548 días bajo un nombre falso. Un diario sefardí del Holocausto - Presentación

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Presentación de "548 días bajo un nombre falso. Un diario sefardí del Holocausto".

El jueves 19 de octubre Pedro Bádenas de la Peña, Marta López Vilar y Álvaro García Marín presentarán en la Biblioteca Iván de Vargas de Madrid "548 días bajo un nombre falso. Un diario sefardí del Holocausto", el emotivo cuaderno en que la niña de origen sefardí Rosina Pardo relata su encierro durante la ocupación nazi de Salónica.

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Biblioteca Pública Municipal Iván de Vargas CALLE SAN JUSTO, 5 28005 MADRID; Metro: Sol, Latina y Ópera; Bus: 3, 17, 18, 23, 31, 50, 65


Un niño en la guerra

libros-contra-la-guerraSaid Ferdi nació en Argelia. Detenido por una patrulla francesa cuando solo tenía trece años, fue torturado y obligado a colaborar con el ejército francés, pasando a ser considerado un traidor por sus compatriotas.

En estas páginas se escucha una voz pocas oída en la literatura, e, incluso, en la historia; una voz inolvidable, de una penetrante dulzura, de un doloroso candor y de una resignación que viene de muy lejos. Es la voz de un pobre que se sorprende de todo, pero al que nada, ni siquiera los acontecimientos más terribles, sorprende de veras.

Un-niño-en´la´guerraSaid Ferdi pertenece a una familia pobre y numerosa del macizo del Aurès; su padre era obrero agrícola en la finca de un colono rico. Producto típico de la explotación colonial y del desprecio que los pied noirs sienten hacia los nativos, su destino parece estar trazado de antemano. Así habría sucedido de no ser por un pequeño detalle que Said Ferdi no olvida consignar y que altera la mecánica de los hechos: se trata del deseo, la obstinación del padre para que sus hijos, y también sus hijas, acudieran a la escuela árabe. La cadena de la explotación se rompe por culpa de este sueño de emancipación. El autor relata cómo sus aspiraciones a la dignidad y, por consiguiente, a la independencia, se manifiestan en la escuela a través de las palabras del maestro. Siendo así, ¿debemos sorprendernos si es, precisamente, camino de la escuela donde la desgracia se abate sobre Said? Detenido por una patrulla francesa, el niño —todavía no ha cumplido catorce años—, dos de cuyos hermanos se han sumado a la rebelión y lleva en la cartera un libro con cantos patrióticos, será salvajemente torturado y mantenido como prisionero en el cuartel...

No recuerdo haber leído requisitoria más implacable en su simplicidad contra la lógica de la guerra que el libro de Said Ferdi. Al hilo de sus páginas asistimos al hundimiento y de la disgregación de la más mínima esperanza de reconciliación franco-argelina. Ahora bien, este terrible embrollo no es en absoluto culpa de los hombres, sino que es el resultado de la lógica de la violencia y del salvajismo inherentes a la máquina militar. Así, cuando un brigada borracho se ensaña con Said y le somete a descargas eléctricas, lo que escribe sobre su carne no es sino el fracaso de Francia.

Del Prefacio de Michel del Castillo a Un niño en la guerra.


Tarek Eltayeb en Casa Árabe

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Tarek Eltayeb autor de Estaciones. Una autobiografía (foto de Ursula Eltayeb)

Tarek Eltayeb, el escritor egipcio-sudanés nacido en El Cairo en 1959 de familia sudanesa y residente desde hace años en Viena, donde es profesor en su universidad, conversará con Carla Fibla y Muhsin al-Ramli en torno a su libro Estaciones. Una autobiografía, en el auditorio de Casa Árabe el miércoles 29 de marzo.

En su libro, el autor reúne las notas que fue tomando a lo largo de los cincuenta primeros años de su vida. Los fragmentos recogidos dibujan un trayecto personal y familiar que se extiende desde el Nilo Azul hasta el Danubio. Sus recuerdos evocan los sabores de los tomates de las huertas de El Cairo y los helados de Gaza, el resplandor de las playas del Mediterráneo, el rumor de los barrios del Egipto fatimí, el traqueteo de los trenes en el Sinaí, la música de los setenta, el olor a petróleo en Irak, la explotación de los trabajadores, los controles en las fronteras, la frialdad de sentirse extranjero en un nuevo mundo, el amor, la esperanza y el descubrimiento de la escritura, el arte y la literatura. El del autor es un trayecto individual, único y atípico, como el de los millones de seres humanos que se mueven por el planeta en busca de un hogar y un destino. Tarek Eltayeb es hoy –entre otras muchas cosas– un escritor austriaco que escribe en árabe, un representante de una Europa nueva.

