acceder al cuarto de servicio de «los señores».

Hace más de dos mil años, Sima Qiang (145-86 a. C.), el primer historiador chino, afirmaba con convencimiento que «aquellos que no olvidan el pasado son dueños del futuro». Cuando sabemos con qué maniático esmero los «vencedores» escriben la Historia, cuando sabemos con qué saña de sabuesos los «vencedores» controlan la Historia, cuando conocemos la escandalosa parcialidad con que se enseña la Historia a los niños (las obras del historiador Marc Ferro a este respecto son saludables), entiendes fácilmente el empeño de los «vencedores» por seguir siendo los amos. Pero «los negros», esos «vencidos» de la Historia que se quejan de ser los despreciados de la humanidad, que se lamentan de ser los grandes perdedores de la Historia, que se desconsuelan por no tener los medios para hacerse respetar, que se entregan de generación en generación a los «mimetismos nauseabundos» (Fanon) de sus amos orientales y occidentales, ¿tendrán en cuenta algún día las sabias palabras de Sima Qiang?


Per què és tan difícil per als blancs de parlar de racisme?

 

Per què és tan difícil per als blancs de parlar de racisme?

Del llibre 'Fragilidad blanca', de Robin DiAngelo, a la sèrie 'Extermineu tots els salvatges', de Raoul Peck i Sven Lindqvist

Per: Xavier Montanyà – VilaWeb 30.05.2021

 

Es compleix un any de l’assassinat per asfíxia del ciutadà negre George Floyd a mans d’un agent de policia blanc a Minneapolis. Un any de les manifestacions més grans dels últims temps pels drets dels afroamericans i contra la brutalitat racista policíaca. L’agent ha estat condemnat a quaranta anys de presó, però els afroamericans saben que aquesta sentència no aturarà el racisme sistèmic arrelat al moll de l’os de la societat nord-americana.

Prou que ho sap Robin DiAngelo, doctora en educació multicultural i professora de la Universitat de Washington. Ho viu en detall i des de la primera línia del debat. Fa vint anys que organitza tallers i conferències per fer comprendre el racisme que impregna les empreses, el sistema polític i la cultura. El seu llibre Fragilidad blanca (BAAM) ha esdevingut un dels nous puntals del debat públic i acadèmic sobre el racisme als EUA, juntament amb Com ser antiracista, d’Ibram X. Kendi, de qui ja vam parlar en aquesta secció.

Què és la fragilitat blanca?

“El millor truc del diable és convèncer-nos que no existeix”, va dir Charles Baudelaire, una idea que reprèn l’alter ego del personatge Keyser Söze al film Sospitosos habituals. La metàfora ara l’adopta el professor Michael Eric Dyson al prefaci de Fragilidad blanca per aplicar-la al racisme.

“Racista, jo?”, solen respondre ofesos la majoria de blancs quan se senten atacats. És una constatació que després de molts anys d’experiència com a educadora multicultural va incitar Robin DiAngelo a elaborar un assaig que dissecciona l’esperit i les maneres de la blancor fusionada amb la identitat nacional nord-americana.

El concepte de fragilitat blanca, segons Robin DiAngelo, parteix de l’endèmica actitud defensiva dels blancs nord-americans quan es tracta de reconèixer el racisme sistèmic, motor i essència del racisme individual. El racisme, diu ella, no és tan sols l’actitud extrema de la “gent dolenta”, és quelcom d’inherent al sistema polític i a la cultura. Negant-lo l’invisibilitzem, potser ens convencem que no existeix, però aquesta ceguesa impostada no soluciona el problema. Ans al contrari, contribueix a perpetuar-lo i condemna un debat internacional urgent i necessari, que hauria de ser permanent, a perdre’s en un carreró sense sortida.

DiAngelo dóna un cop de timó al debat sobre el racisme als EUA, apel·lant a la consciència i l’actitud individual dels blancs. El text fa pensar i genera l’autocrítica en el lector, que pot no sentir-se còmode en més d’una ocasió. Amb valentia, l’autora desmunta totes les excuses, algunes inconscients, que els blancs empren per a negar els seus tics racistes, una negació que contribueix a perpetuar el funcionament racista del sistema. L’autora demostra amb estadístiques i exemples que l’exclusió, la desigualtat, la injustícia racial i la segregació social, laboral, sanitària, escolar i cultural, continuen existint i són ucaracterístiques essencials del sistema.

Els blancs tenen poder social i institucional sobre els negres. Als EUA, els blancs viuen en una societat desigual i dividida per la raça i ells en són els beneficiaris en el passat i en el present. El sistema fa que els blancs siguin superiors als negres, que tinguin més possibilitats que els negres i les altres ètnies de fer una vida plena i prosperar en tots els àmbits. El color de la pell condiciona l’habitatge, l’escola, l’accés al món laboral i legal, a la cultura. Tot i que ella estudia el cas nord-americà, sosté que el fenomen és equiparable al Canadà, Europa, Austràlia i Sud-àfrica.