Carla Fibla es una escritora y periodista especializada en Mundo Árabe y África, autora de España-Marruecos desde la orilla sur.

Muhsin al-Ramli es un escritor iraquí radicado en Madrid, autor de Los jardines del presidente.

Finalmente, Muhsin al-Ramli no pudo participar debido a un problema de salud que requirió su hospitalización, por lo que Tarek Eltayeb estuvo acompañado por Karim Hauser, Carla Fibla y Gonzalo Fernández Parrilla, quienes abordaron con el autor cuestiones presentes en el libro como el exilio, el uso de la lengua en sus diferentes registros, árabe estándar o árabe dialectal, la contaminación de otras lenguas...
El acto fue seguido con gran interés por los asistentes, que ahondaron en el coloquio los temas tratados por los ponentes.

Añadimos a continuación una fotografía, el enlace al vídeo que recoge íntegramente el acto y el programa de RTVE en árabe dedicado a Tarek Eltayeb.

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Karim Hauser Carla Fibla y Gonzalo Fernández Parrilla en diálogo con Tarek Eltayeb en torno a su libro "Estaciones. Una autobiografía"

@otro.marruecos @casa_arabe @fgscarla
#Sudán #Egipto #lenguaarabe #literaturaarabe #EstacionesUnaautobiografía

Emisión en árabe   'Estaciones', del gran escritor Tarek Eltayeb 30/03/2023 30:07

Nuestra emisión incluye el programa "Cuadernos de Cultura", que edita y presenta Ahmad Yamani.

En el episodio de hoy cubrimos la presentación, que tuvo lugar el miércoles 29 de marzo en Casa Árabe de Madrid, del libro del gran escritor sudanés egipcio austriaco Tarek Eltayeb, traducido al español por M. Luz Comendador Pérez, bajo el título Estaciones. Se trata de una autobiografía que reúne las notas que su autor fue tomando a lo largo de los cincuenta primeros años de su vida. Los fragmentos recogidos dibujan un trayecto personal y familiar que se extiende desde el Nilo Azul hasta el Danubio.

Acompañaron al autor Carla Fibla, reportera en la revista Mundo Negro, y Gonzalo Fernández Parrilla, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid. Presenta Karim Hauser, coordinador de Cultura y Relaciones Internacionales en Casa Árabe.

https://www.rtve.es/play/audios/emision-en-arabe/emision-arabe-estaciones-del-gran-escritor-tarek-eltayeb/6847691/

 

 


PEDRO MARTÍNEZ MONTÁVEZ, IN MEMORIAM

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Foto inédita de la participación de Pedro Martínez Montávez (1933-2023) acompañado por Clara Janés, Adonis y Waleed Saleh en una de las presentaciones de los libros de Adonis publicados por nuestra editorial.

Alejados de escritos ditirámbicos, que el profesor Montávez no hubiera apreciado, y del silencio, reproducimos aquí en reconocimiento a la coherencia con que vivió sus convicciones el Prólogo que tuvo la generosidad de escribir para Contra el olvido. Una memoria fotográfica de Palestina antes de la Nakba (1889-1948), el libro coordinado por Teresa Aranguren y Sandra Barrilaro sobre Palestina antes de su desastrosa partición y el comienzo de la expulsión de sus habitantes no judíos. Anteriormente habíamos publicado su traducción, en colaboración con Rosa Isabel Martínez Lillo, de Canciones de Mihyar el de Damasco, de Adonis, autor que acabaría convirtiéndose, con seis libros publicados, en una referencia clave de nuestra editorial. Quedó inconcluso el proyecto de reeditar su antología El poema es Filistín. Palestina en la poesía árabe actual (1980), agotado desde hacía años.

La historia de la cuestión palestina está plagada de olvidos, engaños, falsedades, hipocresías y tergiversaciones, llena de sobresaltos, paradojas, contradicciones y sorpresas, aparte los continuos dramas y tragedias que la sacuden. Esto ha contribuido largo tiempo, y en muchísimos aspectos y dimensiones, a que haya sido más bien una especie de «anti-historia», una imitación burlesca de la misma, una pseudohistoria que no se parecía casi en nada a lo ocurrido en realidad, una historia casi fraudulenta. Tal situación se prolongó durante décadas, y ha costado enormes esfuerzos empezar a salir de ella: así empezó a ocurrir hace poco más de medio siglo. Antes de seguir adelante, me voy a permitir una aclaración y un inciso: he utilizado al comienzo de este texto el término «plagada» con toda intención y en su primer y propio significado, porque lo que ocurría al historiar la cuestión palestina era, y constituía justamente eso, una auténtica plaga, una desgracia pública, una calamidad, manteniendo también con ello, y en máximo grado, su connotación etimológica original de «llaga».
Quizá ese hecho resultaba en España aún más inexplicable que en otros países, y para ejemplificarlo así voy a recurrir a lo que me cae más cerca y conozco más directamente, a mi propia experiencia personal. Yo cursé en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, durante la primera mitad de la década de los cincuenta del siglo pasado, dos especialidades, licenciándome en la sección de Historia (1955) y en la de Filología Semítica (1956). Durante mis estudios, nadie —que yo recuerde— hizo la menor referencia a la cuestión palestina, y estoy aludiendo en concreto al propio profesorado competente. Obviamente, en el plan de estudios de la sección de Historia figuraban asignaturas que se ocupaban de la época contemporánea, y hasta en la de semíticas había una que se titulaba justamente así: Historia del islam contemporáneo. Pues bien, ninguna mención del tema palestino. El plan de estudios de esa misma sección recogía otra asignatura, de contenido genérico, denominada Historia del pueblo de Israel. No recuerdo si en ella alguien pudo hacer alguna referencia al singular acontecimiento que había tenido lugar el año 1948: la fundación del Estado de ese mismo nombre. En tierra palestina, como se sabe.
Todo eso ocurría en la primera y principal universidad española, en un país en el que se repetía la contumaz letanía de las «fraternales relaciones hispano-árabes», cuyo régimen alardeaba de prácticas «políticas proárabes», y cuyo gobierno tardaría aún muchos años en establecer relaciones diplomáticas con ese Estado de nuevo cuño fundado en 1948. Y todo esto que cuento no descubre, sin embargo, nada nuevo, sino que resulta uno de tantos datos corroborativos de algo que conocemos bien, y cuyos graves efectos y consecuencias sufrimos desde antiguo: en este país tan especial, en España, la política, la sociedad y la cultura no suelen seguir caminos convergentes. ¡Y cómo se nota y se echa de menos!
Yo empecé a oír hablar de Palestina y de palestinos durante mi estancia en Egipto entre comienzos de 1957 y mediados de 1962, a todo lo extenso y lo intenso de mi experiencia cairota. Fue también hacia 1958 o 1959 cuando Mercedes, mi mujer, y yo viajamos a tierras palestinas, que formaban parte por entonces del reino hachemí de Jordania. El hecho palestino fue una de las tantas novedades reveladoras que empezaron a abrírseme y que contribuyeron decisivamente a que mi propia vida, y no solo mi actividad profesional de arabista, fueran orientándose hacia dimensiones hasta entonces desconocidas por completo para mí y encaminándose por sendas que me resultaban hasta ese momento inaccesibles. Ahora, muchos años después, puedo y debo reconocer, con absoluta serenidad, objetividad y ponderación, que ha valido la pena que así ocurriera. Mi vinculación a la palestinidad, por consiguiente, empezó entonces, y no ha hecho sino crecer, desarrollarse y diversificarse hasta ahora, manteniéndose siempre, y reafirmándose, mi compromiso intelectual y humano con ese pueblo y con la defensa de sus justos derechos y aspiraciones.
No quiero seguir por este camino de evocación personal, pero tampoco renuncio a proporcionar otro dato testimonial pertinente, por lo que tiene también de enormemente significativo en relación con todo lo que hasta ahora he suscitado. Sería hacia el año 1967 cuando empecé a preparar, con la excelente colaboración de mi buen amigo el poeta palestino Mahmud Sobh, llegado a Madrid desde Damasco para ampliar estudios y doctorarse, una extensa antología de la novísima poesía palestina llamada «de resistencia». Acababa de aparecer el revelador libro de Gassán Kanafani, en lengua árabe, sobre el tema, y algún que otro trabajo sobre la materia de otros autores de la misma área lingüística. Ultimado nuestro original, emprendimos la ingrata tarea de buscar quien lo editara. El tema, como digo, constituía una novedad absoluta en el panorama literario occidental, y no solo en el español. Nuestra antología era el primer libro en lengua europea sobre la materia. Solo quiero añadir un dato: nos «perdieron» en varias editoriales —alguna de ellas conocida como de tendencia y vocación «progresistas»— el ejemplar que habíamos dejado. En conclusión: pudo publicarse, el año 1969, merced a la ayuda que nos prestó una institución creada por entonces, y mantenida por un mecenas de origen tunecino, que se llamaba Casa Hispano-Árabe. Tales cosas seguían pasando en este país tan «arabófilo»…