El començament de la seva reflexió em sembla inapel·lable: “Els EUA es van fundar sobre el principi que totes les persones neixen iguals. Però la nació es va estrenar amb l’intent de genocidi dels pobles indígenes i el robatori de les seves terres. La riquesa nord-americana es va construir amb la mà d’obra d’africans segrestats, esclavitzats, i els seus descendents. A les dones blanques els van negar el dret de vot fins el 1920. I a les dones negres, fins el 1965. El terme ‘política identitària’ se centra en les barreres contra les quals certs grups específics xoquen en la lluita per la igualtat. Encara no hem assolit el nostre principi fundacional, però qualsevol assoliment fins avui ha estat gràcies a la política identitària.”

Els blancs progressistes són els pitjors

Els blancs nord-americans, entre els quals hi ha els progressistes que, segons l’autora, són els pitjors, tendeixen a considerar que el racisme és cosa de “gent dolenta”, de fets aïllats, individuals, inconnexes… Un seguit de fets que a l’època de Trump han demostrat, ressuscitant allò que era latent, que potser ja no són tan aïllats ni inconnexes. Per contra, DiAngelo afirma que el racisme és un sistema molt complex i interconnectat. Els blancs tenen por de ser acusats d’haver dit o fet alguna cosa racista. Els progressistes blancs són, segons l’autora, qui provoquen “el més gran perjudici diari a les persones de color”. “Mantenim i perpetuem el racisme, però la nostra actitud defensiva i les nostres certeses –sovint fruit del convenciment més conscient o menys de la nostra superioritat– fan que sigui pràcticament impossible que algú intenti d’explicar-nos-ho.”

Els blancs nord-americans en què ella es basa a l’assaig no es veuen en termes racials, però tenen opinions pròpies sobre el racisme, sovint poc fonamentades, com ella demostra. No entenen la sociabilitat, creuen que tothom té possibilitats d’èxit, un factor que no depèn de les estructures socials i racials, sinó del mateix individu. Però tots sabem que segons la cultura dominant, néixer home és força diferent de néixer dona, com néixer ric o pobre, capacitat o discapacitat, blanc o negre, llatí o oriental.

Sota la pell no hi ha diferències

Les races són una construcció social. Sota el color de la pell no hi ha diferències i la pell o les altres característiques físiques són obra de molts i molts segles d’adaptació a àmbits geogràfics i climàtics diversos. Però les diferències socials s’havien de justificar en un país que proclamava teòricament la llibertat i la igualtat, mentre massacrava indis, esclavitzava africans i s’apropiava de terres mexicanes. La justificació va venir de la mà de la ciència. Els científics, tot seguint les instruccions del president Thomas Jefferson (propietari de centenars d’esclaus), van establir les diferències racials com a argument de dominació i explotació per protegir els privilegis dels blancs.

Així va néixer el racisme que, segons DiAngelo, és exclusiu dels blancs perquè tan sols els blancs tenen poder social i institucional col·lectiu i privilegis sobre els negres, que no tenen ni poder ni privilegis sobre els blancs. Pot haver-hi individus blancs que estiguin “en contra” del racisme, però continuen beneficiant-se d’un sistema que els privilegia com a grup. Els blancs dicten les normes i tenen el poder de fixar les polítiques i les pràctiques que condicionen la vida dels altres. La blancor és una condició impregnada de drets i privilegis legals, socials, econòmics i polítics que són denegats a qui no és considerat blanc i que, en conseqüència, és explotat o marginat.

La supremacia blanca ha nodrit el pensament polític occidental durant segles, però mai no se’n parla, s’invisibilitza, s’ignora, mentre els altres sistemes polítics –socialisme, capitalisme, feixisme– són identificats i estudiats. Els prejudicis racials són profundament inconscients i aquí rau l’envit que presenta Robin DiAngelo, tot exposant la crítica i l’autocrítica necessàries per a començar a desconstruir el monstre del racisme.

De cap a cap del text, l’autora identifica les classes de racisme i els diferents arguments i tòpics negacionistes, individuals i de grup, per passar a rebatre’ls amb arguments obvis i ben documentats. També explica com la raça determina la vida dels blancs, l’accés a l’educació, al treball i a la riquesa, amb una indiscutible aportació de fets, exemples i estadístiques. I intenta descriure els mètodes i els principis que es poden emprar per començar a trencar la invisibilitat profunda del racisme.

Com intentar de posar fi al racisme

Robin DiAngelo afirma que les nostres institucions han estat dissenyades per reproduir la desigualtat racial i ho fan amb eficàcia. I no tenen fi. Tan sols cal que els blancs continuïn essent amables amb els negres sense anar més a fons i que continuïn indignant-se quan algú els suggereix que amb la seva passivitat mantenen el racisme estructural. Aquesta, per a ella, és una de les claus de volta del sistema.

Per a posar fi al racisme, afirma l’autora, caldrà valentia i intencionalitat, autoexigència en la vida quotidiana i saber que és un procés de reflexió i formació personal que no s’acaba mai. Hi ha uns fonaments polítics, socials i culturals establerts de fa segles, interioritzats i assumits per la majoria dels blancs, que cal començar a posar en dubte.

Un exemple ben clar de l’immobilisme del racisme als EUA va ser una intervenció pública de l’escriptor i activista negre James Baldwin. El fet va succeir l’any 1965 al programa de televisió Dick Cavett Show. Ha passat mig segle i no sembla que la polèmica hagi avançat gaire. El cas posa de manifest la ceguesa habitual dels blancs respecte de la desigualtat i la segregació racial.

A la tertúlia, amb la típica actitud defensiva d’aquells qui posen en evidència la fragilitat blanca i, de retruc, fomenten la desigualtat racial, Paul Weiss, professor de filosofia de Yale, va acusar James Baldwin d’esmentar constantment la qüestió del color, sense tenir en compte que hi ha més maneres de connectar els homes.

Baldwin va respondre apassionadament, així:

“No sé quins sentiments tenen la majoria de blancs d’aquest país. Però puc concloure què senten per l’estat de les seves institucions. No sé si els cristians blancs odien els negres o no, però sé que tenim una església cristiana que és blanca i una església cristiana que és negra. Tal com va dir Malcom X, l’hora més segregada de la vida americana és el diumenge a migdia. Això em diu molt sobre una nació cristiana. Vol dir que no puc permetre’m de creure i confiar en la majoria de cristians blancs, ni en l’església cristiana… No sé si els sindicats i els seus caps m’odien… Però sé que no formo part dels sindicats. No sé si el lobby immobiliari està en contra dels negres, però sé que els lobbistes nord-americans no em deixen sortir del gueto. No sé si el Consell d’Educació odia els negres, però sé quins llibres de text fan llegir als meus fills i a quines escoles han d’anar. És així. I vostè vol que jo faci un acte de fe posant-me en risc, jo, la meva dona, la meva germana i els meus fills per no sé quin idealisme que vostè m’assegura que existeix a Amèrica i que jo mai no he vist.”

Podeu llegir tot l'article en VilaWeb

 


Fragilidad blanca y blanquitud: Robin DiAngelo desvela la blanquitud

 

La fragilidad blanca es una idea verdaderamente transformadora; es un concepto indispensable que nos invita a analizar detenidamente la blanquitud tal como la entienden los blancos y sus reacciones defensivas cuando les exigimos responsabilidades por una blanquitud que ha pasado de puntillas por el tema de la raza durante demasiado tiempo. DiAngelo es sabia y fulminante en su implacable ataque contra lo que Langston Hughes llamó «las maneras de los blancos». Pero es clarividente y nada sentimental cuando desenreda los entreverados hilos del destino social y la prescripción política que atan la identidad blanca a la neutralidad moral y la universalidad cultural.
DiAngelo cuestiona valientemente la fusión de la blanquitud con la identidad nacional. Una autoridad como Beyoncé Knowles, nada menos, constató recientemente: «Se ha dicho que el racismo es tan americano que cuando nos quejamos de él algunos dan por hecho que nos quejamos de América». DiAngelo demuestra que Beyoncé está en lo cierto, que el trasvase de identidad blanca a identidad estadounidense —de convicciones racistas a convicciones nacionales— debe encararse de frente, insistiendo a pleno pulmón en que ser estadounidense no significa lo mismo que ser blanco, al menos no exclusivamente, ni siquiera principalmente. (Michael Eric Dyson)

Mireia Sentís conversa con Jordi Bartomeus en betevé sobre Fragilidad blanca. ¿Por qué es tan difícil para los blancos hablar de racismo?

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Le Monde Diplomatique se hace eco de la Publicación de Fragilidad blanca:

Fragilidad blanca

por Manuel S. Jardí, abril de 2021

Estados Unidos se fundó sobre el principio de que todas las personas nacen iguales. Sin embargo, como advierte la autora en su introducción, la nación se estrenó con el intento de genocidio de los pueblos indígenas y el robo de su tierra. “La riqueza americana se construyó con la mano de obra de los africanos secuestrados y esclavizados y sus descendientes. A las mujeres se les negó el derecho a voto hasta 1920 y a las mujeres negras se les negó el acceso a este derecho hasta 1965”. El fallo del sistema actual es la reproducción de la desigualdad racial. “Nuestras instituciones han sido diseñadas para reproducir la desigualdad racial y lo hacen con eficacia. Nuestros centros escolares son especialmente eficaces en esta tarea”. Acaso la forma más perniciosa de presión sobre las personas de color, subraya, sea confabularse con la fragilidad blanca minimizando sus experiencias raciales para acomodarlas a la denegación y el recelo blancos. “En otras palabras, no comparten su dolor con nosotros porque no podemos soportarlo”. La fragilidad blanca, pues, ha funcionado para impedir que las personas de color desafiaran el racismo a cambio de evitar la cólera blanca. “Pero si no desafiamos a las personas blancas por su racismo estaremos manteniendo el orden racial y la posición de los blancos en el mismo”. El libro de DiAngelo es útil para quien quiera comprender cómo se desarrolla la fragilidad blanca, cómo protege la desigualdad y qué se puede hacer para que el diálogo sobre el racismo se convierta en algo fructífero en vez de un camino sin salida.

Artículo completo en Le Monde diplomatique en español