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Si he empezado como lo he hecho no ha sido solamente porque los hechos que he expuesto ejemplifican a la perfección el fenómeno que denunciaba: la deliberada decapitación —de «cortar la cabeza»— y el implacable desarraigo —de «arrancar de raíz»— que la cuestión palestina en concreto, y cualquier cosa que tuviera que ver con Palestina en general, han sufrido durante mucho, muchísimo tiempo. Intencionadamente, a propósito, la cuestión palestina carecía de orígenes, de antecedentes, de comienzos, o estos se tenían por tan nimios e insignificantes que se podía prescindir de ellos, porque parecían superfluos, no aclaraban ni contribuían a explicar lo que había ocurrido después. La historia de la cuestión palestina está llena de ultrajes a la verdad y de crímenes contra la memoria. Es decir, está llena —«plagada»— de delitos contra la humanidad.
He empezado como lo he hecho porque ello me permite subrayar y destacar uno de los valores principales del volumen que prologo, resaltar como realmente se merece una de sus características más sobresalientes. En tal sentido, este libro se enfrenta radicalmente, y con gallardía, contención y ecuanimidad, a tanta historiografía intencionadamente desvirtuadora y en gran parte falaz o sencillamente ignorante, que se ha ido acumulando sobre la materia. Este libro se centra precisamente en rescatar y poner de relieve muchos de los comienzos, de los orígenes, de los antecedentes de la cuestión palestina.
Su contenido corresponde al largo «tiempo anterior», al decisivo, al que suele mantenerse escondido e ignorado, como proscrito y desterrado; sí, justamente eso, «desterrado», porque se les quitó la tierra. Es todo el largo periodo transcurrido entre las últimas décadas del siglo xix y la mitad del siglo xx. Constituye la insólita y cruel paradoja del tiempo que no hubiera transcurrido, en conclusión, del «no-tiempo». ¿Hay algo más cruel e inhumano que negar el tiempo? Me permito aconsejarle y encarecerle a toda persona que lea este libro —o que lo contemple, porque es un escrito que también «entra por los ojos»— que, al leer y contemplar su contenido, esté siempre acompañado de esa idea subyacente fundamental: está recuperando un tiempo, un pasado que se quiso que no hubiera transcurrido, que no hubiera tenido lugar. Ello le proporcionará la explicación principal, y durante mucho tiempo escondida, de la dramática cuestión palestina, de la trágica e irredenta todavía historia contemporánea de este pueblo.
Este libro es esencialmente un extenso y muy cuantioso conjunto de imágenes, un excepcional álbum de fotos, cargado de un profundísimo y original —de «origen»— significado. Al ser una colección de imágenes, es también el testimonio, tan silencioso como evidente, de un imaginario. El lector puede comportarse como el espectador de un excepcional documental cinematográfico, de una sucesión de imágenes, de encuadres, de momentos, de situaciones, que le resultan tan atractivas como casi totalmente desconocidas, tan nuevas para él como inesperadas y sorprendentes. Precisamente por eso son, ante todo, reveladoras, es decir, le descubren algo que desconocía casi por completo, se lo «revelan».
Suele repetirse que una imagen vale más que mil palabras, una de tantas frases felices que explican mucho y proporcionan vías de conocimiento, pero que también, entendidas y aplicadas con abuso, desvirtúan parcialmente los hechos; es certera, sí, pero puede resultar asimismo exagerada y encubridora. Imágenes y palabras valen, por sí mismas, lo que valen, y no tienen por qué funcionar como recíprocamente excluyentes. Por consiguiente, si van juntas, y conjuntadas, mejor.
Una imagen es siempre, por sí misma, un objeto valioso, pero su valor aumenta si la contemplación no se reduce estrictamente al ejercicio físico de la mirada, es decir, cuando la actividad del «ver físico» se acompaña también con otros dos: el «ver mental» y el «ver sensitivo». Con esta triple mirada, con esta triple vía de penetración, el objeto contemplado adquiere toda su plenitud, su supremo valor y su significado entero. Me permito rogar, desde estas líneas, que a esta magnífica colección de fotos, de imágenes, se le dedique esa forma de visión, triple y una al tiempo: que ojos, mente y sentimiento se centren y se unifiquen en la mirada; que la mirada sea integral.
Tal ejercicio de penetración triple y trenzada nos llevará a evocar, por ejemplo, entre otras muchas cosas, que estos seres humanos que nos contemplan fijamente —más fijamente aún que nosotros a ellos— habitaban un país no extenso —poco más de 20000 km2— en donde vivían —sí, «vivían», en toda la acepción del concepto— alrededor de un millón de habitantes. No menciono estas cifras aproximadas con intención cuantitativa y comparatista, sino justamente con el propósito contrario: cualitativo y fundamental. Y nos preguntamos: ¿cómo esa población, más bien limitada en número y en espacio, resultaba tan sorprendentemente variada, diversa, rica y plural en sus manifestaciones, en sus comportamientos, en sus hábitos de vida, en su vestuario, en sus costumbres, en sus múltiples maneras de existir, de sufrir y de gozar? ¿Cómo Palestina podía ser, al tiempo, tan singular y tan plural, tan propia y tan diversa, tan genuina, con tantas genuinidades diferentes? ¿Había necesidad de romper todo esto, de cambiarlo, de destruirlo, para después reconstruirlo, una vez deformado, transformado, expulsado, sustituido? ¿No merecían estas gentes seguir viviendo —eso sí, «viviendo»— como estas imágenes demuestran que vivían? Esta es quizá la pregunta principal, la más dura e incisiva, que nos hacen esos ojos que nos miran fijamente, que no dejan de mirarnos, que seguirán mirándonos hasta cuando hayamos pasado todas las páginas de este libro.
La gran colección de fotos aquí reunida se realza con la inclusión de unos textos escritos por tres excelentes conocedores de la cuestión palestina, y que se distinguen además por su rigor intelectual y por su alta condición moral. Resultan además textos complementarios entre sí, pues cada uno de sus autores plantea y analiza el tema desde su propia experiencia personal y competencia profesional. Representan asimismo tres modalidades externamente diferenciadas —pero indisoluble y entrañablemente ligadas también— de vivir y sentir la palestinidad: Bichara Khader es un palestino «de fuera», en el exilio exterior, Johnny Mansour es un palestino «de dentro», y por ello en el exilio interior, y Teresa Aranguren es una española profundamente palestinizada en vida y obra. Con ella y con Bichara mantengo desde hace muchos años no solo una inquebrantable amistad, sino también una vinculación no menos larga e inquebrantable con Palestina y sus gentes. Para mí, redactar estas páginas me proporciona una nueva oportunidad de confirmarles mi amistad, mi solidaridad y mi admiración. Me ha permitido también descubrir la sensibilidad y la experiencia profesional de Sandra Barrilaro, que han sido fundamentales en la selección del material fotográfico.
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Con frecuencia, cuando escribo o hablo de Palestina, menciono lo que afirmó, hace ya unos cuantos años, uno de los más representativos escritores palestinos contemporáneos, Rashad Abu-Sháwir: «La cuestión palestina es más que un problema de fronteras (hudud), un problema de existencia (wuyud)». Ahí está la clave: no se trata de que el pueblo palestino existe, sino que existió, y que seguirá existiendo. Y esa existencia no exige solo una morada, un país, sino que exige también una patria, un Estado así llamado: Palestina. El sucio juego político no puede doblegar la limpia realidad de la existencia, ni puede seguir olvidándola, marginándola, escondiéndola. La existencia no es una máscara ni puede ser enmascarada. Negar la existencia es negar la vida: es decir, una especie de crimen. Que empezó a perpetrarse hace ya bastante más de un siglo, y sigue perpetrándose —de otras maneras, con otros disfraces— todavía. Un crimen que continúa sin juzgar y sin condena. Esto es lo que recuerdan y afirman estas fotos.

Pedro Martínez Montávez
Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de Madrid

 

Teresa Aranguren y Santiago González Vallejo han publicado, la primera en infolibre y el segundo en el blog del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, artículos sobre su vertiente humana: "Pedro Martínez Montávez, el valor de un maestro" y "Pedro Martínez Montávez, un amigo de cultivar conocimiento y solidaridad"

 


Bassidiki Coulibaly y su libro "El delito de ser “negro”. Mil millones de “negros” en una cárcel identitaria

Bassidiki Coulibaly quiso estar presente en el acto de presentación y debate sobre su incitante texto El delito de ser "negro". Mil millones de "negros" en una cárcel identitaria y nos envió el siguiente video:

Añadimos a continuación las tres preguntas que Mireia Sentís, directora de la colección BAAM Biblioteca Afro Americana Madrid, dirigió al autor y que este respondió especialmente para este acto. Al final de sus respuestas hemos incluido algunos extractos de las intervenciones de la propia Mireia Sentís, de Carla Fibla, periodista con una amplia trayectoria (corresponsal de diversos medios en El Cairo, Rabat y Amán, redactora de la revista Mundo Negro y autora de Mi nombre es nadie en el que recoge testimonios de los inmigrantes que tratan de llegar a España) y de Ramadhani Ngoy, coordinador de AfroDiccionario

ENTREVISTA A BASSIDIKI COULIBALY

 

Por Mireia Sentís

 

—¿Cuál es la razón por la que siempre, sin excepción, ha decidido escribir “negro” entre comillas?

 

La razón es triple.

  • Primera: porque escribirlo sin comillas es sospechoso, suena falso y constituye un desafío para la razón. El negro en cuanto color, detenta un estatus único y singular con respecto a cualquier otro color. Así, es el no-color para unos y el rey de los colores para otros puesto que todos los otros colores nacen de él. El negro es también el color del misterio, el de los místicos cristianos (del maestro Eckhart, teólogo y filósofo del siglo XIII/XIV, por ejemplo), el color del edificio más sagrado del Islam (la Kaaba de la Meca) y Freud, cuando habla de psicoanálisis, se refiere a la mujer utilizando el término “continente negro”.
  • Segunda: escribir negro sin comillas no es razonar en estéreo sino en mono, como en los monoteísmos. Sin embargo, todo razonamiento mono no puede sino ser binario (negro/no-negro) y hundirse en el maniqueísmo. Porque ¿de qué “negro” hablamos cuando hablamos de color? Yo he decidido razonar en estéreo. El negro, en cuanto color tiene más de cincuenta matices, como magistralmente ha demostrado el pintor Pierre Soulages, por ejemplo.
  • Tercera: aquí se plantea la pregunta ¿a qué tono de negro nos referimos cuando hablamos de o escribimos sobre el “negro” o los “negros”, al referirnos a los seres humanos?  Cuando se razona en estéreo como el comentador político sudafricano Peter Abrahams y se ha comprendido que rojo es el color de la sangre de los negros, ya no es posible escribir negro o negros sin comillas; porque sería ir en contra de la lógica y de la razón. Y más: desde la antigüedad griega hasta nuestros días, tanto el color negro, como los seres humanos denominados “negros”, han sido desacreditados a través de múltiples y diversas cargas negativas. Poner, pues, comillas es atraer la atención sobre algo que no viene dado; es una invitación a hacerse preguntas, a comprometerse con el laborioso y largo trabajo que requiere la deconstrucción de nuestras representaciones sociales.

 

—¿Cree usted que sin las religiones el racismo estaría menos extendido?

 

  • Las relaciones entre racismo y religión son históricas y complejas. Sin embargo, pienso que sí, que sin las religiones -las monoteístas, claro está- el racismo se hubiese extendido menos. Lo que siempre ha caracterizado las religiones monoteístas es el proselitismo, a la vez consensual y violento, cercano y lejano, amparado bajo el manto de la ficción de la pureza. Pureza de los creyentes, pureza de la raza, pureza de la sangre. Por ejemplo, en la España a caballo de los siglos XV y XVI, o sea al final de la reconquista, tanto los judíos como los musulmanes son sometidos a un dilema en nombre de la religión cristiana: convertirse al cristianismo o abandonar el reino. Y mientras Cristóbal Colón “descubría” América en 1492, preparando así el terreno a Hernán Cortés, el reino de España expulsaba a los judíos ese mismo año y luego a los musulmanes en 1502. Menos mal que, en 1550 y 1551, Bartolomé de las Casas, hombre de la iglesia, estaba en Valladolid, en nombre de la humanidad y en defensa de los “indios”, solo ante Sepúlveda y la iglesia. Por otra parte, el racismo perdurará mucho tiempo entre los “viejos cristianos” de “sangre pura” y los “nuevos cristianos” (judíos y musulmanes conversos) de “sangre impura”.
  • En cuanto a los “negros”, Lluís Sala-Molins a mostrado abundantemente cómo las religiones, la cristiana sobre todo, han tomado como fundamente religioso e ideológico el libro del Génesis para esclavizar la población africana (el Código negro o el calvario de Canaán)

 

—¿Prevé un futuro en el cual los “negros” no sean ya los condenados de la tierra? ¿Y ese futuro depende, como apunta usted, de un cambio de actitud de los negros hacia sí mismos, o bien sin la toma de consciencia de los “no negros” no habrá nada que hacer? 

 

  • ¿Un futuro en el que los “negros” no sean los condenados de la tierra? Estoy tentado de contestar afirmativamente. Mirando hacia el pasado, la paleontología nos enseña que Lucía tanto como Toumai que la destronó, proceden del África “negra”, como todos los hombres de hace dos millones y medio de años. ¡Así hasta que se demuestre lo contrario somos todos, tengamos el color de epidermis que tengamos, africanos! Y hasta de la misma familia puesto que no hay más que una raza (Unicef, 1964). Cuando miramos al presente, los “negros” están en todas partes en el planeta Tierra y han marcado positivamente la historia en todos los dominios del saber; del saber hacer y del saber estar (Nelson Mandela, por ejemplo). Están presentes entre las élites, las clases medias y las populares. En este presente de mundialización y mestizaje, los “negros” que rompen los barrotes de sus prisiones identitarias son cada vez más numerosos. Los “negros” ya no son los únicos condenados de la tierra. Los Palestinos, esos apátridas, ¿acaso no son condenados de la tierra? Los kurdos, esos apátridas, ¿no son condenados de la tierra? Y cuando vemos en las manifestaciones abigarradas de Black Lives Matter personas de todas las edades y de todos los colores, es el futuro que ya está presente. El cambio de actitud de los “negros” hacia sí mismos, tanto como la toma de conciencia de los “no negros”, son condiciones imperativas para acelerar el paso de la marcha hacia un futuro sin condenados de la tierra (ya sean palestinos, kurdos, “negros”, etc…). A lo largo de la historia siempre ha habido “no negros” al lado de los “negros”, porque el humano es fundamentalmente estéreo, a pesar de su auto domesticación al pensamiento mono. Vean lo que estamos llegando a hacer todos juntos: usted, el equipo al cual pertenece, Dalikou, Sala-Molins, etc…).
  • Termino con una cita de Martin Luther King: “Tenemos que aprender a vivir juntos como hermanos, si no moriremos juntos como idiotas”. (Discurso del 31 de marzo de 1968).

El delito de ser "negro". Mil millones de negros en una cárcel identitaria Presentación y debate en el Ateneo la Maliciosa

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Presentación y debate sobre "El delito de ser “negro”. Mil millones de “negros” en una cárcel identitaria", con Mireia Sentís, Carla Fibla y Ramadhani Ngoy en el Ateneo La Maliciosa el 15 de febrero de 2023 a las siete de la tarde.

¿Pero qué es un negro? Y, para empezar, ¿de qué color es?

Jean Genet, Los negros, 1958.

El «negro» es negro: el «no negro» que lo afirma tiene la certeza, y el «negro», el convencimiento. Más aún, el «negro» no puede negar que es negro: tiene la certeza inequívoca, como el «blanco» que siempre ha sabido que es blanco. Ahora bien, el empirista más elemental, sea cual sea su color, sabe que quien es tachado de «negro» no es monocromo y que la blanquitud del «blanco» es más que discutible: lo que percibimos no siempre es conforme a lo que retenemos de una vez por todas. El «negro» de Somalia no tiene la misma negrura que el «negro» de Sudáfrica, el «blanco» de España no tiene la misma blancura que el «blanco» de Suecia: a los dos primeros los llaman «negros» y ellos se reconocen como tales, lo mismo que llaman «blancos» al español y al sueco y ellos se reconocen como tales. Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de «color»? ¿Por qué hemos hablado y seguimos hablando de «mujer de color», de «hombre de color», de «pueblos de color» como si los otros fueran incoloros? ¿Cuáles fueron y siguen siendo las implicaciones para estas «personas de color», y en particular para «los negros», las únicas «personas de color» del siglo XXI?


Encuentro en torno a Tarek Eltayeb y su libro "Estaciones. Una autobiografía" en Enclave de Libros

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Encuentro en torno al libro de Tarek Eltayeb "Estaciones. Una autobiografía" de Tarek Eltayeb en Enclave de Libros

Y la mujer «distinta»

Me he dado cuenta de que, en algunos libros nuestros escritos en árabe, cuando tratan de la mujer «libre» o «liberada» se están refiriendo a sociedades distintas a aquellas en la que viven. Como contraste, se muestra esa visión sagrada de la madre, la hermana, la esposa, las mujeres de la familia, las demás parientes, las de la comunidad, del país o del mundo… La mujer «de moral dudosa», que hace el papel de amante, amiga o sirvienta, o bien no tiene un origen explícito, o es europea, o árabe de otras sociedades más libres. Me sorprenden los colegas escritores que siguen considerando a la mujer europea la eterna presa de caza. Por muchos años que hayan vivido en Occidente, siguen siendo incapaces de comprender cómo es, su mentalidad, y que su manera de pensar tiene que ver con sus costumbres y tradiciones, y no con los preceptos religiosos de lo que está o no permitido hacer.

La imagen de yo-otro

Occidente ha pasado a ser ya un componente más de mí mismo, algo a lo que yo aporto algo y me aporta algo a mí. Viena y Europa están claramente presentes en lo que escribo. Vivir aquí tanto tiempo, el contacto permanente con gente de letras, amistades, vecindario, estudiantes, colegas de trabajo, famosos y anónimos, ricos y pobres, habitantes de la ciudad y del campo (donde paso bastante tiempo al año), todos ellos han hecho que ese «otro» occidental sea ahora una parte de mí mismo. Una parte intrínseca del «yo» que entiendo y me entiende. También ese «otro» occidental —que se relaciona conmigo con naturalidad— se ha convertido en parte de mí mismo. Para él yo he dejado de ser esencialmente «otro», al igual que él ha dejado de serlo para mí. No está mal cambiar el estereotipo del «yo» y el «otro», al menos para mí y aquellos para los que —como yo— la imagen del «yo-otro» se ha convertido casi en la del «otro yo».

De Estaciones. Una autobiografía, de Tarek Eltayeb (traducción del árabe de M. Luz Comendador)


Soloúp presentará Aivalí en Barcelona y Madrid en el centenario de la primera gran deportación del siglo XX

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Soloúp es el autor de la novela gráfica Aivalí, un emocionado recuerdo del primer transfer masivo de población producido en Europa entre Grecia y Turquía.

En los próximos días, coincidiendo con el centenario de la deportación de cientos de miles de personas, griegos y turcos, tras la derrota griega durante la Guerra de Independencia de Turquía, Soloúp, el autor de la novela gráfica Aivalí, presentará esta conmovedora historia en Barcelona, en la Llibreria Finestres el 18 de octubre, acompañado por el director de la revista 5W, Agus Morales, y en Madrid, en la Librería Traficantes de Sueños el 20 de octubre, acompañado por María López Villalba, helenista y cotraductora del libro.

Añadimos a continuación las invitaciones a ambos actos, un vídeo de presentación de Aivalí preparado por Kedros, su editorial griega (subtitulado en francés),

y otro sobre Soloúp (subtitulado en inglés).

Soloúp-Aivalí-Agus Morales-Llibreria Finestres
El próximo 18 de octubre presentarán el libro Soloúp, autor de la novela gráfica Aivalí, acompañado por Agus Morales, director de 5W

 

Soloúp-Aivalí-Librería Traficantes de sueños-María López Villalba
Aivalí, presentado por su autor Soloúp y María López Villalba el 20 de octubre 2022 en la Librería Traficantes de Sueños de Madrid